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HIstorial de publicaciones de Pius

  1. Coincido, el problema reside en que tales noticias se esparcen a través de diarios « católicos» contaminando el pensamiento de católicos con buena Fe que tales diarios.
  2. Pius

    Elecciones generales de Italia del 2018 [4/3/2018]

    Así es. Se ha mostrado a favor del Estado de Israel afirmando que « Israel es nuestro modelo» mostrándose de tal forma a favor de los abominables crímenes que ha cometido y comete el Estado de Israel no solo contra los mahometanos sino también contra los cristianos que en Palestina representan una parte importante de la población y cuyo enemigo principal es el judaísmo y sus acólitos como el cínico de Salvini que luego se arroga en hablar de « defensa de la Civilización Occidental». [He aquí el enlace sobre las palabras de Salvini entorno a Israel]. Además de esto, la Lega Norte que ahora se hace llamar Lega ha estado dando un apoyo político a los separatistas de manera reiterada: Ante esto, la prensa «Alt Right »se ha encargado en esparcir el rumor de que Matteo Salvini abandonó el separatismo por el «autonomismo» [buen malabarismo]. Si Salvini llegase como Primer Ministro debido a que Silvio Berlusconi no puede serlo [por el momento] el separatismo tendría un nuevo «aliado» en el escenario europeo.
  3. Pius

    «El Fascio»

    «Qué son las JONS» por Ramiro Ledesma Ramos. Publicado en «El Fascio» el 16 de marzo del 1933. Número 1, página 14 y 15. _________________________________________ QUÉ SON LAS JONS Los orígenes. Fe política militante. La maravilla y el orgullo de ser españoles. Lo primero, la acción. Buscamos haces, juntas. Al servicio de una mística de juventud y de violencia. Imperio y pan. La glorificación de las masas. ¡Viva España! He aquí la conversación con Ramiro Ledesma Ramos: «Localice usted el nacimiento y creación de las Juntas de Ofensiva Nacionalsindicalista en la hora misma en que suspendió su publicación «La Conquista del Estado», víctima del rigor policiaco de Galarza, y tanto como eso, de la atmósfera de entontecimiento demoliberal que se respiraba en España –derecha, izquierda y centro– hasta hace unos meses. «La Conquista del Estado» desapareció hace ya un año y medio; pero sus veinticinco números denunciaron antes que nadie toda la mentira, toda la ineficacia, toda la candidez y todo el peligro de desviación y hasta de traición nacional que representaban aquellos pobres principios decimonónicos de las jornadas abrileñas. Y no era eso oposición a la República, como tal. No. Pues ante nuestra vista estaba bien cercano el pobrísimo impulso y el fracaso terminante de la Monarquía. Era otra cosa: teníamos sentido nacional español, ansia de servicios eficaces a la cultura y a la tierra que constituían nuestro ser de españoles; sabíamos quién era el enemigo –las organizaciones marxistas, poderosas y violentas–, y nos creíamos, por último, en posesión de las técnicas más precisas para debilitarlo.» «Y entonces, abrazados a una interpretación militante de nuestra fe política, dimos paso a las JONS, donde, repito, los grupos de jóvenes lectores que se habían adherido a la consigna de resurgimiento nacional propagada en nuestro periódico, colaboraron durante un año en una tarea silenciosa y resignada, con perfecta cohesión y disciplina. Nos sostenía un espíritu vigilante, seguros de que muy pronto el pueblo español sentiría la necesidad de defender a la desesperada su derecho a una Patria y a una cultura que él mismo había creado. Pues la presencia angustiosa de tres realidades, de tres amenazas, como son: los separatismos roedores de la Unidad, la ola marxista antinacional y bárbara operando en nuestro suelo; la ruina económica y el paro constituyen peligro suficiente para que la gran mayoría de los españoles, o por lo menos la minoría más heroica, tenaz y responsable, aceptasen el compromiso de una acción política encaminada a recuperar la fortaleza de la Patria y la prosperidad económica del pueblo.» «No hay política, eficacia política, sin acción. No interesa tanto a las JONS atraer millones de españoles a sus banderas como organizar cientos de miles en un haz de voluntades, con una disciplina y una meta inexorable que atrapar. El nombre mismo de nuestros grupos, las Juntas señala la primera preocupación del partido, la de promover a categoría activa, militante, el mero existir pasivo y frío que caracteriza hoy la intervención política del pueblo.» «Sí. Delimitamos, por ahora, el sector de nuestras propagandas. Sabemos que el espíritu y la táctica de las JONS, es decir, sus ideas y su estilo de acción, sólo puede ser aceptado por la juventud española universitaria y obrera. Esto es, hijos de burgueses y proletariado joven, unidos en dos logros supremos: el resurgimiento de la grandeza y dignidad de España y la elaboración de una economía nacional, de sentido sindicalista, corporativo, sin lucha de clases ni marxismo. Sólo la juventud sabe que las instituciones y procedimientos que sirven de base al Estado liberal-burgués son una ruina en nuestro siglo, capaces tan sólo de despertar la adhesión y el entusiasmo de las gentes viejas. Y sólo ella sabe también que no hay licitud política alguna a extramuros de una idea nacional indiscutible, irrevisable, y que para mantener en su más firme pureza esa fe nacional, ese sentimiento de la Patria, es hoy necesario formar en unas filas uniformadas y violentas que contrarresten y detengan las calidades temibles del enemigo rojo.» «En efecto: imperio y pan. No hay grandeza nacional y dignidad nacional sin estas dos cosas: un papel que realizar en el mundo, en la pugna de culturas, razas y regiones que caracteriza el vivir humano del planeta; un pueblo satisfecho, de coma y alcance, un nivel de vida superior, o, por lo menos, igual que el de otras naciones y países. Pero hay más. Si la economía nacional ha de ser próspera, es decir, lo necesariamente rica para asegurar el esplendor vital del pueblo, el primer factor es el de tener como base una pujanza y una fortaleza nacionales, una capacidad productora y un optimismo creador, imperial, que sólo consiguen y atrapan los pueblos que aparecen en la historia formados apretadamente en torno a la bandera de su Patria. Por ejemplo, la España del siglo XVI. Y hoy, el fascismo italiano.» «Nada es hoy posible sin un orden, una disciplina y una colaboración activísima de las masas. Quien rechace o prescinda de las masas como de algo molesto y negativo está fuera del espíritu español de nuestro siglo, de la realidad que ahora vivimos. Las JONS aceptan, acogen y comprenden en su verdadera significación esa especie de glorificación de las masas a que asistimos hoy. Y por ello creemos que la única garantía de que pueda lograrse en España un orden permanente, una fecunda disciplina española, es aceptar, o más aún, reclamar la presencia palpitante del pueblo, de las masas españolas. Demostraremos al marxismo que no nos asustan las masas, porque son nuestras. Es, pues, tarea del partido, primera justificación del partido, el encontrar los moldes, los perfiles recios, durables y auténticos sobre que volcar la colaboración, efusividad y fuerza creadora del pueblo español. El marxismo encrespa las masas e inutiliza su carácter de españolas, movilizándolas bajo consignas negativas y rabiosas. Las hace bárbaras, insolidarias y hasta criminales. Al contrario de eso, las JONS intentarán ofrecer, aclarar y señalar a las masas hispánicas cuál es la ruta del pan; es decir, de la prosperidad y del honor; esto es, de su salvación como hombres libres y como españoles libres. Sabemos bien que sólo será libre el pueblo español cuando recobre su ser, su coraje y su fuerza –que viene negando o desconociendo desde hace dos siglos– y proyecte todo eso sobre el cerco enemigo que le ataca.» «Nuestra negación radical es el marxismo. Nuestra afirmación primera, la grandeza y dignidad de España. Claro que estos dos afanes pueden compartirlos asimismo –en la letra, no en el espíritu– los sectores burgueses de izquierda; pero las JONS saben bien que sólo coronando esos propósitos con una política de sacrificio y de violencia, de realidad nacional y no de farsa parlamentaria, de heroísmo en la calle popular frente a los rojos, pueden ser obtenidos rotundamente. Esperamos, pues, la adhesión inmediata de esas juventudes burguesas de izquierda, ilusionadas hasta ahora por los mitos del siglo XIX, ingenuos, candorosos, y lo que es peor, ineficaces y blandos ante el enemigo.» «Las JONS constituyen, puede decirse, un partido contra los partidos. No admitimos como lícitos en política otros móviles que los de índole nacional. España va a la deriva, gobernada por el egoísmo de los partidos, que hacen jirones la unanimidad histórica de España, su capacidad de independencia y sus defensas esenciales. Queremos el partido único, formado por españoles sin calificativo alguno derrotista, que interprete por sí los intereses morales, históricos y económicos de nuestra Patria. Queremos la dictadura transitoria de ese partido nacional, forjado, claro es, en la lucha y asistido activamente por las masas representativas de España. ¡¡Dictadura nacional frente a la dictadura del proletariado que propugnan los rojos y frente a los desmanes de la plutocracia capitalista!! Hasta conseguir las nuevas instituciones, el nuevo orden español, el nuevo Estado nacional de España. Nada nos liga a la España liberal y blanducha anterior al 14 de abril. Nada nos impide, pues, comenzar nuestro camino desde esta situación republicana que hoy existe. Pero, repito, la historia de España es gloriosa, formidable. Algunos de sus Reyes, magníficos jerarcas, geniales creadores de alma nacional, y de ellos estamos orgullosos ante el mundo. Ahora bien: hoy España, el pueblo español, vive una forma republicana de gobierno, y las JONS declaran que se librarán mucho de aconsejar al pueblo su abandono. En todo caso, ni Monarquía ni República: el régimen nacional de las JONS, el nuevo Estado, la tercera solución que nosotros queremos y pedimos.» «Las JONS se consideran revolucionarias. Por su doble índole de partido que utiliza y propugna la acción directa y lucha por conseguir un nuevo orden, un nuevo Estado, subvirtiendo el orden y el Estado actuales. Somos, en lo económico, sindicalistas nacionales. Tenemos en nuestro programa la sindicación forzosa de productores, y desde los Sindicatos de industria a la alta Corporación de productores –capital y trabajo–, una jerarquía de organismos nacionales garantizará a todos los legítimos intereses económicos sus rotundos derechos. Otra cosa es en nuestra época caos, convulsión, ruina de los capitales y hambre del pueblo. Sólo nosotros, nuestro sindicalismo nacional, puede hacer frente a todo eso, aniquilando la lucha de clases y la anarquía económica.» «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España. Pero quede bien claro que las JONS aceptan muy poco, se sienten muy poco solidarias de la actuación política de los partidos católicos que hoy existen en España. Viven éstos apartados de la realidad mundial, y al indicar como metas aceptables las conquistas y los equilibrios belgas, denuncian un empequeñecimiento intolerable de sus afanes propiamente nacionales, españoles.» «Sí. ¡Viva España! Vamos a airear este grito, haciendo que las masas lo hagan resonar con orgullo. Una de las más tristes cosas, de tantas cosas tristes como se ofrecían a los españoles desde hace sesenta años, era esta realidad de que el grito de ¡Viva España! fuese considerado como un grito reaccionario, al que había que proscribir en nombre de Europa y del progreso. ¡Oh, malditos!»
  4. Pius

