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Hispanorromano

¿Imperio Generador o Degenerador?

Publicaciones recomendadas

hace 7 minutos, Corazón Español dijo:

Hola a todos

Bueno pues, como encargado del foro os pido por favor que moderéis vuestro lenguaje y os atengáis a las normas de convivencia que rigen para todos.

En este foro no hay nadie a sueldo y como ya se ha dicho, es ridículo plantear esa hipótesis, puesto que el presupuesto de la web apenas alcanza para pagar los gastos corrientes de hospedaje y licencias de publicación. Ni por asomo da para pagar sueldos o gratificaciones. Quién diga eso se equivoca o actúa de mala fe,

Aquí nadie ha cobrado nunca un céntimo por publicar nada o dejar de hacerlo. Este es un foro sin adscripción política ni ánimo de lucro. Cada cual es libre de presentar sus ideas y planteamientos, siempre que se respeten las normas y objetivos de la comunidad, así que por favor, atengámonos a ellas y tengamos la fiesta en paz.

Gracias y buenas noches.

Pido disculpas y rectifico. Dejo el tema ahí y trataré de  no interactuar más, no aporta nada a los objetivos del foro.

un saludo.

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A ver a ayudar a @Vanu Gómez con el resumen:

El Materialismo Filósifico no es más que una secularización del Catolicismo, como la Ilustración fue una secularización del Protestantismo. Siendo así es natural que encontremos cercanías o simpatías, pero sigue siendo solo eso, la versión secularizada del Catolicismo, no es Catolicismo y por ende va a estar cojo. Al renegar de cuestiones espirituales de manera dogmatica y categorica pues su defensa secular de España no es más que un indigenismo Españolista pues tiene que basarse en los mismos criterios materiales que un indigenista Azteca o Catalanista: que si la lengua propia es superior, que si ha producido grandes trabajos superiores a los de los demás etc etc... El problema es que mientras la secularización progre se permite esas tonterías permitiendosela también a los demás, el MF se encuentra en la paradojica posición de (correctamente) negarle esos argumentos a los otros, pero se los permite a si mismo o a lo "Español". Si no hay gran misión o gran telos para España en la que anclar una defensa más que logros "materiales", pues entonces no tiene sentido ser "pro España" cuando España ya no está a la vanguardia del mundo material, mas que, de nuevo, un indigenismo españolista o chovinismo.

 

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Diría que va más allá del mero estado-nacionalismo pues si hay un hilo conductor es su fascinación por la idea de imperio. Esro y la ausencia de categorización moral  da solo un producto instrumental, hasta el punto de poder servir tanto para un roto como para un descosido, para defender España o al Comunismo -que por cierto alguien por ahí hasta se dejó empapar algo de dicha defensa- o, dicho de otra manera, parece como si la construcción del MF partiera de la idea  primera de defensa del imperio sin más,  lo que ya aportaría dos motivos básicos de apoyo por parte de los que quieren defender a España, uno el que comentas - el que sería de nosotros, solo por españoles, y en el sentido amplio incluiría a los americanos que así lo sintieran- y segundo por haber sido la mejor ejecutora o una de las mejores ejecutoras de esa idea que tanto les atrae.

De ahí que no se extrañen los del MF tras su desembarco en México,  por pura lógica su principal objetivo fuera de la península, que con el tiempo su escuela pueda degenerar en una defensa del imperio azteca. Que igual no puede ser considerado en sus coordenadas como generador... pero chico, ya sabemos que las coordenadas se pueden cambiar de la forma más fresca cuando interesa. O acaso no hay gente de esa escuela que defiende el Comunismo y su carácter generador?

Lo que veamos... el MF no tiene actualmente más vínculo que el respeto y admiración por su individuo fundador pero ya conocemos por la Historia que toda fundación que no venga de Nuestro Señor acaba ramificándose en más y más derivaciones, a cada cual más estrafalaria. Desde esa escuela hoy día se lanzan ataques tremendos contra la Iglesia actual, sistemáticamente, porque probablemente no se alinee con su idea de imperio, por no defenderla, etc. Ese si es uno de los puntos comunes que se van observando de gran parte de sus miembros.

El MF lleva un filo en el propio mango. Al esgrimirlo solo evitas la autolesión si cuentas con un guante de malla metálica. Alguno de los del Mundo Republiqueto contáis ya con ese guante pero... cuánta gente de los que no portan esa protección creéis que será capaz de manejarlo cuando lo tomen?

La rehispanización es inseparable de la recatolización, de la reevangelización. El MF en manos de ateos solo puede producir daños, cuanto más se extienda más masivos. Según ha dicho alguien por aquí, son cuatro gatos... pues digo, espero que lo sigan siendo por lo que he comentado en las últimas líneas. Creo que Mundo Republiqueto ya comprendió esto hace tiempo, y lo celebro.

 

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Excelentes las dos últimas intervenciones.

Comenta @Mundo Republiqueto, que el MF es una secularización del Catolicismo, reflexión con la que coincido plenamente y a la que solo apostillaría que, quizás se trate de una secularización de vuelta, en el sentido de provenir de quienes se encontraban en un espacio directamente en oposición a la catolicidad, y han pasado de combatirla a aceptarla, con el fin de ser aceptados como parte de una identidad común, aunque sin aceptar los principios, valores o comportamientos propios de dicha identidad general, pues como todo grupo secularizado (otrora beligerante), son autorreferenciales y por tanto su propósito último no es otro que el de sustituir el fundamento común por la razón propia.

Trazando un paralelismo con la política española, el MF sería a la catolicidad hispánica, lo que partidos como Bildu o similares son al Estado Español. Grupos que han pasado de combatirlo con las armas, a aceptarlo para de esta manera poder acceder a los cimientos de la casa común, y desde ahí minarla, ya que su fundamentación última, es decir su principio autorreferencial, no ha variado.

