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Hispanorromano

De la eugenesia a la eutanasia (Juan Aparicio)

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Ahora que se habla de legalizar la eutanasia, rescato un artículo de Juan Aparicio, político y periodista muy importante en la Falange, jonsista de primera de hora que acuñó el yugo y la flechas. Destaco en negrita algunas frases y enlazo algunos nombres propios que pueden suscitar las dudas del lector.
 

Cita

DE LA EUGENESIA A LA EUTANASIA

Por JUAN APARICIO

 

La bioquímica servida por la química farmacéutica, al introducir progresivamente en el mercado las drogas milagrosas ha originado en el lenguaje conversacional un nuevo esperanto de neologismos, cuya onda explosiva llega hasta los titulares de los periódicos. Un frasco de pastillas de Nembutal ingerido por Marilyn Monroe agitó los diarios y las publicaciones mundiales con mayor sensacionalismo que el que promueven con sus técnicas depuradas los agentes de prensa y las Public-Relations de la Avenida de Madison. Las píldoras de «Enovía» que se consumían en Norteamérica sin otra tasa que los confines del prurito de paternidad, se han vuelto espantosamente aborrecidas ante la sospecha de que causan la tromboflebitis, aunque los laboratorios industriales de Chicago que las producen se desgañiten propalando que un millón de mujeres americanas, usuarias del fármaco, detuvieron su fecundidad y resultaron indemnes.

Un antibiótico inofensivo, la tetraciclina, acaba de ser denunciado por dos médicos ingleses, achacándole la misma peligrosidad, dentro de la placenta femenina en estado de gestación, que se le atribuye a la Talidomida abominable. La psicosis de pavor motivada por este divulgadísimo tranquilizante, que serenaba la inquietud mental y devolvía la juiciosa mansedumbre a loa ánimos alterados de las damas civilizadas, es una corroboración del aforismo de Pascal, repetido en los aguafuertes de Goya, sobre que los ensueños de la razón engendran monstruos. Toda una terapéutica razonable para relajarse y mejor dormir ha traído consigo esa cohorte teratológica de niños incompletos y deformados, que desbarata los planes de la Eugenesia y el ingenuo optimismo de nuestro tiempo.

Hace cincuenta años que murió el nonagenario británico sir Francis Galton, inventor de la palabra obtenida del griego, queriendo expresar que, así como se perfecciona la cría de los animales, también puede lograrse un mejoramiento en la descendencia humana. Los pueblos antiguos, precolombinos o espartanos, no aplicaban a las criaturas canijas esta práctica zoológica, que manipula con los genes antes del parto, sino que prefería despeñarlas o inmolarlas, sin ser víctimas propiciatorias. La Eugenesia aspira a ser una ciencia humanitaria y liberal que, como todos los liberales, pidió en seguida el auxilio de la autoridad y la protección de las leyes.

No hay que referirse a la reprobada legislación hitleriana en favor de una selección de la herencia, porque entre 1907 y 1960, de acuerdo con las leyes vigentes de los Estados Unidos, fueron esterilizadas obligatoriamente 50.000 personas por causas eugenésicas. Son veintiocho los Estados norteamericanos que imponen esta Eugenesia negativa, sobresaliendo California, donde fue ajusticiado Chessman, en las medidas de rigurosa prevención, de extirpación de la simiente de los individuos vesánicos criminales. Pero esta previa eliminación por parte del Estado para defender la sociedad, que tiene prueban fehacientes de las taras de los progenitores, no sólo corresponde al área de la demografía o política  aritmética (Political Arithmetic), según fue bautizada por su innovador británico hace tres siglos, sino que se enfrenta y debe someterse al debate y examen de la Teología.

Quien espantó a su humanidad contemporánea, deslumbrada por las felices elucubraciones de la época de las luces, aunque la ilustración y la guillotina funcionaban juntas, fue un clérigo anglicano, el pastor Thomas Robert Malthus, con su teoría sobre el crecimiento de las poblaciones con una progresión geométrica, que dejaba atrás el paso lento y más vegetativo de los medios alimenticios. El malthusianismo fue la Talidomida para las generaciones precedentes, debiendo intervenir la Iglesia católica con su autoridad y su prudencia, cual en los casos actuales de Alemania, Francia, Inglaterra, Holanda, Suecia, Italia y los Estados Unidos, donde el terror termonuclear, en contraste con el hedonismo placentero en una etapa de propaganda desenfrenada, ha desatado los nervios de las madres en ciernes, lanzándolas a destruir sus hijos hipotéticos como si fueran trágicas Medeas.           

Una figura representativa de tal colectiva demencia es la de esa locutora de la televisión del Estado de Arizona, Sherri Finkbine, una especie de nuestra Juana la Lista amedrentada por cuanto en su fantasía pudiera ocurrir a su hijo nonnato y acaso ni siquiera embrionario, que, mientras la española del cuento se redujo a llorar en la puerta o en el escalón de su bodega, se ha dirigido a los jueces del Tribunal Supremo de Phoenix demandando el aborto, y después a los médicos de Estocolmo para que le extirpen el supuesto feto maligno, no parándose allí su movilidad antimaterna, porque está dispuesta a trasladarse al Japón en busca de los paliativos legales, que allí han prosperado por el excedente demográfico. Donde estallaron las bombas de Nagasaki e Hiroshima, la talidomida conduce al aniquilamiento de las proles monstruosas, pero también de la maternidad.