    «El Fascio»

    En este hilo dejaré publicado el número 1 [único publicado] «El Fascio». _________________________________________ El Fascio Nace esta revista bajo el signo y el nombre de EL FASCIO. Hemos querido dejar por el primer momento este nombre, que aun siendo extranjero en sus orígenes, hoy se ha universalizado y constituye un punto de referencia internacional. Al fin y al cabo, el «Fascio» es el haz de vergas con el hacha lictoria, de que se servía Roma para ir fundando y consolidando su «Pax Romana», el «orbis romanus», la primera Europa unida y civilizada de nuestra historia. Todo el mundo sabe instintivamente lo que quiere representar este signo salvador frente a otros disolventes. Frente a la «Hoz y el Martillo» del comunismo y frente al «Triángulo y el Compás» de la masonería. Nosotros aspiramos desde esta revista a informar a nuestro pueblo, a propagar a nuestro pueblo lo que el «Fascio» es como doctrina, como política, como acción y como salvación del mundo. Y sobre todo, como salvación de España frente a todos los peligros disolventes que amenazan aplastarla. El «Fascio» en español significa «Haz», que es una palabra popular, campesina e histórica. Pues va desde la gavilla de espigas –desde el pan nuestro de cada día– hasta el «haz» simbólico de «flechas» con que nuestros Reyes Católicos hicieron la unidad de España en el Renacimiento. Cuando nuestros lectores se hayan familiarizado con el contenido de EL FASCIO no habrá inconveniente en nacionalizar esta palabra y emplear la nuestra castiza de «Haz». «Haz» significará, no sólo el agruparse los genuinos españoles en Juntas de ofensa y defensa contra los enemigos de España. Significará también el imperativo que más necesita el español: el imperativo de «hacer». «¡Haz!»
  5. Pius

    «El Fascio»

    «El sentido social del fascismo» por Ernesto Giménez Caballero. Publicado en «El Fascio» el 16 de marzo del 1933. Número 1, página 10. _________________________________________ Hasta ahora que ha llegado la República a España, para seguir despertando a España –tras el clarinazo de la Dictadura– de una modorra casi secular, ha sido difícil y peligroso hablar en serio del Fascismo entre nosotros. Los interesados en mantener el equívoco –y son muchos en España– habían hecho creer a las buenas gentes que el Fascismo significaba algo negativo, reaccionario, capitalista, monárquico, clerical y tiránico del pueblo. Habían hecho creer a nuestras buenas gentes –y son muchas en España– que el Fascismo era algo así como un pronunciamiento a lo siglo XIX. * * * Pero las cosas se han precipitado de tal modo que en el ambiente español –y en el ambiente europeo– que la palabra «Fascismo» va teniendo un nuevo sentido, un nuevo sentido salvador, positivo, social y universal. Hoy Europa –y el mundo– están divididos en tres campos de lucha: el «campo comunista», que desea arrasar con su avalancha, oriental y bárbara, toda una civilización secular, hecha entre lágrimas, heroísmos y sangre; el «campo liberal socialdemócrata», que con sus anticuados órganos de Gobierno (Parlamento, sufragio universal) quiere por un lado contener inútilmente el cataclismo, y por otro, instaurar un iluso equilibrio de fuerzas sociales, a base del mito de «la libertad individual». Y por último, el «campo fascista», que aceptando las masas sociales y los procedimientos de acción directa propios del comunismo, salva con ellos cierta autonomía individual, salva esencias imponderables de la civilización europea, y organiza de nuevo el mundo en una paz equilibrada, en una armonía de Capital y de Trabajo, en un sentido corporativo del Estado. * * * Frente al «Comunismo», que todo lo quiere para la «Masa» («todo el poder para el Soviet»), y frente al «Liberalismo», que todo lo quiere para el «individuo», llega el «Fascismo», para integrar estos dos factores en un único cuerpo o «Corporación». La derecha y la izquierda sirven en el Fascismo a un solo cuerpo: «el Estado.» Lo mismo que en el hombre, la derecha y la izquierda le sirven para la lucha del cuerpo y del alma. Roma, otra vez en la historia, ha resuelto la gran ecuación social. Como en tiempos de César, de San Pablo, de Constantino, de San Agustín, de Santo Tomás, de Campanella, de San Ignacio. Mussolini tiene ese sentido profundo en la nueva historia del mundo. Siendo socialista, marxista, aportó en su movimiento el «genio de Oriente», comunista, y admitió las masas al Poder. Pero siendo también europeo, aceptó la función de la «iniciativa privada», del capital, y la libertad, para que las masas pudieran moverse. Es hora ya de decir que el Fascismo, consecuencia de la Revolución rusa, es el triunfo de lo social: nacionalizado, universalizado, racionalizado. Ni Oriente ni Occidente, sino lo universal, lo ecuménico. Ni Moscú ni Ginebra: Roma. Por eso los que visitan Italia, tras diez años de este régimen tan nuevo y tan antiguo, tan moderno y tan tradicional, observan que el secreto y el sentido del Fascismo es «fundamentalmente social». El Capital no ha sido aplastado por la Masa. Sino controlado por el Estado, para que sirva a la Masa, a los humildes. El trabajador en el régimen fascista, lo es todo. Es el auténtico régimen de los «trabajadores». Los trabajadores en el Fascismo han ascendido a primera clase social. Todo está en el Fascismo, en vista de la producción nacional. Y el trabajador, ascendido a primate histórico, ha dejado de ser proletario. Y es patriota, y es espiritual, y siente ansias nobles de expansión y de dominio, de gloria. * * * La Historia se repite porque es siempre la misma. Antiguamente se decía: «Todos los caminos llevan a Roma.» Hoy lo podemos repetir. Sobre todo, los pueblos que nacimos del genio romano. Y es porque Roma, con el Fascismo, ha encontrado de nuevo la «solución de la Historia», la salvación de Europa, el «sentido de lo social».
  6. Pius

    «El Fascio»

    «Haz y yugo» por Rafael Sánchez Mazas. Publicado en «El Fascio» el 16 de marzo del 1933. Número 1, página 8. _________________________________________ Ante la torre casi derruida de Castellamare, en Palermo, una fina puerta de arco rebajado, hermana de las de Toledo y Alcalá, sostiene las armas reales. El sol de mediodía da, como en el rostro de un cuadrante solar, en el viejo escudo de España. Sobre el intenso azul del mar, aquietado en el cerco de oro de los montes, flotan, como pétalos en una copa, las embarcaciones pintadas a la antigua, de colores claros. Bajo las nubes blancas, que desunen ya de su cortejo matinal de bodas, el escudo del Rey Fernando y de la Reina Isabel casi brilla en el mármol donde fue sobriamente inciso sin escarolados follajes. A los flancos lleva esculpidos –invención de Antonio Nebrija– el yugo del buey y el haz de flechas. ¡Escudos españoles de Sicilia! Ellos dicen que tuvimos alguna parte en la idea humana, virgiliana, clásica y cristiana del Imperio. Se quiso defender con ellos una unicidad, una civilización, una religión, una cultura, una católica y romana pastoral de los Cárpatos a los Andes, un concierto de pueblos superiores... Ellos dicen cómo supimos continuar el discurso milenario de las armas y de las letras, cómo invocamos, hasta donde nos fue posible, en la larga pelea, el socorro de las musas; cómo dimos nuestra odisea de ultramar y nuestra Edad de Oro; cómo ensayamos no sólo humillar y oprimir a los pueblos –según se nos reprocha–, sino también establecer una cooperación más elevada, inteligente y generosa que la que existe ahora. Hicimos un esfuerzo por establecer una Monarquía universal, por hacer copartícipes a los pueblos en una jerarquía de las mejores... Quisimos una paz y unidad en la religión, en la cultura, en el heroísmo. Aquí, a la tierra de Sicilia, antes que con el de las columnas del Plus Ultra, vinimos con aquel otro escudo. Trajimos, entre un yugo y un haz de flechas, los cuarteles de la nacional dinastía. Cantaba sus Geórgicas con el yugo y cantaba su Eneida con el haz. Más que ningún otro blasón se acomodaba éste a la sencillez, al consejo de Hesiodo, a la modestia, a la fuerte y templada dignidad de Itaca y de Castilla, al griego de Homero como a los latines de Isidoro y al romance de Garcilaso y de Fray Luis. Nunca tuvimos otro escudo mejor. Con su haz de flechas y su yugo arcaico él hacía pensar en la patria romana, «rica de cosechas y de héroes», que Virgilio había cantado. Así volvía, en el escudo virgiliano de la Reina Isabel, aquel equilibrio de la pastoral y de la epopeya que pasa todavía como un sueño dorado de Cervantes. A la tierra de Cíclopes y de pastores, donde Vulcano acicalaba las armas de Aquiles y donde Minerva enseñaba a los hombres el arte de arar y de uncir los bueyes, volvía, en signos castellanos y aragoneses, el recuerdo de la lección maravillosa. En los trabajos y en los días, de España, en las mocedades de un Imperio, he aquí los símbolos sin énfasis que bastan al esfuerzo común. Significaron en sus acepciones más altas, más que predominio vanaglorioso, educación perfecta, hecha de soportar los yugos de las Ciencias y de las Artes y de afinarse en punterías y destrezas exactas de arquero. Repongamos en el escudo yugo y haz. Si el yugo sin las flechas resulta pesado, las flechas sin el yugo corren peligro de volverse demasiado voladoras. Tornemos, más que a una política, a una disciplina, a una conducta, a un estilo, a un modo de ser, a una educación. Unamos a la laboriosidad cotidiana la audacia vigilante y el ojo seguro del sagitario. Poco diría el yugo si sólo dijese: sujeción. Dice también instrumento para realizar la fatiga, ayuda piadosa, domesticidad, mansedumbre, coyunda sacramental de amor. Poco diría el haz si sólo dijese: la unión es la fuerza. Dice también que tiene en ligadura presta a soltarse alas de pluma y aguijones de acero. ¡Escudo virgiliano de la Reina Isabel! Haznos volar, aguijonear, arar, tender el arco en afinada puntería, espolear la yunta y el vuelo, tener una conciencia diaria del surco y de la trayectoria. Entre el yugo del buey y el haz de flechas tú podrías volverte nuestro cuadrante, en espera del Mediodía. Rafael Sánchez Mazas (Fragmento de una conferencia dada en Santander y publicada por el Boletín de la «Biblioteca Menéndez y Pelayo» en 1927.)
  7. Pius

