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Contenido popular

Mostrando el contenido mejor valorado el 26/09/20 en Contenidos

  1. 25 puntos
    A veces me sorprendo cuando descubro de qué forma Dios va enderazando los reglones torcidos de los hombres. En referencia a todo este tema del arte moderno y el fraude ético y estético que supone en gran medida pues, en realidad la mayoría de esas obras se hacen relevantes, no tanto por su contenido artístico sino cuánto más por los intereses económicos que hay detrás (y esto daría para un tema propio dada la conexión entre izquierda política y arte moderno), hay que recordar también que el arte siempre ha estado conectado con el mundo religioso, pues trata de una de las más altas expresiones creativas del hombre y por tanto expresión de su cernacía al verbo Creador. Desde la pinturas rupestres del arte conceptual prehistórico, hasta la aún incabada catedral de la Sagrada Familia de Gaudí, el arte ha manifestado siempre la relación del hombre con el Creador, creando él mismo en esa relación una estructura de comunicación divina. Quizás por este motivo, la degeneración del arte moderno viene dada desde entornos ideológicos mayoritiariamente progresistas y ateos, pues si el arte es la forma intelectualmente más elevada que tiene el hombre de manifestar su cernacía a Dios, también es la forma más elevada que tiene para oponerse al Creador y a las tradiciones que han venido salvaguardando su orden a través de los siglos. Y ahora recordemos en este punto que la palabra "satán" significa literalmente "el que se opone", porque exactamente eso es lo que expresa todo ese arte moderno separado de la concepción religiosa que fundamenta al arte, y por tanto creador de una nueva visión conceptual del mundo donde el hombre ya no refleja a su creador -deja de ser imagen y semejanza- y pasa a querer reflejarse a sí mismo, es decir a ocupar su lugar, a imagen de aquel que llaman "Satán". Cuando Miguel Ángel esculpe la Piedad, amén de transmitir una serie de canónes estéticos de su época, también transmite una esencia superior que sirve para mover a reflexión a cualquier observador. Hace arte con mayúsculas, tanto por la perfecta ejecución de la obra como por su capacidad para transmitir significados elevados que mueven al propio perfeccionamiento del ser humano. Decimos que es arte porque es capaz en definitiva de elevar el pensamiento y el corazón del hombre, trascender su animalidad y acercarlo a su Creador. El sufrimiento más profundo del ser humano, la fe inquebrantable de una madre, el sacrificio perfecto de un hijo, la esperanza de una vida nueva, y sobre todo el Amor en su más alta expresión. Todo cabe y emana de esa obra, ejecutada además con la más perfecta fidelidad a la realidad que cabe elaborar sobre una piedra muerta, como si la propia piedra fuera la expresión de la esperanza en la resurrección del propio artista. Sin embargo, el arte moderno, a menudo se muestra como transgresor y destructor de ese orden natural, y sirve así de plataforma de comunicación de todo concepto opuesto a dicho orden. Por tanto, es una herramienta muy útil para todos aquellos que quieren establecer su propia estructura de poder en el mundo o en cualquier forma alejar al ser su humano de su divinidad o fuente de poder, como siempre pretenden las distintas ideologías ateas. Esta obra de Dalí titulada "El rostro de la guerra" representa, al contrario de la Piedad de Miguel Angel, el terror más profundo y ancestral de la soledad humana, la pérdida de la fe puesta en los monstruos de la razón, la destrucción y muerte de la creación, y sobre todo la consecuencia del odio y la indiferencia, como antítesis del amor, en su más alta expresión que es la guerra. La Iglesia se ha valido del arte para "poder reflejar la fe y transmitirla por generaciones" por tanto, el arte es una "herramienta de poder y control social" muy antigua, incluso prohibida durante el tiempo del Antiguo Testamento dada su capacidad de conducir al hombre por caminos equivocados. Con los siglos, muchas obras artísticas sacras, han llegado a producir emociones y condicionantes humanas que ni el mismo autor pensó que podrían ocasionar en los demás, siglos después incluso de haber muerto el artista. Podría decirse que, Dios se vale de nuestras creaciones (o visiones de él) para llegar hasta los lugares y tiempos que escapan de nuestra sencilla imaginación, como muestra por ejemplo una de las más importantes obras de arte sacro realizada por Velazquez: La Coronación de la Virgen, que refleja la más alta aspiración humana de entronización celestial, nada menos que en la figura de la mujer, siglos antes de la aparición del feminismo. Ni el más furibundo feminista podría concebir pretensión semejante, dicho sea de paso. No obstante todo, el arte sigue siendo lo que es, a pesar de que haya artistas que se empeñen hoy en llevar a su público por auténticos despeñaderos conceptuales. Sigue habiendo artístas hoy que, a pesar de que los cánones artísticos de nuestro tiempo no sean los del Renacimiento que expresaba Miguel Ángel, por estar más condicionados por la realidad destructiva del S.XX y la incertidumbre siempre abundante de un mundo liberal sin otro relato común que el darwinismo, sin embargo también como entonces tratan de ejecutar, según los cánones actuales, ese mismo acto creativo que acerca al hombre a Dios y le mueve a la reflexión sobre su cercanía con el creador. A continuación rescato un artículo del pasado año donde se habla de tres artistas contemporáneas que hacen arte religioso, según los cánones actuales: La pregunta entonces sería, ¿Sigue siendo el arte sacro, creación y expresión de lo sagrado? ¿Es precisamente esa la función del arte, conectar al hombre con Dios, es decir, con la perfección del ser? De ser así, cada obra capaz de conectar un alma con el Creador, podría ser considerada arte en su más alta definición. E igualmente, todo aquello que por el contrario busca privar al hombre de su filiación divina, podría considerarse anti-arte o arte destructor, independientemente de la época o situación en la que se produzca.
