Español
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Dice Prada:
En 23/10/2021 a las 12:06, LatinoHispano dijo:Por supuesto, en esa aceptación plena debe combatirse toda tradición espuria, así como todo intento de “apropiarse” de una tradición auténtica, convirtiéndola en bandera de enfrentamiento.
Creo que eso es precisamente lo que estaba ocurriendo con la misa tridentina y el uso que se estaba haciendo de ella en ciertos sectores supuestamente tradicionalistas. Una apropiación de la tradición auténtica en nombre de banderías, es decir de la tradición que conduce a la unidad de los cristianos, para conducir a algunos sin embargo hacia el cisma. No me parece que el escritor esté siendo muy acertado en su planteamiento, más bien me parece que pueda tener una visión equivocada de lo que estaba ocurriendo y el Papa está tratando de evitar con el Motu Propio.
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"En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios", ergo a través de la palabra conocemos a Dios, caminamos hacia él, y podemos llegar a hacernos uno en él. La palabra es camino hacia Dios, y en Él también es camino hacia el prójimo, pero la palabra, como camino, también puede conducirnos en sentido contrario.
De hecho eso es lo que parece que ocurre actualmente, cuando se ha convertido en un camino de vuelta hacia la animalidad de donde biológicamente procedemos, merced a la mentira y la manipulación de los sentidos a través del falseamiento de los sentimientos.
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En 23/10/2021 a las 1:03, Raderic dijo:Gracias por vuestras respuestas. Veréis, mi artículo se centraba en la región de Granada y, en menor medida, en Andalucía. Si quedaron moriscos en el Campo de Calatrava lo ignoro por completo. Tendría que leer el libro de Trevor J. Dadson que me indicas, Hispanorromano, pero no deja de ser significativo que el resumen se centre en criticar la expulsión. Si el libro viene a demostrar que estaban asimilados y se quedaron muchos, ¿por qué acto seguido carga contra la expulsión, que supuestamente no habría sido tan masiva? Eso es lo que me chirría tanto de este asunto, el empeño de mucha gente en querer sostener una cosa y la contraria al mismo tiempo.
Gracias también por el enlace, Español. He estado curioseando en losmoriscos.es y lo que he podido consultar refuerza mi tesis. Se quedaron los que eran esclavos (como decía en mi artículo) y algunos pocos más, sobre todo en el Levante, donde antes de la expulsión eran una cuarta parte de la población. He leído que no tuvieron más remedio que dejar que se quedaran algunos pocos para no perder oficios indispensables. De Granada ya se les había expulsado previamente (y los que quedaban, salieron en 1609). En el resto de Andalucía desde el siglo XIII no había apenas (salvo esclavos o pequeños grupos granadinos).
Por otro lado, la web no demuestra que los que se quedaron se habían adaptado, ya que los nombres que figuran lo hacen precisamente por haber "guardado algunos ritos y ceremonias" mahometanas. El que se adaptó es precisamente el que pasó desapercibido y se casó con cristiana vieja, pero no soy yo, sino el historiador Antonio Domínguez Ortiz (especialista en la materia) quien afirma que «los matrimonios mixtos fueron rarísimos». Y estamos hablando del siglo XVI, porque antes (cuando todavía había mudéjares) los matrimonios mixtos directamente eran inexistentes, pues tenía que haber conversión previa (la legislación de las Siete Partidas castigaba con la pena capital cualquier relación sexual con infieles). Sencillamente no hubo tiempo para el mestizaje, que no dudo que se habría producido con el paso de las generaciones de no haber tenido lugar la expulsión. Ahora bien, ¿habrían desaparecido totalmente sus costumbres y sus creencias? Ese es otro cantar. En mi artículo ni defiendo ni ataco la expulsión, simplemente la constato.
Creo que aquí la cuestión consiste en definir qué es mucho y qué es poco. Unos millares de personas pueden parecer muchas, ¿pero comparado con qué? Comparado con 7 millones evidentemente son pocas. Con las cifras que manejo, tomadas sobre todo del trabajo de Henri Lapeyre "Geografía de la España morisca", indiqué en mi artículo que los que se quedaron eran un 0,3 % (primero había puesto 0,4 %) de la población. Puede que poner un porcentaje exacto sea demasiado aventurado. Lo mismo fueron un 1 % o quizá un 1,5 % o un 0,2 %. Sabe Dios. Lo que es indiscutible, desde mi punto de vista, es que fueron pocos.
Ante todo te agradezco que hallas tenido a bien compartir tu artículo en la comunidad, Raderic. Comprendo también que el mismo estuviese centrado en la historia y evolución de los moriscos en Granada y por extensión en Andalucía, tal y como el propio título informa desde el comienzo. Si personalmente hice mención a los moriscos en otras tierras españolas, fue porque la propia evolución del hilo invitaba a ello, por lo que te ruego aceptes mis disculpas si no era tu intención abordar este aspecto.
Efectivamente y tal como el propio estudio que recoge la web "losmoriscos.es" refleja, la presencia de moriscos en tierras granadinas, tras su expulsión, parece anecdótica. Cosa que redunda afirmativamente en las conclusiones de tu análisis.
No obstante y volviendo de nuevo a retomar el tema de la presencia de moriscos conversos en otras tierras, creo que lo que refleja el estudio mencionado, es que sí quedaron numerosas familias que se convirtieron a la fe católica, tal y como evidencian los casi nueve mil apellidos actuales de procedencia morisca. Difícilmente esos apellidos (linajes familiares) podrían existir hoy, si todos los moriscos fueron expulsados o condenados a galeras, donde resulta obvio comprender que la mayoría no sobrevivía a dicha pena. Y esta realidad, en cambio, sí que refutaría en parte la afirmación de que no descendemos de los moros. Al menos en importantes áreas de la península.
De otro lado y en cuanto a lo que se ha comentado acerca de la asimilación racial, también resulta lógico comprender, que si bien las primeras familias de conversos, lo más probable es que estuvieran compuestas exclusivamente por parejas de origen árabe, con el paso de los siglos, dichas familias tuvieron a la fuerza que propagarse y mezclarse con otras familias de cristianos viejos venidas de Europa o asentadas en la península, dándose con el tiempo una rica diversidad racial en España, reunida en torno a la fe católica. Cosa que refuerza el planteamiento de la superioridad de la fe frente a las razas, y evidencia a estas como meros productos de la adaptación humana al medio natural, sin mayor significación que esa.
Finalmente en referencia a lo cuantitativo, si bien es cierto que los moriscos conversos, inicialmente fueron una minoría respecto a los expulsados, por la misma dinámica de emparejamientos y propagación posterior de las familias, actualmente podemos deducir que esa minoría tiene que haberse convertido a la fuerza en un importante número de personas descendientes en parte de moriscos conversos.
Por ello y en lo relativo a España en su conjunto, sí que puede decirse sin temor a equívoco, que como nación somos una comunidad de gentes procedentes de multitud de razas y culturas que, gracias a la fe, han podido y sabido convivir a lo largo de los siglos, hasta dar forma y lugar a la realidad común que conocemos, dándole también sentido y santificando así las palabras del Dios de Abraham:
«Vete de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición. Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra.»
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Agradezco la serie de videos que nos has compartido sobre la experiencia, en la enseñanza de Juan Pablo II. Me parecen una excelente catequesis, muy útil para comprender y dar a comprender el concepto.
Muchísimas gracias, y mucho ánimo también para seguir realizando trabajos como este.
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hace 45 minutos, Hispanorromano dijo:Estoy de acuerdo con lo que habéis comentado los dos.
Sobre Mircea Eliade quiero hacer un breve comentario, pero sin querer derivar el hilo hacia ahí. No niego el valor de su obra, pero advierto de que este exmilitante de la Guardia de Hierro rumana era un seguidor de la "Tradición Perenne" de René Guénon y Julius Evola, y de hecho se carteaba con ambos para ir comentando los progresos de este tipo de tradicionalismo gnóstico con el subterfugio del "estudio de las religiones comparadas". Pero, como decía, no pretendo impugnar toda su obra sino advertir del hecho a los que no lo supieren.