Sin embargo, la Iglesia católica se opone a esta Eutanasia vergonzante, como recelaba de la descarada Eugenesia, ya que lo mejor es enemigo de lo bueno y lo bueno ha de convivir y superar a los males diarios. Un sacerdote especializado en psicología, pero más en su religión, intervino en una conferencia de Paris acerca de este tema absorbente para hacer notar que el nacimiento de un niño anormal desarrolla una corriente afectiva entre sus progenitores que los reconforta eficazmente, hallando en los pediatras, en los neurólogos y en los cirujanos una ayuda y una corrección, moral y práctica, que atenúan su desgracia y hasta pueden conseguir una felicidad relativa. De la Eugenesia a la Eutanasia hay un abismo superior y una similitud de anomalía, a la que separa y acerca cristianamente a la cuna y a la sepultura. La Eutanasia y la Eugenesia son los monstruos de la razón fuera del Reino de Dios, en tanto que en la iglesia románica de León, San Isidoro, a través de las edades, de las herejías y de los cismas, se han conservado adyacentes una pila de cristianar por inmersión y una tumba en aquel panteón de reyes, como símbolos de la vida perdurable.

El Pueblo Gallego, 26 de agosto 1962.

Juan_Aparicio_Falange_De_la_eugenesia_a_

Remarco algunas ideas del texto que me parecen interesantes y hago un pequeño desarrollo:

    La eugenesia y la eutanasia son aberraciones racionalistas. La ilustración y la guillotina suelen funcionar juntas.

   La eugenesia se propone acabar con las proles «defectuosas» pero al final acaba también con las proles sanas. Es un poco lo que está ocurriendo en nuestra época.

   Lo mejor es enemigo de lo bueno. En el fondo de la eugenesia, la eutanasia y el malthusianismo late una obsesión por la perfección, por la calidad, que acaba provocando la muerte cuando no se alcanza el listón. Dentro del ámbito contrarrevolucionario se ha convertido en un lugar común decir que preferimos la calidad a la cantidad. Como norma general puede ser correcta, pero no es aplicable a todos los casos y lo cristiano es buscar un equilibrio entre calidad y cantidad. Antes de preocuparse por la calidad, hay que preocuparse por la cantidad, pues es condición necesaria de la existencia. Esto es muy aplicable a las políticas de población y al drama que estamos viviendo con la ausencia de reemplazos generacionales desde hace varias décadas. La eugenesia es una obsesión por la calidad de la estirpe que, paradójicamente, acaba produciendo la muerte de la estirpe. Esto suele ocurrir cuando se le concede a la calidad un valor absoluto frente a la cantidad, o cuando se desprecia por completo lo material en nombre de lo espiritual. El cristianismo quiere que lo espiritual tenga amplia primacía sobre lo material, pero no desprecia las cuestiones materiales; antes bien, procura resolverlas para que podamos dedicarnos a lo espiritual. El desprecio absoluto por la materia y por la cantidad es típicamente gnóstico. En el fondo, el antinatalismo es una reformulación de aquella vieja idea gnóstica de que el mundo material fue creado por el Demonio, con lo que sería mejor no traer descendientes al mundo. Es sabido que los gnósticos evitaban tener descendencia y practicaban métodos anticonceptivos, en especial aquellos que hoy se denominan eufemísticamente «planificación familiar natural» en ciertos ambientes católicos. Hemos metido el enemigo en casa.

   La eutanasia es una extensión del mismo razonamiento que concede un valor absoluto a la calidad: si una vida no cumple determinados requisitos de calidad, es indigna de ser vivida, con lo que conviene acelerar la muerte.

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Excelente artículo y muy bueno el desarrollo que has hecho al final. Simplemente abundar en lo que ya has señalado con respecto al desprecio de la cantidad frente a la calidad, señalando también que, en la propia naturaleza, la calidad se alcanza por medio de la cantidad. La propia biología se va perfeccionando mediante la suma de generaciones de individuos que la van perfeccionando y a su vez, las propias familias o especies necesitan inicialmente de un gran número de vástagos que permita la edificación o supervivencia de aquellos que finalmente transmiten el linaje. Igualmente y ya en el plano religioso, la presencia de Dios entre los hombres es posible gracias a que Dios mismo ha ido manifestándose previamente a través de la vivencia de numeros hombres y mujeres, que mediante su testimonio de vida han sembrado las semillas que posteriormente han permitido reconocer al Hijo del Hombre. Igualmente hoy en día, dicha presencia tiene mayor impacto en la sociedad a medida que más y más seres humanos se van sumando al reino de Dios. No es cosa desdeñable la cantidad como elemento necesario para alcanzar ese objetivo de la perfección. Forma parte de las leyes de la Creación.

La eugenesía sin embargo sigue el camino opuesto. Si bien en la naturaleza se hace necesaria la cantidad para alcanzar la calidad, es precisamente como consecuencia de una cierta «eugenesia natural» -permitidme que lame así a la selección natural-, que elimina a los más débiles e imperfectos, por lo que se puede concluir que, quienes practican algún modo de Eugenesia en realidad contribuyen a abundar en esa realidad que se opone a la perfección. Y doy un ejemplo para explicarlo que he vivido muy de cerca: un familiar muy cercano, tiene una hija que nació con parálisis cerebral. Por la propia lógica de la eugenesia, esa niña debió haber muerto en el parto sin embargo, ha sido precisamente la lucha contra las consecuencias de dicho acontecimiento lo que ha perfeccionado y hecho mucho más grande el amor de sus padres por ella, entre ellos y para con toda la familia. En realidad la imperfección ha sido en este caso lo que ha llevado a la perfección.

Como fotógrafo voy a tratar de explicarlo en los terminos de mi profesión: la imperfección sería como las sombras oscuras y la cantidad, los abundantes medios tonos. Bien, pues el equilibrio de todo ello con las altas luces, en una comoposición orientada a transmitir una idea, sería lo que daría una imagen perfecta que sirviese al objetivo para el que se ha tomado. Si elimino las sombras por imperfectas ya que no transmiten información, y elimino también los medios tonos por estar ocupando gran parte de la imagen, solo me quedarían las altas luces que en definitiva se asemejarían a un papel en blanco sin valor alguno. La vida está creada mediante la suma de múltiples variables y equilibrios, necesarios todos, que nosotros debemos amar y poner al servicio de la vida misma.

