Sorprendente artículo sobre la soledad actual en el diario Público

[elprotegido 13.014]

Diario por todos conocido, no necesita mucha presentación. A la autora no la conozco, pero como es lógico una búsqueda rápida en la red me confirma que se halla en las antípodas de mi visión de mundo. Enorme ha sido mi perplejidad, pues, al leer un artículo al que -salvo por las menciones al 15M y demás llamamientos al proselitismo izquierdista- me adheriría sin demasiados problemas.

La derecha comete un error al abordar torpemente estos temas (o ni siquiera abordándolos), dejando con ello a los desarraigados por la masificación contemporánea en manos de los comunistas.

El artículo puede consultarse aquí: https://blogs.publico.es/otrasmiradas/16732/la-soledad-problema-de-salud-publica/. No sé si es mejor reproducirlo o no, lo que consideréis.

Fuente original:

https://blogs.publico.es/otrasmiradas/16732/la-soledad-problema-de-salud-publica/

[Hispanorromano 71.070]

Pues el artículo está muy bien. Es indudable que con las redes sociales estamos más conectados pero al mismo tiempo más solos. Y es que el estar bien conectado con un tío de Oklahoma que no conozco de nada a lo mejor repercute en que esté peor conectado con mis vecinos, con mi prójimo. Ahora que lo pienso, recuerdo que alguna vez mi madre intentaba tener una conversación conmigo y yo le daba largas porque estaba ocupado con alguna tontería de internet. Es un ejemplo de cómo algunas conexiones pueden levantar verdaderas barreras con nuestro entorno más inmediato.

Haces muy bien en traer el artículo. A mí me ha gustado mucho. De vez cuando algunas personas de izquierdas escriben cosas razonables. Y es propio de los caballeros españoles reconocer cuando el adversario acierta. Además, eso contribuye a la paz civil -que tanto buscase José Antonio- y facilita el "apostolado": si queremos convencer a los de izquierdas de su error, es conveniente partir del reconocimiento de algún acierto suyo, pues de otra forma la persona de izquierdas se cerraría a todo lo que le dijésemos.

Al mismo tiempo, es muy pertinente la reflexión que lanzas: la derecha aborda con gran torpeza estos temas o ni siquiera los aborda, con lo que deja algunas verdades en manos de la izquierda y, así, mucha gente razonable termina en la izquierda por estas verdades que la derecha prefiere no tratar.

[Gerión 10.039]

Los sistemas sociales de la izquierda surgen del nacimiento de nuevas "familias"; me refiero a cosas como la soldadesca de los ejércitos de la Nación, o a los compañeros de una planta industrial, las legiones de oficinistas, o las bandas urbanas de quita y pon asociadas a un gusto o afición. Para muchos solitarios la pertenencia a este tipo de grupos, la empresa, el Partido, la banda urbana, o a la Nación supone una sustitución de la familia, a otra escala. En tiempos, el amor a la Patria constituía una extensión del amor a la familia; hoy no hay posibilidad de extensión, la relación es directa entre el individuo y el supergrupo. La cuestión es que no se puede dar el mismo calor en una escala y en otra. Por muy de izquierdas que sea una persona, la pareja y la familia están ahí como solución milenaria, y es difícil llenar la vida exclusivamente con los supergrupos. Alguna activista de Femen salió por ahí arrepentida de sus acciones anteriores, tras formar una familia.

[Español 71.112]

Más o menos de acuerdo en todo lo que exponéis, aunque me gustaría matizar que la familia no es "una solución" sino el fundamento mismo de todos esos supergrupos que mencionaba Gerión. Desde el individuo hasta la patria pasando por la familia, la parroquia y el gremio, agrupado todo en torno a la religíon, han sido los estamentos tradicionales sobre los que se ha construido nuestra sociedad, que las ideologías ayudadas por la realidad tecnológica de las comunicaciones, están sustituyendo privando así a las personas de reconocerse entre ellas como piedras basales de ese edificio común.

