El arzobispo de Toledo responde al proyecto de ley de Eutanasia en su pastoral semanal

[Español 71.112]

En su pastoral semanal, el Arzbispo Primado de Toledo, Mons. Braulio Rodriguez Plaza, hace una dura crítica a la forma y el fondo del proyecto de ley socialista para la aprobación de la eutanasia terapéutica que quiere aprobar el Gobierno de Pedro Sanchez.

En su carta que ha titulado «Nuestra vida», Monseñor denuncia la desaparición del diálogo político y la alienación de la sociedad a la que ve como «masas humanas lo suficientemente drogadas, para solo pedir pan y circo», señalando que lo que pretende esta ley «es desalentar a las personas que quieran recurrir a la inteligencia para entender las razones de dicho proyecto», al que califica como propio de quien tiene una visión de la vida «burguesa por los cuatros costados, que ha hecho del “bienestar”, del confort el dios definitivo», independientemente de si es de izquierdas, derechas o centro.

Una carta dura aunque en lenguaje amable, para quien quiera escuchar. Me la he bajado de la web de la archidiócesis para transcribirla al foro porque me parece de gran valor en todos los sentidos:

Cita

ARCHIDIÓCESIS DE TOLEDO, OFICINA DE INFORMACIÓN - ESCRITO SEMANAL DEL SR. ARZOBISPO. 22/07/2018

NUESTRA VIDA

“Es probablemente muy ingenuo esperar que en un debate político se pueda introducir una razonable medida de razón”. Son palabras de un obispo amigo mío. Creo que son palabras muy ciertas. Sin embargo, en radio y televisión crecen este tipo de debates. ¿Y qué pretenden, aparte de llenar tiempo y espacio? Hay una parte de mi persona, tal vez la más crítica y negativa, que me dice: “Nada hay en esos debates salvo juegos, poder y marketing”. De manera que, aunque parezca exagerado, concuerdo con mi amigo que, en realidad, el debate político ya no existe.

Pero, en esa reflexión sobre los “debates”, es también verdad que la Iglesia no puede renunciar a servir a la razón y al amor a la realidad en tantas cuestiones que se debaten no a fondo, porque están cargadas de ideología y no se busca lo que verdaderamente interesa al ser humano. ¿Ponemos un ejemplo? La introducción de un proyecto de ley sobre la eutanasia en el Parlamento, de rabiosa actualidad. Según mi amigo obispo, ésta pertenece a ese tiempo de cuestiones “virales”, donde, como en las guerras, la primera víctima es la verdad. La verdad, y la razón como vía de acceso a ella.

Se presenta dicha ley como un derecho más del ser humano. Interesante,¿verdad? Pero, ¿es así realmente? Yo no me lo creo. El proyecto de ley está lanzado justo antes del verano, utilizando en su retórica falsamente negativa motivos tan poderosos como el ahorro en gastos médicos y de seguridad social. Pero no quisiera que en mis palabras se reflejara solo una valoración moral negativa de este proyecto de ley.

Como en otras cuestiones, por ejemplo, la ideología de género, el nacionalismo y otras, lo que se hace es desalentar a las personas que quieran recurrir a la inteligencia para entender las razones de dicho proyecto de ley. Me explico: para justificar la eutanasia, también desde hace mucho tiempo, se pone en marcha todos los recursos del poder: desde el cine y la televisión y todos los demás aparatos de la propaganda. No ha sido colocada en el Parlamente este proyecto de ley por casualidad; se ha escogido el momento. Ya están las masas humanas lo suficientemente drogadas, para solo pedir pan y circo. Tal vez ya no seamos capaces de ver y apreciar una vida sana y bella, razonable, capaz de justificar adecuadamente los sacrificios del amor, cuando la persona amada está enferma. Ya sabemos cómo se han introducido en España otros “nuevos derechos”, en el pasado reciente.

Mi amigo obispo dice que, de entrada, da él la batalla política y cultural por perdida, al menos, a corto y a medio plazo, entre otras cosas porque él no está en la batalla política de los partidos. Y le entiendo porque yo también pienso que la vida humana no cotiza en bolsa, por lo menos desde la Primera Guerra Mundial; y que estamos en un mundo que tolera sin rechistar la destrucción de Libia, de Siria e Irak o de grandes partes de África. Pero luego nos sorprendemos de la muerte de refugiados en el Mediterráneo, con mucho emotivismo, pero sin hacer los gobiernos nada por solucionar el problema “in situ”, en los lugares donde uno se muere de hambre y hace cualquier cosa para salir de allí. Quienes son capaces de “tan heroicas hazañas”, tal vez tienen poder como para ganar todavía muchas batallas, como la de la eutanasia. Yo espero que no ganen la guerra, porque ésta la gana quien ama. Y aprobar una ley de la eutanasia no es amar al ser humano y el misterio de su vida.