    «El Fascio»

    «La Camisa Negra» por Juan Aparicio. Publicado en «El Fascio» el 16 de marzo del 1933. Número 1, página 8. _________________________________________ En las horas maduras de 1915 algún joven español perplejo hubo de preguntarse su futuro. Entonces iba Italia a seguir a D'Annunzio; al tuberculoso Corridoni; a Mussolini, el socialista. Una sangre popular y noble empapaba el hálito de la nación. La antigua sangre garibaldina de Bruno Garibaldi, el voluntario muerto en el frente francés, era un ansia de guerra, un alarido de venganza. La multitud legendaria y exasperada ondeó por el foro romano la camisa del héroe. La roja camisa de la unidad y luego del martirio. Cada mártir traía un testimonio de virtudes y una pasión de ejemplos para la Europa endomingada de la neutralidad. Esa Europa cobarde de los mercachifles y el marxismo, cuyo pecado fue ofrecer a la pugna sacra y varonil del mundo, o su pedantería derrotista, o se negocio infame. El español sin zoco ni materialismo histórico, el español ingenuo y genuino de una tradición de contiendas civiles y universales, ese español leía en el primer número y en la primera página, en el atrio remoto ya de una revista de 1915, un artículo preliminar de Ortega y Gasset: «La camisa roja». Era la camisa de Bruno Garibaldi, la roja camisa interventora, desplegada también aquí –dentro de ESPAÑA– por el capitán de una generación sincrónica de la italiana. (Los cincuenta años redondos de Mussolini. El medio siglo espectador del profesor Ortega.) Ortega proclamaba: «Y hoy, cuando llega la hora, ya inminente, de entrar Italia en la guerra absoluta, en la guerra definitiva, vamos a sentir con evidencia aterradora que somos una nación descamisada.» Y más adelante: «Desde el momento en que Italia apareció desintegrada de la Triple Alianza, debemos fijar en ella los ojos. Toda una nueva política comenzó entonces a ser posible. Acaso la única posible.» Detrás del trapo rojo del legionario itálico, su patria desemboca en Vittorio Veneto. Después en la negra camisa del fascismo: «la nueva política posible, la única posible.» La ambición belicosa de la revista ESPAÑA fracasaba pacíficamente. Se nos escamoteó la coyuntura del peligro, el trance del combate y de la gloria, cuando la metralla hubiera sido el mejor cirujano de hierro de Costa. La agitación de ESPAÑA se desleía en algo frígido y aséptico, como los muebles de pino inglés de la Institución Libre o el «humanismo» socialista de nuestro partido obrero. (Ante la divinidad o lo demónico, lo humano –nunca el hombre– es una cosa helada.) Quisieron el triunfo sin ganarlo, y su poca gana no pudo siquiera imponer la intervención a Dato –a Dato le asesinaron los sindicalistas–. La embestida de España frente a la tela carmesí permanecía inédita. El viejo toro ibérico era todo cuernos y resignación, cornucopia florida de Museo. Pero en abril de 1931, la gente pusilánime –ni vencedora ni vencida– del año 15 recolecta por sorpresa el Poder. Ministros son sus redactores y colaboradores: Azaña, De los Ríos, Albornoz, Domingo, Zulueta. Embajadores son Canedo, Pérez de Ayala, Araquistáin... El mismo Casares Quiroga fue el oscuro corresponsal provinciano en «A Cruña» de la revista ESPAÑA. El centenar de diputados socialistas es casi análogo en su sentido y cifra a los 156 diputados rojos de la Italia de 1920. La España neutral produce como un hongo insólito las setas venenosas de la postguerra. La historia convulsiva y explicable de quien acaba de disparar su arma –utopías marxistas, 1917-1918: Hungría, Alemania, Rusia– es la parodia hoy, entre cándida y cínica, de este país inerme, zarrapastroso, maniatado, descamisado todavía. Nosotros le ofrecemos la armadura compacta y juvenil de una camisa negra. El luto de una pena antiquísima, el porvenir de una ilusión enorme. Tendrá que pelear esta batalla la mocedad valerosa de España. Tendrá que decidirse de una vez para siempre por una guerra auténtica. Con sus cruces sobre los caídos. Y sus himnos de júbilo adelante del éxito. La trinchera fascista nos espera ansiosa. Vayamos antes que presenciemos la mascarada o la felonía de aprovecharse del fascismo, sin haberlo logrado palmo a palmo, muerto a muerto, victoria a victoria. Hasta imponer a la anarquía y a la vesania nacionales una hercúlea camisa de fuerza. Nuestra camisa negra.
  8. Pius

    «El Fascio»

    «El fascio no es un régimen esporádico» por José Antonio Primo de Rivera. Publicado en «El Fascio» el 16 de marzo del 1933. Número 1, página 4. _________________________________________ Los que, refiriéndose a Italia, creen que el fascismo está ligado a la vida de Mussolini, no saben lo que es fascismo ni se han molestado en averiguar lo que supone la organización corporativa. El Estado fascista, que debe tanto a la firme voluntad del Duce, sobrevivirá a su inspirador, porque constituye una organización inconmovible y robusta. Lo que pasó en la Dictadura española es que ella misma limitó constantemente su vida y apareció siempre, por propia voluntad, como un Gobierno de temporal cauterio. No hay, pues, que creer, no hay siquiera que pensar, que nosotros perseguimos la implantación de un nuevo ensayo dictatorial, pese a las excelencias del que conocimos. Lo que buscamos nosotros es la conquista plena y definitiva del Estado, no para unos años, sino para siempre. Los últimos partidarios de la democracia, fracasada y en crisis, procuran, con la mala intención que es de suponer y en defensa de los reductos agrietados, llevar el confusionismo al pensamiento de las gentes. Estamos aquí nosotros para impedir el engaño de todos los que no quieran dejarse engañar. Nosotros no propugnamos una dictadura que logre el calafateo del barco que se hunde, que remedie el mal una temporada y que suponga sólo una solución de continuidad en los sistemas y en las prácticas del ruinoso liberalismo. Vamos, por el contrario, a una organización nacional permanente, a un Estado fuerte, reciamente español, con un Poder ejecutivo que gobierne y una Cámara corporativa que encarne las verdaderas realidades nacionales. Que no abogamos por la transitoriedad de una dictadura, sino por el establecimento y la permanencia de un sistema. El distingo es muy importante, y no hay que olvidarlo.
  9. Pius

    «El Fascio»