Para todos ellos, su identidad particular depende de que desaparezca la identidad fundamental «del otro». Y ese «otro», en el ámbito de la Hispanidad y del catolicismo, no es sino Cristo. Es imposible entender la idea de Hispanidad, mucho menos la de catolicismo, sin Cristo. Algo similar a pretender la lluvia sin las nubes.

Un Cristo que, más allá de su identidad histórica, es también una realidad eterna que da origen, identidad y misión a la propia Iglesia, y a quienes ven en su persona la esperanza cierta de una vida eterna, como en su día fue la esperanza común de la cristiandad y por extensión de la Hispanidad.

Al respecto de este asunto de la vida eterna, que seguramente a muchos les pueda parecer un asunto muy prosaico, permitidme que cite una reflexión que tengo recogida del P. Rainiero Cantalamesa, predicador de la Casa Pontificia, dada en 2010 con motivo del Segundo Domingo de Adviento, que viene a la perfección para ilustrar el tema y dar respuesta al debate que nos traemos entre manos, pues no deja de ser un asunto crucial que está en la base de la evangelización que en día acometió España, y permitió la construcción de la propia Hispanidad. Una respuesta de la que carece el MF y cualquier otra forma de secularización pues, sin la promesa de vida eterna, sin lo trascendente, toda razón humana queda yerma y subordinada al propio apetito y circunstancia temporal, que como la temperie, cambia conforme lo hace el tiempo. (Las negritas son mías).

Cita

Predicador del Papa: "La respuesta cristiana al secularismo"

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 10 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la segunda meditación de Adviento que predicó este viernes el padre Raniero Cantalamessa OFM cap, predicador de la Casa Pontificia, ante Benedicto XVI y la Curia Romana para ofrecer «La respuesta cristiana al secularismo».

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap.
Segunda Predicación de Adviento

«OS ANUNCIAMOS LA VIDA ETERNA» (1 JN 1,2)

La respuesta cristiana al secularismo

1. Secularización y secularismo

En esta meditación nos ocupamos del segundo escollo que encuentra la evangelización en el mundo moderno occidental, la secularización. En el Motu Proprio con el que el Papa instituyó el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva eEvangelización, se dice que éste «está al servicio de las Iglesias particulares, especialmente en aquellos territorios de antigua tradición cristiana donde con mayor evidencia se manifiesta el fenómeno de la secularización».

La secularización es un fenómeno complejo y ambivalente. Puede indicar la autonomía de las realidades terrenas y la separación entre reino de Dios y reino del César y, en este sentido, no sólo no está contra el Evangelio sino que encuentra en él una de sus raíces profundas; puede, sin embargo, indicar también todo un conjunto de actitudes contrarias a la religión y a la fe, para el que se prefiere utilizar el término de secularismo. El secularismo es a la secularización lo que el cientificismo a la cientificidad y el racionalismo a la racionalidad.

Ocupándonos de los obstáculos o de los desafíos que la fe encuentra en el mundo moderno, nos referimos exclusivamente a esta acepción negativa de la secularización. A pesar de delimitarlo así, sin embargo, la secularización presenta muchas caras según los campos en los que se manifiesta: la teología, la ciencia, la ética, la hermenéutica bíblica, la cultura en general, la vida cotidiana. En la presente meditación tomo el término en su significado primordial. Secularización, como secularismo, derivan de hecho de la palabra «saeculum» que en el lenguaje común ha acabado por indicar el tiempo presente («el eón actual», según la Biblia), en oposición a la eternidad (el eón futuro, o «los siglos de los siglos», de la Biblia). En este sentido, secularismo es un sinónimo de temporalismo, de reducción de lo real a una única dimensión terrena.

La caída del horizonte de la eternidad o de la vida eterna, tiene sobre la fe cristiana el efecto que tiene la arena arrojada sobre una llama: la sofoca, la apaga. La fe en la vida eterna constituye una de las condiciones de posibilidad de la evangelización: «Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima» (1 Cor 15,19).

2. Ascensión y ocaso de la idea de eternidad

Recordemos a grandes rasgos la historia de la creencia en una vida más allá de la muerte; nos ayudará a medir la novedad traída por el Evangelio en este campo. En la religión judía del Antiguo Testamento esta creencia se afirma sólo de forma tardía. Sólo después del exilio, frente al fracaso de las esperanzas temporales, se abre camino la idea de la resurrección de la carne y de una recompensa ultraterrena de los justos, e incluso entonces no en todos (los Saduceos, se sabe, no compartían esta creencia).

Esto desmiente clamorosamente la tesis de aquellos (Feuerbach, Marx, Freud) que explican la creencia en Dios con el deseo de una recompensa eterna, como proyección en el más allá de las esperanzas terrenas defraudadas. ¡Israel creyó en Dios muchos siglos antes que en una recompensa eterna en el más allá! No es, por tanto, el deseo de una recompensa eterna lo que produjo la fe en Dios, sino que es la fe en Dios la que produjo la creencia en una recompensa ultraterrena.

La revelación plena de la vida eterna se tiene, en el mundo bíblico, con la venida de Cristo. Jesús no funda la certeza de la vida eterna en la naturaleza del hombre, la inmortalidad del alma, sino en el «poder de Dios», que es un «Dios de vivos y no de muertos» (Lc 20,27-38). Después de la Pascua, a este fundamento teológico, los apóstoles añadirán el cristológico: la resurrección de Cristo de la muerte. Sobre ella funda el Apóstol la fe en la resurrección de la carne y en la vida eterna: «Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de vosotros afirmáis que los muertos no resucitan?… Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos» (1 Cor 15, 12.20).