Pero hay que decir que esa visión del ser humano, que está detrás del proyecto de ley, es burguesa por los cuatros costados, que ha hecho del “bienestar”, del confort el dios definitivo. Tal vez es duro oír que la política de promoción de la eutanasia es un modo de reducir los costos de la Seguridad Social. Pero es verdad. Además, la política que fomenta la eutanasia es una política capitalista, utilitaria, la sostengan grupos políticos de centro, de izquierda o de derecha. Es capitalismo sin más. Y dejo claro que no soy partidario del encarnizamiento terapéutico, pero sí de los cuidados paliativos.

† Braulio Rodríguez Plaza Arzobispo de Toledo, Primado de España

 

 

[Hispanorromano 71.070]

Son muy hábiles los izquierdistas al plantear este tipo de reformas. Siempre se cuidan de presentarlas como un avance en los derechos, como un "empoderamiento" de las personas oprimidas por la Iglesia, el Estado, etc. Todo lo lo que se haga invocando los derechos individuales parece tener éxito en esta sociedad. Hagas lo que hagas, preséntalo como un derecho y tendrás éxito.

Para plantear la lucha en el mismo plano, cuando los progres digan que la eutanasia es el "derecho a una muerte digna" quizá deberíamos responderles que en realidad es el "derecho a matar". Si lográsemos popularizar este término irónico (o alguno equivalente) a lo mejor podríamos despertar algunas conciencias.

[Español 71.112]

Sin duda ese es el meollo de la cuestión, algo que vale igualmente para el aborto, y que no deja de ser una forma retorcida de tratar de legitimar el derecho a matar. El trasfondo eugenésico del asunto es de una envergadura tremenda porque en definitiva, lo que está ocurriendo es que mediante muchos frentes abiertos, aunque aparentemente desligados unos de otros, se está sembrando una tensión social que propicia la idea de que matar es la mejor solución para resolver determinados problemas.

Si nos fijamos, la sociedad está cada vez más polarizada y en el ideario colectivo está cada día más presente esa legitimación del odio, la muerte y la supremacía del ego como solución a nuestros problemas. Desde los continuos linchamientos mediáticos, pasando por la implantación de los supuestos nuevos derechos y continuando con la continua apelación a la guerra como «solución final» a los problemas, día a día nos aproximamos más a un nuevo orden moral diametralmente opuesto al que ha fundamentado la sociedad actual.

Cuando se habla de un Nuevo Orden Mundial, quizás debiéramos reflexionar si en realidad no estamos hablando de un Nuevo Orden Moral. El decálogo cristiano que fundamenta la moral occidental  está siendo sustituido por un nuevo decálogo, diametralmente opuesto, que al parecer pretende fundamentar una nueva humanidad.

Dadle la vuelta a dichos principios y mirad si no es precisamente eso lo que está ocurriendo:

• Amarás a Dios sobre todas las cosas. / Te amarás a ti mismo sobre cualquier otra cosa.
• No tomarás el nombre de Dios en vano. / Toda referencia a la verdad de Dios debe ser eliminada.
• Santificarás las fiestas. / Sustituirás las tradiciones sagradas por celebraciones mundanas.
• Honrarás a tu padre y a tu madre. / Despreciarás la familia e impondrás tus deseos.
• No matarás. / Matar es la mejor solución para establecer tu dominio.
• No cometerás actos impuros. /La relajación de las costumbres son el camino natural de la vida.
• No robarás. / Robar es legítimo cuando beneficia a tus intereses.
• No darás falsos testimonios ni mentirás. / La mentira propicia tu supremacía sobre los demás.
• No consentirás pensamientos ni deseos impuros. / Tus deseos animales son legítimos y deben respetarse.
• No codiciarás los bienes ajenos. / Todo cuanto existe te pertenece y es bueno apropiarse de ello.

Todo ello se destila de una comprensión invertida del mandamiento único: «Amarse uno mismo sobre todas las cosas y usar al prójimo en beneficio propio».

[Vanu Gómez 64.181]

hace 3 minutos, El Español dijo:

Sin duda ese es el meollo de la cuestión, algo que vale igualmente para el aborto, y que no deja de ser una forma retorcida de tratar de legitimar el derecho a matar. El trasfondo eugenésico del asunto es de una envergadura tremenda porque en definitiva, lo que está ocurriendo es que mediante muchos frentes abiertos, aunque aparentemente desligados unos de otros, se está sembrando una tensión social que propicia la idea de que matar es la mejor solución para resolver determinados problemas.