    Publicado en «El Fascio» el 16 de marzo del 1933. Número 1, página 8. _________________________________________ Orientaciones Hacia un nuevo Estado Los fundamentos del Estado liberal El Estado liberal no cree en nada, ni siquiera en su destino propio, ni siquiera en sí mismo. El Estado liberal permite que todo se ponga en duda, incluso la conveniencia de que él mismo exista. Para el gobernante liberal, tan lícita es la doctrina de que el Estado debe subsistir, como la de que el Estado debe ser destruído. Es decir, que puesto a la cabeza de un Estado «hecho», no cree ni siquiera en la bondad, en la justicia, en la conveniencia del Estado ese. Tal un capitán de navío que no estuviera seguro de si es mejor la arribada o el naufragio. La actitud liberal es una manera de «tomar a broma» el propio destino; con ella es lícito encaramarse a los puestos de mando sin creer siquiera en que debe haber puestos de mando, ni sentir que obliguen a nada, ni aun a defenderlos. Sólo hay una limitación: la ley. Eso sí: puede intentarse la destrucción de todo lo existente, pero sin salirse de las formas legales. Ahora que, ¿qué es la ley? Tampoco ninguna unidad permanente; tampoco ningún concepto referido a principios constantes. La ley es la expresión de la voluntad soberana del pueblo; prácticamente, de la mayoría electoral. De ahí dos notas: Primera. La Ley –el Derecho– no se justifica para el liberalismo por su «fin», sino por su «origen». Las escuelas que persiguen como meta permanente el bien público consideran buena ley la que se pone al servicio de tal fin. Y mala ley, la promulgue quien la promulgue, la que se aparta de tal fin. La escuela democrática –y la democracia es la forma en que se siente mejor expresado el pensamiento liberal– estima que una ley es buena y legítima si ha logrado la aquiescencia de la mayoría de los sufragios, así contenga en sus preceptos las atrocidades mayores. Segunda. Lo justo para el liberalismo no es una categoría de razón, sino un producto de voluntad. No hay nada justo por sí mismo. Falta una norma de valoración a que referir, para aquilatar su justicia, cada precepto que se promulgue. Basta con recontar los votos que lo abonen. Todo ello se expresa en una sola frase: «El pueblo es soberano». Soberano; es decir, investido de la virtud de autojustificar sus decisiones. Las decisiones del pueblo son buenas por el hecho solo de ser suyas. Los teóricos del absolutismo real habían dicho: «Quod principi placuit legem habet vigorem.» Había de llegar un momento en que los teóricos de la Democracia dijeran: «Hace falta que haya en las sociedades cierta autoridad que no necesite tener razón para validar sus actos; esta autoridad no está más que en el pueblo.» Son palabras de Jurien, uno de los precursores de Rousseau. Libertad, Igualdad, Fraternidad El Estado Liberal –el Estado sin fe, encogido de hombros– escribe en el frontispicio de su templo tres bellas palabras: «Libertad, Igualdad, Fraternidad.» Pero bajo su signo no florece ninguna de las tres. La Libertad no puede vivir sino al amparo de un principio fuerte, permanente. Cuando los principios cambian con los vaivenes de la opinión, sólo hay libertad para los acordes con la mayoría. Las minorías están llamadas a sufrir y callar. Todavía bajo los tiranos medievales quedaba a las víctimas el consuelo de saberse tiranizadas. El tirano podría oprimir, pero los materialmente oprimidos no dejaban por eso de tener razón contra el tirano. Sobre las cabezas de tiranos y súbditos estaban escritas palabras eternas, que daban a cada cual su razón. Bajo el Estado democrático, no: la ley –no el Estado, sino la ley, voluntad presunta de los más– «tiene siempre razón». Así, el oprimido, sobre serlo, puede ser tachado de díscolo peligroso si moteja de injusta a la ley. Ni esa libertad le queda. Por eso ha tachado Duguit de «error nefasto» la creencia en que un pueblo ha conquistado su libertad el día mismo en que proclama el dogma de la soberanía nacional y acepta la universalidad del sufragio. ¡Cuidado –dice– con substituir el absolutismo monárquico por el absolutismo democrático! Hay que tomar contra el despotismo de las asambleas populares precauciones más enérgicas quizá que las establecidas contra el despotismo de los Reyes. «Una cosa injusta sigue siéndolo, aunque sea ordenada por el pueblo y sus representantes, igual que si hubiera sido ordenada por un Príncipe. Con el dogma de la soberanía popular hay demasiada inclinación a olvidarlo.» Así concluye la libertad bajo el imperio de las mayorías. Y la Igualdad. Por de pronto, no hay igualdad entre el partido dominante, que legisla a su gusto, y el resto de los ciudadanos, que lo soporta. Más todavía, produce el Estado liberal una desigualdad más profunda: la económica. Puestos, teóricamente, el obrero y el capitalista en la misma situación de libertad para contratar el trabajo, el obrero acaba por ser esclavizado al capitalista. Claro que éste no obliga a aquél a aceptar por la fuerza unas condiciones de trabajo; pero le sitia por hambre: le brinda unas ofertas que, en teoría, el obrero es libre de rechazar; pero si las rechaza, no come, y al cabo tiene que aceptarla. Así trajo el liberalismo la acumulación de capitales y la proletarización de masas enormes. Para defensa de los oprimidos por la tiranía económica de los poderosos hubo de ponerse en movimiento algo tan antiliberal como es el socialismo. Y por último, se rompe en pedazos la Fraternidad. Como el sistema democrático funciona sobre el régimen de mayorías, es preciso, si se quiere triunfar dentro de él, ganar la mayoría a toda costa. Cualesquiera armas son lícitas para el propósito; si con ello se logra arrancar unos votos al adversario, bien está difamarle, calumniarle y deformar de mala fe sus palabras. Para que haya minoría y mayoría tiene que haber por necesidad «división». Para disgregar al partido contrario tiene que haber por necesidad «odio». División y odio son incompatibles con la fraternidad. Y así los miembros de un mismo pueblo dejan de sentirse integrantes de un todo superior, de una alta unidad histórica que a todos los abraza. El patrio solar se convierte en mero campo de lucha, donde procuran despedazarse dos –o muchos– bandos contendientes, cada uno de los cuales recibe la consigna de una voz sectaria, mientras la voz entrañable de la tierra común, que debiera hermanarlos a todos, parece haber enmudecido. Las aspiraciones del nuevo Estado Todas las aspiraciones del nuevo Estado podrían resumirse en una palabra: «unidad». La Patria es una totalidad histórica, donde todos nos fundimos, superior a cada uno de nosotros y a cada uno de nuestros grupos. En homenaje a esa unidad han de plegarse clases e individuos. Y la construcción del Estado deberá apoyarse en estos dos principios: Primero. En cuanto a su «fin», el Estado habrá de ser instrumento puesto al servicio de aquella unidad, en la que tiene que creer. Nada que se oponga a tal entrañable, trascendente unidad, debe ser recibido como bueno, sean muchos o pocos quienes lo proclamen. Segundo. En cuanto a su «forma», el Estado no puede asentarse sobre un régimen de lucha interior, sino sobre un régimen de honda solidaridad nacional, de cooperación animosa y fraterna. La lucha de clases, la pugna enconada de partidos, son incompatibles con la misión del Estado. La edificación de una nueva política, en que ambos principios se compaginen, es la tarea que ha asignado la Historia a la generación de nuestro tiempo.
  10. Sí, así es. Entorno a la supuesta «defensa de las fronteras» de la cual hacen gala los medios entorno a Vicktor Orbán cabe decir que Hungría acogió en secreto a 1300 refugiados el año pasado, la cuota que reclamaba la Unión Europea. [He aquí el enlace]
  11. Pius

    El asturianu: ¿cerca de la oficialidad?