También en el mundo grecorromano se asiste a una evolución en la concepción de la ultratumba. La idea más antigua es que la vida verdadera termina con la muerte; tras ella hay sólo una apariencia de vida, en un mundo de sombras. Se registra una novedad con la aparición de la religión órfico-pitagórica. Según ésta, el verdadero yo del hombre es el alma que, liberada de la prisión (sema) del cuerpo (soma), puede finalmente vivir su verdadera vida. Platón dará a este descubrimiento una dignidad filosófica, basándola en la naturaleza espiritual, y por tanto inmortal, del alma [1].

Esta creencia permanecerá, con todo, muy minoritaria, reservada a los iniciados en los misterios y a los seguidores de escuelas filosóficas particulares. Entre la masa persistirá la antigua convicción de que la verdadera vida termina con la muerte. Son conocidas las palabras que el emperador Adriano se dirige a sí mismo al acercarse a la muerte:

«Pequeña alma extraviada y suave,
Compañera y huésped del cuerpo,
ahora te preparas a subir a lugares
incoloros, arduos y desnudos,
donde ya no tendrás las distracciones de costumbre.
Aún un instante
miremos juntos las orillas familiares, 
las cosas que ciertamente ya no volveremos a ver jamás…»[2].

Se comprende en este trasfondo el impacto que debía tener el anuncio cristiano de una vida después de la muerte infinitamente más plena y más gozosa que la terrena; se comprende también por qué la idea y los símbolos de la vida eterna son tan frecuentes en las sepulturas cristianas de las catacumbas.

Pero ¿qué ha sucedido con la idea cristiana de una vida eterna para el alma y para el cuerpo, después de haber triunfado sobre la idea pagana de la «oscuridad después de la muerte»? A diferencia del momento actual en el que el ateísmo se expresa sobre todo en la negación de la existencia de un Creador, en el siglo XIX se expresó preferentemente en la negación de un más allá. Recogiendo la afirmación de Hegel, según la cual «los cristianos desperdician en el cielo las energías destinadas a la tierra», Feuerbach y sobre todo Marx combatieron la creencia en una vida después de la muerte, bajo pretexto de que esta aliena del compromiso terreno. La idea de una supervivencia personal en Dios, se sustituye con la idea de una supervivencia en la especie y en la sociedad del futuro.

Poco a poco, con la sospecha, cayó sobre la palabra eternidad el olvido y el silencio, El materialismo y el consumismo han hecho el resto en las sociedades opulentas, haciendo incluso que parezca inconveniente que se hable aún de eternidad entre personas cultas y acorde con su tiempo. Todo esto ha tenido una clara repercusión en la fe de los creyentes, que se ha hecho, en esta cuestión, tímida y reticente. ¿Cuándo escuchamos la última predicación sobre la vida eterna? Seguimos recitando en el Credo: Et expecto resurrectionem mortuorum et vitam venturi saeculi: «Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro», pero sin dar demasiada importancia a estas palabras. Tenía razón Kierkegaard cuando escribía: «El más allá se ha convertido en una broma, una exigencia tan incierta que no sólo ya nadie la respeta, sino que incluso ya no la prevé, hasta el punto de que hay quien incluso se divierte pensando que había una época en la que esta idea transformaba toda la existencia» [3].

¿Cuál es la consecuencia práctica de esta eclipse de la idea de eternidad? San Pablo refiere el propósito de aquellos que no creen en la resurrección de la muerte: «Comamos y bebamos que mañana moriremos» (l Cor 15,32). El deseo natural de vivir siempre , distorsionado, se convierte en deseo, o frenesí, de vivir bien, es decir, de forma placentera, incluso a costa de los demás, si es necesario. La tierra entera se convierte en lo que Dante decía de la Italia de su tiempo: «el jardincito que nos hace tan feroces». Caído el horizonte de la eternidad, el sufrimiento humano parece doble e irremediablemente absurdo.

3. La eternidad: una esperanza y una presencia

También a propósito del secularismo, como del cientificismo, la respuesta más eficaz no consiste en combatir el error contrario, sino en hacer resplandecer de nuevo ante los hombres la certeza de la vida eterna, aprovechando la fuerza inherente que tiene la verdad cuando es acompañada del testimonio de la vida. «A una idea – escribía un antiguo Padre -, siempre se puede oponer otra idea, y a una opinión otra opinión; pero qué se puede oponer a una vida?»

Debemos aprovechar también la correspondencia de esta verdad con el deseo más profundo, aunque reprimido, del corazón humano. A un amigo que le reprochaba, como si fuese una forma de orgullo y de presunción, su anhelo de la eternidad, Miguel de Unamuno, que no era ciertamente un apologeta de la fe, respondía en una carta:

«Yo no digo que merecemos un más allá, ni que la lógica nos lo muestre; digo que lo necesito, merézcalo o no, y nada más. Digo que lo que pasa no me satisface, que tengo sed de eternidad, y que sin ella me es todo igual. Yo necesito eso, ¡lo ne-ce-si-to! Y sin ello ni hay alegría de vivir ni la alegría de vivir quiere decir nada. Es muy cómodo eso de decir «¡Hay que vivir, hay que contentarse con la vida!». ¿Y los que no nos contentamos con ella?»

No es quien desea la eternidad, añadía en la misma ocasión, quien muestra despreciar el mundo y la vida de aquí abajo, sino al contrario, quien no la desea: «Es tanto lo que amo la vida que el perderla me parece el peor de los males. Los que gozan al día, sin cuidarse de si han de perderla o no del todo, es que no la quieren»[4]. San Agustín decía lo mismo: «Cui non datur semper vivere, quid prodest bene vivere?», «¿De qué sirve vivir, si no nos es dado vivir siempre?»[5]. «Todo, excepto lo eterno, es vano en el mundo», ha cantado un poeta nuestro [6].

