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Contenido popular

Mostrando el contenido mejor valorado el 11/02/19 en todas las áreas

  1. 20 puntos
    Esta tarde en TVE2 han puesto un Documental sobre el tortuoso exilio de intelectuales alemanes ante la llegada de Hitler al poder. Las feroces críticas del líder Nazi al "arte corrupto" así como al pensamiento moderno, pusieron en aviso a eso intelectuales de que había llegado la hora de hacer las maletas dejando atrás todo. La verdad es que se le queda a uno el corazón arrugado. Ver a esos "jóvenes" con un futuro prometedor por delante huyendo de su país por el peligro que suponía para ellos la intolerancia dogmática del nuevo régimen, me hizo pensar. ¿Puede el talento narrativo que se expresa en las artes y en las letras sufrir ningún tipo de contención o amedrentamiento?. ¿Puede esa expresión ser origen de males intolerantes a juicio del censor?. ¿Son conscientes los intelectuales del efecto de sus obras?. ¿Existe legitimidad alguna que procure ponerle vallas al monte de la creatividad humana?. ¿Es posible contemplar la posibilidad de catalogar esas obras según el criterio del bien común o la mera acción de proponerlo sería un atentado contra el derecho a decir lo que se piensa?. ¿Qué atributos especiales tendría que tener el censor o debemos aceptar el principio liberal de que las obras se sometan únicamente al criterio público como si éste fuera el único juez tolerable en una sociedad "abierta"?. No somos ajenos a la implicación profunda que tiene la obra intelectual en nuestras vidas, como tampoco que existe un mercado interesado por obras que previamente habrán de sufrir criterios comerciales y de éxito, de inversión, en el que los editores y expertos con su buen juicio profesional acaban siempre poniendo las cosas en su punto justo... Peo tampoco ignoramos la enorme concentración que se está llevando a cabo desde el poder económico de todo lo relativo al arte, al pensamiento, a la literatura y al ocio, y que parece razonable, en una sociedad abierta, que tales conglomerados inversores tenga su propia idea de sociedad y de linea editorial. Esto nos lleva a la paradoja de que todo intento por parte del estado de intervenir en los flujos culturales nos parecen malos, perversos, fascistas... Pero asumimos de buen grado que las corporaciones que se dedican a la cosa cultural; que nadie las elige y que solo responden a sus intereses y que en modo alguno representan el bien común, se comportan después de todo de manera "democrática" pues su criterio no obedecería a razones de tipo ideológico, sino puramente comercial, y entonces, el valor intrínseco de esas obras no estaría en lo que expresan sino en su aceptación por el público y el "mercado". Tampoco se nos escapa que ese público que acaba siendo parte del mercado cultural, previamente ha sido instruido en ideas-fuerza y sus preferencias masivas no es posible justificarlas como procesos individuales de maduración intelectual sino como modas, que nunca las propone la gente, salvo gente que encuentra el apoyo económico de esas corporaciones. El documental acentuaba el aspecto humano de quien se ve perseguido por sus ideas, como si las ideas en sí nunca fueran malas o capaces de causar ningún daño. De repente me vino a la mente la idea de que en el fondo estaban padeciendo en proximidad agobiante el peso del Poder sobre sus hombros amenazando su libertad creativa e incluso su propia vida. Luego sentí pena por ellos y al mismo tiempo comprendía que se veían en una situación como la de los adolescentes arrogantes cuando se dan de bruces con una realidad que los supera. No se, había cierto infantilismo en el sesgo humano del documental como diciendo: mira, eso te pasa cuando el fascismo no quiere que digas la "verdad"... En fín la cosa puede llegar más lejos y me gustaría saber vuestras opiniones. Saludos.
  2. 15 puntos
    El tema me parece muy interesante y te felicito por traerlo a debate pues tiene bastante sustancia y además estoy seguro que puede dar juego.De todos modos y como planteas una serie larga de interrogantes espesos, permíteme que lo reflexione un poco esta noche y mañana exponga mi opinión con más calma pues no quisiera hacerlo apresuradamente y hoy estoy ya a punto de irme a planchar la amohada. No obstante ya adelanto que yo sí creo que el arte, como cualquier otra actividad humana, debe estar subordinado al bien común. En cualquier caso y por lo que se refiere concretamente al documental, por dónde dices que lo han emitido y el tono del mismo, lo veo enmarcado en la propaganda antiderechas que los medios públicos se verán ahora obligados a emitir, habida cuenta del sesgo ideológico del gobierno, la mala praxis habitual en todas las administraciones de usar los medios de comunicación con fines partidistas y el auge de la derecha en España. Intuyo pues que ese infantilismo que dices haber percibido, se deba en gran medida a esa "infantilización del pensamiento" que a menudo utiliza la izquierda para crear y mantener los tópicos y dogmas sociales sobre los que se sustenta. El recurso de apelar al fascismo es harto conocido en la izquierda y adquiere formas de lo más grotescas como esta que planteas de comparar subliminalmente al régimen nazi con la derecha española actual, que por otra parte de fascista tiene lo que yo de monje tibetano pues, desde mi punto de vista, toda ella se resume en una amalgama de liberales de centro derecha más o menos moderada (hablo de los partidos con posibilidades de representación). Lo del fascismo en boca de la izquierda es como aquellos juegos que jugábamos de niños donde se cantaba aquello de "...mariquita el que no bote", pero en este caso mutado a "fascista el que no me vote". En fin, ahí lo dejo... Mañana trataré de contestar al meollo del tema que como digo, me parece interesante.