Y haces muy bien en advertir sobre esto, @Hispanorromano. De hecho hay muchos puntos discutibles en la obra de Eliade, y muchas conexiones con el gnosticismo además de las mencionadas. Me parece muy bien que se diga, ya que yo no lo hice al presentar su ejemplo, solo como referente de adhesión de la ciencia a la teoría del hombre como ser religioso. Cosa que en cualquier caso, la Iglesia afirma de manera independiente. Quizás debí haberlo advertido por si alguien se interesa en estudiar su obra al leer este hilo.
Te lo agradezco.
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hace 1 hora, Hispanorromano dijo:Me empiezo a dar cuenta de que hay una maniobra para desligar la Hispanidad de su sustrato católico, en una doble vertiente: por un lado, los paganos-völkisch como los que han publicado este vídeo (que, por cierto, está siendo muy elogiado en ambientes católicos, lo que debería ser motivo de especia preocupación), y por otro los ateos y católicos culturales del tipo Elvira Roca o Escuela de Oviedo. Menuda pinza que han montado entre los dos.
No lo dudes. Puede que a algunos les resulte atrevido o chocante lo que voy a decir, pero pienso que la catolicidad, representada en la figura del Papa y de la Iglesia, sigue siendo el katejón que aún impide la venida plena del anticristo. Y en este estado de cosas, la Hispanidad puede que juegue un papel fundamental.
Me explico. La Hispanidad tiene el potencial para convertirse en un imperio de alcance mundial, como ya lo fue en su día y podría volver a serlo, si se rigiese de otra manera. La propia Leyenda negra es la prueba evidente de ello al ser obra de quienes competían con nosotros por imperar el mundo. A la Hispanidad la unen tradición, lengua, y cultura, que son potencias esenciales para alcanzar un orden común y una unidad de gentes con capacidad de dominio, tal como las potencias del alma nos hacen humanos. Sabemos que las potencias del alma son la memoria, que en el caso de la Hispanidad sería la tradición; el entendimiento, que en dicho caso sería la lengua; y finalmente la voluntad, que en el caso común es la cultura. Una Hispanidad compuesta por más de seiscientos millones de personas, unida por un alma común, que hasta ahora se había venido orientando por la fe católica.
Si la Iglesia fue la mayor obra de Dios, seguramente la Hispanidad sea la mayor obra de la Iglesia, pero ¿y si cambiase la fe que la mueve? El hecho de que todos los ataques vayan dirigidos a socavar la memoria común y la fe católica, no serían casuales pues, sin Iglesia no habría impedimento para que pudiera reinar el hombre en el lugar de Dios, y sin cambiar la memoria no sería posible derribar la Iglesia ni estructurar en su lugar una voluntad común movida por el hombre.
En realidad lo que se buscaría, sería usurpar el trono de Dios, y la Hispanidad estaría siendo el medio para ello, al ser la mayor comunidad de católicos del mundo unida por otros vínculos aparte la fe, es decir, con alma propia.
Dios no da hilo sin puntada, y aunque sea con renglones torcidos, sigue escribiendo nuestra historia. Que el papa actual sea hispano, más allá de los líos internos que pudiera haber en el clero para facilitar su pontificado, debe responder también a una voluntad divina, que quizás sea preservar o poner orden en los ataques que está sufriendo esa comunidad. Puede que su presencia sea mucho más importante de lo que nos imaginamos, y de ahí la importancia de mantenernos fieles y unidos en torno a la Iglesia, sin dejar perder tampoco por ello nuestra identidad hispana.
Este foro nació con esa intención, y lo cierto es que, a medida que pasa el tiempo y vamos siendo testigos de los acontecimientos, más me alegro de ello, pues nos permite responder aunque sea muy humildemente, a todos esos discursos y ataques que están sufriendo la Hispanidad y la Iglesia. De ahí también la importancia de no cerrarnos la puerta a seguir respondiendo a personajes como la profesora, aunque en ocasiones como esta, sus artículos sean ofensivos y den más grima que otra cosa.
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Y al hilo del planteamiento que hace el Papa emérito sobre la oración, como medio para dirigirnos a Dios y al prójimo, puede entenderse mejor la idea de que la palabra estuviese al principio de todo, tal y como enseña San Juan al comienzo de su evangelio. Uno de los más bellos y sublimes textos de la Biblia a mi modo de ver.
"En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios."
Es por la palabra que hemos alcanzado a conocer la naturaleza de la Creación, a nosotros mismos y a Dios. Por la palabra hemos dominado el mundo, como se anuncia en el Génesis, pero sin la palabra no seríamos más que animales, y por eso en estos tiempos de individualismo, donde hemos trocado la palabra por imágenes, sentimientos e ideas, aunque las expresemos con palabras, la sociedad acaba ateizándose, ya que falta lo esencial; la oración; el vínculo que nos une a Dios y a los demás.
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Desde luego es un tema polémico y controvertido. Yo también he llegado a albergar dudas al respecto hace tiempo, aunque finalmente he dejado que sea la fe, la que responda a esta realidad. Si la Iglesia lo hace estará bien, así es que yo lo acepto y la fe, con el tiempo, se convierte en mí en sabiduría, es decir, acaba dándome a comprender el motivo que tiene la Iglesia para hacer lo que hace.
La controversia, a mi modo de ver, viene del hecho de anunciar que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, quien no tiene pecado y por tanto no necesita pedir perdón, pero al mismo tiempo es la comunidad de los seguidores de Cristo, que sí son pecadores necesitados de confesión y misericordia. Creemos en una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia celestial, cuya divina santidad está en Cristo, pero asu vez está también formada por personas pecadoras, que durante nuestra peregrinación por este mundo, caemos a diario en la tentación del pecado. Esta aparente dualidad asumida en la naturaleza divina y humana de Cristo, como dice el cardenal Biffi, puede resultar difícil de entender a oídos de la gente sencilla, sobre todo si en la dialéctica se interponen argumentaciones cargadas de interés, como los que hoy en día se utilizan desde diferentes ámbitos para atacar a la Iglesia y su obra, como pueda ser la Hispanidad, o interpretaciones erradas de nuestra identidad como católicos, como en el caso de aquellos que presumen soberbiamente de no tener necesidad de pedir perdón por nada, poniéndose así en el lugar de Dios. En efecto, como católicos y mientras caminemos por esta tierra, debemos ser la imagen viva de Cristo, pero nosotros no somos Cristo, sino que estamos invitados a vivir en él.
De todos modos la santidad de la Iglesia no creo que le reste razón, cuando pide perdón por los errores cometidos en su nombre. Cualquiera de nosotros, si enviase a alguien a hacer un recado, y el enviado cometiese una falta en nuestro nombre, aunque nosotros no fuésemos los responsables, nos disculparíamos con la persona agraviada en aras de la reconciliación, que es al fin uno de los propósitos de la Iglesia, es decir, la común unión de los hombres en Dios.
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Me ha gustado mucho tu comentario acerca de la necesidad de provocar el movimiento de la conciencia, aún a riesgo de ser incómodos. Es un hecho que asistimos a un momento trágico en la historia de la humanidad por situarnos, quizás en los límites de un proceso de animalización, que se conduce a través del nihilismo, la indiferencia y el solipsismo, hacia el objetivo material último de obtener riqueza y poder para lograr así el dominio de los demás, y esto está causando finalmente la pérdida misma de nuestra naturaleza humana. No porque nos vayamos a extinguir como especie ni nada similar, sino porque nuestro ser mismo está siendo gravemente comprometido.
En ese sentido yo también pienso a veces que el único recurso que nos queda, es la transgresión, no de la ley natural, sino del dogma social aceptado, de forma tal que se genere una reacción en la naturaleza muerta de la persona que le mueva a la búsqueda de lo trascendente. Un aguijón, como bien dices, que al modo de un masaje cardiaco provoque una respuesta natural del corazón moribundo.