Toda persona quiere ser feliz y nuestra sociedad, de origen cristiano, se fundamenta en una concepción del amor que es camino de felicidad. La persona necesita sentirse amada y amar para ser feliz y prosperar, y es en la familia donde ese amor recíproco nunca se extingue. Seas quién seas y como seas, nada puede sustituir el amor de tus padres ni las relaciones de amor que se dan en el entorno familiar. Necesitamos sentirnos amados, es decir, saber que otros se preocupan constantemente de nuestro bien personal y sentir que nosotros mismo somos parte fundamental de ese bien común. Esa es la realidad inevitable de la persona humana y desde esa realidad se construyen los demás estamentos pero, las comunicaciones sociales, los partidos, la empresa, los sindicatos, los equipos deportivos, etc, han venido a sustituir ese amor, que rige las relaciones, por intereses colectivos que son suma delos particulares de forma que, hemos tomado la falsa conciencia de que, quien nos ama no es el que busca siempre nuestro bien sino el que nos ofrece en todo momento aquello que queremos, que no siempre es lo mejor para nosotros.

Querer a alguien no significa amarlo. Ese es el gran error de nuestro tiempo. Yo puedo querer a alguien por su dinero, su posición social, su intelecto o lo que sea, pero eso no garantiza que esté procurando su bien sino el mío, es decir, se trata de una forma de egoísmo. El amor en cambio es desinteresado, busca el bien del otro sea quién sea o como sea, pero ese amor, entendido en el sentido filosófico del "ágape" griego o la "cáritas" cristiana, hoy se ve sustituido por el querer de los diferentes grupos que se le superponen, y en esa falsa conjunción de intereses se fundamentan y entienden buena parte de las ideologías y soledades.

Las izquierdas tienden a sacralizar los intereses del colectivo, eliminando de esta forma el fundamento del amor, que es la persona humana individual, receptora y protagonista del mismo. Pero las derechas tienden por su parte a la sacralidad privativa del individuo, que a menudo hurta al grupo del fundamento amoroso de sus relaciones, lo que ocasiona en ambos casos la soledad ya que, ni el colectivo ni la persona pueden funcionar sin el amor que los conexiona. En definitiva, el problema en ambos casos es un exceso de querencias sin amor.

Metafóricamente quisiera citar el comienzo del evangelio de Juan que dice:

«En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada. Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.»

Decía metafóricamente porque, al igual que la luz, la vida del hombre también es a la vez onda y partícula, comunidad y persona. La excelente descripción que se da del problema de la soledad en el artículo que ha citado el Protegido, se explica por ese exceso de querencias interesadas en el que vivimos, fruto sin duda de un materialismo consumista, encarnado en el tándem liberalismo-progresismo, que destruye "la onda", es decir la comunidad, al destruir el fundamento vinculante de sus "partículas" , es decir, el amor entre las personas, destruyendo de esta manera al propio ser humano.

Hoy la familia "quiere" a menudo que su hijo sea rico, guapo, famoso, etc, considerando que eso es lo mejor para él. Sin embargo, no siempre es así y a poco que uno observe el mundo entiende que a menudo es al revés, por lo que la persona tiende a no sentirse amada y buscar en otros grupos esa felicidad del amor que le falta, o en su defecto los caminos que le puedan proporcionar toda esa falsa felicidad prometida de la riqueza que, un errado concepto del amor, le ha llevado a desear. Las redes son frías y por lo general pobladas de individuos que no buscan el bien personal del otro o el bien común, sino apenas satisfacer sus intereses, de forma que en esa falta de amor, vamos cerrando conexiones y aislándonos cada vez más en nuestros propios deseos.

Ese mismo evangelio que citaba, dice a continuación:

«Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;  los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad.»

En la 1ª carta de Juan (4, 8.) se revela también y más específicamente que Dios es amor. Este críptico párrafo -a los ojos de un profano- revela toda la verdad contenida en el cristianismo en el que el amor se revela como Dios mismo, es decir, como el Ser supremo creador de la vida, que da origen y sentido a la vida humana y lo vincula todo por encima -trascendentemente- de los deseos particulares de la gente y la contingencia de las cosas. Dios es trino y amor, es decir, persona, comunidad y vínculo.

El amor es el fundamento y vínculo indiscutible de la vida, y en la medida que va siendo sustituido por postizos ideológicos, tecnológicos o virtuales, basados en las querencias de la gente, acaece la soledad y la vida se pierde. La única solución, como bien enseña la Iglesia, es la conversión al amor. Fuera de ésta no hay salvación, y no puede haberla porque su fundamento mismo es la "Común-unión" de los hombres en el Amor.