Si nos fijamos, la sociedad está cada vez más polarizada y en el ideario colectivo está cada día más presente esa legitimación del odio, la muerte y la supremacía del ego como solución a nuestros problemas. Desde los continuos linchamientos mediáticos, pasando por la implantación de los supuestos nuevos derechos y continuando con la continua apelación a la guerra como «solución final» a los problemas, día a día nos aproximamos más a un nuevo orden moral diametralmente opuesto al que ha fundamentado la sociedad actual.

Cuando se habla de un Nuevo Orden Mundial, quizás debiéramos reflexionar si en realidad no estamos hablando de un Nuevo Orden Moral. El decálogo cristiano que fundamenta la moral occidental  está siendo sustituido por un nuevo decálogo, diametralmente opuesto, que al parecer pretende fundamentar una nueva humanidad.

Dadle la vuelta a dichos principios y mirad si no es precisamente eso lo que está ocurriendo:

• Amarás a Dios sobre todas las cosas. / Te amarás a ti mismo sobre cualquier otra cosa.
• No tomarás el nombre de Dios en vano. / Toda referencia a la verdad de Dios debe ser eliminada.
• Santificarás las fiestas. / Sustituirás las tradiciones sagradas por celebraciones mundanas.
• Honrarás a tu padre y a tu madre. / Despreciarás la familia e impondrás tus deseos.
• No matarás. / Matar es la mejor solución para establecer tu dominio.
• No cometerás actos impuros. /La relajación de las costumbres son el camino natural de la vida.
• No robarás. / Robar es legítimo cuando beneficia a tus intereses.
• No darás falsos testimonios ni mentirás. / La mentira propicia tu supremacía sobre los demás.
• No consentirás pensamientos ni deseos impuros. / Tus deseos animales son legítimos y deben respetarse.
• No codiciarás los bienes ajenos. / Todo cuanto existe te pertenece y es bueno apropiarse de ello.

Todo ello se destila de una comprensión invertida del mandamiento único:  Amarse uno mismo sobre todas las cosas y usar al prójimo en beneficio propio.

 

Bravo,  Español, muy bien expuesto. Este texto lo voy a plantificar por ahi porque lo merece.

Igual podemos retocar alguna cosa antes de mandarlo como, por ejemplo, la famosa frase tan extendida "robaras si no te pillan, todos lo hariamos y si no lo haces eres tonto, otro lo hara por ti".

 

[Español 71.112]

Sí bueno, en realidad puede expresarse de muchas formas. Tampoco he rebuscado mucho como expresarlo aunque sea algo que he reflexionado muchas veces. En realidad no deja de ser todo lo mismo, la supremacía del ego y el beneficio propio en detrimento de Dios y el bien común.

Todo nace de la interpretación del fragmento bíblico del Éxodo 20, 2-17 donde Dios establece el decálogo. Especialmente de la primera frase  que dice «Ego sum Dominus Deus tuus, …» (Yo soy Yahvé, tu Dios, …). Ese «Yo soy» es la clave para entenderlo todo, es decir, quién encarna ese tiempo verbal y cómo lo hace: la fe y la razón.

El buen cristiano cree encarnar a Dios en la forma de Cristo, es decir, que participa de la vida de Dios en la persona del Hijo. De esta forma su alma se orienta hacia hacer cumplir la voluntad de Dios expresada en el amor de Jesucristo: "Yo soy cristiano y por tanto hijo de Dios, así que debo encarnar la vida de Dios según la ha ordenado su Hijo".

Sin embargo, el mal cristiano, el incrédulo, el pagano, el gnóstico, etc, encarnan ese tiempo verbal del "yo soy" de forma que todo comienza y acaba en si mismos, independientemente de la preexistencia del propio verbo. En realidad encarnan lo opuesto a Dios, es decir "al oponente", palabras que se traducen de las escrituras originales como "satanás".

La identidad, es decir, quiénes creemos que somos, es la cerradura que nos abre la puerta de la vida o de la muerte; del cielo o del infierno; del ser o el no ser. Y la llave es Cristo. De ahí que el cristianismo haya sido tan perseguido y maltratado a través de los tiempos. Y de ahí también que el identitarismo pueda considerarse hoy como una de las corrientes más peligrosas que amenazan con transformar el mundo, y que sea tan importante combatirla, especialmente dentro del ámbito católico, donde se está colando a marchas forzadas, pues puede privarnos de la esperanza eterna que contiene nuestra fe.