    Que dichas lenguas se traten de imponer y supongan una fractura es casi anecdótico en comparación con que los maliciosos políticos de los cuales están al cargo usen dichas lenguas para sustentar o alentar un nacionalismo romántico artificial. Se basan radicalmente en la tesis de Fichte de «una lengua, una cultura, un pueblo».
  12. Son imitadores [malos, todo hay que decirlo] del marxismo. Yo los llamaría «marxistas de bar».
  13. Viktor Orbán es el equivalente al PP y no es de extrañar esta noticia; el malabarismo político de los medios de comunicación pertenecientes a las derechas [véase Actuall o Gaceta] han querido mostrar a Viktor Orbán como una especie de Cruzado contra el mahometismo. Otro de los malabarismos políticos de tales medios de comunicación es la intención de querer mostrar a Viktor Orbán como un enemigo de la judería internacional cuando es amigo de esta y apoya al Estado de Israel desde el Parlamento Europeo [añadir que el partido de Viktor Orbán el Fidesz] está en el mismo grupo parlamentario que la CDU de Angela Merkel y el PP de Mariano Rajoy. Entorno a la supuesta oposición de Viktor Orbán al magnate judío George Soros, tal oposición es otro de las malabarismos políticos dados por los medios de comunicación anteriormente mencionados [añadir que también diversos medios de comunicación de la «Alt Right» han practicado y practican tal malabarismo] ya que Viktor Orbán ha recibido financiación de George Soros [quizás con la intención de evitar el ascenso del Jobbik] a través de la Open Society Foundations. [He aquí el enlace de tal noticia] A destacar:
  14. ¿Religión de Estado? III parte. Proclamar que los Estados no necesitan profesar o proteger la religión Católica es un error liberal clásico y uno de los mayores errores del Vaticano II. El liberalismo ha dicho, por así decir, “No ataquemos al Catolicismo frontalmente, pero dividamos para reinar. Dividamos al hombre individual de la sociedad aduciendo que el hombre no es un animal social, y entonces podremos pretender que la religión es un asunto puramente individual. Esto nos permitirá adueñarnos de la sociedad y una vez que la hayamos vuelto liberal, haremos de ella un arma poderosa contra el individuo para volverle a él también liberal, porque claro, ¡el hombre es un animal social! Y entonces si algún individuo no quiere ser liberal, tendrá grandes dificultades para resistir a su sociedad que nosotros habremos vuelto liberal”. ¿No es así*? ¡Miren a su alrededor ! Contestemos entonces a tres nuevas objeciones a la doctrina según la cual, para la salvación de las almas, cada Estado tendrá que ser Católico. Excelencia, Nuestro Señor El mismo ha dicho “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt.XXII, 21). Aquí Nuestro Señor separa claramente la Iglesia del Estado. Así* que ningún Estado deberá involucrarse en el Catolicismo o en cualquier otra religión. Respuesta: No, ¡Nuestro Señor aquí* no está separando la Iglesia del Estado! Hace la distinción de sentido común entre lo que el individuo debe al Estado (impuestos, etc.) y lo que debe a Dios (culto). De ninguna manera Nuestro Señor dice que el Estado temporal no le debe nada al Dios eterno. De hecho, el Estado, siendo la autoridad colectiva temporal de un conjunto de seres humanos, le debe a Dios en sus actos de autoridad lo que estos seres humanos deben a Dios por ser seres sociales, es decir la observancia de su ley natural y, en lo que se refiere a la Iglesia que la razón natural por si misma puede dar por verdadera, el Estado le debe reconocimiento social y promoción, en la medida que actuando así* no enajene las almas en lugar de ajudar a salvarlas. Pero discernir cual es la verdadera religión es algo que le toca hacer al individuo, ¿cómo entonces el Estado como Estado puede estar obligado por principio a ser Católico? Respuesta: El Estado no es más que la asociación moral (es decir inmaterial) en cuerpo político de un mayor o menor número de seres humanos fí*sicos (es decir materiales). Pero cada uno de estos seres humanos, con el solo uso correcto de su razón natural, tenga o no tenga la virtud sobrenatural de la Fe, es capaz de discernir que Dios existe, que Jesucristo es Dios y que la Iglesia Católica es la única Iglesia fundada por Jesucristo. Si entonces un Estado dado no discierne que ella es la verdadera religión, no es porque sus ciudadanos no puedendiscernirla, sino porque por diversas razones no lo hacen o no lo quieren hacer, negándose así* a hacer buen uso de la razón natural que Dios les ha dado. En realidad ellos si que podrán discernirla, y delante de Dios todos tendrán una mayor o menor responsabilidad, perfectamente medida por El según las condiciones que les son propias, por no haberlo hecho. Pero, Excelencia, si usted insiste en la obligación de cada Estado de ser Católico, usted solamente generará una reacción de muchas almas contra la buena doctrina. Respuesta: Es por la gloria de Dios y la salvación de las almas por lo que cada Estado tendrá que ser Católico. Así*, a los hombres demasiado ignorantes o corrompidos a quienes esta verdad no hará más que alienarlos, uno puede, sin menoscabo del principio, dudar de proclamarlo, pero esto no lo hace menos verdadero. Los verdaderos principios no son menos verdaderos cuando a veces en la práctica se requiere una cierta medida de prudencia en la manera con la cual deben ser afirmados. ¡Seguro que a los lectores de este “Comentario” se les puede decir toda la verdad! Kyrie eleison.
  15. ¿Religión de Estado? II parte. Según la religión del liberalismo – no se puede repetir lo suficiente que el liberalismo sirve de un sucedáneo de religión-- es una absoluta herejía declarar que cada Estado sobre la tierra tendría que apoyar y proteger la religión Católica. Sin embargo, si Dios existe, si Jesucristo es Dios, si cualquier sociedad natural de seres humanos, como el Estado, es una criatura de Dios, y si Jesucristo fundó la Iglesia Católica como su único y sólo instrumento para salvar a los hombres de los fuegos eternos del Infierno, entonces a menos que un Estado quiera ser un enemigo de la especie humana, está obligado a favorecer y proteger la Iglesia Católica. Pero existen objeciones a esta conclusión. Consideremos tres entrelas mas habituales:-- Primera objeción: Nuestro Señor El mismo dijo a Poncio Pilato (Jn. XVIII,36) que su Reino no era de este mundo. Pero el Estado es de este mundo. Por consiguiente el Estado no tendría nada que hacer con su Reino o con su Iglesia. Solución: Nuestro Señor le estaba diciendo a Pilato que su Reino y el Estado son distintos pero no estaba diciendo que tendrían que estar separados. El alma de un hombre es distinta de su cuerpo, pero separarlos es la muerte del hombre. Los padres son distintos de sus niños, pero separarlos (como las Agencias de la Niñez están hoy alentadas a hacerlo) es la muerte de la familia. La Iglesia y el Estado son tan distintos uno de otro como la vida sobre la tierra es distinta de la vida eterna, pero separarlos es poner un abismo entre la primera y la segunda, y es aumentar mucho el número de los ciudadanos que caerán en el Infierno. Segunda objeción: La religión Católica es verdadera. Pero la Verdad es lo bastante fuertecomo para hacer su propio camino. Por consiguiente la religión Católica no necesita de un poder coercitivo del Estado para ayudarla, tal como la supresión de la practica publicade las otras religiones. Solución: En sí misma, en verdad “La verdad es poderosa y prevalecerá”, como decían los Latinos, pero entre nosotros los hombres no prevalecerá fácilmente, a causa del pecado original. Si todos los seres humanos (con la excepción de Nuestro Señor y de Nuestra Señora) no hubieren sufrido jamás, desde la Caída, de las cuatro heridas de Ignorancia, Malicia, Debilidad e Concupiscencia , entonces le hubiera costado mucho menos a la Verdad prevalecer, y Thomas Jefferson hubiera tenido razón al proclamar que la verdad necesita únicamente ser expuesta en la plaza del mercado para prevalecer. Pero los Católicos saben lo que la Iglesia enseña, a saber que el hombre permanece sujeto, aún despues del bautismo, a ser arrastrado hacia abajo por el pecado original, de tal manera que para encontrar esta verdad, sin la cual él no puede salvar su alma, necesita toda la ayuda razonable de su Estado. Esta ayuda razonable excluye todo esfuerzo del Estado paraobligar a cualquiera a ser Católico, pero incluye que el Estado mantenga las peligrosas anti-verdades afuera de la plaza del mercado de Jefferson. Tercera objeción: Un gran poder puede ser grandemente mal usado. Ahora la unión de la Iglesia y del Estado es muy poderosa para los dos. Por consiguiente puede provocar un gran daño –véase a que punto la Iglesia Conciliar y el Nuevo Orden Mundia secular se están potencializando mutuamente! Solución: “El mal uso no puede parar el uso”, decían los Latinos. ¿Acaso Nuestro Señor no hubiera tenido que darnos la Santa Eucaristía por el hecho de que puede ser gravemente mal usada? La Iglesia Conciliar reuniéndose con el Estado liberal es un poderoso mal uso de la unión de la Iglesia y del Estado, pero prueba el error del liberalismo, no el error de la unión del Estado Católico con la Iglesia Católica. Kyrie eleison.
  16. ¿Religión de Estado? ¿Que papel tendría que jugar el Estado para proteger o promover la religión Católica? Cualquier Católico que sabe que el Catolicismo es la única verdadera religión del único verdadero Dios puede contestar únicamente que el Estado, siendo también una criatura de ese Dios, está obligado a servir lo mejor que pueda a Su única verdadera religión. Por otro lado cualquier liberal que cree que no le incumbe al Estado decir cual es la verdadera religión porque, por ejemplo, la religión es en todo caso asunto de cada individuo, contestará que el Estado debe proteger el derecho de todos sus ciudadanos a practicar la religión de su elección, o ninguna. Veamos los argumentos Católicos. El hombre viene de Dios. Su naturaleza viene de Dios. El hombre es por naturaleza un ser social, por eso su carácter sociable viene de Dios. Pero el hombre en su totalidad, y no solamente una parte de él (Primer Mandamiento), debe rendir culto a Dios. La sociabilidad del hombre, pues, debe rendir culto a Dios. Pero el Estado no es otra cosa que la sociedad formada por la sociabilidad de todos sus ciudadanos que se reúnen juntos en su cuerpo político. Por consiguiente, el Estado debe rendir culto a Dios. Pero entre todos los diferentes cultos que necesariamente se contradicen el uno al otro (de otra manera no serían diferentes), todos pueden ser mas omenos falsos, perono puede haber mas que uno que sea totalmente verdadero. De tal manera que si existe tal culto, totalmente verdadero y reconocible como tal, entonces ese es el culto que cada Estado, como Estado, le debe a Dios. Ahora bien, el Catolicismo es tal culto. Por consiguiente todo Estado, como Estado, debe rendir el culto Católico a Dios, ¡incluyendo aún la Inglaterra de hoy, o Israel o Arabia Saudita! Pero una parte esencial del culto es rendirle a Dios el servicio del cual uno es capaz. ¿De qué servicio es capaz el Estado? ¡De un gran servicio! El hombre siendo social por naturaleza, su sociedad tiene una gran influencia sobre la manera como él siente, piensa y cree. Y las leyes de un Estado tienen una influencia decisiva para moldear la sociedad de sus ciudadanos. Por ejemplo, si el aborto o la pornografía están legalizados, muchos ciudadanos terminarán por pensar que tienen poco o nada de malo. Por consiguiente cada Estado tiene en principio el deber de proteger y promover por sus leyes la fe y la moral Católicas. Así de claro está el principio. Pero, ¿será que ese principio significa que todos los no-Católicos deberían ser arriados por la policía y quemados en la hoguera? Claro que no, porque el objetivo del culto y del servicio a Dios es darle gloria y salvar las almas. Ahora bien, una acción desconsiderada por parte del Estado tendrá el efecto contrario, expresamente de desacreditar al Catolicismo y de alejar a las almas. Por ello la Iglesia enseña que incluso un Estado Católico tiene el derecho de abstenerse en la práctica de actuar contra una falsa religión cuando tal acción pueda causar un mal mayor o impedir un bien mayor. Pero el principio del deber de cada Estado de proteger la fe y la moral Católicas permanece intacto. ¿Significa eso imponer el Catolicismo alos ciudadanos ? No, en absoluto, porque la creencia Católica no es algo que pueda ser forzado –“Nadie cree contra su voluntad” (San Agustín). Lo que sí significa es que en un Estado Católico la práctica pública de todas las religiones que no sean el Catolicismo puede o tendría que ser prohibida ahí donde tal acción puede o tendría que no ser contra-producente. Esta conclusión lógica fue denegada por el Vaticano II, porque aquel Concilio fue liberal. Sin embargo ha sido una práctica común en los Estados Católicos antes del Concilio, y habrá ayudado a salvar muchisimas almas. Kyrie eleison. http://www.dinoscopus.org/index.html