  3. 3 puntos
    Más que directamente se podría decir que originalmente. El conocimiento que el diablo les ofrece a Adán y Eva, produce que estos "se separen" de Dios; que dejen de confiar plenamente en él, cuestionando así el origen de si mismos. Es en ese punto cuando se genera la primera ruptura y se produce la división: La primera dualidad. Es entonces cuando se rompe el vínculo unitario del amor; cuando se quiebra la lealtad y confianza entre el hombre y su Creador. Y desde entonces el hombre trata de buscar su propia verdad salvífica, es decir, aquella que le libre del error de haber desconfiado del Creador; que le salve del pecado original; que le devuelva el amor perdido. A partir de ahí el hombre camina errante por el mundo, confrontando su propia realidad material con aquella otra espiritual que ha traicionado. Y eso finalmente desemboca en el gnosticismo, que propone la búsqueda del conocimiento propio como fuente de salvación en lugar de la gracia amorosa de Dios. Se produce así el rechazo de la materia, pues son los apetitos de la carne lo que lleva a los primeros padres a romper el vínculo, y desde entonces el hombre vive atrapado en esa realidad material que le impide alcanzar por si mismo lo divino. Se alimenta de esta forma la búsqueda de la gnosis; el conocimiento verdadero que le devuelva su divinidad -recordemos que el pecado original está vinculado con el fruto del árbol de la ciencia-. Y finalmente surgen "los maestros" del conocimiento que inician a sus discípulos en los caminos errados que ellos mismos han transitado anteriormente, y son origen de sectas y pseudorreligiones. Las palabras del diablo "seréis como dioses", están en el origen del error y por tanto pueden considerarse su fuente. Sin embargo, el error no fue pretender ser como dioses, pues de alguna forma el propio Jesucristo nos alienta también a ser así, cuando nos invita a imitar a Dios y a ser perfectos como Él es perfecto. El error fue que, los primeros padres entendieron que ser como Dios significaba principalmente un ejercicio de poder y dominio: ser poderosos, omniscientes, supremos... Como los dioses de la mitología griega que se mostraban caprichosos, maniáticos, sensuales, guerreros. No reconocieron que el verdadero Dios era por encima de todo Amor, generosidad, entrega, sacrificio. Lo tenían delante -si atendemos al relato bíblico- y sin embargo no entendieron que ser como Dios significaba donarse a sí mismo, como perfectamente nos enseñó después Jesucristo. Pero el mal estaba hecho y desde entonces el hombre procura ese ejercicio del poder, en la búsqueda del conocimiento, la fama o la riqueza. Es decir, el camino errado de la felicidad que se halla en esa pobre noción limitada de cómo es el Creador, que tanto han propagado las diferentes concepciones divinas de los pueblos paganos, y que tuvieron también nuestros primeros padres. De hecho, y si uno lee la Biblia con atención, va a descubrir como esa primera concepción va cambiando poco a poco, a medida que Dios se le va manifestando al pueblo de Israel, hasta alcanzar su plenitud en Jesucristo, donde se muestra majestuosamente en el amor de Cristo. Pero milenios después de lo relatado en el Génesis, y a pesar de la revelación de Cristo, el hombre sigue buscando en aquella errada concepción divina la fuente de su salvación, entre otras cosas en la gnosis, pero también en la riqueza o la fama. Seguimos queriendo ser como dioses poderosos y justicieros, controladores de las leyes naturales y de la moral a merced de nuestra arbitrariedad y capricho. Deseamos tener en nuestras manos la decisión sobre la vida y la muerte, y en ese deseo vamos arrasando la vida y generando nuevos, o mejor dicho renovados, caminos sin salida. Seguimos despreciando el amor y buscando al mismo tiempo, el conocimiento o la riqueza que nos lo devuelva.
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