En el transfondo de la eugenesia creo que existe una realidad perversa que es la siguiente. La selección natural elimina a aquellos individuos que suponen una rémora para la naturaleza, sin embargo se da en terminos absolutos de la vida, es decir, es la propia perfección de la ley natural que artícula la vida quién opera en ese caso. Sin embargo en la eugenesia, es el hombre con sus imperfecciones, quién se pone en el lugar de la ley a ejercer de árbitro de la perfección, algo ilógico pues la imperfección no puede por su propia naturaleza decidir qué es la perfección. De otro lado preferencia la calidad frente a la cantidad, como si la perfección se diese solo mediante la presencia de dicha calidad, cuando en realidad lo que por lógica debería buscar en último término es la cantidad de la calidad. Así que todo ello me lleva a observar que lo que en realidad esconde la eugenesia no es la búsqueda de la calidad o la perfección, sino la preeminencia o presencia sola de aquel que la procura. Es decir la eugenesia no sería más que otra forma de egoismo, quizá la del más alto egoismo, lo que no es otra cosa que la imperfección más absoluta, pues nada ni nadie puede existir solamente sin la coexistencia con todo y todos los demás.

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      Publicado en ABC.
      https://www.religionenlibertad.com/opinion/535895801/piedra-angular-sistema.html
      Fuente original: https://www.religionenlibertad.com/opinion/535895801/piedra-angular-sistema.html
    • Por Hispanorromano
      Quizá hayáis leído en los últimos días un artículo de El Confidencial con este titular sensacionalista e irrespetuoso:
      El último chute de José Antonio: morfina, cognac y los yonkis de la Guerra Civil
      El artículo se hace eco de un libro recién publicado sobre el uso de drogas en la Guerra Civil. Aunque el tema es interesante, no es ninguna novedad. Es bien sabido que en las guerras del siglo XX los combatientes hicieron un uso frecuente de fármacos psicotrópicos, ya fuesen relajantes, como la morfina y otros derivados del opio, o estimulantes, como la cafeína y la anfetamina. No creo que eso les reste valor a los combatientes, aunque desde luego es una práctica peligrosa que puede generar una toxicomanía al finalizar el conflicto.
      Ahora bien, aquí se trata de otra cosa. Se trata de acusar de «cobarde» a José Antonio por haber recibido una inyección (supuestamente de morfina, aunque en otro lugar se habla de cafeína, que tiene justamente el efecto contrario) para afrontar sus últimas horas de vida. En definitiva, se trata de derribar el «mito» de José Antonio, de ensuciar su recuerdo, de desactivar sus ideas.
      Esta acusación de la inyección es un bulo, evidentemente, pues los muy variados testimonios directos que existen sobre la muerte de José Antonio no avalan esa idea. Lo que tampoco quiere decir que debamos mitificar la figura de este político y creerla ajena a los sentimientos y vacilaciones propias de todo hombre. ¿Pero de dónde sale ese bulo? ¿Quizá salió de la propaganda republicana en su día? ¿O se lo habrán inventado el periodista o el autor del libro al calor de la peculiar «memoria histórica» que impulsan el PSOE y Podemos? Aunque titule de forma sensacionalista, el periodista de El Confidencial no se ha sacado de la manga el asunto: el bulo existió en su día, y su creador o propagador fue nada menos que el general Franco. Ramón Serrano Suñer recuerda el hecho, con indignación, en sus memorias:
      A Franco, el culto a José Antonio, la aureola de su inteligencia y de su valor, lo mortificaban. Recuerdo que un día, en la mesa, me dijo muy nervioso: «Lo ves, siempre a vueltas con la figura de ‘ese muchacho’ (se refería a José Antonio) como cosa extraordinaria y Fuset* acaba de suministrarme una información del Secretario del Juez o Magistrado que le instruyó el proceso en Alicante, que dice que para llevarle al lugar de ejecución hubo que ponerle una inyección porque no podía ir por su pie». Y lo decía con aire de desquite bien visible. Yo con amargura —pues me dolía profundamente que la persona a la que estaba sirviendo con afecto y lealtad pudiera recoger aquella despreciable referencia— y con energía negué que eso pudiera ser verdad: «es mentira inventada por algún miserable, eso es imposible». Otra persona que estaba en la mesa, por entonces especialmente afectuosa conmigo y agradecida a mi entrega incondicional, destempladamente, me dijo: «¿Y tú qué sabes si no estabas allí?» «Pues porque lo conozco bien y tengo certeza moral, porque eso es un infundio canallesco», contesté.
      Ramón Serrano Suñer, Entre el silencio y la propaganda, la historia como fue. Memorias. Barcelona, Editorial Planeta, 1977, pp. 170-171.
