Recientemente publicaba un hilo sobre oficios perdidos y tradiciones artesanales en España, y hoy quisera retomar ese mismo tema, pero con nombre propio. Se trata de los imagineros belenistas.
Esta semana he estado visitando la región de Murcia, una tierra donde aún pervive, como en todo el Levante español y pese a la presión de las modas navideñas venidas de fuera, una importante tradición belenística a la que quisiera hacer un pequeño homenaje con este hilo.
La imaginería es una especialidad de arte escultórico y representación plástica de temas religiosos, por lo general de tipo realista y con finalidad catequética, devocional, litúrgica o procesional, que en nuestro país ha dado grandes artistas a lo largo de la historia, que han desarrollado su obra en torno a las celebraciones de la Navidad y la Semana Santa, y que en estas fechas vuelven a llenar iglesias, lugares públicos e infinidad de hogares, con sus recreaciones belenísticas.
El origen más remoto de este tipo de representaciones plásticas de la Natividad del Señor, aparece reflejado de forma pictórica ya en los primeros siglos del Cristianismo, según se desprende de los frescos encontrados en las catacumbas romanas de Santa Priscila, siendo el más antiguo de entre los que se conocen, el de la Capella Greca de principios del S.II.
Siglos después, se atribuye a la orden de los Caballeros Templarios, la extensión por Europa de la devoción al nacimiento de Jesús, que llevó aparejada diversas formas de representación artística en los diferentes lugares donde se iba asentando la tradición, si bien, a lo largo de los siglos no han faltado de manera continuada este tipo de representaciones, como demuestran los frescos en la catacumba de San Pedro y San Marcelino del S.III, en la catacumba de Domitila del S.IV, o en la mismísima construcción de un oratorio con forma similar a la Cueva de Belén, en la basílica de Santa María la Mayor en Roma durante el S.VIII.
Estas representaciones de la Natividad van sucediéndose a lo largo de los siglos, y en el periodo románico toman como tema principal, el Nacimiento de Jesús y la Adoración de los Pastores y los Magos. En el siglo X, la liturgia católica se sirve de la representación del Pesebre para catequizar, y en el periodo gótico se representan labrados y relieves en los púlpitos de las catedrales, donde aparece el Niño Jesús en las rodillas de la Virgen María, bendiciendo a los magos. Durante el Renacimiento, el Niño Jesús suele representarse jugando con los corderos o acariciando la cabeza del buey, mientras que en el barroco aparecen formas más elaboradas y fastuosas, que por lo general apelan al contenido místico y simbólico del Nacimiento de Cristo.
Pero es a partir del siglo VIII, que se generalizan las representaciones teatrales de la Natividad por toda Europa, inicialmente en el interior de iglesias y conventos, aunque posteriormente también en el ámbito civil por muchas plazas públicas de ciudades y pueblos, cosa esta que llegó a degenerar hacia formas paganizadas del drama litúrgico, viéndose así la Iglesia obligada a condenarlo en el Concilio de Treviri, durante el pontificado del Papa Inocencio III, que en el año 1207 prohibió las representaciones teatrales en las iglesias.
No obstante todo lo anterior, el origen del belén, tal y como lo hoy conocemos, según nos dice San Buenaventura, surge en la recreación de la Natividad que en 1223 realizó San Francisco de Asís en Greccio, Italia. A su regreso de una peregrinación a Tierra Santa, el santo solicitó una dispensa al Papa Honorio III, respecto de la prohibición de las representaciones religiosas, y así escenificó en una cueva de las montañas de Asís, que había junto a una cabaña de pastores, un pesebre con paja donde colocó un buey y una mula. El Santo de Asís celebró de esta forma la Misa del Gallo, junto a los fieles y pastores que acudieron al toque de las campanas, evocando de esta manera el nacimiento y adoración del Niño en la Eucaristía, y siendo esta la puerta que abrió una de las tradiciones más bellas y extendidas de la cristiandad, que ha caracterizado en gran medida la Navidad hispana.
Respecto de aquel acontecimiento, no faltan los relatos y tradiciones piadosas que narran la aparición del Niño Jesús en aquel primer pesebre franciscano, si bien el santo no incluyó en su Nacimiento a ningún actor, siendo aquel Belén una forma especial que tuvo San Francisco de representar el ceremonial litúrgico de la Navidad, centrado en la palabra y la Eucaristía.
A partir de entonces, esta nueva forma de representación inanimada, se extendió primero por las iglesias italianas y posteriormente por toda Europa, con la instalación de belenes como los famosos de Andrea della Robia en el Duomo de Valterra, o el que posiblemente sea el más antiguo que se conserva, el de San Giovanni Carbonara en la cartuja de San Martino en Nápoles, que cuenta con figuras de madera de mediados del siglo XIV (en la foto). Durante el barroco después, el belén adquirió su forma definitiva con el auge de la escultura y la incorporación de los espacios escénicos y los detalles, que le llevaron a introducirse en las casas señoriales primero y posteriormente en las de la burguesía y clases populares.