Respondiendo a la pregunta que planteas al final, no exagera el P. Martín cuando habla del ser humano como un ser religioso. Esa es una idea que también han abordado la ciencia y la filosofía, y queda reflejada en la obra de Mircea Eliadego, cuando define el término "homo religiosus". Algo que hasta ahora se pensaba exclusivo de nuestra especie, que sin embargo las investigaciones antropológicas y arqueológicas están desmontando ante la evidencia de signos religiosos en las sociedades neandertales, quienes parece que ya enterraban a sus muertos y seguían ritos que sugieren la búsqueda o alabanza de una deidad o trascendencia. Evidencias de religiosidad, no en el sentido concreto que nosotros le damos hoy a la religión, sino en el sentido amplio del concepto.
Más allá de dicha definición, la propia Iglesia entiende al hombre como un ser religioso por naturaleza. A este respecto resulta interesante leer la siguiente catequesis del Papa Benedicto XVI donde aborda este aspecto a propósito de la oración. Recojo algunos párrafos interesantes y dejo el enlace al texto completo por si os interesa leerlo.
Cita... El hombre es religioso por naturaleza, es homo religiosus como es homo sapiens y homo faber: «El deseo de Dios —afirma también el Catecismo— está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios» (n. 27). La imagen del Creador está impresa en su ser y él siente la necesidad de encontrar una luz para dar respuesta a las preguntas que atañen al sentido profundo de la realidad; respuesta que no puede encontrar en sí mismo, en el progreso, en la ciencia empírica. El homo religiosus no emerge sólo del mundo antiguo, sino que atraviesa toda la historia de la humanidad. Al respecto, el rico terreno de la experiencia humana ha visto surgir diversas formas de religiosidad, con el intento de responder al deseo de plenitud y de felicidad, a la necesidad de salvación, a la búsqueda de sentido. El hombre «digital», al igual que el de las cavernas, busca en la experiencia religiosa los caminos para superar su finitud y para asegurar su precaria aventura terrena. Por lo demás, la vida sin un horizonte trascendente no tendría un sentido pleno, y la felicidad, a la que tendemos todos, se proyecta espontáneamente hacia el futuro, hacia un mañana que está todavía por realizarse. El concilio Vaticano II, en la declaración Nostra aetate, lo subrayó sintéticamente. Dice: «Los hombres esperan de las diferentes religiones una respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana que, hoy como ayer, conmueven íntimamente sus corazones. ¿Qué es el hombre? [—¿Quién soy yo?—] ¿Cuál es el sentido y el fin de nuestra vida? ¿Qué es el bien y qué el pecado? ¿Cuál es el origen y el fin del dolor? ¿Cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad? ¿Qué es la muerte, el juicio y la retribución después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, ese misterio último e inefable que abarca nuestra existencia, del que procedemos y hacia el que nos dirigimos?» (n. 1). El hombre sabe que no puede responder por sí mismo a su propia necesidad fundamental de entender. Aunque se haya creído y todavía se crea autosuficiente, sabe por experiencia que no se basta a sí mismo. Necesita abrirse a otro, a algo o a alguien, que pueda darle lo que le falta; debe salir de sí mismo hacia Aquel que pueda colmar la amplitud y la profundidad de su deseo.
El hombre lleva en sí mismo una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz y de verdad, que lo impulsan hacia el Absoluto; el hombre lleva en sí mismo el deseo de Dios. Y el hombre sabe, de algún modo, que puede dirigirse a Dios, que puede rezarle. Santo Tomás de Aquino, uno de los más grandes teólogos de la historia, define la oración como «expresión del deseo que el hombre tiene de Dios». Esta atracción hacia Dios, que Dios mismo ha puesto en el hombre, es el alma de la oración, que se reviste de muchas formas y modalidades según la historia, el tiempo, el momento, la gracia e incluso el pecado de cada orante. De hecho, la historia del hombre ha conocido diversas formas de oración, porque él ha desarrollado diversas modalidades de apertura hacia el Otro y hacia el más allá, tanto que podemos reconocer la oración como una experiencia presente en toda religión y cultura.
https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2011/documents/hf_ben-xvi_aud_20110511.html
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Dejo este video que recoge una reflexión eclesiástica sobre el origen de la sociedad atea, donde se exponen ideas muy interesantes sobre la situación actual de nuestras sociedades, calificada como de inédita en toda la historia de la humanidad.
Forma parte de un ciclo de charlas que se van a desarrollar durante el presente curso académico, promovida por los Franciscanos de María y presentadas por Magníficat.tv, unas iniciativas promovidas por la orden mayor de los franciscanos.
Recomiendo verlo hasta el final, y si queréis lo comentamos.
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En realidad Dª Elvira nunca ha ocultado su querencia, si bien es cierto que en círculos católicos se le ha prestado una importancia mayor de lo que quizás tuviese.
En esta entrevista de hace unos años, ya criticaba a la Iglesia con los mismos argumentos, en aquella ocasión con motivo del acercamiento con los protestantes.
Doña Elvira siempre se ha declarado atea y proveniente de una familia vinculada con la masonería, esto es, con enemigos seculares de la Iglesia. No es extraño entonces que ahora se deslice con esta clase de declaraciones.
Es un ejemplo muy parecido al de los "católicos culturales" de la escuela de Bueno. Todos ellos entienden la catolicidad desde un punto de vista exclusivamente material y pragmático, para el logro de un ideal superior que nada tiene que ver con el catolicismo, sino más bien con lo opuesto a este. Para ellos, el ideal imperial que tanto abrazan, es semejante al de la Grecia o la Roma precristianas, sin vinculación alguna con el orden devenido de la fe, la esperanza y el amor de Dios, ya que al no contemplar ni valorar la fuente, tampoco pueden entender ni valorar sus frutos, aunque uno de ellos sea el imperio que tanto defienden.
Como con aquellos, en el caso de la profesora Roca Barea, me quedo con lo que de bueno pueda aportar a la defensa de nuestra historia e identidad, rechazando de otro lado cualquier otra cosa que quiera añadir.
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Si se me permite, solo comentar que si combatieron o no en las Alpujarras, no sabría decirlo, pero que es un hecho constatado que muchos se quedaron y convirtieron a la fe católica, al menos oficialmente, es una realidad.
Por aquí en el Levante quedan aún bastantes apellidos de origen morisco, y hay un extenso estudio histórico antropológico, basado sobre todo en la documentación hallada en libros parroquiales y actas inquisitoriales, donde se analiza la presencia y evolución de aquellas familias en la sociedad cristiana posterior a la reconquista, hasta nuestros días. En el siguiente enlace se puede encontrar mucha documentación al respecto.
http://www.losmoriscos.es/menu.php
De hecho, dicha documentación indica que muchos de aquellos moriscos fueron condenados a servir en galeras por persistir en sus prácticas, y a través de ello obtenían su redención, con lo que de alguna manera también se puede decir que estuvieron presentes, incluso en las guerras contra el turco.
Me parece mucho más fiable este tipo de estudios que cualquier otro de tipo genético que se pueda hacer, que al fin y a la postre no indica nada, pues no es capaz de discernir el origen primero de los genes en los grupos estudiados, sino tan solo la presencia de ciertos genes en determinados grupos sociales.
La razón objetiva nos indica que nuestra identidad nacional no puede deducirse nunca de la genética, ya que la primera es resultado sobre todo de la voluntad. En aquellos tiempos la identidad la otorgaban Dios y el Rey, así es que nadie es cristiano o musulmán en España como resultado principal de los genes, sino por su decisión de ser españoles guardando fidelidad a la fe católica y al Rey.
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Creo recordar que allá por los años setenta ya se emitió una serie similar en la Tv española de entonces. Recuerdo que era chavalillo y en casa la veían, en aquella vieja tele de madera, en blanco y negro. Poldark se llamaba. Lo recuerdo porque el título me hacía mucha gracia y bromeaba con mi hermano pequeño a costa de ello. Jajaja, qué recuerdos.
Gracias por la recomendación, Berenguela.
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Como fuera que sirva para entender mejor las múltiples referencias políticas a la Justicia Social que realiza el Santo Padre, tachado por ello de comunista y hereje por la derecha liberal conservadora, recojo un artículo de José María Permuy publicado originalmente en la revista Arbil, y republicado posteriormente por Catholic.net, donde el autor aborda la cuestión del liberalismo y la Doctrina Social de la Iglesia.