      *Nota mía: Lorenzo Martínez Fuset era teniente coronel jurídico militar y fue el artífice de la represión legal en los primeros años del franquismo. Según testimonio del tradicionalista Eugenio Vegas Latapie en el segundo tomo de sus memorias, Fuset era masón reconocido antes y después de la Guerra. Creo fidedigno este testimonio porque Eugenio Vegas no es de los que lanzan la acusación de masón alegremente y sin pruebas, a diferencia de lo que es costumbre en cierto antimasonismo irracional que aquí hemos criticado. De hecho, creo que solamente se refiere como masones a Fuset y a una persona más en su libro. Es decir, no reparte alegremente la acusación de «masón» a todo el que le cae mal.
      Ya que se ha publicado ese artículo en El Confidencial y ha tenido cierta repercusión en las redes sociales, he creído interesante citar el origen de esta acusación. Que también nos puede revelar algunos aspectos de la historia reciente de España y del guerracivilismo crónico que padecemos.
    • Por Hispanorromano
      El Concilio Vaticano II visto por un falangista: «La crisis está en nosotros»
      Indagando en una hemeroteca digital, encontré algunos números de la revista SP, quizá la única publicación de nervio falangista durante el franquismo. Creada y dirigida por Rodrigo Royo, falangista formado en el Frente de Juventudes y más tarde voluntario en la División Azul. Rodrigo no formó parte de la Falange fundacional, pero asume en buena medida su espíritu. Se destaca por su antimericanismo y desde el principio presiente que el Régimen de Franco se está disolviendo por su propia voluntad para dar paso a un régimen de tipo occidental. En SP mantiene una actitud crítica con el franquismo y con esa deriva liberal, lo que lleva al cierre, por asfixia, de esa publicación.
      El artículo que me llamó la atención es de Tomás Salvador, también falangista y divisionario, posteriormente vocal de la Hermandad Nacional de la División Azul. Fue un escritor de cierto éxito y pionero de la novela de ciencia-ficción en España, otro de los olvidados injustamente. El artículo habla sobre el Concilio Vaticano II. Después de hacer un repaso por las vicisitudes de la Iglesia, Tomás Salvador reconoce que la Cristiandad está en una profunda crisis de la que no escapa la Iglesia, pero afirma que la culpa de esta crisis no es de la Iglesia sino nuestra, de los cristianos, por habernos alejado de Dios para entregarnos a los vicios y a las comodidades modernas. ¡Menuda diferencia con las jeremiadas integristas que nunca reconocen ninguna culpa propia! Tomás Salvador reconoce la crisis, pero lejos de echar balones fuera, asume la parte que le toca, aunque quizá sea de los que menos culpa tengan. Pero ésa es la actitud normal en un cristiano, la de analizar los males con honradez, sin soberbia y sin buscar chivos expiatorios, asumiendo la parte de culpa que cada uno tiene. «La crisis está en nosotros» se titula el artículo de Tomás Salvador, y es la pura verdad. Culpar a la Iglesia de la crisis y de los males que afligen a nuestras sociedades, como se ha puesto de moda en algunos sectores católicos tan «puros» como los cátaros, no sólo es una necedad sino que demuestra que esas personas están cada vez más alejadas de la Iglesia de Cristo y con su actitud, entre blasfema y destructiva, tienen una importante responsabilidad en la crisis.
      Como escritor que cultiva la literatura prospectiva, Tomás Salvador está habituado a barruntar lo que nos puede deparar el futuro y por ello en su artículo, escrito en 1962, anticipa varios de los males que hoy nos golpean con toda su fuerza: el consumismo alienante; la sustitución de la cultura por el entretenimiento; la hipersexualización; la diversión como único horizonte vital; la desaparición de los mediadores, que conduce a un retorno de los brujos y los charlatanes; la proliferación de sucedáneos religiosos, drogas incluidas; el dominio de la propaganda; la aglomeración en urbes-colmena donde no hay lugar para el espíritu, sofocado por las comodidades y por la creciente tecnificación de todos los aspectos de la vida. 
      El artículo es también muy interesante desde esa perspectiva de anticipación. Y si Tomás Salvador puede anticipar esos males no es porque tuviese una bola de cristal sino porque era un fino observador y aquellos males ya estaban de alguna manera presentes en aquella sociedad que algunos creen tan tradicional. Lo que encaja perfectamente con el análisis que hace de la crisis de la Iglesia, tan distinto de los que solemos escuchar y a mi juicio mucho más acertado. Por esa razón traigo este artículo al foro.
      ————————————————
       