Se conoce que en España, la tradición belenística nos llega desde el Reino de Nápoles, con Franciscanos y Clarisas, primero al Reino de Valencia, dado que el de Valencia era el principal puerto peninsular de la Corona de Aragón en aquella época. Aunque no tardó mucho en extenderse por todos los territorios de la Corona, y más tarde por toda España y su imperio, tras la unificación de reinos de los Reyes Católicos y la conquista de América.
El belén se convierte así en un instrumento esencial para la transmisión de la fe en el imperio, que la Iglesia ha apoyado siempre, dado su potencial para expresar el Misterio sacro y el nacimiento de Jesús, y transmitir de esta manera el mensaje cristiano junto a un profundo sentimiento de identidad filial.
Recomiendo en este punto echarle un vistazo al siguiente artículo de Aleteia, donde se recoge la tradición belenística en América, y la importante función que aún conserva de amalgama social: América Latina y sus pesebras asombrosos.
Durante el siglo XVII, la instalación de belenes trasciende de las iglesias a los hogares, principalmente nobles, y son representados con figuras que se transmiten entre generaciones, y van ampliándose cada año. Así, de la representación teatral se pasa a la instalación de belenes realizados con diferentes materiales, que en cada territorio van tomando sus propias formas y características, según los materiales, gusto y saber hacer de los artesanos y escultores, pero que por lo general se sustancian en el barro cocido y la policromía, diferenciándose así de los italianos que se realizaban principalmente en tallas de madera.
Aparecen menciones al belén, por ejemplo en los testamentos de Isabel La católica, donde se describen las figuras que la reina lega a sus hijas, o en el de Lope de vega, quien le deja a su hija un belén hecho con figuras de cera. Actualmente se conservan importantes piezas históricas, como las del belén del marqués de Riquelme realizadas por Salzillo, el belén Napolitano del Museo de esculturas de Valladolid, o el belén del Príncipe (en la foto) que pertenece a Patrimonio Nacional, realizado durante el reinado de Carlos III, que manda construir en palacio una sala especial para su instalación, encargando a imagineros valencianos y murcianos la realización de figuras en diferentes tamaños con objeto de lograr un efecto de perspectiva al ser colocadas en diferentes planos escénicos.
Con esta introducción en la corte, las figuras populares, que hasta entonces solían representar a las diferentes clases sociales, oficios, costumbres y vestimentas de cada pueblo, junto a los personajes bíblicos a quienes acompañaban, comienzan a adquirir maneras más refinadas y de gran calidad artística, propias de la corte ilustrada. Pero la tradición se generaliza en los hogares españoles a mediados del S.XIX, cuando se introduce la producción en serie de pequeñas figuras de barro de escasa factura realizadas en moldes, a menudo sin cocer y pintadas con coloridos vistosos. Granada, Murcia, Olot o Barcelona, comienzan a producir este tipo de figuras económicas, que se distribuyen en las tiendas de imaginería religiosa, pero especialmente en los mercadillos navideños, donde cada año se congregaban los aficionados y se presentaban las novedades de esta industria artesanal.
Son conocidos este tipo de mercadillos que aún perduran, como el famoso de la Plaza Mayor de Madrid, o muchos otros que se siguen emplazando en nuestros días por toda la geografía, y aún hoy conservan esta tradición. De otro lado, las figuras de mayor calidad, hechas por encargo, seguían realizándose aunque solo podían ser adquiridas por las clases pudientes e instituciones, dado su elevado valor. Hoy esto no ha cambiado mucho, pudiendo alcanzar una figura de este tipo, desde algunos cientos hasta varios miles de euros en el mercado, en función del artista y las técnicas empleadas.
Como dato curioso y orientativo respecto al valor de este tipo de figuras, puedo mencionar la hermosa y valiosa colección de un amigo personal, que también es belenista y lleva instalando belenes parroquiales y coleccionando figuras, desde hace más de treinta años. Actualmente posee una colección privada valorada en varias decenas de miles de euros, con obras de los más importantes imagineros actuales que ha ido adquiriendo con el paso de los años, con el loable objetivo de lograr que sus belenes llenasen las iglesias por Navidad.
En la foto puede verse la escena de la Adoración de Los Magos, del belén que ha construido e instalado este año en su parroquia, con esculturas del prestigioso imaginero toledano José Luis Mayo.
Dentro del belenismo, existen diferentes escuelas que se han ido desarrollando a lo largo de los siglos, en función de los materiales, formas y policromías empleadas, como la valenciana o la murciana, por destacar las más artísticas. Otra escuela importante desde comienzos del S.XX es la catalana, por su inclinación a dotar la indumentaria de sus figuras de un estilo hebreo mucho más riguroso con los cánones históricos, aunque también ha aportado figuras populares como la del Caganet, que ya es un clásico siempre polémico en muchos belenes españoles y europeos.