A los hombres de nuestro tiempo que cultivan en el fondo del corazón este anhelo de eternidad, quizás sin tener el valor de confesarlo a los demás y ni siquiera a sí mismos, podemos repetir lo que Pablo decía a los atenienses: «Ahora, yo vengo a anunciaros eso que adoráis sin conocer» (cf. Hch 17,23).

La respuesta cristiana al secularismo en el sentido en que lo entendemos aquí, no se funda, como para Platón, en una idea filosófica – la inmortalidad del alma -, sino en un acontecimiento. La ilustración había planteado el célebre problema de cómo se puede tender a la eternidad mientras se está en el tiempo, y cómo se puede dar un punto de partida histórico a una conciencia eterna [7]. En otras palabras: cómo se puede justificar la pretensión de la fe cristiana de prometer una vida eterna y de amenazar con una pena igualmente eterna, para actos realizados en el tiempo.

La única respuesta válida a este problema es la que se funda en la fe en la encarnación de Dios. En Cristo, lo eterno ha entrado en el tiempo, se ha manifestado en la carne; ante él es posible tomar una decisión para la eternidad. Es así como el evangelista Juan habla de la vida eterna: «Os anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado» (1 Jn 1, 2).

Para el creyente, la eternidad no es, como se ve, solo una esperanza, es también una presencia. Hacemos experiencia de ello cada vez que hacemos un verdadero acto de fe en Cristo, porque quien cree en él «posee ya la vida eterna» (cfr. 1Jn 5,13); cada vez que recibimos la comunión, en la que «se nos da la prenda de la gloria futura» (futurae gloriae nobis pignus datur); cada vez que escuchamos las palabras del Evangelio que son «palabras de vida eterna» (cfr. Jn 6,68). También santo Tomás de Aquino dice que «la gracia es el inicio de la gloria» [8].

Esta presencia de la eternidad en el tiempo se llama Espíritu Santo. Él es llamado «las arras de nuestra heredad» (Ef 1,14; 2 Cor 5,5), y nos ha sido dado para que, habiendo recibido las primicias, anhelemos la plenitud. «Cristo – escribe san Agustín – nos ha dado las arras del Espíritu Santo con las que él, que nunca podría engañarnos, quiso ratificarnos el cumplimiento de su promesa. ¿Qué prometió? Pormetió la vida eterna de la que es prenda el Espíritu que nos ha dado» [9].

4. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?

Entre la vida temporal de fe y la vida eterna hay una relación análoga a la que existe entre la vida del embrión en el seno materno y la del niño, una vez dado a luz. Escribe el Cabasilas:

«Este mundo lleva a la gestación al hombre interior, nuevo, creado según Dios, hasta que éste, plasmado, modelado y hecho perfecto aquí, sea engendrado a ese mundo perfecto que no envejece. Igual que el embrión el cual, mientras está en la existencia tenebrosa y fluida, la naturaleza le prepara a la vida en la luz, así es de los santos […]. Para el embrión con todo la vida futura es absolutamente futura: a él no llega ningún rayo de luz, nada de lo que existe de esta vida. No es así para nosotros, desde el momento en que el siglo futuro ha sido como revertido y comprometido en este presente […] Por ello ya ahora se concede a los santos no sólo disponerse y prepararse para la vida, sino vivir y actuar en ella» [10].

Existe una historieta que ilustra esta comparación. Había dos mellizos, un niño y una niña, tan inteligentes y precoces que, ya en el seno de su madre, hablaban entre sí. La niña preguntaba al niño: «Según tu, ¿habrá vida después del nacimiento?». Él respondía: «No seas ridícula. ¿Qué te hace pensar que haya algo fuera de este espacio estrecho y oscuro en el que nos encontramos?» La niña, reuniendo valor, insistía: «¿Quién sabe? Quizás exista una madre, alguien que nos ha puesto aquí y que cuidará de nosotros». Y él: «¿Acaso ves tu una madre por alguna parte? Lo que ves s todo lo que hay». Ella de nuevo: «Pero no notas tu también a veces como una presión en el pecho que aumenta día a día y nos empuja adelante?». «Pensándolo bien, respondía él, es verdad, la siento todo el rato». «Ves, concluía triunfante la hermanita, este dolor no puede ser para nada. Yo creo que nos está preparando para algo más grande que este pequeño espacio».

Podríamos utilizar esta simpática historieta cuando tengamos que anunciar la vida eterna a personas que han perdido la fe en ella, pero que conservan nostalgia de ella y quizás piensan que la Iglesia, como esa niña, les ayude a creer en ella.

Hay preguntas que los hombres no dejan de plantearse desde que el mundo es mundo, y los hombres de hoy no son una excepción: «¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?». En su Historia eclesiástica del pueblo inglés, Beda el Venerable narra cómo la fe cristiana hizo su ingreso en el norte de Inglaterra. Cuando los misioneros venidos de Roma llegaron a Northumbria, el rey Edwin convocó un consejo de dignatarios para decidir si permitirles o no difundir el nuevo mensaje. Se levantó uno de ellos y dijo:

«La vida actual del hombre, oh rey, me parece, en comparación con ese tiempo que nos es desconocido, como el rápido vuelo de un gorrión a través de la sala en donde te sientas a cenar en invierno, con tus comandantes y ministros, y un buen fuego en el medio, mientras que las tormentas de lluvia y nieve dominan en el exterior, el gorrión, digo, volando entra por una puerta, e inmediatamente sale por la otra. Mientras que está dentro, está a salvo de la tormenta invernal; pero después de un corto espacio de buen tiempo, inmediatamente desaparece de tu vista, en el oscuro invierno de donde había surgido. Así esta vida del hombre aparece por un corto espacio, pero de lo que había antes, o de lo que va a venir después, somos totalmente ignorantes. Si, por lo tanto, esta nueva doctrina contiene algo más seguro, parece justo que merezca ser seguida». [11].