CitaLa Doctrina Social de la Iglesia frente al Capital
Frente a algunos liberales doctrinarios, que intentan confundir, pretendiendo compatibilizar el Capitalismo y la DSI, las encíclicas de los Papas dejan bien claro, no sólo su diferencia sino su oposición.
Por: José María Permuy Rey | Fuente: www.arbil.org
Alguien tan poco sospechoso de heterodoxia como el profesor Wilhelmsen ha escrito que en el siglo XIX "el desfile intolerable de damas liberales y de sus maridos que, vestidos de levita y chistera, iban a misa todos los domingos y ultrajaban el sentido de justicia de los desposeídos" ayudó "a la propaganda comunista, que se empeñaba en identificar el liberalismo con el cristianismo" ."Era un cristianismo muy cómodo ".
"El liberalismo ya había borrado lo religioso de la vida pública". "La fe se retiró de los rincones del alma no tocados por la vida pública. La religión se redujo a la beatería, un fenómeno típicamente liberal. Muchas familias, cuyo bienestar dependía del robo de los bienes de la Iglesia, no faltaban nunca a sus devociones en la iglesia, domingo tras domingo. Como la conciencia liberal quería engañarse a sí misma, no es de extrañar que el comunismo, por haberse dado cuenta de esta mala fe, fuera capaz de engañar a las masas. ¡Si esto es el cristianismo, entonces, abajo el cristianismo! Es una lástima tener que decir que aquí el comunismo tenía razón" (Federico D. Wilhelmsem. El problema de occidente y los cristianos. 1964)
Al igual que en el siglo XIX, también hoy la Iglesia corre el grave riesgo de que millones de seres humanos que sufren en el mundo el yugo de la explotación capitalista, se alejen de ella, confundidos por la perniciosa propaganda de algunos partidarios del capitalismo liberal que, en estos momentos en que el liberalismo económico parece imponerse a escala planetaria, están empeñados en querer identificar el liberalismo con el cristianismo, el capitalismo con la Doctrina Social de la Iglesia, a base de interpretaciones retorcidas, de párrafos del Magisterio sacados de contexto, y de medias verdades que suelen ser, realmente, las peores mentiras.
A quienes tal cosa procuran, no les vendría mal releer aquellas duras palabras que, ya en 1873, pronunciara el Beato Pío IX: "No faltan algunos que intentan poner alianza entre la luz y las tinieblas, y mancomunidad entre la justicia y la iniquidad a favor de las doctrinas llamadas católico-liberales.
Los que tal hacen, de todo punto son más peligrosos y funestos que los enemigos declarados porque, encerrándose dentro de ciertos límites, se muestran con apariencias de probidad y sana doctrina para alucinar a los imprudentes amadores de conciliación, y seducir a las gentes honradas que habrían combatido el error manifiesto" . En consecuencia, un año después, el Romano Pontífice animaba a los cristianos a " inculcar en los ánimos todo cuanto esta Santa Sede tiene enseñado contra las perversas o cuando menos falsas doctrinas profesadas en tantas partes, y señaladamente contra el Liberalismo católico, empeñado en conciliar la luz con las tinieblas y la verdad con el error" .
Más reciente, pero no menos clara, es la advertencia de Pablo VI en su Octogesima Adveniens, donde, tras rechazar el marxismo, sigue diciendo: "Tampoco apoya el cristiano la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como fin y motivo primario del valor de la organización social ".
Ignorando todas estas reprobaciones, algunos individuos que se declaran católicos y al mismo tiempo fervorosos liberales, han emprendido una especie de "cruzada" propagandística destinada a cantar las excelencias del sistema capitalista y sobre todo su presunta afinidad con el catolicismo.
Los valedores del "capitalismo católico", definen el capitalismo como aquel sistema de organización económica basado en la propiedad privada, incluso de los bienes de producción; que utiliza el mecanismo de los precios como el instrumento óptimo para la eficiente asignación de los recursos; y en el que todas las personas, libremente, pueden decidir las actividades que deben emprender, asumiendo el riesgo del fracaso a cambio de la expectativa de poder disfrutar del beneficio si éste se produce.
Partiendo de tal definición, para demostrar -siempre según ellos- que Juan Pablo II es favorable al capitalismo, echan mano de un párrafo de la encíclica Centesimus Annus (CA), en el que el Papa afirma: " Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa» «economía de mercado», o simplemente de «economía libre» ".
Lo que no dicen es que, a continuación, el Santo Padre aclara: " Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa ". Por esta razón, advierte el Vicario de Cristo, " se puede hablar justamente de lucha contra un sistema económico, entendido como método que asegura el predominio absoluto del capital, la posesión de los medios de producción y la tierra, respecto a la libre subjetividad del trabajo del hombre.
En la lucha contra este sistema no se pone, como modelo alternativo, el sistema socialista, que de hecho es un capitalismo de Estado, sino una sociedad basada en el trabajo libre, en la empresa y en la participación. Esta sociedad tampoco se opone al mercado, sino que exige que éste sea controlado oportunamente por las fuerzas sociales y por el Estado, de manera que se garantice la satisfacción de las exigencias fundamentales de toda la sociedad ".
Como se ve, la primera definición del Papa parece, aparentemente, muy similar a la dada por los "liberal-católicos". Ahora bien, hay que tener en cuenta que los apologistas del liberalismo económico consideran que el capitalismo vigente en nuestros tiempos a lo largo y ancho del mundo, aunque perfeccionable, responde a ese primer supuesto, es decir, puede encuadrarse dentro de la primera de las afirmaciones del Santo Padre. Y aquí es donde pienso que incurren -consciente o inconscientemente- en la manipulación de las palabras pontificias, ya que la realidad es más bien -a mi juicio y, como veremos más adelante, también según el criterio del Papa- que, por el contrario, el capitalismo de nuestros días coincide con el criticado y condenado en la segunda de las definiciones y, sobre todo, en cuanto se refiere al predominio absoluto del capital sobre el trabajo.
Así, el mismo Juan Pablo II, en la Solicitudo Rei Socialis (SRS), reconoce que actualmente " en Occidente existe, en efecto, un sistema inspirado históricamente en el capitalismo liberal "; y afirma que " se puede hablar hoy día, como en tiempos de la Rerum novarum, de una explotación inhumana "; y que " a pesar de los grandes cambios acaecidos en las sociedades más avanzadas, las carencias humanas del capitalismo, con el consiguiente dominio de las cosas sobre los hombres, están lejos de haber desaparecido; es más, para los pobres, a la falta de bienes materiales se ha añadido la del saber y de conocimientos, que les impide salir del estado de humillante dependencia ". Por todo ello -entre otras razones- " la doctrina social de la Iglesia asume una actitud crítica ante el capitalismo liberal ". Más claro imposible.
Por otra parte, no hay más que comparar lo que los abanderados del "capitalismo católico" entienden por propiedad privada y mercado libre, con el sentido que la Iglesia atribuye a esas mismas palabras, para darse cuenta de que, si bien coinciden los términos, los significados son diametralmente opuestos.
En lo referente al mercado es claro el distanciamiento del Magisterio con respecto a las teorías liberales. Según la Centesimus Annus " existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Es un estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas ".
"Es deber del Estado proveer a la defensa y tutela de los bienes colectivos, como son el ambiente natural y el ambiente humano, cuya salvaguardia no puede estar asegurada por los simples mecanismos de mercado ".
"He ahí un nuevo límite del mercado: existen necesidades colectivas y cualitativas que no pueden ser satisfechas mediante sus mecanismos; hay exigencias humanas importantes que escapan a su lógica; hay bienes que, por su naturaleza, no se pueden ni se deben vender o comprar. Ciertamente, los mecanismos de mercado ofrecen ventajas seguras. No obstante, conllevan el riesgo de una «idolatría» del mercado, que ignora la existencia de bienes que, por su naturaleza, no son ni pueden ser simples mercancías ".