Cabe también mencionar, que no todo lo importante en los belenes, son las figuras que lo componen. Como en el primer belén de San Francisco, el escenario es igualmente importante, y dentro del mundo de la imaginería y la artesanía belenísticas, no faltan autenticos maestros en el arte de construir y representar escenarios que alberguen las figuras del belen.
Madera, barro, escayola, corcho, poliestireno... la cantidad de materiales con los que se elabora un belén puede ser enorme, como la dedicación que los aficionados y profesionales pueden llegar a prestarle, pero sobre todo importa la pericia del artesano a la hora de tratarlos para imitar o imaginar los lugares y materiales reales que fundamentan cada escena de la Navidad. Desde montañas y ríos hasta casas, palacios, plazas, fuentes o el mismísimo Portal de Belén. Al contrario de lo que ocurre con las figuras, por lo general, las escenas suelen recrearse nuevas cada año, siendo a menudo esto, motivo de encuentro familiar o de amigos, que ya sea para montar el belén de la parroquia, el familiar o algún otro, tienen en esta costumbre un hermoso motivo de convivencia.
Como decía al comienzo, esta semana he estado en la región de Murcia visitando belenes. Concretamente en Lorca y en Totana, dos bellas localidades que aún conservan muy arraigado este arte y tradición, y en donde existe un importante núcleo de artesanos que continúan dando vida y forma tradicional a la Navidad, con su obra. A continuación os dejo unas pocas imágenes de los dos belenes que mas me han gustado de ambas ciudades.
Estas imágenes son del Belén Monumental Municipal de Lorca, instalado en el palacio de Guevara de la localidad, por la Asociación de Belenistas de Lorca. Destaca la monumentalidad de sus construcciones y el detalle fino de sus acabados.
Este a continuación, es otro belén de cuarenta metros cuadrados, que resulta impresionante tambien por la talla, la cantidad de detalles que lo componen y la gran factura de sus figuras y acabados. Pertenece al ayuntamiento de Totana y esta instalado en la sala de exposiciones Gregorio Cebrían, por la Agrupación Amigos del Belén Venta de los Pinos. El autor es Francisco Javier Carrillo, un reconocido belenista de la localidad, que cuenta en su haber con varios premios nacionales, regionales y locales, y que igual realiza su propias figuras como los escenarios. El belén también cuenta con figuras del aún más conocido imaginero, afincado en Madrid, José Luis Mayo Lebrija, quien es posiblemente uno de los más importantes y reconocidos del actual panorama español. Estuvimos más de tres horas contemplando y addmirando esta auténtica obra maestra, a la que las imágenes no le pueden hacer justicia. Absolutamente recomendable visitar si pasaís por esta hermosa ciudad murciana.
Escena de la Anunciación del ángel Gabriel a la Virgen María
Escena que representa el pasaje bíblico de la Huída a Egipto de la Sagrada Familia
Escena de la anunciación a los pastores del nacimiento del Niño Dios
Detalle de las figuras de los pastores
Detalle del coro de ángeles que anuncia a los pastores el nacimiento del Niño Jesús
Pequeña panorámica que reune varias escenas
Detalle de un padre junto a su hijo dirigiéndose al Portal para adorar al Niño
Detalle de una de las casas que dan forma a la composición
Detalle de unos imaginados habitantes de Belén, conversando sobre el sagrado acontecimiento
Escena que representa lo que podría haber sido, un momento cualquiera en la vida privada de la Sagrada Familia
Escena de la Caravana de los Reyes de Oriente dirigiéndose a Belén
Detalle de unos pajes dándole de comer a uno de los camellos de la caravana real.
Séquito del Rey Baltasar en la caravana real, rodeado de pajes y heraldos
Detalle de la figura del Rey baltasar montado sobre un elefante
Panorámica del Portal de Belén, con la Sagrada Familia al fondo y los pastores adorando al Niño
Detalle del Portal de Belén (premio a quién encuentre el buho que vigila la escena)
Detalle de la sagrada familia recibiendo los presentes de los pastores
Aunque podríamos llenar páginas y páginas con comentarios y fotografías, de estos u otros belenes, sirva esta pequeña muestra para rendir tributo a todas esas personas que se afanan en mantener viva una de nuestras tradiciones más hermosas, y que mejores y más humildes frutos ha cosechado a lo largo de la historia de la evangelización española. Y por supuesto, para rendir homenaje a quién fue y sigue siendo la semilla y el verdadero protagonista de estas venerables fechas y sus tradiciones. El Niño Dios nacido en Belén.
FELIZ NAVIDAD A TODOS, AMIGOS. Y QUE EL AMOR DEL NIÑO DIOS ENCARNADO EN BELÉN, SE ENCARNE TAMBIÉN EN VUESTROS HOGARES Y FAMILIAS ESTA NAVIDAD Y TODOS LOS DÍAS DE VUESTRAS VIDAS.