Quién sabe si la fe cristiana no podrá volver a Inglaterra y al continente europeo por la misma razón por la que entró en él: como la única que tiene una respuesta segura que dar a los grandes interrogantes de la vida terrena. La ocasión más propicia para hacer llegar este mensaje son los funerales. En ellos las personas están menos distraídas que en otros ritos de paso (bautismo, matrimonio), se preguntan sobre su propio destino. Cuando se llora por un ser querido difunto, se llora también sobre uno mismo.

Escuché una vez un interesante programa de la BBC inglesa sobre los llamados «funerales laicos», con la grabación en directo de la celebración de uno de ellos. En cierto momento se oía al oficiante que decía a los presentes: «No debemos estar tristes. Vivir una buena vida, satisfactoria, durante setenta y ocho años (la edad de la difunta) es algo de lo que hay que estar agradecidos». ¿Agradecidos a quién?, me preguntaba. Un funeral semejante no hace sino volver más evidente la derrota total del hombre frente a la muerte.

Sociólogos y hombres de cultura, llamados a explicar el fenómeno de los funerales laicos o «humanísticos», veían la causa de la difusión de esta práctica en algunos países del norte de Europa, en el hecho de que los funerales religiosos implican en los presentes, una fe que estos no sienten compartir. La propuesta que hacían era esta: que la Iglesia, en los funerales, evite toda referencia a Dios, a la vida eterna, a Jesucristo muerto y resucitado, y limite su papel al de «natural y experimentado organizador de ritos de paso». ¡En otras palabras, que se resigne también a la secularización de la muerte!

5. ¡Iremos a la casa del Señor!

Una renovada fe en la eternidad no nos sirve solo para la evangelización, es decir, para el anuncio que hay que hacer a los demás; nos sirve, antes aún, para imprimir un nuevo empuje a nuestro camino hacia la santidad. El debilitamiento de la idea de eternidad actúa también sobre los creyentes, disminuyendo en ellos la capacidad de afrontar con valor el sufrimiento y las pruebas de la vida.

Pensemos en un hombre con una balanza en la mano: una de esas balanzas que se sostienen con una sola mano y tienen por un lado el plato en el que poner las cosas a pesar y por otro una barra graduada que aguanta el peso o la medida. Si cae a tierra, o se pierde la medida, todo lo que se ponga en el plato hace elevarse la barra e inclinar a tierra la balanza. Todo es superior, incluso un puñado de plumas.

Así somos nosotros cuando perdemos el peso, la medida de todo lo que es la eternidad: las cosas y los sufrimientos terrenos arrojan fácilmente nuestra alma al suelo. Todo nos parece muy pesado, excesivo. Jesús decía: «Si tu mano o tu pie son para ti ocasión de pecado, córtalos y arrójalos lejos de ti, porque más te vale entrar en la Vida manco o lisiado, que ser arrojado con tus dos manos o tus dos pies en el fuego eterno. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo y tíralo lejos, porque más te vale entrar con un solo ojo en la Vida, que ser arrojado con tus dos ojos en la Gehena del fuego» (cfr. Mt 18,8-9). Pero nosotros, habiendo perdido de vista la eternidad, encontramos incluso excesivo que se nos pida que cerremos los ojos ante un espectáculo inmoral.

San Pablo se atreve a escribir: «Nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna, que supera toda medida. Porque no tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno» (2 Cor 4,17-18). El peso de la tribulación es ligero precisamente porque es momentáneo, el de la gloria es desmesurado porque es eterno. Por esto precisamente, el mismo Apóstol puede decir: «Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros» (Rm 8,18).

El cardenal Newman, a quien hemos elegido como maestro especial en este Adviento, nos obliga a añadir una verdad que falta en las reflexiones expuestas hasta aquí sobre la eternidad. Lo hace con el poema «El sueño de Geroncio», llevado a la música por el gran compositor inglés Edgar Elgar. Una verdadera obra maestra por la profundidad de sus pensamientos, por la inspiración lírica y por la dramaticidad coral.

Describe el sueño de un anciano (esto significa el nombre Geroncio) que se siente próximo al fin. A sus pensamientos sobre el sentido de la vida, de la muerte, sobre el abismo de la nada al que se está precipitando, se sobreponen los comentarios de los espectadores, la voz orante de la Iglesia: «Parte de este mundo, alma cristiana» (proficiscere, anima christiana), las voces contrastantes de ángeles y demonios que sopesan su vida y reclaman su alma. Particularmente bella y profunda es la descripción del momento del fallecimiento y del despertar en otro mundo:

«Me dormí; y ahora estoy despierto.
Un extraño despertar: pues siento en mí
Una luz inexpresiva, y un sentimiento
De libertad, como si yo fuese finalmente yo mismo
Y nunca lo hubiera sido antes. ¡Qué tranquilidad!
Ya no escucho el sonido ajetreado del timpo,
no, ni mi respiración jadeante, ni el latido del pulso;
Ningún momento es distinto del siguiente»
 [12].

Las últimas palabras que el alma pronuncia en el poema son aquellas con las que se dirige serena, incluso impaciente, al Purgatorio:

«Allí cantaré a mi Señor y Amor ausente:
–Llévame contigo,
que cuanto antes me eleve y suba,
y Le vea en la verdad del día sin fin» [13].

Para el emperador Adriano, la muerte era el paso de la realidad a las sombras, para el cristiano John Newman es el paso de las sombras a la realidad, ex umbris et imaginibus in veritatem, como quiso que se escribiera sobre su tumba.

¿Cuál es, entonces, la verdad que falta y que Newman nos obliga a no callar? Que el paso del tiempo a la eternidad no es rectilíneo e igual para todos. Hay que afrontar un juicio, y un juicio que puede tener dos finales muy distintos, el infierno o el paraíso. La de Newman es una espiritualidad austera, incluso a veces rigorista, como la del Dies irae, pero ¡qué saludable en una época proclive a tomar todo a la ligera y a bromear, como decía Kierkegaard, con el pensamiento de la eternidad!

