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Mostrando el contenido mejor valorado el 20/08/19 en Contenidos

  1. 110 puntos
    Creo que sería bueno elaborar un listado de las xenofilias que circulan en España al objeto de catalogarlas y estudiarlas, quizá por separado en hilos específicos. Estas xenofilias pueden ser ligeramente inocuas o pueden dar lugar a la constitución de una especie de quinta columna que trabaje, consciente o inconscientemente, para los intereses de una nación extranjera. Esas naciones extranjeras conocen la utilidad de esos sentimientos y por ello dedican recursos para promoverlos y para capitalizarlos en su provecho. FRANCOFILIA Es quizá la más antigua de todas las xenofilias. Desde la Ilustración y la Revolución Francesa, gran parte de la opinión española gira en torno al país vecino. Tiene gran incidencia en los partidos liberales, especialmente en los de cuño más radical, que hacen gala de republicanismo, laicismo, anticlericalismo, etc. El posmodernismo ha influido mucho en la extrema izquierda. Pero, a mi juicio, Francia ha tenido también gran influencia sobre la extrema derecha. En algunos sectores del tradicionalismo se advierte una importante influencia de los legitimistas franceses y de otros sectores contrarrevolucionarios menos santos. De Francia viene la Revolución, pero también la reacción contra esa revolución, con lo que hasta cierto punto es normal esa influencia. Durante la Segunda República, los tradicionalistas no carlistas se agruparon en Acción Española, que era un calco, hasta en el nombre, de la Acción Francesa. En el ámbito religioso, quizá se ha prestado demasiada atención a la espiritualidad católica que venía de Francia y a fenómenos como el de la FSSPX, mientras que se desdeñaron fenómenos más genuinamente españoles como la Hermandad Sacerdotal Española, también tradicionalista pero que no cuestionaba tanto la autoridad papal. Otras dos influencias, éstas claramente perniciosas, se extienden desde Francia a la extrema derecha española: por un lado, la derecha que juega con el gnosticismo y el ocultismo, cuyo exponente más conocido sería Guénon; por otro, la famosa Nueva Derecha y algunos precedentes como Gobineau, aunque yo diría que estos últimos en realidad constituyen el Partido Alemán en Francia. ANGLOFILIA La distingo de la americanofilia aunque con frecuencia se dan juntas. La anglofilia afecta también al liberalismo español, pero más bien a los sectores conservadores, a diferencia de la francofilia, que afectaba a los sectores más progresistas. De siempre ha habido en España un sector conservador que simpatiza con la flema y con el clasismo típicamente británicos. También hay anglofilia en la extrema derecha: unos, por racismo, admiran el tratamiento que los británicos dieron a los habitantes de sus colonias, lo mismo que admiran fenómenos británicos como el de las tribus urbanas, especialmente el de los cabezas rapadas y los ultras futboleros. Otros, desde un punto de vista católico, le prestan una excesiva atención a Chesterton y al Movimiento de Oxford. De repente, parece que dentro del pensamiento católico no existan más que Chesterton, Belloc, Evelyn Waugh, C. S. Lewis y el Cardenal Newman. Algunos llegan a cabrearse si la Iglesia no beatifica a Chesterton y lo tienen todo el día en los labios. Soy un apasionado lector de Chesterton, y de hecho tengo previsto traer al foro algunos de sus artículos menos conocidos, pero me parece un poco desmedido ese culto a Chesterton y a los intelectuales ingleses que se da en el catolicismo español. Sobra decir que hay una anglofilia transversal que se manifiesta en el uso constante del inglés y en su defensa como lengua vehicular en la escuela. AMERICANOFILIA Se puede dar en conjunción con la anterior filia o por separado. Inicialmente era la izquierda la que sentía mayor admiración por los Estados Unidos, la más importante república moderna y también fuente de toda clase de movimientos utópicos que a veces se plasmaban en comunas, con una libertad de costumbres sin igual. No en vano, Estados Unidos se constituyó inicialmente con toda suerte de herejes que no tenían hueco en Europa. Aunque ha decaído esta admiración por Yanquilandia, por su enfrentamiento con Rusia, la izquierda sigue importando buena parte de su ideario de los Estados Unidos. La derecha era radicalmente antiyanqui: veía en Estados Unidos el gran enemigo de Hispanoamérica y el que nos usurpó los últimos restos del Imperio, pero también veía en este país el gran coloso