Con respecto a la propiedad privada, conviene recordar que la Iglesia no ha dejado de denunciar que, históricamente -y más aún hoy- han sido y son precisamente los partidarios del liberalismo quienes, en virtud de la libre concurrencia por ellos postulada, más han contribuido a destruir la pequeña propiedad que, ante la competencia del gran capital, tiende a desaparecer, a ser absorbida y a concentrarse en manos de unos pocos. En la Mater et Magistra, Juan XXIII, refiriéndose a los tiempos de Pío XI -en sus días y en los nuestros la situación es todavía peor-, escribía: " La libre concurrencia, en virtud de una dialéctica que le era intrínseca, había terminado por destruirse o casi destruirse a sí misma; había conducido a una gran concentración de la riqueza y a la acumulación de un poder económico enorme en manos de pocos, y éstos muchas veces no son ni dueños siquiera, sino sólo depositarios y administradores, que rigen el capital a su voluntad y arbitrio ".
Y es que, como señalábamos más arriba, media un abismo entre el concepto de propiedad liberal y el católico.
Para la Iglesia Católica " la propiedad de los medios de producción, tanto en el campo industrial como agrícola, es justa y legítima cuando se emplea para un trabajo útil; pero resulta ilegítima cuando no es valorada o sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su compresión, de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral.
Este tipo de propiedad no tiene ninguna justificación y constituye un abuso ante Dios y los hombres " (CA). Es por ello que el principio cristiano del derecho a la propiedad, como bien explica la Laborem Exercens (LE), " se diferencia del programa del capitalismo, practicado por el liberalismo y por los sistemas políticos que se refieren a él, en el modo de entender el derecho mismo de propiedad.
La tradición cristiana no ha sostenido nunca este derecho como absoluto e intocable. Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la entera creación: el derecho a la propiedad privada como subordinado al derecho al uso común, al destino universal de los bienes ".
"Además, la propiedad según la enseñanza de la Iglesia nunca se ha entendido de modo que pueda constituir un motivo de contraste social en el trabajo. Como ya se ha recordado anteriormente en este mismo texto, la propiedad se adquiere ante todo mediante el trabajo, para que ella sirva al trabajo. Esto se refiere de modo especial a la propiedad de los medios de producción. Desde ese punto de vista, pues, en consideración del trabajo humano y del acceso común a los bienes destinados al hombre, tampoco conviene excluir la socialización, en las condiciones oportunas, de ciertos medios de producción ".
"Desde esta perspectiva, sigue siendo inaceptable la postura del «rígido » capitalismo, que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción, como un «dogma» intocable en la vida económica. El principio del respeto del trabajo, exige que este derecho se someta a una revisión constructiva en la teoría y en la práctica.
En efecto, si es verdad que el capital, al igual que el conjunto de los medios de producción, constituye a su vez el producto del trabajo de generaciones, entonces no es menos verdad que ese capital se crea incesantemente gracias al trabajo llevado a cabo con la ayuda de ese mismo conjunto de medios de producción, que aparecen como un gran lugar de trabajo en el que, día a día, pone su empeño la presente generación de trabajadores.
Se trata aquí, obviamente, de las distintas clases de trabajo, no solo del llamado trabajo manual, sino también del múltiple trabajo intelectual, desde el de planificación al de dirección. Bajo esta luz adquieren un significado de relieve particular las numerosas propuestas hechas por expertos en la doctrina social católica y también por el Supremo Magisterio de la Iglesia.
Son propuestas que se refieren a la copropiedad de los medios de trabajo, a la participación de los trabajadores en la gestión y o en los beneficios de la empresa, al llamado «accionariado» del trabajo y otras semejantes. Independientemente de la posibilidad de aplicación concreta de estas diversas propuestas, sigue siendo evidente que el reconocimiento de la justa posición del trabajo y del hombre del trabajo dentro del proceso productivo exige varias adaptaciones en el ámbito del mismo derecho a la propiedad de los medios de producción ".
"El mero paso de los medios de producción a propiedad del Estado, dentro del sistema colectivista, no equivale ciertamente a la «socialización» de esta propiedad. Se puede hablar de socialización únicamente cuando quede asegurada la subjetividad de la sociedad, es decir, cuando toda persona, basándose en su propio trabajo, tenga pleno título a considerarse al mismo tiempo «copropietario» de esa especie de gran taller de trabajo en el que se compromete con todos.
Un camino para conseguir esa meta podría ser el de asociar, en cuanto sea posible, el trabajo a la propiedad del capital y dar vida a una rica gama de cuerpos intermedios con finalidades económicas, sociales, culturales: cuerpos que gocen de una autonomía efectiva respecto a los poderes públicos, que persigan sus objetivos específicos manteniendo relaciones de colaboración leal y mutua, con subordinación a las exigencias del bien común y que ofrezcan forma y naturaleza de comunidades vivas; es decir, que los miembros respectivos sean considerados y tratados como personas y sean estimulados a tomar parte activa en la vida de dichas comunidades ".
Aquí vemos apuntada otra profunda diferencia entre los que postulan el capitalismo y las enseñanzas de la Iglesia.
Aquellos consideran que el fracaso del colectivismo marxista, y su estrepitosa caída demuestra que no existe otra opción económica más justa y eficaz que el liberalismo económico. Para ellos cualquier alternativa al capitalismo tiene que ser irremediablemente un socialismo más o menos encubierto, como el comunismo, la socialdemocracia, o el llamado Estado del bienestar. No conciben otra forma de socialización que aquella que atribuye al Estado la propiedad de los medios de producción, o su control por medio de la presión fiscal.
Sin embargo, el Papa, denuncia esa postura maniquea, advirtiendo que " queda mostrado cuán inaceptable es la afirmación de que la derrota del socialismo deje al capitalismo como único modelo de organización económica ".
"Ingentes muchedumbres viven aún en condiciones de gran miseria material y moral. El fracaso del sistema comunista en tantos Países elimina ciertamente un obstáculo a la hora de afrontar de manera adecuada y realista estos problemas; pero eso no basta para resolverlos. Es más, existe el riesgo de que se difunda una ideología radical de tipo capitalista, que rechaza incluso el tomarlos en consideración, porque a priori considera condenado al fracaso todo intento de afrontarlos y, de forma fideísta, confía su solución al libre desarrollo de las fuerzas de mercado " (CA).
"Tras el derrumbamiento del edificio ideológico del marxismo-leninismo en los antiguos países comunistas, no se detecta tan sólo una pérdida de la orientación, sino también un apego ampliamente extendido al individualismo y al egoísmo que caracterizaban y siguen caracterizando a Occidente. Semejantes actitudes no pueden transmitir al hombre un sentido de la vida y darle esperanza.
Todo lo más, pueden satisfacerlo temporalmente con lo que él interpreta como realización individual. En un mundo en el que ya no existe nada verdaderamente importante, en el que puede hacerse lo que se quiera, existe el riesgo de que principios, verdades y valores trabajosamente adquiridos en el curso de los siglos queden frustrados por un liberalismo que no deja de extenderse cada vez más " (Juan Pablo II, Discurso a los obispos alemanes de las provincias eclesiásticas bávaras en visita "ad limina" 4-12-92).
Es evidente, a la luz de estas últimas palabras, que la indiscutible y evidentemente intrínseca perversidad del comunismo no hace bueno al capitalismo liberal. Y además no hay que olvidar que, como ya dijera Pío XI en su Divini Redemptoris, fue el liberalismo el que preparó el camino al socialismo: " Para comprender cómo el comunismo ha conseguido que las masas obreras lo hayan aceptado sin discusión, conviene recordar que los trabajadores estaban ya preparados por el abandono religioso y moral en el que los había dejado la economía liberal ".
Pero además, Juan Pablo II propugna -como acabamos de leer-, frente al reduccionismo, escepticismo y desconfianza de los liberales, la invención y adopción de modelos de socialización que asignen la propiedad de la empresa y de la tierra, no exclusivamente al capital o al Estado, sino al trabajador; es decir, modelos de socialización que no sólo no atentan contra la propiedad privada, sino que contribuyen a su difusión y universalización; sitúan al trabajo en una posición de prioridad frente al capital, dejando de ser una mera mercancía para pasar a ser el protagonista de la economía; y tienden a sustituir el salariado por la participación de los trabajadores en los beneficios, la gestión y la propiedad de la empresa en la que aportan su esfuerzo físico, intelectual o directivo. Postulados, todos estos, reiteradamente recomendados por la Iglesia Católica desde León XIII.