Dirijamos por tanto con renovado impulso nuestros pensamientos hacia la eternidad, repitámonos a nosotros mismos con las palabras del poeta: «Todo, excepto lo eterno, es vano en el mundo». En el salterio judío hay un grupo de salmos, llamados «salmos de las subidas» o «cánticos de Sión». Eran los salmos que cantaban los peregrinos israelitas cuando «subían» en peregrinación hacia la ciudad santa, Jerusalén. Uno de ellos comienza: «Iremos a la casa del Señor» (Sal 122, 1). Estos salmos de las subidas se han convertido en los salmos de aquellos que, en la Iglesia, están en camino hacia la Jerusalén celeste; son nuestros salmos. Comentando esas palabras iniciales del salmo, san Agustín decía a sus fieles:

«Corramos porque iremos a la casa del Señor; corramos porque esta carrera no cansa; porque llegaremos a una meta donde no existe el cansancio. Corramos a la casa del Señor y que nuestra alma se alegre por quienes nos repiten estas palabras. Ellos vieron la patria antes que nosotros, la vieron los apóstoles y nos dijeron: ¡Corred, daos prisa, seguidnos! «¡Vamos a la casa del Señor!»[14].

Tenemos ante nosotros, en esta capilla, una espléndida representación mural de la Jerusalén celeste, con María, los apóstoles y una larga procesión de los Santos de Oriente y Occidente. Ellos nos repiten silenciosamente esta invitación. Acojámosla y llevémosla con nosotros en esta jornada y durante toda la vida.

NOTAS

[1] Cf. M. Pohlenz, L’uomo greco, Florencia 1967, p. 173ss.
[2] Animula vagula, blandula, traducción de Lidia Storoni Mazzolani.
[3] S. Kierkegaard, Postilla conclusiva, 4, en Opere, dirigido por C. Fabro, Florencia 1972, p. 458.
[4] Miguel de Unamuno, «Cartas inéditas de Miguel de Unamuno y Pedro Jiménez Ilundain,» ed. Hernán Benítez, Revista de la Universidad de Buenos Aires, vol. 3, no. 9 (Enero-Marzo 1949), pp. 135. 150.
[5] San Agustín, Tratados sobre el Evangelio de Juan, 45, 2 (PL, 35, 1720).
[6] Antonio Fogazzaro, «A Sera,» en Le poesie, Milán, Mondadori, 1935, pp. 194-197.
[7] G.E. Lessing, Über den Beweis des Geistes und der Kraft, ed. Lachmann, X, p.36.
[8] S. Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-IIae, q. 24, art.3, ad 2.
[9] S. Agustín, Sermo 378,1 (PL, 39, 1673).
[10] N. Cabasilas, Vita in Cristo, I,1-2, ed. dirigido por U. Neri, Turín, UTET, 1971, pp.65-67.,
[11] Beda el Venerable, Historia ecclesiastica Anglorum, II, 13.
[12] Il sogno di Geronzio, en Newman Poeta, dirigido por L. Obertello, Jaka Book, Milán 2010, p.124
[13] Ib, p. 156. [14] S. Agustín, Enarrationes in Psalmos 121,2 (CCL, 40, p. 1802). [Traducción del italiano por Inma Álvarez]

diciembre 10, 2010

 

Dice el P. Cantalamesa que en el ateísmo, especialmente a partir de Marx, «La idea de una supervivencia personal en Dios, se sustituye con la idea de una supervivencia en la especie y en la sociedad del futuro.», y pregunto yo ¿no es acaso ese mismo fundamento el que ofrece el Materialismo Filosófico? ¿Acaso no sustituye la identidad en Cristo y la misión universal para la eternidad, que fundamentaba la evangelización y construcción hispánica, por una idea de «supervivencia en la especie (hispánica) y en la sociedad del futuro»?

En realidad, el MF  es similar a esos «sociólogos y hombres cultos» promotores del laicismo secularizante en los países nórdicos, que el mismo P. Rainiero Cantalamesa señalaba también en su reflexión, por pedir que: «la Iglesia, en los funerales, evite toda referencia a Dios, a la vida eterna, a Jesucristo muerto y resucitado, y limite su papel al de natural y experimentado organizador de ritos de paso». Esa es la misma crítica fundamental que desde dicha escuela se le hace a la Iglesia, la de no limitarse a actuar como mera organizadora de los ritos sociales que han marcado a nuestra cultura.

Le critican al Papa o a cierta jerarquía eclesial, tildándoles de comunistas o progresistas, por difundir y defender la idea de una más que necesaria justicia social, que al contrario que la izquierda, la Iglesia hace y siempre ha hecho en Cristo. Esto es, en el seno de una identidad eterna y actuante que la ha fundamentado desde su origen, y que la propia izquierda, de la que sin duda procede el MF,  ha tratado siempre de destruir y sustituir por su propia razón de ser, pues en el fondo y si se piensa, ésta no es sino esa Hidra secularizante y autorreferencial que sustituye a Dios por el hombre, es decir, el ser eterno por el yo temporal.

De ahí que algunos nos mostremos tan críticos frente al MF, y rechacemos la idea de que pueda ser una herramienta de ayuda para la catolicidad, ni siquiera para la Hispanidad, pues su fundamento, más allá de la apariencia, sigue siendo el mismo que ha tratado de destruir dicha realidad. Lo que en cristiano siempre hemos entendido como un «lobo con piel de cordero». «La derrota total del hombre frente a la muerte»... del imperio, de la eternidad.