de la modernidad inhumana, junto a Rusia. A partir de 1953, y quizá desde unos años antes, la derecha va abandonando esta animadversión contra Estados Unidos. Influye el giro de Franco, pero también la inundación de películas americanas y el hecho de que este país se promocione como el gran bastión contra el comunismo. La americanofilia también alcanza a la extrema derecha: en Estados Unidos hay toda suerte de chiflados racistas en los que encuentran inspiración. Admiran a Reagan; admiran a los vaqueros que lo solucionan todo a tiros (Hollywood marca la pauta); admiran la Segunda Enmienda y el ideal libertario; admiran el Sur racista y esclavista; y admiran a la masonería sana del KKK. Lo mismo que en la extrema izquierda, esta americanofilia no es incompatible con encendidas declaraciones verbales contra el imperialismo yanqui; en cuanto se despistan, empiezan a mascullar chulerías sacadas de la película de El Sargento de Hierro, te sueltan frases completas en inglés o se cuadran ante la bandera sudista. El subconsciente les delata. Es quizá la más fuerte de todas las filias. De alguna manera, la política española gira en torno a la política americana. También el imaginario popular. Y la hegemonía de la cultura anglosajona viene de EEUU más que de Inglaterra. GERMANOFILIA Para la izquierda, Alemania siempre fue el país prometido del progresismo. Es verdad que en Alemania se gobernaba a base de taconazos, pero de ahí también venían el ecologismo, el nudismo, el vegetarianismo, el neopaganismo, la admiración por la India y tantas otras cosas que hoy son seña de identidad de la izquierda más lunática. También viene de Alemania la rebelión contra la Iglesia romana y una filosofía que se utiliza como ariete contra el cristianismo. Marx y Nietzsche son los grandes heraldos de la modernidad sin Cristo. Esta admiración progresista por Alemania se nubla un poco con la Segunda Guerra Mundial, sobre todo después de la ruptura del pacto Molotov-Ribbentrop, pero a día de hoy sigue fuerte. Porque gran parte de los libros de cabecera de la izquierda se escribieron originalmente en alemán. La izquierda sería impensable sin Alemania. Hay también una germanofilia de derechas y otra de extrema derecha. La de la derecha se manifiesta en una admiración por la destreza técnica, la laboriosidad, la supuesta moralidad superior y la capacidad de progreso del pueblo alemán, frente a una supuesta incapacidad de los pueblos latinos. La admiración llega al punto de que basta anunciar un producto como alemán para que tenga éxito. La germanofilia de extrema derecha añade a lo anterior una admiración rendida por la raza aria, de la que los alemanes serían sus más genuinos representantes, por el militarismo prusiano, por el materialismo biológico, por el darwinismo social y por la eugenesia. Estos últimos tres aspectos también eran compartidos abiertamente por la extrema izquierda. Y en el fondo los siguen compartiendo, aunque más soterradamente porque ahora se asocian en el imaginario colectivo con el nazismo. La cultura pop está llena de guiños a Alemania y al nazismo. Muchos grupos de rock, desde los Rolling Stones a los Led Zeppelin, han usado símbolos nazis como provocación estudiada. Hay multitud de foros y asociaciones que están dedicados al estudio de la Segunda Guerra Mundial, con especial énfasis en Alemania. Teóricamente estudian toda la guerra, pero se centran obsesivamente en Alemania y se saben hasta el más pequeño detalle de los uniformes. Aunque este estudio se haga desde presupuestos izquierdistas o neutros, hay en esta corriente una secreta admiración hacia Alemania, hacia sus valores estéticos y hacia sus supuestas virtudes guerreras. Considero esta filia de las más preocupantes, sobre todo porque no se ha estudiado y ni siquiera se llega a reconocer su existencia. RUSOFILIA Inicialmente es la izquierda la que rinde culto a este país a raíz de la Revolución de 1917. Rusia se convierte en la patria de la izquierda, aunque sin abandonar del todo su admiración por Francia y por Alemania. Cerca de la Segunda Guerra Mundial y, en contraste con el comunismo soviético, cierta derecha manifiesta destellos de admiración por la antigua Rusia zarista. Pero estos destellos son relativamente raros y siempre hay una derecha que recuerda que los zares eran también bastante bárbaros. Caída la URSS y llegado al poder Putin, la izquierda sigue manteniendo la admiración por Rusia. Aunque Putin se presente a veces como un conservador y su régimen sea capitalista, la izquierda