Pío XII - y aquí también se puede apreciar una honda divergencia entre liberalismo y catolicismo en cuanto al papel del Estado en la economía- no tenía reparo en enseñar que " el Estado puede, en el interés común, intervenir para reglamentar su uso, [el uso de la propiedad] o incluso, si no se puede proveer equitativamente de otro modo, decretar la expropiación, dando la indemnización conveniente. Para idéntico fin, deben ser garantizadas y fomentadas la pequeña y media propiedad en la agricultura, en las artes y oficios, en el comercio y en la industria; las uniones cooperativas deben asegurarles las ventajas de la gran hacienda; donde la gran empresa aun hoy se manifiesta más productiva, debe ofrecerse la posibilidad de suavizar el contrato de trabajo con un contrato de sociedad ".
"Por otra parte, -según Juan XXIII en la Mater et Magistra (MM)- la acción de los poderes públicos en favor de los artesanos y los cooperativistas halla su justificación, además, en el hecho de que unos y otros son portadores de genuinos valores humanos y contribuyen al progreso de la civilización ".
"Además, moviéndonos en la dirección trazada por Nuestros Predecesores, también Nos consideramos que es legítima en los obreros la aspiración a participar activamente en la vida de las empresas, en las que están incorporados y trabajan ".
"Una concepción humana de la empresa debe, sin duda, salvaguardar la autoridad y la necesaria eficacia de la unidad de dirección; pero no puede reducir a sus colaboradores de cada día a la condición de simples silenciosos ejecutores, sin posibilidad alguna de hacer valer su experiencia, enteramente pasivos respecto a las decisiones que dirigen su actividad ".
"Conviene, por último, recordar que el ejercicio de la responsabilidad, por parte de los obreros, en los organismos de producción, responde a las legítimas exigencias propias de la naturaleza humana".
"No basta afirmar el carácter natural del derecho de propiedad privada, incluso de los bienes de producción, sino que también se ha de propugnar insistentemente su efectiva difusión entre todas las clases sociales ".
¿Estarían dispuestos los "católicos" liberales a proponer a los empresarios capitalistas que ofrezcan a sus trabajadores la posibilidad de asociarse como copropietarios de la empresa? ¿Qué mejor forma de defender la propiedad y la libre iniciativa? ¿Cómo reaccionarían si el Estado, -que según ellos no debe apenas intervenir en la economía más que creando un marco jurídico adecuado para el funcionamiento del sistema- arbitrase los medios conducentes a ofrecer dicha posibilidad a los trabajadores, como sugería Pío XII?
Por último, en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America, Juan Pablo II condena severamente el neoliberalismo con estas palabras: " Cada vez más impera un sistema conocido como «neoliberalismo»; sistema que haciendo referencia a una concepción economicista del hombre, considera las ganancias y las leyes del mercado como parámetros absolutos en detrimento de la dignidad y del respeto de las personas y los pueblos. Dicho sistema se ha convertido, a veces, en una justificación ideológica de algunas actitudes y modos de obrar en el campo social y político, que causan la marginación de los más débiles. De hecho, los pobres son cada vez más numerosos, víctimas de determinadas políticas y de estructuras frecuentemente injustas ".
Dos décadas antes Pablo VI ya había dado la voz de alarma ante las primeras manifestaciones de este "nuevo" liberalismo: " Se asiste a una renovación de la ideología liberal. Esta corriente se apoya en el argumento de la eficiencia económica, en la voluntad de defender al individuo contra el dominio cada vez más invasor de las organizaciones, y también frente a las tendencias totalitarias de los poderes políticos. Ciertamente hay que mantener y desarrollar la iniciativa personal.
Pero los cristianos que se comprometen en esta línea, ¿no tienden a su vez a idealizar el liberalismo, que se convierte así en una proclamación de la libertad? Ellos querrían un modelo nuevo, más adaptado a las condiciones actuales, olvidando fácilmente que en su raíz misma el liberalismo filosófico es una afirmación errónea de la autonomía del individuo en su actividad, sus motivaciones, el ejercicio de su libertad. Por todo ello, la ideología liberal requiere también, por parte de los cristianos, un atento discernimiento " (Carta Apostólica Octogesima adveniens).
En conclusión; como dicen las Orientaciones para el Estudio y Enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia, de la Congregación para la Educación, el catolicismo " no se deja dominar por las implicaciones socio-económicas de los dos principales sistemas, capitalismo y socialismo, sino que se abre a una nueva concepción ".
Por eso no es admisible la pretensión de unos pocos de querer justificar su incoherencia, su acomplejamiento, su falta de imaginación personal o la desesperada salvaguardia de oscuros privilegios e intereses privados, tergiversando a su antojo el Magisterio de la Iglesia para acercarlo a sus particulares planteamientos político-económicos. Hay que tener en cuenta, según la Congregación para la Educación, que " el análisis sociológico no siempre ofrece una elaboración objetiva de los datos y de los hechos, en cuanto que, ya en el punto de partida, puede encontrarse sujeto a una determinada visión ideológica, o a una estrategia política bien precisa ".
Es lo que ocurre con el análisis marxista, pero " éste peligro de la influencia ideológica sobre el análisis sociológico existe también en la ideología liberal que inspira el sistema capitalista; en él los datos empíricos están frecuentemente sometidos, por principio, a una visión individualista de la relación económico-social, en contraste con la concepción cristiana ".
"No se puede encerrar ciertamente el destino del hombre entre estos dos proyectos históricos contrapuestos, pues sería contrario a la libertad y a la creatividad del hombre ".
Es evidente, pues, que la Doctrina Social de la Iglesia no sólo no es favorable al capitalismo sino que, como bien decía el Breviario de Pastoral Social de la Comisión Episcopal de Doctrina y Orientación Social en 1959, "la Iglesia lo ha reprobado como contrario al derecho natural". -
Lo que se va evidenciando perfectamente es el hecho de que apenas existe ya diferencia sustancial entre izquierdas y derechas, a la hora de atacar a la fe católica, en ambos casos por motivos ideológicos. Aunque desde el punto de vista de la fe, es más grave el ataque que se ejerce desde la derecha supuestamente católica, que la que se hace desde la izquierda atea, ya que en el fondo estos últimos carecen del código moral que se le supone a un católico.
A un animal no se le pueden pedir responsabilidades por sus actos, pero a su amo sí. Y esto le pasa hoy a las izquierdas y derechas convertidas en mulas y muleros del materialismo. Para ellos el Papa carece de cualquier utilidad, en tanto no les sirva a sus propósitos de tener y poseer, ya sea la razón, el poder, la riqueza o la gloria, pues no en vano encarnan aquellas viejas tentaciones reflejadas en el episodio de Jesús en el desierto.
Y así vemos a los comunistas haciendo el animal, después de robarle a la cristiandad la bandera de los pobres y amparar millones de crímenes cometidos en nombre de su ideología, mientras aplauden hipócritamente al Papa cuando este habla de justicia social. O vemos igualmente a los liberales haciendo de cuatreros, después de privar a la cristiandad de su verdadera libertad y amparar la codicia y la usura como exponentes del desarrollo humano, mientras injurian como necios al Papa por llamar a las cosas por su nombre.
En cuanto al tipo ese que aparece en el último video ¿qué se puede esperar de un libertario arrogante que presume de hacer tríos sexuales con hombres y mujeres? Si esos son los referentes de la nueva derecha hispana, casi mejor hacerse comunista. Al menos como animales no se pedirán tantas cuentas como sí se les pedirá a los supuestos valedores del humanismo cristiano.
Ironías aparte, lo cierto es que da mucha vergüenza ajena escuchar esas cosas, u otras muchas que se dicen por ahí en boca de supuestos católicos, que sin embargo sirven descaradamente al anticristo, tal cual hacen inopinadamente ateos o comunistas. Es decir, todos los que se oponen a la justicia y el amor de Cristo.
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Enhorabuena por el artículo, Raderic.
Efectivamente, no se puede hablar de una supuesta descendencia moruna de Andalucía, ni aun de otras regiones españolas, sin caer en el error que bien señala el artículo. En ese sentido lo veo un acierto.