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En 12/12/2020 a las 9:34, Vanu Gómez dijo:

Diría que va más allá del mero estado-nacionalismo pues si hay un hilo conductor es su fascinación por la idea de imperio. Esro y la ausencia de categorización moral  da solo un producto instrumental, hasta el punto de poder servir tanto para un roto como para un descosido, para defender España o al Comunismo -que por cierto alguien por ahí hasta se dejó empapar algo de dicha defensa- o, dicho de otra manera, parece como si la construcción del MF partiera de la idea  primera de defensa del imperio sin más,  lo que ya aportaría dos motivos básicos de apoyo por parte de los que quieren defender a España, uno el que comentas - el que sería de nosotros, solo por españoles, y en el sentido amplio incluiría a los americanos que así lo sintieran- y segundo por haber sido la mejor ejecutora o una de las mejores ejecutoras de esa idea que tanto les atrae.

De ahí que no se extrañen los del MF tras su desembarco en México,  por pura lógica su principal objetivo fuera de la península, que con el tiempo su escuela pueda degenerar en una defensa del imperio azteca. Que igual no puede ser considerado en sus coordenadas como generador... pero chico, ya sabemos que las coordenadas se pueden cambiar de la forma más fresca cuando interesa. O acaso no hay gente de esa escuela que defiende el Comunismo y su carácter generador?

Lo que veamos... el MF no tiene actualmente más vínculo que el respeto y admiración por su individuo fundador pero ya conocemos por la Historia que toda fundación que no venga de Nuestro Señor acaba ramificándose en más y más derivaciones, a cada cual más estrafalaria. Desde esa escuela hoy día se lanzan ataques tremendos contra la Iglesia actual, sistemáticamente, porque probablemente no se alinee con su idea de imperio, por no defenderla, etc. Ese si es uno de los puntos comunes que se van observando de gran parte de sus miembros.

El MF lleva un filo en el propio mango. Al esgrimirlo solo evitas la autolesión si cuentas con un guante de malla metálica. Alguno de los del Mundo Republiqueto contáis ya con ese guante pero... cuánta gente de los que no portan esa protección creéis que será capaz de manejarlo cuando lo tomen?

La rehispanización es inseparable de la recatolización, de la reevangelización. El MF en manos de ateos solo puede producir daños, cuanto más se extienda más masivos. Según ha dicho alguien por aquí, son cuatro gatos... pues digo, espero que lo sigan siendo por lo que he comentado en las últimas líneas. Creo que Mundo Republiqueto ya comprendió esto hace tiempo, y lo celebro.

 

No es cierto que los progresistas pseudocatólicos no esgrimís la idea de Imperio. Continuamente la ejercéis. Pero de forma más sibilina. En vez de ir de frente, lo hacéis por detrás, sin enunciarlo, sin ser claros. Lo hacéis través de una machacona propaganda en contra de los imperios enemigos (precisamente, el imperio católico representado teóricamente en el MF y otros movimientos), y apostando no se sabe muy bien por qué, si por cobardía -algo anticatólico- o por servidumbre directa -aún peor-, por el imperio gnóstico representado en los poderes protestantes. 

El Imperio al que servís tiene una estructura y un programa perfectamente definido. Su Dios es el Lucifer del iluminismo. Su Iglesia es el internacionalismo de las grandes organizaciones. Su  texto sagrado, el de los Derechos Humanos. Sus órdenes religiosas, las de los partidos políticos. Su Emperador, el futuro presidente demócrata de los Estados Unidos, un emperador de mentira, como todo el tinglado, pues los poderes de la oscuridad están siempre entre bambalinas. Su programa, el exterminio universal a través del antinatalismo.

El problema del comunismo del MF es un problema coyuntural e individual, de unos cuantos individuos. No es estructural, puesto que la estructura de la que dependía -la Unión Soviética- se ha ido a la cuneta de la Historia, afortunadamente.

El problema del progresismo pseudocatólico sí es un problema estructural. Como estructura, se va -o ya se fue- hacia la inserción en servidumbre directa del imperialismo gnóstico. Y este está en plena forma.

Hablas de daño. El daño del progresismo pseudocatólico es cien veces peor: clavar el puñal en el corazón es peor que cortarse la mano con el filo. 

Rehispanización y recatolización, sí, pero evidentemente no la vuestra.

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En 12/12/2020 a las 15:36, Español dijo:

Excelentes las dos últimas intervenciones.

Comenta @Mundo Republiqueto, que el MF es una secularización del Catolicismo, reflexión con la que coincido plenamente y a la que solo apostillaría que, quizás se trate de una secularización de vuelta, en el sentido de provenir de quienes se encontraban en un espacio directamente en oposición a la catolicidad, y han pasado de combatirla a aceptarla, con el fin de ser aceptados como parte de una identidad común, aunque sin aceptar los principios, valores o comportamientos propios de dicha identidad general, pues como todo grupo secularizado (otrora beligerante), son autorreferenciales y por tanto su propósito último no es otro que el de sustituir el fundamento común por la razón propia.

Trazando un paralelismo con la política española, el MF sería a la catolicidad hispánica, lo que partidos como Bildu o similares son al Estado Español. Grupos que han pasado de combatirlo con las armas, a aceptarlo para de esta manera poder acceder a los cimientos de la casa común, y desde ahí minarla, ya que su fundamentación última, es decir su principio autorreferencial, no ha variado.

Para todos ellos, su identidad particular depende de que desaparezca la identidad fundamental «del otro». Y ese «otro», en el ámbito de la Hispanidad y del catolicismo, no es sino Cristo. Es imposible entender la idea de Hispanidad, mucho menos la de catolicismo, sin Cristo. Algo similar a pretender la lluvia sin las nubes.

Un Cristo que, más allá de su identidad histórica, es también una realidad eterna que da origen, identidad y misión a la propia Iglesia, y a quienes ven en su persona la esperanza cierta de una vida eterna, como en su día fue la esperanza común de la cristiandad y por extensión de la Hispanidad.