  17. Conferencia presentada por Ángela Pellicciari, historiadora, profesora y ensayista italiana, el 28 de Agosto de 2017 en el marco del curso La Reforma protestante 500 años después, realizado en la Residencia La Granda en Avilés (Asturias, España). LUTERO Y SUS CONTRADICCIONES Lamento no poder hablar español. Siento también el no poder hablar libremente, como siempre hago, y estar obligada a leer con dificultad lo que he escrito en vuestro bello idioma. El título de la conferencia que se me ha pedido es muy acertado: en el sentido que el pensamiento de Lutero es una constante contradicción. Lutero parte de algunos principios que después, sistemáticamente, niega. Me he preguntado: ¿por qué? ¿Por qué Lutero teoriza ideas y sugiere acciones que están en contraste radical con los fundamentos de su doctrina? Me parece que la raíz, la razón de sus continuas contradicciones hay que buscarla en un sentimiento que lo domina: el odio. Odio a Roma Odio a Roma, tanto la Roma cristiana como la pagana (es suficiente ver el modelo utilizado para caracterizar el soldado ejemplar del ejército luterano: Felipe de Hesse, el bígamo Felipe de Hesse, a quien Lutero define como el “nuevo Arminio”). Odio que consigue hacer extraordinariamente eficaz gracias a las desagradables imágenes que, durante todos los años de su vida pública (del 1520 al 1545), Lutero va elaborando obsesivamente junto con su amigo Cranagh sobre papas, curas, monjes y cardenales. Xilografías que los jesuitas Grisar y Heege consiguieron recuperar con mucho trabajo y que publicaron al inicio del siglo XX (veinte) en una serie de folletos. El odio contra Roma tiene como consecuencia pretender sustituir a Roma en lo que tiene de único: la universalidad. Comporta querer que Alemania tome el lugar ocupado por Roma durante dos mil años. Lutero separa a una parte importante de Alemania de la comunión con Roma, es decir de la universalidad cristiana, que lleva a cumplimiento la universalidad greco-romana, la cultura greco-romana. El daño al pueblo alemán, implícitamente abandonado a la soledad de su propia mitología pagana y al pensamiento gnóstico, es incalculable. Voluntad de poder El resultado natural del odio de Lutero es su ilimitada voluntad de poder. Voluntad de poder que lo lleva a escribir de nuevo no solo la historia de la Iglesia, sino también toda la historia de la salvación tal como nos ha sido revelada. Analicemos algunas expresiones de A los príncipes cristianos de la nación alemana de 1520, título que vuelve a evocar casi literalmente el masón Fichte en 1808 en el Discurso a la nación alemana(sirva esto como ejemplo para subrayar la importancia de Lutero a la hora de forjar la identidad de la nueva Alemania anti-romana): “Despertemos, mis queridos alemanes”, “en esta batalla no luchamos contra los hombres, sino contra el príncipe de los demonios”, “hasta ahora los papas y sus seguidores con la ayuda del diablo han podido confundir al rey”. De esta premisa brota el imperativo dado a los príncipes para ir a la batalla contra el anticristo que está en Roma. ¿Por qué los príncipes tienen que combatir contra Roma y tomar su lugar en la guía de la Iglesia? Porque Dios, por boca de Lutero, así lo quiere: “Por ello digo: como la autoridad ha sido instituida por Dios para castigar a los malos y proteger a los buenos, se le debe dar la libertad para su función, a fin de actuar sin obstáculos dentro de todo el cuerpo de la cristiandad sin mirar a la persona, aunque caigan el Papa, los obispos, los curas, los monjes, las monjas o lo que sea”; “Deben [los príncipes] ejercer libremente su función y su obra, que tienen de Dios sobre todo el mundo, allí donde sea menester y útil desempeñarlas”, “Por tanto el poder secular cristiano ha de ejercer su función libremente y sin obstáculos”, “Debemos llegar a ser audaces y libres y no dejar que las falsas palabras del Papa mortifiquen el espíritu de libertad”. Libertad y libre albedrío Nos encontramos de este modo con la primera gigantesca contradicción de Lutero: el monje agustino usa como un mantra la palabra libertad, pero ¿qué entiende por libertad? Entiende sólo y exclusivamente la libertad respecto a Roma. Una libertad además que vale para los príncipes y sólo para los príncipes. Libertad que comporta un totalitarismo desconocido en el ámbito cristiano: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21) se convierte en dad al César lo que es del César y dadle también lo que es de Dios. Dad al César tanto el poder temporal como el poder espiritual. De un plumazo Lutero borra las interminables batallas libradas por el poder espiritual para ser autónomo respecto a la autoridad temporal. La libértas Ecclésiæ que la Iglesia ha reivindicado y defendido durante quince siglos, incluso con la sangre, es así destruida. Las revueltas campesinas Cuando el odio hacia Roma –y la santificación de la revolución que comporta– inducen a caballeros y campesinos a rebelarse contra los príncipes para participar también ellos en la repartición de los bienes de la Iglesia, que Lutero ha asignado sólo a los príncipes (un tercio de la riqueza nacional alemana está en manos de la Iglesia…), Lutero invita a combatir a los campesinos sin piedad (1525, Contra las hordas ladronas y asesinas de los campesinos). ¿Por qué? Porque han robado y saqueado “con impiedad conventos y castillos que no eran suyos”; han cubierto “con el Evangelio sus crímenes” y querían “convertir en propiedad común los bienes de los demás, sin dejar de tener los suyos”. En la práctica, porque han hecho las mismas cosas que Lutero ha teorizado para los príncipes. ¿Con qué argumentación justifica el monje agustino un uso tan desvergonzado de dos varas de medir? Con la siguiente consideración: “El bautismo no hace comunes el cuerpo y los bienes, sino sólo el alma” ya que “Cristo pone cuerpo y bienes bajo el emperador y la ley secular”: la obediencia que Lutero reclama al poder temporal independientemente de cualquier valoración de méritos, exigida además en nombre de Dios, llega a niveles de despotismo que pueden parecer inhumanos. Gnosticismo Niveles que descansan sobre la distinción-contraposición de alma y cuerpo que tiene en cuenta la posible existencia de un hombre dividido en dos, dividido entre el espíritu, que se considera libre, y el cuerpo, considerado como un esclavo. Por otro lado, ya en el 1520, en La libertad cristiana, Lutero había teorizado sorprendentemente la coexistencia de dos naturalezas en el hombre: “Todo cristiano posee una naturaleza espiritual y otra corporal”. En estas afirmaciones parece que Lutero comparta la visión gnóstica del hombre, que desprecia el cuerpo y exalta el espíritu (que se supone que culmina en los príncipes: Hegel no está lejos). Concepción radicalmente antitética a la revelación bíblica: “Y todo estaba muy bien”. Predestinación El odio a Roma comporta la negación del sacramento del Orden, la anulación del magisterio, la revisión de los novíssimi: ¡los hombres no son libres! Pero si no son libres no pueden realizar ninguna obra buena. Por tanto, Dios no los premia con el paraíso y no los castiga con el infierno, sino que es Dios mismo el que, desde la eternidad, con una doble predestinación, destina a unos a la felicidad eterna y a otros al sufrimiento eterno. Cuando Lutero, en polémica con Roma, afirme ‘Sólo Escritura’, en nombre de esta ‘Sólo Escritura’ negará toda la visión de Dios mostrada por la Sagrada Escritura: toda la Biblia niega que la voluntad del hombre sea esclava (desde la alianza de Moisés hasta la de Josué, el hombre es presentado siempre como libre de escoger entre la vida y la muerte, el bien o el mal), como niega también la terrible visión de un Dios que cree a alguien sólo para enviarlo al infierno (el Dios bíblico es Padre, esposo, amante de la vida y de su criatura hasta promover su rescate con la muerte de su único hijo). Libre examen Son numerosísimas las contradicciones entre la ‘Sólo Escritura’ y la Escritura, comenzando por la que se refiere al ‘libre examen’ que Lutero reivindica mientras que San Pedro lo niega expresamente en su Segunda carta (“Sabiendo, sobre todo, lo siguiente, que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia, pues nunca fue proferida profecía alguna por voluntad humana, sino que, movidos por el Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios”). Del ‘libre examen’ derivará un sectarismo extremo (un caso límite será el del sastre de Leiden), para canalizarlo Lutero impondrá en el 1535 a todos los pastores que salen de la facultad de Wittenberg el juramento de seguir la doctrina que se enseña en la universidad local, la llamada “Iglesia Católica de Cristo” (en las Charlas de sobremesa, Lutero dice: “El que desprecia la escuela de Wittenberg es un hereje y un mal hombre, porque Dios ha revelado su Palabra en esta escuela”). Diez años antes, en 1525, Lutero había teorizado justo lo contrario: “Las autoridades no pueden impedir que cada uno enseñe y crea lo que quiera”. Apología de la mentira El Jesús que Lutero ama no repudia la mentira, al contrario, en algunos casos la santifica. Cuando se viene a saber que el segundo matrimonio de Felipe de Hesse, todavía en vida de la primera mujer, es celebrado en presencia de Melanchton, y que también Lutero había pretendido dar su consentimiento, como el escándalo suscitado es enorme, el “Moisés alemán” no tiene dudas: hay que negarlo todo: “Decir una mentira necesaria, útil y que te ayuda, no va en contra de Dios, al contrario, Él la acoge voluntariamente sobre sí”. Y: “Ella [la mentira] es una virtud si su objetivo es alcanzar un fin que resista a la malicia del demonio y salve el honor, la vida, el beneficio para el prójimo”. El matrimonio para Lutero no es un sacramento, tampoco se pueden emitir los votos religiosos, al menos para siempre, (“Yo hago un voto de castidad hasta que pueda, pero si no puedo mantenerlo, que se me permita casarme”, De votis monásticis judícium, 1522): dado que no somos libres, nuestras elecciones no pueden ser absolutas, hechas en vista del cielo. La Iglesia católica, por el contrario, siempre ha afirmado que no sólo es posible, sino también necesario escoger y elegir «para siempre» confiando en la libertad de la voluntad humana y la ayuda que Dios da a los que invocan su misericordia. Esto es cierto en todos los estados de vida, sea sacerdotal, religioso o matrimonial. Antisemitismo Una última, dramática, consideración: a pesar de la proclamada ‘Sólo Escritura’ Lutero no reconoce el valor, no sólo de la Carta de Santiago que trata de la necesidad de las obras, sino también de la misma Carta a los Romanos: basta con ver los “consejos saludables” que Lutero da a los príncipes con respecto a los hebreos. Cito tres de los siete que da: primero: “Lo que es útil es quemar todas sus sinagogas, y si alguna ruina se salva del incendio, hay que cubrirla con arena y barro, para que nadie pueda ver ni siquiera una piedra o una teja de esa construcción”; segundo: “Sean destruidos y devastados también sus hogares. De hecho, las mismas cosas que ellos hacen en las sinagogas, también las hacen en las casas”; séptimo: “Sea impuesto el trabajo duro a los judíos jóvenes y fuertes, hombres y mujeres, para que ganen el pan con el sudor de su frente” (La referencia a Lutero y a su séptimo consejo en la puerta de entrada de Auschwitz es evidente). Las contradicciones innumerables en las que Lutero se debate tienen su origen en haber separado la libertad de la verdad. Dos siglos más tarde los frutos del relativismo absolutista considerado como libertad, serán recogidos por la masonería, cuyas constituciones fueron escritas por el pastor presbiteriano James Anderson.
  18. Pius