      A LA LUZ DEL CONCILIO VATICANO
      LA CRISIS ESTA EN NOSOTROS
      Por TOMÁS SALVADOR
       
      A cuatrocientos años de Trento, dos mil quinientos príncipes de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana están reunidos en Concilio. El II Vaticano hace el número veinte de los celebrados por la Iglesia. Veinte en dos mil años de historia, el último hace sesenta y dos años. Los Concilios son algo muy raro en el ritual de nuestra Iglesia. Un tanto curioso me he entretenido en hacer un balance comparativo. Los ocho primeros se celebraron dentro del primer milenio y todos ellos en Oriente: Meca, Constantinopla, Efeso y Caledonia. El siglo que ha presenciado más fue el XIII, igualando la cifra del anterior. Malos tiempos corrían para la unidad de las Iglesias cristianas. Dividida la cristiandad en dos imperios, Oriente y Occidente, la pugna entre los dos por la primacía jerárquica duró varios siglos. Bizancio representa el cesaropapismo, el tópico que ha quedado de «discusiones bizantinas», neofisistas, iconoclastas, nestorianos, focenses, herexiarcas y, finalmente, la bula de excomunión que los legados de Roma depositan sobre el altar mayor de Santa Sofía. El cisma de Oriente costó a la Iglesia cien millones de fieles y, aunque Constantinopla dejó de ser cristiana en 1452, la desunión continúa.
      En Occidente, la Iglesia continúa su marcha ascendente. La Edad Media representa el triunfo de las comunidades religiosas: el Cluny, el Cister, la Cartuja, las Órdenes mendicantes, grandes vasallos que hacen un gran Señor, el Papado romano. Pero en ello estaba también el peligro. El subjetivismo de Occam, los nominalistas, nuestro Raimundo Lulio, convierten las universidades y los grandes monasterios en brillantes centros de cultura, de discusiones. La Teología se eleva a Arte Magna, pero se olvida la misión, el proselitismo. El pueblo tiene que contentarse con las prédicas de frailes no siempre a la altura de las circunstancias. Cuando el Renacimiento eleva el nuevo Humanismo a la categoría de una religión artística, se hace evidente la necesidad de una Reforma. La piden los espíritus más puros.
      Pero son Huss, Zwinglio, Lutero y Calvino los que, en vez de reformar, destruyen. Cuando el fraile agustino Martín Lutero fija en la iglesia universitaria de Wittenberg los noventa y cinco puntos de su tesis, el 31 de octubre de 1517, la desunión de los príncipes cristianos, la ambición y el resentimiento la convierten pronto en una autentica revolución moral social y económica. Los príncipes alemanes, deseando la secularización de los bienes religiosos, Enrique VIII aprovechándola para sus fines políticos, Francia y España, indecisos en cuanto a su pugna particular, hacen que prospere el gran cisma de Occidente. Por su parte, Oriente ve llegar otro cisma. La Iglesia Ortodoxa rusa, en 1590, no acepta la primacía del patriarca de Constantinopla y eleva al de Moscú a la categoría de tercera Roma.
      No es posible resumir aquí dos mil años de Historia. Bástenos conocer estas dos fechas: 1054, cisma de Oriente y 1517, cisma de Occidente. La gran familia cristiana dividida. De ellas, la única que ha conservado la unidad ha sido la Iglesia Romana. La nación de la reforma protestante está dividida en no menos de trescientas sectas, aunque sólo media docena de ellas: luteranos, calvinistas, anglicanos, presbiterianos, baptistas y cuáqueros sean importantes. Los orientales, entre maronitas,  grecortodoxos, armeniortodoxos y rusortodoxos, continúan en la misma línea.
      En resumen, cálculos aproximados vienen a decirnos que existen actualmente en el mundo 500 millones de católicos: 250 millones en Europa, 90 en América del Norte y Central, 110 millones en América del Sur, 30 en Asia, 15 en África y el resto en Oceanía. Ese total de millones representa la sexta parte de la población total de la Tierra. Si a ellos unimos 225 millones de protestantes y 130 de cismáticos griegos, tenemos un total de 855 millones de cristianos, enorme cifra para las estadísticas, pero escasa para nuestro sentir íntimo. Doblamos el número de musulmanes, de hinduistas, de confucionistas y triplicamos el de otras confesiones; pero aún así no conviene olvidar que tras dos mil años de expansión religiosa, únicamente la cuarta parte de la población humana es cristiana. Y cristiana dividida, que es lo más triste.
      Algunas veces se ha planteado la pregunta, vistas las anteriores cifras, ¿ha fracasado el cristianismo? No. Hemos fracasado nosotros, los cristianos. Otro día hablaremos de ello. Hoy, con la tristeza del que ve escasos sus saberes, hablemos de la emoción que este Concilio suscita en nosotros. Su Santidad ha hablado con una claridad meridiana: estarnos en crisis, la crisis está en nosotros, los cristianos. La sociedad moderna está abocada a la más importante revolución social de toda la Historia y en ella los cristianos no debemos perder el papel preponderante que siempre hemos tenido en los avatares históricos. O nos unimos o deberemos conformarnos con un papel secundario como fuerza moral.
      ¿Cuáles son los peligros? Juan XXIII los anuncia: el progreso, la técnica, el poder acumulado en pocas manos, el egoísmo, la comodidad, el ateísmo. Hagamos un breve resumen: Los poderes centrales —gobiernos— se están fortaleciendo. En consecuencia, cada vez se tiende más a una minoría ejerciéndose y relevándose en los cargos públicos. El pueblo eleva su nivel de vida, pero se aparta de las creaciones sociales. Vamos de cara a una nueva Edad Media, pero sin vigor espiritual. Vamos al «renacimiento de los brujos» y esto es así porque vamos prescindiendo de la «mediedad», o sea, del equilibrio, del colchón amortiguador entre las altas y las bajas esferas.
      Tendremos cada vez más comodidades, pero menos espíritu; más códigos o reglamentos para el castigo «a posteriori», pero menos códigos morales para la conducta «a priori». La minoría gobernará a base de diversiones. El pueblo será sobornado, desvirtuado, encenagado en diversiones: la percepción sublimal, la propaganda elevada a categoría de arte; la televisión, los espectáculos, el sexo, el turismo, serán las brújulas del mañana. Una industria colosal, que necesitará colocar sus productos, sumergirá al mundo en una marea de objetos que la propaganda nos hará creer imprescindibles. Nos convertiremos en esclavos de las neveras, automóviles, televisores, viajes a «forfait» y aparatos musicales. Un mundo de compra-lo-todo, disco-maníacos, tele-locos, analfabetos de chistes y libros de dibujos, de ciudades monstruosas que albergarán colmenas de seres defraudados en su espíritu y que buscarán los sucedáneos de las diversiones artificiales, drogas incluidas, se avecina.