sigue viendo en Rusia un país que se contrapone al imperialismo yanqui y a todo lo que detestan. Sin que la izquierda haya abandonando esta antigua simpatía, desde la llegada al poder de Putin se produce un fenómeno inesperado: la extrema derecha se hace rusófila, tanto o más que la izquierda. El fenómeno es mucho más visible a partir de 2010. De repente, en la derecha se habla mucho de de los zares, de Dostoyevski, de Bizancio, de la Tercera Roma, de Eurasia, de los rusos blancos que apoyaron al bando nacional en la Guerra Civil (aunque la mitad se pasó al bando rojo), de las bondades de la iglesia ortodoxa, del hondo conservadurismo cristiano que viene del Este y que será la salvación de Occidente. No faltan quienes dentro de la derecha revisan su concepción historiográfica de la URSS y le adjudican un papel muy positivo. Lo esquizofrénico de este cambio indica hasta qué punto la rusofilia es una corriente irracional que ha arraigado con fuerza en la derecha. Al final quienes más se destacan en la rusofilia son los sectores más extremos del arco político, aunque no faltan rusófilos en los sectores intermedios. Considero esta filia bastante preocupante en la medida que no es reconocida ni abordada. FILIAS CULTURALES En este apartado no hablo de países concretos sino de culturas dispersas que tienen legiones de admiradores. Por un lado, existe un orientalismo que se puede manifestar en una admiración o querencia por la cultura musulmana, por la cultura judía o por las culturas y religiones del Oriente Lejano, con especial hincapié en el hinduismo y el budismo. Considero mucho más grave este último tipo de orientalismo, pues gran parte del pensamiento débil del actual Occidente se inspira en él y nadie lo combate. Por otro lado, se da una eslavofilia de corte conservador que se manifiesta en admiración por los países eslavos que, como Polonia, se resisten a los embates de la modernidad (supuestamente). Cursa generalmente con rusofilia asociada, aunque lo más habitual es que, en caso de conflicto entre la eslavofilia y la rusofilia, se opte por esta última. Para una parte de la derecha los eslavos serían como los nuevos arios. Y finalmente un nordicismo, que conjuga muy bien con la germanofilia y que se manifiesta en una admiración por todos los países del norte de Europa, por sus progresos técnicos y morales, y por sus virtudes raciales, en contraposición con el supuesto atraso de los países del sur, latinos o mediterráneos. FILIAS PINTORESCAS O MENORES Derechistas de corte libertario, al estilo Anxo Quintana, que ven en Suiza el país ideal. Jóvenes adictos a internet que están obsesionado con la cultura japonesa. Fanáticos desmelenados de Hungría a causa de Víktor Orbán. Cierta admiración por el Imperio austrohúngaro que, en lo que tenga de compatible con el Imperio español, no me parece mal. Admiración por Irán o por China derivada de la rusofilia geopolítica. Admiración por Israel como vanguardia antimusulmana y, como contrapunto en la izquierda, cierta obsesión por la causa palestina. Periódicamente surgen corrientes de admiración hacia países a los que se presenta como modélicos en algún aspecto (Islandia, etc.) CARÁCTER NO EXCLUSIVO DE LAS FILIAS Se da el caso de personas que cultivan una única filia. Pero lo más habitual es que se den varias filias en el mismo sujeto. Un caso corriente podría ser el de un militante ultraderechista que lleva imaginería del Tercer Reich al tiempo que ondea una bandera rusa y porta una pancarta con algún lema en inglés. Un caso más concreto sería el de César Vidal: ha hecho de su vida una defensa de Alemania y de la aberración protestante; pero lo mismo se fotografía con el sombrero de cowboy y la bandera sudista que con el típico gorro ruso, como muestra de su admiración por estas dos naciones y de su profundo desprecio por España. Los que antecede es un resumen de las xenofilias que vengo captando en las últimas décadas. Puede que la enumeración no sea exhaustiva y puede que las descripciones de las filias no sean las más adecuadas. He dedicado tiempo a meditar sobre el tema, pero quizá no el suficiente, y por otra parte no he encontrado libros que aborden esta cuestión de forma monográfica, con lo que voy un poco a tientas. Por ello, no dudéis en rectificar los puntos que consideréis desacertados o en añadir los que falten. Abramos el debate. Una vez que delimitemos las filias, se pueden estudiar concienzudamente por separado, en hilos monográficos.
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