    Ayuda para entender un texto

    Yo creo que lo que dice lo dice llanamente por ignorancia o con una mala intención, viendo de donde viene tal artículo opto por lo segundo. A primera vista, parece que está haciendo una defensa de lo que decía Freud, eso es lo que salta a la vista, lo cuál resultaría incoherente, pero hablamos de tal medio.
  19. Pius

    Neumonia seria me deja fuera de combate una semana

    Cuídate, espero que te mejores compañero.
  20. El Ayuntamiento de Callosa de Segura, gobernado por un tripartito formado por el PSOE, Podemos e Izquierda Unida, ha pedido a la Subdelegación de Gobierno un dispositivo de seguridad para retirar, en virtud de la aplicación de la Ley sectaria de Memoria Histórica, la Cruz que recuerda a los 81 asesinados por el Frente Popular en el municipio. Quiere que los agentes blinden la plaza para impedir la resistencia de los vecinos que ven en la retirada del símbolo “un ataque intolerable” a los católicos. Además, han exigido que la Policía Local y Guardia Civil controlen también todas las calles que dan acceso a este lugar y se coloquen vallas de seguridad. Según publica diarioinformacion.com, el Consistorio pretendía que los trabajos para retirar el monumento empezaran el próximo lunes 22 de enero y finalizaran el 2 de febrero. Tienen permiso para estar en la plaza hasta el próximo día 28 de enero, por lo que aseguran que el dispositivo se montará a partir del 29.
  21. Cornelio Codreanu nace en Lasi (Rumania) el 13 de septiembre de 1899. El ejemplo de su padre, profesor Ion Codreanu, y las lecturas del historiador N. Iorga y del teórico nacionalista profesor Cuza, siembran en su alma joven las primeras semillas de lo que alguien definió “el patriotismo militante de las horas de crisis”. Niño aún, acompaña el regimiento de su padre en el frente de la primera guerra mundial. Recibe la educación secundaria en el liceo Militar de Manastirea, que dejará en su carácter una impronta indeleble: “El orden, la disciplina y la jerarquía, impresos en tierna edad en mi sangre, junto con los sentimientos de dignidad militar, marcaron con su trazo rojo toda mi actividad del porvenir [...]. Aquí he aprendido a amar las trincheras y a despreciar los salones” Su ingreso en la Facultad de Derecho, de Iaşi, coincide con la caótica situación de postguerra. El comunismo triunfante en Rusia amenaza violentamente a Rumania desde su interior, mordiendo en las clases más pobres, víctimas de la miseria y de la explotación. Detrás del comunismo, por un lado, y de la crisis económica, por otro, se extiende el poder de una judería fuerte por su número y su agresividad. Codreanu hace sus primeras armas en este terreno, junto al obrero Constantin Pancu, jefe de la Guardia de la Conciencia Nacional. Como Corridoni, en Italia, Pancu busca reunir en un solo haz el amor de Patria y la justicia social. Combatiendo a su lado escribe Codreanu: “Por mucha razón que puedan tener las -clases obreras, no admitimos que se levanten más allá o contra las fronteras del país; nadie admitirá que para lograr tu pan destruyas o entregues a una nación extranjera de banqueros y usureros todo lo que ha acumulado el esfuerzo dos veces milenario de una raza de trabajadores heroicos. Tus derechos, dentro del cuadro de los derechos de la raza. No admitimos que por tu derecho rompas en pedazos el derecho histórico de la nación a que perteneces” “Pero tampoco admitimos que al socaire de las fórmulas tricolores se instale una clase oligárquica y tiránica sobre las espaldas de los trabajadores de todas las categorías y les arranque literalmente la piel, agitando continuamente las ideas de una Patria que no aman, de un Dios en el que no creen, de una Iglesia en la cual no entran nunca y de un Ejército al que lanzan a la guerra con las manos vacías” Este doble frente de combate sintetiza ya el programa político de Codreanu. Pero el movimiento que ha iniciado no se detendrá en el plano político, ni se encerrará en los estrechos límites de un programa. Como José Antonio, su gemelo español, no cree Cornelio que ninguna cosa seria, decisiva, eterna, se haya hecho sobre la base de un programa. La lucha, comenzada en la calle, se traslada a la Universidad. Presidente del Centro de Derecho y luego de la Asociación de Estudiantes Cristianos, Codreanu irá adquiriendo un prestigio que pronto alcanzará dimensiones nacionales. Desde el movimiento estudiantil dirige la lucha por el “numerus clausus”, tendiente a rescatar la Universidad del dominio hebreo, y a devolverle su esencia nacional y cristiana. El combate universitario encuentra una amplia repercusión popular, indicio de un despertar del alma rumana. Para canalizar las nuevas energías que surgen se funda la liga de Defensa Nacional Cristiana, bajo el impulso de Codreanu y la conducción del profesor Cuza. La Liga llevará a todos los rincones de Rumania la rebeldía nacida en el espíritu de los jóvenes estudiantes. En 1923, Codreanu es encarcelado por primera vez, con un grupo de jóvenes camaradas complotados para hacer justicia en los traidores y enemigos de la nación rumana. De esta estancia en la prisión de Vacaresti surge, como indestructible fraternidad, el núcleo que ha de convertirse en eje fundacional del Movimiento Legionario. La dura ascesis de la cárcel lleva al Jefe a profundizar en su interior el alcance de una lucha que no puede ser meramente política. El héroe de la juventud nacional va a ser también su profeta. En la meditación de estos días de encierro comienzan a modelarse en su alma los rasgos del místico y del santo, que conducirá a los suyos al combate bajo la custodia celeste del Arcángel San Miguel. Muchos han hablado de que Codreanu experimentó una revelación o manifestación del Arcángel. Las propias palabras del Capitán parecerían indicarlo: “Jamás había sido atraído por la belleza de una imagen, pero me sentía ligado a ésta con toda el alma, y tenía la impresión de que el Arcángel estaba vivo. Desde entonces he empezado a amar la imagen. Cada vez que encontrábamos la iglesia abierta, entrábamos y nos arrodillábamos ante ella, y el alma se nos llenaba de calma y alegría” De rodillas ante la imagen, en la capilla de la cárcel, se ofrece al Señor como víctima propiciatoria: “Señor, tomamos sobre nosotros todos los pecados de esta raza; acepta nuestros sufrimientos y haz que estos sufrimientos fructifiquen en días mejores para ella” El Señor recibirá esta plegaria, aceptará el ofrecimiento y lo conducirá hasta el martirio. Los frutos de esta entrega generosa perduran hoy, pese a todo, como motivo de esperanza. Obtenida la libertad, inicia Codreanu un experimento, que en años venideros extenderá a escala nacional: el de los campos de trabajo, cuya finalidad es doble: 1) La financiación del Movimiento, pues el Jefe rechazará siempre las subvenciones que comprometen y esclavizan, y no cree en la validez de una organización incapaz de hallar en su propio seno los recursos necesarios para su vida y desarrollo. 2) La educación de sus militantes por el trabajo y el sacrificio. Ya se muestra aquí lo que ha de ser nota esencial y distintiva del Movimiento Legionario: su preocupación por el nacimiento de un hombre nuevo. “El país muere por falta de hombres, no por falta de programas [...] Y por esto no debemos crear programas nuevos, sino hombres, hombres nuevos” Como si el régimen corrupto que somete la Patria rumana intuyera el peligro que nace y lo amenaza en sus raíces más profundas, la represión arrecia. Codreanu es nuevamente detenido, sus camaradas son torturados. Ya en libertad, interviene como abogado en el proceso a uno de los suyos. Es agredido en la misma sala por el jefe de los torturadores, el prefecto de policía Manciu, al que mata en legítima defensa. Codreanu retorna a la cárcel. Saldrá absuelto del proceso, que se transforma en acusación contra los verdugos. El triunfal retorno a las¡, durante el cual Codreanu es aclamado como triunfador por decenas de miles de rumanos, en su mayoría estudiantes y campesinos, señala él alto grado de popularidad que su figura ha alcanzado. Las masivas manifestaciones de simpatía se repetirán con motivo de su casamiento con Elena Illinoiu, cuando los novios son acompañados por 2.300 vehículos y una caravana de varios kilómetros. La lucha del joven estudiante ha hecho vibrar las fibras más íntimas de los corazones sanos de su Patria. Pero todo este despertar debía ser canalizado de manera orgánica, y los responsables de ello no se muestran a la altura de su misión. El profesor Cuza, excelente teórico, no posee pasta de jefe. La Liga de Defensa Nacional Cristiana, tras algunos éxitos iniciales, no marcha como es debido. Los desaciertos de Cuza acabarán por dividirla, frustrando así las esperanzas de la Nación y dejando apagar la luz encendida por el combate juvenil. Estas desgraciadas circunstancias son las que se presentan ante la vista de Codreanu a su regreso de Francia, donde había ido a completar sus estudios. La división del Movimiento Nacional lo decide a comenzar de nuevo, habida cuenta de los errores cometidos, sobre bases diversas, por un camino original. El 24 de junio de 1927 reúne al grupo de camaradas que compartieron con él la prisión de Vacaresti y funda, bajo su jefatura, la Legión de San Miguel Arcángel. “Vengan a estas filas los que crean sin restricción. Queden fuera quienes tengan duda, reza la primera orden del día. Pues lo que reúne a este reducido y animoso núcleo juvenil no es ya la sola lucha universitaria, ni es tampoco un programa partidario. Es la Fe. Fe en Dios, fe en la misión trascendente del hombre y de la nación. Fe en la verdad intuida, más que en doctrina nacida del cálculo o del raciocinio” “No nos habíamos reunido porque pensásemos de la misma manera, sino porque sentíamos de la misma manera; no teníamos el mismo modo de pensar, sino la misma estructura espiritual. No teníamos [...] ni dinero ni programa, teníamos en cambio, a Dios en el alma, y El nos inspiraba la fuerza invencible de la fe” Codreanu será el Jefe, el Capitán del movimiento que nace. Su figura irá creciendo hasta transformarse en prototipo del ideal encarnado en una persona, en ejemplar del hombre nuevo, cuyo logro constituirá el eje de la idea legionaria. A su alrededor se irá nucleando la juventud, cada vez más numerosa, acompañada por algunos viejos luchadores, preservados de la corrupción que genera la vida partidocrática. De la noble pureza, innata en los jóvenes idealistas, defendida por la dura ascesis y la lealtad en los ancianos militantes, surgirá la fuerza más pujante que haya conocido la nación rumana. El carácter introductorio de estas líneas no nos permite describir en detalle la historia del Movimiento Legionario, desde su fundación hasta la muerte del Capitán. Esta historia es tan rica en ejemplos, heroísmo y sufrimiento, que todo intento de síntesis o selección corre el riesgo de mutilarla y empobrecerla. Sirva tanto lo dicho como lo que callamos para estimular la curiosidad del lector y despertar en él deseos de conocerla. Por mi parte he de confesar que cada vez que la releo me embarga la emoción y siento vibrar en mí las fibras de una profunda identidad espiritual. Vuelvo a ver al Capitán, con el traje regional, la cruz de Cristo sobre el pecho, cruzando a caballo los campos y las villas para anunciar a los campesinos fervorosos la Resurrección de la Patria, empresa vacía de promesas y repleta de exigencias de sacrificio. Lo veo en el Parlamento -como José Antonio "diputado sin fe y sin respeto para con los mitos liberales"-, propiciando, solo contra todos, la pena máxima contra los asesinos de la estirpe. Contemplo a aquellos que lo acompañan en la concreción de su sueño heroico: • A las "Fraternidades de la Cruz", estudiantes secundarios unidos en el juramento de la sangre. • Los Campos de Trabajo, donde la reconstrucción material del país se une con el renacimiento espiritual de los voluntarios, mediante la dura fatiga y la luz que brota de las palabras con que el Capitán los anima. • El Batallón de Comercio Legionario, donde el tráfico desinteresado revoluciona el concepto de la economía, liberándola de la sujeción espiritual al dinero. • El "Nido", estructura básica de la Legión que, más que «célula», es una Familia, unidad de acción, de formación y de plegaria. Se presenta ante mi vista, finalmente, la “Escuadra de la Muerte”, núcleo de selección de aquéllos que han decidido vivir el ideal hasta la muerte, y lo testimonian recorriendo el país, cantando y rezando, ofreciendo el testimonio de su sola presencia, golpeados una y otra vez hasta perder el sentido, arrastrados por todos los calabozos y todas las cárceles de Rumania. Imágenes todas tan extrañas para nuestro mundo prostituido por el culto del dinero, de la carne, de la materia. Imágenes diversas, pero unidas todas por idéntico motivo: el sufrimiento, la cruz, que constituyen el centro de la historia Legionaria. No en vano el distintivo del Movimiento (seis barras cruzadas) simboliza a un tiempo la cruz de Cristo y las rejas de la cárcel. Cuando un pueblo es arrastrado por sus gobernantes a la corrupción, cuando el espíritu de una Nación es prostituido por la degradación de sus jefes y responsables, no queda para la reconquista otro camino que el de la cruz y el del martirio. Para las naciones, como para los hombres, el camino de la Resurrección debe pasar por el Calvario. Codreanu lo ha comprendido. Por eso mide a sus hombres de acuerdo a “su capacidad de sufrimiento y de amor”. Sabe también que el Señor ha aceptado su ofrecimiento de Vacaresti. Este es, pues, el espíritu que anima las páginas de este "Diario", en particular la meditación de la Pasión de Jesús y los párrafos donde descubre su hermandad espiritual con San Pablo, el Apóstol que deseaba completar en su cuerpo lo que falta a los sufrimientos redentores de Cristo. Señorea la corrupción, en efecto, en la Rumania sometida a la tiranía de Carol 11, rey venal, hipócrita, capaz de todas las traiciones, sensual sometido a los caprichos de su concubina hebrea, Elena Lupescu. Y esta cúspide corrupta del Estado tenía que sentirse alarmada por el resurgimiento espiritual de la Nación, causado por el tenaz avance de la Guardia y por el eco que va encontrando el testimonio personal del Capitán y de sus seguidores. Difícilmente nos mostrará la historia una suma tal de fraude, violencia, mentira e injusticia como la empleada por Carol, con la complicidad de la prensa judaica y los partidos burgueses y masónicos, para detener la marcha de la Legión. Pero todo ello será inútil. Como los primeros cristianos, los legionarios surgen fortalecidos de la persecución, y renacen de la tierra regada con la sangre de los caídos. El despertar Legionario de Rumania se manifiesta incluso en un terreno que es propio del adversario: el de los resultados electorales. Entonces Carol, presionado por las logias y la sinagoga, y por su propia soberbia criminal, pierde la paciencia. Toma en sus manos la suma del poder, y nombra primer ministro al patriarca Mirón Crístea, que desempeñará a la perfección el papel de Caifás. Somete a la justicia y disuelve todas las organizaciones políticas, medida esta que tiene un solo destinatario real: el Movimiento Legionario. Miles de legionarios llenan las cárceles. El Capitán rechazando la posibilidad del exilio romano, decide compartir la suerte de los suyos. El gran historiador y ex-nacionalista Nicola Iorga será el Judas de circunstancias. Acusa al Capitán de injurias, permitiendo así que éste sea encarcelado y condenado, en abril de 1938, a seis meses de prisión. La trampa ya se ha cerrado sobre la víctima elegida. El segundo golpe lo asestará la justicia, sometida a los mandatos del rey. En un juicio infame, Codreanu es acusado de traición y condenado nuevamente, ahora a diez años, a pesar de que la precaria defensa permitida a conseguido refutar todos los cargos y desenmascarado la falsedad de las pruebas. Durante esta última prisión, en la cárcel de Jilava (cuyo nombre, que significa "humedad", habla bien claro de las condiciones de detención), escribió el Capitán su “Diario de la cárcel”. No hay que buscar en sus páginas un manifiesto político o un compendio de doctrina. Ella nos muestra el alma despojada y sangrante de un hombre y un Jefe que, al aproximarse al momento del sacrificio supremo, muestra hasta que punto el ideal defendido y proclamado se ha vuelto realidad encarnada en su propia persona. De la cárcel ya sólo saldrá el Capitán para ser conducido a la muerte. En la noche del 29 al 30 de noviembre de 1938, con el pretexto de un traslado, agentes personales del rey lo conducirán a la foresta de Tancabesti, en las cercanías de Bucarest. Allí será estrangulado, en compañía de otros trece legionarios. Los verdugos dispararán luego sobre sus cuerpos, para fraguar un intento de fuga, que será anunciado por el comunicado oficial. Así el rey, traidor y corrompido, agente de los poderes ocultos, creerá haber acabado con la Legión del Arcángel San Miguel. Más de sesenta años han transcurrido desde aquellos sucesos, y podemos afirmar que Comelio Codreanu no ha muerto, sin temor de incurrir en figuras retóricas. El Movimiento Legionario -seis meses en el poder, casi setenta años bajo la persecución- sigue vivo en el exilio y en el silencio de una Rumania sometida hoy a la esclavitud marxista, pero que no ha perdido la esperanza por la que el Capitán combatía en su prisión de Jilava. Los escritos de Codreanu y las obras de historia y doctrina legionarias se editan hoy en todo el mundo, en rumano, alemán, inglés, francés, italiano, español y portugués. A su alrededor vuelve a despertarse el interés de un amplio círculo de lectores, especialmente jóvenes, que se acercan a ellas no con mero espíritu de curiosidad histórica, sino para descubrir allí la luz que ilumina una idéntica estructura espiritual y militante. Pensamos que este fenómeno debe atribuirse a las características propias del Movimiento Legionario, que lo destacan con caracteres excepcionales en el variado espectro de los movimientos nacionales surgidos en Europa entre las dos guerras mundiales. Fue una situación de grave crisis (decadencia de las democracias burguesas, avance amenazador de la revolución comunista) lo que dio origen a estos movimientos. Su denominador común -más allá de diferencias a veces muy notables- fue el de una reacción contra el caos, lo que permite a Bardéche denominarlos "movimientos de salvación pública". Pero esta reacción -cuyos sostenes ideológicos van desde el conservatismo católico o monárquico hasta los socialismos nacionales de inspiración más o menos pagana- fue, por lo general, parcial. Es decir, cerrada dentro de los límites de un plano determinado, político, económico, cultural tal vez. Sólo Codreanu -aunque en esto lo acompañe en parte la intuición genial de José Antonio- fue capaz de captar las raíces profundas del desorden y las exigencias radicales del remedio. Por eso su figura trasciende la del conductor político, para proyectarse como síntesis ejemplar del santo, del místico y del héroe. Por ello también el Movimiento Legionario no es un partido -en absoluto-, ni siquiera un Movimiento “político” -en la acepción más o menos restringida del término-. Creemos que sería exacto definirlo como una Orden a la vez religiosa y militar -en la más noble acepción de estas palabras- que procura la transformación revolucionaria, o el reemplazo total de una sociedad en crisis mediante la instauración de un orden nuevo. Pero la plasmación de este orden nuevo no lo obtendrá mediante un mero cambio de estructuras externas (sociales, políticas o económicas), sino a través de la interior conversión de sus militantes, por un estilo de vida que ha de configurar el hombre nuevo -no en el sentido utópico del marxismo, sino dentro de la concepción paulina y cristiana. Este hombre nuevo nacerá del trabajo y del combate, del sufrimiento y del sacrificio. Oigamos las palabras con que el propio Codreanu se refiere a este hombre, que era ya en él una concreta realidad: “La piedra angular de la que parte la Legión es, no el programa político, sino el hombre; la reforma del hombre, no la reforma de los programas políticos. La Legión del Arcángel San Miguel será, por consiguiente, más una escuela y un ejército que un partido político” “[...] Un hombre en el cual se encuentren desarrolladas al máximo todas las posibilidades de grandeza humana sembradas por Dios en la sangre de nuestra raza [...]” “De esta escuela legionaria saldrá un hombre nuevo, un hombre con las cualidades de héroe, un gigante de nuestra historia, que sepa combatir y vencer a todos los enemigos de nuestra Patria. Y su lucha y su victoria deberán extenderse aún más allá, sobre los enemigos invisibles, sobre las fuerzas del mal” Subrayamos esta última frase, claro indicio de la visión trascendente que el Capitán posee acerca del combate empeñado. El mal no se agota en las formas externas de un sistema político falso o injusto: está en el interior del hombre y tiene raíces en el orden sobrehumano del espíritu. Por ello sólo tiene sentido una lucha que abarque toda la complejidad de estos distintos aspectos. Codreanu es consciente de ello, y nos lo reitera desde las páginas de este Diario: “La característica de nuestro tiempo es que nos ocupamos de la lucha entre nosotros y otros hombres, no de la lucha entre los mandatos del Espíritu Santo y los apetitos de nuestra naturaleza terrena” “Nos preocupan y nos complacen las victorias sobre los hombres, no la victoria contra el diablo y el pecado” “Todos los grandes hombres del mundo de ayer y de hoy [...] se han afanado especialmente por las luchas y triunfos exteriores. El Movimiento Legionario forma excepción, ocupándose también, aunque insuficientemente, de la victoria cristiana en el hombre, con vistas a su salvación” “La responsabilidad de un jefe es muy grande. El no debe deleitar los ojos de sus ejércitos con victorias terrenales, dejándolos al mismo tiempo impreparados para la lucha decisiva, de la cual el alma de cada uno se puede coronar con la victoria de la eternidad, o con la derrota eterna” Esta perspectiva trascendente del combate terreno, se ve iluminada con mayor fuerza aún por la afirmación de que la resurrección de los muertos es el fin más alto y sublime que puede tener una raza, la cual, por consiguiente, es una entidad que prolonga su vida más allá de la tierra. A la estirpe rumana como a cualquier otra raza del mundo, Dios le ha dado una misión, Dios le ha señalado un destino histórico. La primera ley que una raza debe seguir es la de caminar sobre la línea de este destino, comprender la misión que le ha sido confiada. Corneliu Codreanu intuyó esta misión y consagró su vida para que su Patria fuera fiel al destino histórico que Dios le señalaba. Consciente de que la empresa superaba las tuerzas humanas, la confió a la custodia militante del Arcángel Miguel, guerrero victorioso de las fuerzas del mal. Por ello, y porque creemos que el martirio es generador de misteriosas potencias, capaces de cambiar el rumbo de la historia, afirmamos viva y válida la esperanza del Capitán en un mundo donde las tinieblas parecen ganar terreno cada día. Fuente.
  22. Pius