  2. 10 puntos
    Con respecto a lo que discutíais sobre la deportación los inmigrantes que delinquen, para mí la conclusión es clara: El principio existe y es correcto, sin embargo se aplica de manera demasiado laxa. Lo mismo con la obligación que tienen los parados de asistir a cursos y a coger los trabajos que les den. De hecho, ése es muchas veces mi problema con el actual estado de cosas y con el sistema llamado "Estado del bienestar". Los principios son algunas veces correctos, pero se aplican con demasiada indulgencia y laxitud. Eso provoca problemas sociales varios como la proliferación de delincuentes y caraduras -inmigrantes o autóctonos- que no quieren trabajar y pretenden vivir del esfuerzo de los demás. También provoca un sesgo según el cual parece que se premia la holgazanería y se castiga el trabajo duro. Aparte de eso, el tema de la inmigración tiene sin duda una importante dimensión teológica. Es como si Dios hubiera permitido la inmigración caótica, desordenada y trágica que presenciamos hoy, precisamente para señalar de manera clara a la humanidad que no puede renunciar al deber sagrado de la procreación (y otros). La inmigración ha cambiado el rostro de muchas ciudades europeas y de ésta manera le indica claramente al europeo, occidental, que busque la raíz del problema, diciéndole que está enfermo a través de un síntoma evidentísimo. Según esta interpretación (no sé si válida a la luz de lo que nos enseña la Iglesia) la inmigración no sería un castigo divino, mas al contrario, pues revela un mal que de otro modo quedaría oculto. Es evidente, por tanto, que la respuesta identitaria al problema es completamente errada, pues pretende acabar con una enfermedad atajando un mero síntoma. La respuesta izquierdista es, por su parte, también errada, por inexistente. La mayoría de izquierdistas se hallan en una postura que consiste en una negación infantil de cualquier problema derivado de la inmigración en su forma actual, así como del origen de ésta. Por otro lado, debido a sus esquemas marxistas, asocian de manera simplista "inmigrante" con "oprimido" y, por lo tanto, con "bueno". Por lo que a mí me interesa, me parece que ni la izquierda ni la derecha van en el sentido constructivo y razonable en el que deberían ir: La búsqueda de la asimilación y la convivencia. La izquierda por azuzar los resentimientos (una especie de "lucha de clases" reeditada en "lucha de razas") y la derecha por ahondar severamente en esa propuesta de confrontación. Un lado y otro parecen tender, cada uno a su modo, a la sectorialización y a la confrontación. Sin embargo, reconozco que sí existen ciertas tendencias constructivas entre algunas personas "derechistas": Hace unos días veía una entrevista que hicieron a Marine Le Pen en la televisión francesa en la que afirmaba estar en contra de las clasificaciones étnicas al estilo USAno y defendió la idea de la unión de todos los franceses (independientemente de su origen) bajo los principios de su República, lo cual le aplaudo. El problema es que no me parece coherente con otras actuaciones de su partido ni con las ideas de sus bases y, por lo demás, se queda en un brindis al Sol viendo lo grave que es el problema de la "guetización" en Francia*. *recuerdo una ocasión en la que me encontraba en un tren, que circulaba por las afueras de una gran ciudad francesa, en el que yo era el único blanco (literalmente) dentro de un vagón lleno a rebosar. Y no es una situación en absoluto inusual allí.
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