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Aparte de Francisco solo ha habido cuatro Papas hispanos en la historia. Y casi todos ellos han sido protagonistas de momentos muy convulsos de la cristiandad. Como si la Providencia misma hubiera dispuesto que la idiosincrasia hispana estuviera presente en los momentos más críticos.
El primero fue san Dámaso I, un excelso gallego y gran estratega, mentor de san Jerónimo, que fue elegido Papa en el año 366 y murió en el 384. Fue el primer Papa del imperio romano tras el decreto del emperador Teodosio, y el único que ha llegado a subir a los altares por su tesón en consolidar la primacía de la Iglesia, mantenerla unida y erradicar múltiples herejías de su época. Hizo lo imposible también por evitar el gran cisma entre Oriente y Occidente que ya se vislumbraba, aunque fueron tantas las intrigas contra él que no pudo evitarse que ocurriera años después. Entre aquellas intrigas destaca la que le vino desde el luciferismo (ojo a este dato porque la historia de los Papas hispanos estará marcada siempre por la controversia), acusándole de adúltero para evitar su pontificado, pero consiguió vencer a sus enemigos. Está considerado como uno de los grandes Papas de la Historia. A él le debemos entre otras cosas el rezo del "gloria", la traducción de la biblia en latín o el canto del "Aleluya", en la tradición católica.
Más de mil años después, en 1394, accedió a la silla de San Pedro otro Papa español, Benedicto XIII, el Papa Luna o antipapa. Lo hace en medio de otro de los episodios más oscuros de la Iglesia, el Cisma de Occidente, que se había producido a consecuencia de las intrigas francesas e italianas por controlar la Iglesia. Benedicto XIII forma parte de la facción francesa que tenía la sede papal en Avignon, y lo hace como sucesor de Clemente VII, pero al ser un súbdito de la Corona de Aragón, los franceses comienzan a desconfiar de él porque iban a perder la obediencia papal al dictado del Rey de Francia y en favor de las coronas españolas. Entonces le retiran el apoyo político y económico, llegando a sitiar el palacio de Avignon para derrocarle. Francia, Navarra y Portugal le declaran ilegítimo y solo Castilla, Aragón, Sicilia y Escocia lo reconocen como el legítimo Papa de la Iglesia Universal, pues era el único de los que en ese momento se disputaban la legitimidad para gobernar la Iglesia, que ya era cardenal cuando se produjo el cisma y por tanto era el único que legalmente podía ser Papa. Pero al final murió injustamente desterrado en el castillo de Peñíscola con el único apoyo de los reinos españoles de Castilla y Aragón, y al amparo del rey Alfonso V. Para la historia popular ha quedado la frase "mantenerse en sus trece" por su empecinamiento en defender su legitimidad hasta su muerte.
A continuación vino Calixto III, el primero de los Borja (Borgia). Su pontificado transcurrió entre 1455 y 1458. Hizo su carrera eclesial a raíz de su apoyo a la causa de Benedicto XIII y el favor de Alfonso V de Aragón, liderando las negociaciones que pusieron fin al Cisma de Occidente y logrando la reconciliación entre el Reino de Aragón y Roma. Aunque se le conoce por ser el Papa que trasladó la típica austeridad española a Roma, cosa que le granjeó enemistades con los humanistas italianos acostumbrados al mecenazgo Papal, y por ser un hombre de gran justicia que llegó a anular el juicio a Juana de Arco, lamentablemente es más conocido por su nepotismo al otorgar importantes cargos eclesiales a sus sobrinos, uno de los cuales llegaría a ser Papa. Pero esto ocurrió por las intrigas que había contra él entre los prelados italianos que veían con malos ojos que un español gobernase la Iglesia. Su labor fue fundamental para guardar el equilibrio en la guerra contra los turcos, y para mantener también la paz en Italia, que por aquel entonces era en gran medida posesión española. Además decretó una bula de cruzada para recuperar Constantinopla y llegó a vender todas sus pertenencias para pagarla, aunque este objetivo finalmente no lo pudo alcanzar. Podría decirse que el comienzo de la Leyenda negra antiespañola comenzó a germinar durante su papado, de manos de los italianos, que entre otros muchos infundios contra él, llegaron incluso a difundir el bulo de que había ordenado supersticiosamente que las campanas tocasen a diario para exorcizar al cometa Halley, que era visible por aquel entonces, y demonizar así a los científicos humanistas que lo estudiaban, aunque la realidad era que había ordenado la bula de las campanas para recordarle diariamente a los cristianos la necesidad de emprender la cruzada contra los turcos. En general se le recuerda gravemente por haber sido un Papa que logró su cargo a base de intrigas, pero lejos de ser así, fue en realidad fue uno de los que puso paz en la Iglesia y entre las naciones católicas, a pesar de las numerosísimas intrigas y difamaciones que se vertieron contra él.
Finalmente vino el controvertido Alejandro IV, entre 1492 y 1503, que era sobrino de Calisto III. Se le considera el Papa de las Américas por haber otorgado mediante las Bulas Alejandrinas, la condición de Reyes Católicos a Isabel de Castilla y Fernando II de Aragón, es decir la Monarquía Católica, y por haber promovido igualmente el Tratado de Tordesillas, por el que España y Portugal se repartieron el mundo tras el descubrimiento de América. Con 20 años ya era cardenal de la Iglesia y Obispo de Valencia, con el favor de su tío, y a los 22 fue nombrado Vice Canciller de Roma hasta su elección como Papa en 1492. Su pontificado tuvo un marcado signo político que benefició a España enormemente, y se le ha criticado mucho por el mundo de intrigas y conspiraciones en el que se movía, aunque esto es en gran medida a raíz de la "Leyenda negra de los Borgia", lanzada originalmente por franceses y sobre todo italianos, que fue el prototipo de la española, pero lo cierto es que no puede entenderse la historia posterior de España, y la evangelización de las Américas, sin la figura de este Papa y de su obra. De no haber sido por él, seguramente la historia de Occidente hubiera sido muy diferente a la que hoy es.
Hay un quinto Papa que, si bien no era español, sí que procedía de la estirpe de los Borgia y cuyo pontificado estuvo claramente marcado por su apoyo a España. Se trata de Inocencio X, tataranieto de Juan Borgia y conocido por su condena del Jansenismo, su negativa a reconocer la independencia de Portugal, o su ferrea oposición al tratado de Westfalia. También fue victima de las intrigas italianas y Francesas, sobre todo de estas últimas, hasta el punto que Francia llegó a amenazarle con enviar sus ejercitos a conquistar Roma.
Y pasaron los siglos hasta que llegó S.S. Francisco, que también, y como buen hispano que es, desde el primer momento de su proclamación está siendo objeto de las mayores intrigas y conspiraciones contra él que se recuerdan en la Iglesia, desde el tiempo de los papados españoles ¿Casualidad?