    Psicoherejía - El legado de Jung al cristianismo

    Disculpad la ignorancia, pero siempre he oído aquello de Nueva Era. ¿Alguien me lo podría explicar?
  23. Pius

    La importancia de amar a la patria

    Y estas palabras raramente la podremos encontrar en Infovaticana o en La Gaceta; en su lugar, como no, veremos una noticia admirando a Trump o al liberal Geert Wilders.
  24. Han pasado unos días desde que S.S Francisco I ofreciese tal homilía, las reacciones que he visto al respecto me ha parecido preocupante. He visto a sujetos lanzando soflamas irracionales contra el Papa así como a las instituciones pontificias; he llegado a leer afirmaciones en las que se ha tachado a S.S Francisco I de: comunista, ateo, satánico, masón, etcétera. Entre otras cosas (principalmente insultos). He visto a sujetos afirmando que la única solución se halla en el paganismo o bien en los ortodoxos, inclusive he visto a sujetos afirmando que el porvenir del Islám en Europa al fin y al cabo no sería negativo pues este acabaría con el catolicismo y ''la degeneración que ha engendrado''. Yo, hace tiempo que dejé de informarme en los típicos medios que dicen ser católicos para acudir a las fuentes directas; fue entonces cuando mi opinión sobre S.S Francisco I mejoró notablemente. En mi opinión y a pese que tenga mis discrepancias, S.S Francisco I me parece un Papa con una bondad que debe ser un ejemplo a seguir para todo católico, algunas de sus palabras han infundido en estos tiempos lo que necesita el Hombre; amor y Fe.
  25. Me encuentro con esta noticia la cuál le doy poca fiabilidad y que me ha dejado en cierta manera perplejo. https://www.actuall.com/democracia/arabe-ya-la-segunda-lengua-mas-hablada-suecia-del-finlandes/?platform=hootsuite
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