Sin embargo, también podríamos comentar el legado cultural que aquella gente dejó en España, que permanece especialmente presente en el Levante y Sur de España.
Más allá de desmentir nuevos mitos, como bien hace ese excelente estudio con respecto a la falsa idea moderna que se tiene de Al Andalus, estos trabajos deberían servir sobre todo, para revertir también la más grave falsa idea que tenemos hoy igualmente asumida, sobre la identidad de los pueblos.
El materialismo moderno ha logrado asentar el concepto que vincula la identidad casi exclusivamente con la tierra, pero en el pasado no fue así, sino que la identidad era fruto sobre todo de la fe. En aquellos siglos la gente no se identificaba tanto con la tierra donde nacía, como con el Dios celestial y el señor terrenal que le amparaban. De ahí también que en nuestro lenguaje perduren o predominen conceptos como "moros y cristianos" o "cristianos viejos", por encima de otros que harían referencia a la procedencia geográfica o material de cada pueblo. Seguir a tal señor o creer en un determinado dios, era lo que dotaba de identidad, más allá de haber nacido aquí o allá.
El hecho de que la cristiandad acabase expulsando definitivamente a los mahometanos, no interfiere para que, según la fe de aquellos cristianos ("Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno"), quienes fueron expulsados también tuviesen sus virtudes que produjeran no pocos buenos frutos, que posteriormente fueron recogidos y empleados por sus vencedores, como eran algunas de sus ciencias o las aplicaciones materiales que de estas surgieron, que supusieron para la cristiandad una gran riqueza, si se quiere de conquista: Astronomía, matemática, botánica o farmacología, por no hablar de la fabricación y uso del papel, el algodón o la loza; de los instrumentos científicos para la navegación que servirían después como soporte para los navegantes españoles y portugueses; o de sus sistemas de riego, cultivo y ganadería entre otros, que produjeron lo que posteriormente fueron algunas de nuestras más preciadas joyas, como llegaron a ser la ordenación hidrográfica o la producción del cordero merino, que estuvieron en la base del desarrollo de numerosos lugares.
Es decir, sin bien podemos decir que no existe tal legado de sangre como muchos hoy pretenden creer, en cambio sí existe un importante legado cultural que se mantiene, desde el propio nombre de muchos pueblos o enclaves, hasta el uso y empleo que le seguimos dando a muchas de sus ciencias, y ese legado ha sido fundamental para nuestro desarrollo. De modo que, de alguna manera y en ese sentido, sí que podríamos decir, que en cierta medida somos herederos de aquellos mahometanos, aunque sea por derecho de conquista. Del mismo modo que podría decirse del turco, que se enriqueció y prosperó en gran medida gracias al legado cristiano de Bizancio.
En definitiva, no veo mal que los españoles nos sintamos en parte herederos e incluso orgullosos de aquella cultura, en la medida que fue vencida y superada por la fe, y que gracias en parte a esa victoria y asimilación, nosotros mismos llegamos a ser lo que la historia nos muestra.
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¡Bienvenido al foro, Raderic!
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En 17/10/2021 a las 11:12, LatinoHispano dijo:A veces pienso que lo que les interesa defender son los elementos folclóricos que se derivan de esa tradición (para convertirlos en objetos de consumo -toros, procesiones, etc.-) pero desligados de su fuente;
A mí no me caben dudas al respecto. La dinámica de ese partido es similar a la que emplea su contraparte de la extrema izquierda. Utilitarismo maquiavélico, en este caso supuestamente de derechas, cuyo único propósito social es el de oponerse al que ejerce la izquierda.
Por eso ahí cabe todo con tal que se manifieste contra la izquierda. Con la agravante en este caso, de que mientras dure supone un gran negocio privado para sus gestores, que se alimentan así de la carroña y el odio, como de otro modo y por desgracia ya es habitual en la historia de esta gente.
En realidad su oposición a la izquierda se vende como tal, pero no la contrarresta sino que se suma a una misma dinámica destructiva. Por ello la gente sencilla que opina que son igual o peor que los otros, es en el fondo la más sabia y sensata.
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hace 6 horas, Vanu Gómez dijo:Precisamente de una antigua entrevista a otro "Guerra" , experto en masonería, recuerdo cómo comentaba que la globalización en sí misma no es el problema, sino los principios en que se sustente.
Muy de acuerdo. De hecho la globalización comienza con la historia del hombre, al recibir el mandato divino de dominar la tierra. Todos los imperios han tratado de extenderse por toda tierra conocida, es decir, de globalizar su orden e influencia en la medida de lo posible y conocido. El propio mandato de Cristo de ir y anunciar el evangelio a toda la Creación, es en sí un mandato globalizador. La globalización no es algo malo.
El problema es, que la globalización que nos hemos dado, no se basa en difundir un orden que promueva el bien, la verdad, la vida, el orden, la justicia o la dignidad de cada individuo y cada pueblo, sino otra basada en la destrucción de todo límite que impida o corrija la ambición de riqueza y poder.
De algún modo es "el triunfo" del binomio social liberal, esto es, del internacionalismo de unos y el concepto de libertad de los otros, que juntos han contribuido a la pérdida de casi todos los límites y fronteras morales y materiales, que separan el amor de la pasión, el bien del mal, la belleza de la fealdad, la inteligencia de la estupidez, la sabiduría de la necedad, las identidades de cada pueblo, etc. Es como la paleta de un pintor en la que se han mezclado todos los colores a la vez, resultando en una pasta gris, anodina e inservible. Puede que esa globalización tenga un enorme potencial de generar riqueza y poder, pero es un gigante con los pies de barro porque no se sustenta en la verdad del hombre, sino que se beneficia a costa de esta.
Por eso comentaba anteriormente, que pienso que estamos a las puertas del derrumbe de esa globalización, en la medida que vamos siendo conscientes del error fundamental que la sustenta. Y eso, que por un lado conlleva sufrimiento, por otro supone una oportunidad para renovar el espíritu de la verdadera globalización a la que estamos llamados.
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hace 4 horas, ICTHYS dijo:La Hispanidad debería ser modelo de globalización, e inspiración de un NOM auténticamente justo. Aunque la palabreja suene chocante.
Y no el otro NOM, ideado y dirigido por los herederos de los exterminadores del norte de América.
Le comentaba a Rodrigo Guerra López (secretario de la Comisión Pontificia para América "Latina") que podría aprovechar su flamante puesto para impulsar la Hispanidad. Porque veo difícil que la Iglesia pueda forjar un futuro en América Hispana si éste no está fuertemente fundamentado en su pasado.
Coincido plenamente con esta idea. De hecho, el proyecto inacabado de la Hispanidad, es el proyecto de orden mundial católico, emprendido en Europa por las coronas cristianas y extendida a América y Asia principalmente por españoles y portugueses. Un proyecto que ha dado forma a Occidente, pero que fue interrumpido por el proyecto rival del mundo protestante y liberal que ahora nos impera.
Recuperar nuestro proyecto universal sería semejante a recuperar la aspiración por el nuevo orden mundial, por el que los católicos llevamos trabajando desde hace veinte siglos, y eso implicaría también recuperar la Hispanidad, pues de los frutos de ese trabajo se sucederían los lazos de la unidad, aunque cada nación siguiera manteniendo su identidad e independencia.
Toda esta historia moderna de las conspiraciones del NOM y demás pamplinas, en el fondo pienso que es un subterfugio para ocultar el fracaso del NOM que ya se le impuso a todo Occidente a partir de la finalización de la IIGM, y luego a todo el mundo a través de las nuevas tecnologías y mediante la globalización. El momento de incertidumbre en el que estamos ahora, que da pie a tantas teorías de la conspiración, no sería porque exista un proyecto de Nuevo Orden Mundial maquinando a las puertas, sino porque estaríamos en la antesala del derrumbe de ese orden mundial impuesto en el pasado siglo, y como es natural existe una lucha entre quienes desean conservarlo y quienes pretenden sustituirlo.
Si esto fuese así y lo que ahora vivimos fuese el derrumbe del orden social liberal surgido en el pasado siglo, sobre el vacío que se abra pienso que el catolicismo tendrá la oportunidad de recuperar su viejo proyecto a través de la Hispanidad, ya que en el fondo, tanto el proyecto católico como la comunidad hispana, siguen vivos aunque sea en malas horas.