      Esta no es ninguna exageración. Está llegando, lo tenemos encima. Hay ciertamente, un renacimiento de la fe. Las iglesias se llenan de hombres y mujeres jóvenes. Pero también se llenan los estadios, los cines, las salas de baile, los estudios de radio. Y encima, la técnica, los sabios elaborando armas mortales que son acaparadas por los estados, amenazando al contrario..., hasta que el otro las posee a su vez y entonces todo queda pendiente de un cerebro megalomaníaco. Esta es la crisis, como ha visto muy bien Su Santidad: la deshumanización del individuo, la pérdida de sus valores morales. Por eso los que nos llamarnos cristianos debemos estar unidos. La desunión es un escándalo, hermosa palabra que la Iglesia utiliza con frecuencia como sinónimo de dolor, de vergüenza, de pecado.
      Sí, la Iglesia está firme. Lo que está en crisis es la sociedad, nosotros, los cristianos que vamos siendo sobornados por la propaganda, por la industria que nos incita a comprar de todo, por la comodidad, por los instintos sexuales hábilmente explotados por unos cuantos canallas. Estos son los peligros y para luchar contra ellos es necesaria la unidad de los hermanos cristianos. Nuestra ferviente oración para que el Espíritu Santo ilumine a los príncipes de la Iglesia en su búsqueda de una fórmula noble y justa, ecuménica, en una palabra.
      SP, n.º 199, 1 de diciembre de 1962, pp. 67-68.
    • Por Hispanorromano
      En el hilo sobre el carácter progresista de la eugenesia, cite parte de una entrevista al doctor Guillermo Rendueles Olmedo, psiquiatra y escritor situado en la izquierda, e incluso en la parte más radical de esta izquierda, en el que con una honradez digna de encomio reconocía que algunas acusaciones contra Vallejo Nájera era inciertas y que la culpa había que buscarla más bien en la intelectualidad progresista de la época, que abrazó con fervor la ideología eugenésica y eutanásica de exterminio.
      He descubierto varios textos de este médico y humanista de gran interés. Pero ahora que se acaba de legalizar la eutanasia, me parece muy importante rescatar un artículo que escribió en un periódico local de Asturias, La nueva España, en el año 2007. En ese artículo advertía de los peligros de la eutanasia y del frívolo debate que se había suscitado en los medios para promover su legalización, con un continuo goteo de artículos sensibleros que se apoyaban en casos extremos para manipular a la opinión pública. Ya en 2007 el doctor Rendueles nos avisaba de estos peligros que han terminado de materializarse hace pocos días. Y, con la honradez que la caracteriza, se mostraba avergonzado por compartir el izquierdismo con los principales promotores de esa aberración que es la eutanasia:
      Hacen falta más Guillermos Rendueles. Hacen falta más personas de izquierdas que se atrevan a cuestionar las ideas imperantes entre los suyos si son equivocadas. Hacen falta más personas de izquierdas que reconozcan las culpas de los suyos y que digan la verdad aunque les perjudique. Y hacen falta también personas que hagan lo propio en las derechas.
      Sorprende muy gratamente que una persona de izquierdas como Guillermo publicase este valiente escrito contra la eutanasia en 2007, cuando muchos de derechas no le prestábamos la debida atención al tema. Pero en verdad no lo creo tan sorprendente por varias razones. Es un error creer que las personas de izquierdas tienen un discurso monolítico, al dictado de algún señor maligno, o que la mayoría de ellos se mueven por perversas intenciones. El doctor Rendueles es muy crítico con el cientifismo —por ejemplo, cuestiona su propia especialidad, la psiquiatría— y tiene un perfil humanista muy destacado. Esos estudios humanísticos le han permitido entender que es de una deshonestidad brutal atribuir al doctor Vallejo Nájera y al franquismo lo que en verdad le pertenece a las izquierdas, aunque considere a esas izquierdas los suyos, probablemente por su afán de justicia social.
      El doctor Rendueles ha estudiado la historia reciente y sabe que los primeros defensores de la eutanasia no eran almas caritativas que querían favorecer a los débiles y a los enfermos sino, muy al contrario, personas despiadadas que querían exterminar a los débiles por ahorrar costes, por evitarse molestias y por el puro placer demoníaco de exterminar a los débiles, en aplicación de una moral naturalista y radicalmente anticristiana que bebe de Darwin, Galton y Nietzsche. También sabe que el camino al infierno a veces está pavimentado de buenas intenciones. El doctor Rendueles sabe todo eso porque siempre cultivó las humanidades y se ha preocupado de estudiar los antecedentes históricos de todas estas cuestiones que se suscitan hoy en día como si fueran novedosas. El doctor Rendueles ha comprendido que la idolatría de la ciencia y de la técnica, que forman parte de su propia profesión, son el más seguro camino hacia la deshumanización y el exterminio en proporciones industriales. Guillermo Rendueles no es un médico al uso, para desgracia de la medicina actual.
      Al margen de esta reflexión sobre temas adyacentes, los argumentos que aporta el doctor Rendueles en su artículo sobre la eutanasia son muy dignos de tener en cuenta. Es evidente que esta legislación va a afectar a los ancianos que, a pesar de estar en perfectas condiciones, se sienten una carga o les han hecho sentirse una carga; a todo tipo de personas que tomen tranquilizantes y otros fármacos de ese estilo (el 21% de españoles, según las últimas estadísticas); a todos los sospechosos de padecer alguna enfermedad mental, concepto tan flexible como una cama elástica; a todos los enfermos cuyo tratamiento resulte muy costoso para las arcas públicas o privadas; a todos los que no se adapten al ritmo frenético de la sociedad actual; a todos los que no «produzcan» o no sean considerados rentables por el poder de turno; a todos los que la sociedad actual considere «sobrantes».
      También es evidente que esta nueva ley supone el paso definitivo para que los médicos traten a sus pacientes como los ganaderos tratan a su ganado, como señala el doctor Rendueles; para terminar de animalizar al hombre y abrir una caja de Pandora que, salvo milagro, ya no podrá cerrarse. Quizá sea la muerte definitiva de Occidente, la consecuencia postrera de haber dejado de reproducirnos. A partir de ahora, los médicos tienen licencia para matar, como James Bond. O, mejor dicho, verán respaldada jurídicamente esa licencia que ya ejercían muchos de facto, con lo que serán intocables. A partir de ahora se rompe la confianza del paciente con el médico, ya muy tocada en los últimos tiempos. Si últimamente vienen sufriendo agresiones algunos médicos, a veces por motivos poco justificados, que se preparen para lo que van a experimentar a partir de ahora.
      Se rompe la confianza entre médico y paciente, se rompe la confianza en la política, se rompe la solidaridad entre generaciones y se rompe la sociedad. Si el cálculo de costes ya presidía la relación del establishment político y científico con los ciudadanos, a partir de ahora será el criterio exclusivo. Si te consideramos una «carga», te vas al hoyo, por las buenas (o sea, convenciéndote de que lo mejor es que tú mismo te quites de en medio) o por las malas.
    • Por Hispanorromano
      Leía en los últimos días La arrogancia de la biología, un libro recién publicado por Alianza Editorial que recomiendo vivamente. No se trata ninguna magufada anticientífica, ya que lo publica de una de las editoriales de mayor prestigio en España.
      En dicho libro se comenta que los científicos son muy amigos de crear jergas para distinguirse del resto de la sociedad y  mantener el estatus de sabios. Es un mecanismo conocido que también opera en grupos sectarios. Lo vemos hasta en los grupitos que se forman en internet. Pero con frecuencia los científicos acuñan vocablos con el fin algo más perverso de manipular y redefinir conceptos, como el de vida, para eludir el control de la sociedad sobre sus experimentos.
      Por ejemplo, el gremio biológico y biotecnológico inventó el término preembrión para referirse a los embriones con menos de catorce días de vida. La intención era clara: deshumanizar a esos embriones para burlar las restricciones que el poder político y la sociedad pretendían imponer a la experimentación con embriones. El término tiene un siniestro paralelismo con el de Las prepersonas, un relato breve del autor de ciencia ficción Philip K. Dick [pdf].
      Inmediatamente me puse a pensar en qué otros términos podrían haber inventado los científicos con este fin de manipulación. Y me vino a la cabeza aquel execrable eufemismo de interrupción voluntaria del embarazo para referirse al aborto. ¿Quién habría acuñado esa tramposa expresión? ¿Habría sido un científico o un político?
      Siempre pensé que esa expresión la habría acuñado algún político para hacer más tragable el aborto a la sociedad. Pero después de realizar algunas indagaciones —que reconozco que no son definitivas, por incompletas y superficiales—, veo que esa perversa locución se empezó a usar en el ámbito científico y médico. En las dos hemerotecas digitales de ámbito nacional los primeros usos de interrupción voluntaria del embarazo remiten al ámbito médico. Por ejemplo, en la revista ESPAÑA MÉDICA del 15 de septiembre de 1928, el doctor Vital Aza decía lo siguiente:
      Al margen de la cuestión terminológica, obsérseve que también dice que la «Ciencia», en mayúsculas, «impone» determinados abortos que hasta ahora los legisladores no han querido permitir, quizá por su visión obtusa y demasiado anclada en prejuicios religiosos, que les impiden comprender la grandeza de la «Ciencia».
      Al buscar el término en inglés, voluntary termination of pregnancy, de nuevo encuentro un antiguo uso de esa locución en el ámbito médico. Este artículo es de 1984:
      Voluntary termination of pregnancy - PubMed
      Este otro es de 1978:
      [The demand for the voluntary termination of pregnancy: an analysis of 600 cases in the Paris region] - PubMed
      Ahora bien, el término es muy anterior.  En la edición del 17 de diciembre de 1938 de la prestigiosa revista THE BRITISH MEDICAL JOURNAL, publicada por la British Medical Association, se puede leer lo siguiente en un apartado titulado The Principles of Eugenics:
      Igualmente aparecen varias referencias a esa expresión en THE EUGENICS REVIEW, una publicación del ámbito médico y científico que tuvo un enorme auge hasta bien entrados los años sesenta, cuando cambió su título por otro más discreto. Por ejemplo, en la página 26 y dentro de un artículo titulado «An American eugenist speaks», publicado en la edición de abril de 1942, se utiliza la citada expresión voluntary termination of pregnancy, pero también la de voluntary parenthood y la de voluntary sterilization. Todo es siempre voluntario, ¡que conste! Esto de añadir el adjetivo «voluntario» a cualquier aberración se ha revelado como uno de los mejores trucos de manipulación.
      Abría este hilo preguntándome si la expresión «interrupción voluntaria del embarazo» tenía su origen en la política o en la ciencia. Y mi conclusión es que el origen está en la ciencia, pues los primeros usos de esta locución, ya en los años veinte del pasado siglo, se dan siempre en el ámbito científico o médico, mientras que en el ámbito político sólo se empieza a usar en los años ochenta y noventa, al menos en el caso de España. Pero es una conclusión preliminar, porque para este breve estudio sólo he rebuscado en las dos hemerotecas digitales de ámbito nacional (BNE y Prensa Histórica), en Google Ngram Viewer, PubMed y Archive.org. Habría que hacer una búsqueda más exhaustiva en las hemerotecas digitales de ámbito autonómico, provincial y local, en hemerotecas físicas, en bibliotecas digitales y en libros que traten el tema del aborto. Son bienvenidos los voluntarios.
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    • https://www.mundorepubliqueto.com/2020/05/01/no-todo-lo-que-brilla-es-oro/