Sería una lástima que la Iglesia dejase perder el potencial que aún tiene en la Hispanidad, como también lo sería que la propia Hispanidad siguiese empeñada en recuperarse, siguiendo los mismos principios y directrices del propio orden que la hizo caer.
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Yo tenía entendido que la santería llegó a Cuba a través de los esclavos nigerianos que llegaron a la isla entre finales del S. XVIII y comienzos del S.XIX, tras la caída del imperio Oyo, cuando muchos de esos esclavos, que eran sacerdotes yorubas en Africa, trasladaron a América su religión, extendiéndose así entre los esclavos. Algo que posteriormente se extendió también por toda la sociedad al acabar la esclavitud, cuando Allan Kardec sistematizó y promovió el espiritismo, y en Francia se fundó la Sociedad de Estudios Espiritistas de París.
Lo que desconozco es cómo concretamente esa religión acabó extendiéndose de forma tan popular entre todas las clases sociales cubanas, donde practican una santería muy particular diferente a la brasileña o a la que practican en Haití, más allá de las recurrencias a la santería que hacía la gente cuando las epidemias de tifus, así que si puedes pasarnos datos te lo agradecería, ya que es un tema que me interesa.
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Por un lado, el análisis que hace el arzobispo sobre el deterioro de las sociedades a manos de las ideologías, o el del potencial crecimiento del Islam en el entorno de una Europa descristianizada y por tanto carente de su fundamento, no me parece que esté errado. Son realidades que están ahí y no se pueden obviar.
Otra cosa es que dichos argumentos se utilicen para señalar a la propia Iglesia de la que él mismo forma parte, o a su cabeza visible que es el Papa, como responsables de dicha situación, olvidando además quién está detrás. O que los aproveche para trasladar la idea de que la política que se ha estado llevando a cabo en Hungría, sea la solución.
Orban lleva instrumentalizando el cristianismo con fines políticos desde hace años, y desde luego es una verdadera lástima escuchar a un arzobispo pronunciarse de la forma que lo hace este, sembrando además el sentimiento de rebelión y cisma en la Iglesia, que acompaña a ese relato.
Lo hemos comentado muchas veces. El Papa Francisco no está predicando nada ajeno a lo que durante siglos ha predicado la Iglesia. Y desde dicha predicación está tratando de abrir caminos que permitan abordar los problemas reales existentes hoy en día. Acoger, proteger, promover e integrar, que es lo que nos enseña Francisco, no es en absoluto algo contrario o ajeno al evangelio, sino la acción misma del Verbo.
Lo absurdo y me atrevo a decir, contrario a la fe católica, es pretender solucionar dichos problemas por la vía de la espada, como muchos pretenden sugerir. Rechazar, atacar, abandonar o discriminar. Cualquier animal también resuelve así sus problemas, más el hombre, cuando está inspirado por Dios, se vuelve capaz de dominar ese instinto, liberándose así del yugo animal, para crear nuevas realidades que puedan acoger y dar esperanza al sentido de las vidas de los demás, ya se trate de la vida de un inmigrante, de un nacional, de un homosexual, de un delincuente o de una madre que no desea tener a su hijo. Aceptar que todas esas personas existen y hay que salvarlas de su situación, es aceptar la realidad y el compromiso cristiano.
Ese es el camino difícil, el de la aceptación de la realidad para superarla, pues aceptar la realidad es aceptar la cruz, con la fe puesta en que esa es la voluntad de Dios. Con la esperanza anclada en que esa realidad no es el final. Todo ello desde y mediante la caridad cristiana, sabiendo que es Dios a través de su Espíritu quién provee, y no nosotros.
Por más vueltas que algunos le quieran dar, yo no dejo de ver metido en esa dinámica, a la Iglesia y al Papa, a Dios gracias. A otros en cambio sí les veo metidos en dinámicas que son más propias del mundo animal que del humano, por lo que sus palabras, obras y omisiones tienen de pretensión de posesión y dominio sobre la vida y los bienes ajenos.
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hace 10 horas, Hispanorromano dijo:Pues estaría bien que ampliarás esa información, tal vez en un hilo propio. No tenía ni idea.
Estoy muy de acuerdo con todo lo que habéis comentado sobre la Hispanidad salvando dos pequeños matices. No soy partidario de eliminar el 12 de Octubre como fiesta de España. De hecho, creo que eso podría acelerar la destrucción de España y de la Hispanidad, así como la ruptura de lazos entre ambas. También quería decir que considero negativo asociar el hispanismo a personajes como Keiko Fujimori. Aunque seguramente no es la intención del artículo de MR, quería aportar esa opinión.
Sobre lo de los santeros, hay un periodista venezolano que escribió un interesante libro sobre el influjo de la magia, el espiritismo, la ouija y la santería en el gobierno de Hugo Chávez. En su libro cuenta cómo el régimen cubano, aprovechando que el venezolano era muy supersticioso pese a que se presentara como católico, junto a toda la ayuda que le envió, mandó también a Venezuela una red de espías que se introdujeron como "babalaos" para asesorar espiritualmente a los altos cargos del gobierno y el ejército venezolano, sirviendo así por un lado como informadores al servicio de Castro y por otro como orientadores del régimen chavista al servicio igualmente del dictador cubano, mediante la magia.
Los brujos de Chávez - David Placer
Las brujas de Chávez: así usó el espiritismo el líder venezolano
En cuanto a la influencia de la santería en la propia Cuba y lo que se ha mencionado de la santera criolla, desconocía el tema aunque también me gustaría, si es posible, que Vanu lo ampliase.
De otro lado, respecto a lo de las fiestas nacionales, entiendo tus reservas a que se modificasen esas fechas, pero piensa que la fiesta actual es un invento de última hora instaurado en tiempos de Felipe González, precisamente para restar protagonismo a la fiesta original instaurada por Maura y modificada después por Franco, para honrar a la Hispanidad.
Es decir, lo que tenemos ahora es un invento conceptual del socialismo moderno, que seguramente puede que perjudique más que beneficie al concepto de Hispanidad, mezclando las paradas militares, las banderas rojigualdas y la exaltación de un sector determinado de la opinión pública, con una celebración que se comparte más allá de nuestras fronteras y por tanto debería tener un carácter más universal, acorde al propio concepto original de la Hispanidad. Pienso que devolver esa fiesta a la celebración del Día de la Hispanidad, volvería a tener mucho más sentido que cómo está ahora. Incluso muchos paisanos que comulgan con el relato del leyendanegrismo y el antihispanismo, probablemente lo verían con mejores ojos.
Por otra parte, trasladar la celebración del día de la Fiesta Nacional al día de Santiago Apóstol, tendría un sentido mucho más lógico al tratarse de una fiesta que se celebra en España desde 1630. Creo que sería un buen paso para recuperar, al menos en lo cultural, parte del sentido católico que se ha ido perdiendo durante todos estos años de deconstruccionismo social liberal. Aunque también cabría otra posibilidad como sería la de trasladar la fiesta al 6 de diciembre, día de la constitución, como pretendía buena parte de la izquierda en los años 80. A mí no me gustaría esa segunda opción, pero tampoco me molestaría si con eso se logra que la fiesta de la Hispanidad, pudiera recuperar su sentido universal, y con ello se volviese a venerar con mayor respeto la memoria de nuestra madre.
Al final entiendo que lo importante cuando hablamos de celebraciones, es buscar siempre el camino de la concordia y el sentido común, pero cuando las fiestas se utilizan para lo contrario, pierden su razón de ser, y en este caso veo que cada vez más, viene ocurriendo eso. Obviamente esto es solo una opinión muy personal, que entiendo no todos tenéis por qué compartir.
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Jajaja, que bueno. Que se lo digan a Chávez, que el cubano al parecer lo manejaba un poco a su antojo a través de los "encantos" de la santería.
El origen de la sociedad atea
en Foro Católico
Publicado
Estos datos son oficiales y no son ningún secreto. Demuestran la agónica pendiente en la que nos encontramos, especialmente en Europa.
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