      Una vez más, por aprecio a estos amigos dejo solo el enlace para enviar las visitas a la fuente.

      Solo comento la foto que ponen de un congreso internacional identitari que hubo un México. Ahí se plasma el cáncer que han supuesto y parece que aún sigue suponiendo aquella enfermedad llamada CEDADE. En dicha foto veo al ex-cabecilla de CEDADE, Pedro Varela -uno de esos nazis que se dicen católicos- junto a Salvador Borrego -que si bien no era nazi, de hecho es un mestizo que además se declara hispanista y favorable a la mezcla racial propiciada por la Monarquía Católica,  sí que simpatizó con ellos por una cuestión que quizá un día podamos comentar- uno de los "revisionistas" más importante en lengua española, así como el también mexicano Alberto Villasana, un escritor, analista, publicista, "vaticanista" con gran predicamento entre los católicos mexicanos, abonado totalmente a la errática acusación contra el papa Francisco... posando junto a tipos como David Duke, ex-dirigente del Ku Kux Klan, algo que lo dice todo.

      Si mis rudimentarias habilidades en fisonomía no me fallan, en el grupo hay otro español, supongo que también procedente del mundillo neonazi de CEDADE.

      Imaginemos la corrupción de la idea de Hispanidad que supone semejante injerto, semejante híbrido contra natura.

      Nuestra querido México tiene la más potente dosis de veneno contra la hispanidad, inyectado en sus venas precisamente por ser un país clave en ella. Es el que otrora fuera más próspero,  el más poblado, también fue y en buena parte sigue siendo muy católico, esta en la línea de choque con el mundo anglo y... los enemigos de nuestra Hispanidad no pueden permitir una reconciliación de ese país consigo mismo ni con la misma España, puente clave en la necesaria Reconquista o reconstrucción. Si por un lado está infectado por el identitarismo amerindio -el indigenismo- por el otro la reacción está siendo narcotizada por un identitarismo falsohispanista, falsotradicionalista o como queramos verlo, en el cual CEDADE juega, como vemos, un factor relevante.

      Sin más, dejo ahí otra vez más mi sincera felicitación al autor de ese escrito. Enhorabuena por su clarividencia y fineza, desde luego hace falta tener personalidad para ser capaz de sustraerse a esa falsa polarización con que se está tratando de aniquilar el hispanismo.

       





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    • La libertad sexual conduce al colapso de la cultura en tres generaciones (J. D. Unwin)
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    • Traigo de la hemeroteca un curioso artículo de José Fraga Iribarne publicado en la revista Alférez el 30 de abril de 1947. Temas que aborda: la desastrosa natalidad en Francia; la ya muy tocada natalidad española, especialmente en Cataluña y País Vasco; las causas espirituales de este problema, etc.

      Si rebuscáis en las hemerotecas, hay muchos artículos de parecido tenor, incluso mucho más explícitos y en fechas muy anteriores (finales del s. XIX - principios del s. XX). He traído este porque es breve y no hay que hacer el trabajo de escanear y reconocer los caracteres, que siempre da errores y resulta bastante trabajoso, pues ese trabajo ya lo ha hecho la Fundación Gustavo Bueno.

      Señalo algunos hechos que llaman la atención:

      1) En 1947 la natalidad de Francia ya estaba por los suelos. Ni Plan Kalergi, ni Mayo del 68, ni conspiraciones varias.

      2) Pero España, en 1947 y en pleno auge del catolicismo de posguerra, tampoco estaba muy bien. En particular, estaban francamente mal regiones ricas como el País Vasco y Cataluña. ¿Será casualidad que estas regiones sean hoy en día las que más inmigración reciben?

      3) El autor denuncia que ya en aquel entonces los españoles estaban entregados a una visión hedonística de la existencia, que habían perdido la vocación de servicio y que se habían olvidado de los fines trascendentes. No es, por tanto, una cosa que venga del Régimen del 78 o de la llegada al poder de Zapatero. Las raíces son mucho más profundas.

      4) Señala que el origen de este problema es ético y religioso: se ha perdido la idea de que el matrimonio tiene por fin criar hijos para el Cielo. Pero también se ha perdido la idea del límite: las personas cada vez tienen más necesidades y, a pesar de que las van cubriendo, nunca están satisfechas con su nivel de vida.

      Este artículo antiguo ilumina muchas cuestiones del presente. Y nos ayuda a encontrarle solución a estos problemas que hoy nos golpean todavía con mayor fuerza. Creo que puede ser de gran provecho rescatar estos artículos.
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    • En torno a la posibilidad de que se estén usando las redes sociales artificialmente para encrespar los ánimos, recojo algunas informaciones que no sé sin son importantes o son pequeñas trastadas.

      Recientemente en Madrid se convocó una contramanifestación que acabó con todos los asistentes filiados por la policía. Militantes o simpatizantes de ADÑ denuncian que la convocó inicialmente una asociación fantasma que no había pedido permiso y cuyo fin último podría ser provocar:

      Cabe preguntarles por qué acudieron a una convocatoria fantasma que no tenía permiso. ¿Os dais cuenta de lo fácil que es crear incidentes con un par de mensajes en las redes sociales?

      Un periodista denuncia que se ha puesto en marcha una campaña titulada "Tsunami Español" que pretende implicar a militares españoles y que tiene toda la pinta de ser un bulo de los separatistas o de alguna entidad interesada en fomentar la discordia:

      El militar rojo que tiene columna en RT es uno de los que difunde la intoxicación:

      Si pincháis en el trending topic veréis que mucha gente de derechas ha caído en el engaño.

      Como decía, desconozco la importancia que puedan tener estas intoxicaciones. Pero sí me parece claro que con las redes sociales sale muy barato intoxicar y hasta promover enfrentamientos físicos con unos cuantos mensajes bien dirigidos. En EEUU ya se puso en práctica lo de citar a dos grupos contrarios en el mismo punto para que se produjesen enfrentamientos, que finalmente ocurrieron.
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    • Una teoría sobre las conspiraciones
      ¿A qué se debe el pensamiento conspiracionista que tiene últimamente tanto auge en internet? Este artículo baraja dos causas: la necesidad de tener el control y el afán de distinguirse de la masa.
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