Al respecto de este asunto de la vida eterna, que seguramente a muchos les pueda parecer un asunto muy prosaico, permitidme que cite una reflexión que tengo recogida del P. Rainiero Cantalamesa, predicador de la Casa Pontificia, dada en 2010 con motivo del Segundo Domingo de Adviento, que viene a la perfección para ilustrar el tema y dar respuesta al debate que nos traemos entre manos, pues no deja de ser un asunto crucial que está en la base de la evangelización que en día acometió España, y permitió la construcción de la propia Hispanidad. Una respuesta de la que carece el MF y cualquier otra forma de secularización pues, sin la promesa de vida eterna, sin lo trascendente, toda razón humana queda yerma y subordinada al propio apetito y circunstancia temporal, que como la temperie, cambia conforme lo hace el tiempo. (Las negritas son mías).

 

Dice el P. Cantalamesa que en el ateísmo, especialmente a partir de Marx, «La idea de una supervivencia personal en Dios, se sustituye con la idea de una supervivencia en la especie y en la sociedad del futuro.», y pregunto yo ¿no es acaso ese mismo fundamento el que ofrece el Materialismo Filosófico? ¿Acaso no sustituye la identidad en Cristo y la misión universal para la eternidad, que fundamentaba la evangelización y construcción hispánica, por una idea de «supervivencia en la especie (hispánica) y en la sociedad del futuro»?

En realidad, el MF  es similar a esos «sociólogos y hombres cultos» promotores del laicismo secularizante en los países nórdicos, que el mismo P. Rainiero Cantalamesa señalaba también en su reflexión, por pedir que: «la Iglesia, en los funerales, evite toda referencia a Dios, a la vida eterna, a Jesucristo muerto y resucitado, y limite su papel al de natural y experimentado organizador de ritos de paso». Esa es la misma crítica fundamental que desde dicha escuela se le hace a la Iglesia, la de no limitarse a actuar como mera organizadora de los ritos sociales que han marcado a nuestra cultura.

Le critican al Papa o a cierta jerarquía eclesial, tildándoles de comunistas o progresistas, por difundir y defender la idea de una más que necesaria justicia social, que al contrario que la izquierda, la Iglesia hace y siempre ha hecho en Cristo. Esto es, en el seno de una identidad eterna y actuante que la ha fundamentado desde su origen, y que la propia izquierda, de la que sin duda procede el MF,  ha tratado siempre de destruir y sustituir por su propia razón de ser, pues en el fondo y si se piensa, ésta no es sino esa Hidra secularizante y autorreferencial que sustituye a Dios por el hombre, es decir, el ser eterno por el yo temporal.

De ahí que algunos nos mostremos tan críticos frente al MF, y rechacemos la idea de que pueda ser una herramienta de ayuda para la catolicidad, ni siquiera para la Hispanidad, pues su fundamento, más allá de la apariencia, sigue siendo el mismo que ha tratado de destruir dicha realidad. Lo que en cristiano siempre hemos entendido como un «lobo con piel de cordero». «La derrota total del hombre frente a la muerte»... del imperio, de la eternidad.

El MF no dispone de un referente, pero al menos es tan estúpido que lo ignora.

El progresismo sí dispone de un referente, y no es el Dios católico.

Prefiero mil veces a alguien sin referente que a alguien que tiene un referente contrario e incompatible, y más si puede ejecutar sus planes. El imperio progresista tiene tecnología y capital suficiente para hacer un destrozo importante en las naciones que caen en sus redes.

Corazón Español y Bildu están en la misma plataforma imperial, la plataforma iluminista de estilo francés, continental, eurosocialista o yanki demócrata. El MF no, en todo caso se arrimó a la soviética, con sus problemas, o a la aznariano-atlántica, que también los tiene.

La solución es el rechazo de las tres, pero ya que la URSS desaparece en 1991 y la Anglosfera neoconservadora en 2008, me temo que todos los fusiles deben apuntar hacia la primera.

En 12/12/2020 a las 5:27, Mundo Republiqueto dijo:

A ver a ayudar a @Vanu Gómez con el resumen:

El Materialismo Filósifico no es más que una secularización del Catolicismo, como la Ilustración fue una secularización del Protestantismo. Siendo así es natural que encontremos cercanías o simpatías, pero sigue siendo solo eso, la versión secularizada del Catolicismo, no es Catolicismo y por ende va a estar cojo. Al renegar de cuestiones espirituales de manera dogmatica y categorica pues su defensa secular de España no es más que un indigenismo Españolista pues tiene que basarse en los mismos criterios materiales que un indigenista Azteca o Catalanista: que si la lengua propia es superior, que si ha producido grandes trabajos superiores a los de los demás etc etc... El problema es que mientras la secularización progre se permite esas tonterías permitiendosela también a los demás, el MF se encuentra en la paradojica posición de (correctamente) negarle esos argumentos a los otros, pero se los permite a si mismo o a lo "Español". Si no hay gran misión o gran telos para España en la que anclar una defensa más que logros "materiales", pues entonces no tiene sentido ser "pro España" cuando España ya no está a la vanguardia del mundo material, mas que, de nuevo, un indigenismo españolista o chovinismo.

 

No va por ahí la crítica al MF. El MF ni siquiera llega a nacionalismo, es crítica pura, tanto que se incapacita a sí mismo. Ni siquiera es capaz de producir un idealismo nacionalista de tipo romántico, decimonónico, como es el aztequista mexicano. Su razón de ser es dialéctica pura, por lo que en su constitución última, es liberal, pero de un posliberalismo de gentes de la Modernidad que están tan maltratadas que necesitan romper con todo.

El MF es el necesario fuego arrasador de los demonios cananeos modernos, para que luego, en campo de ceniza, fertilice la Fe verdadera.

Y esta Fe no es la del progresismo pseudocatólico.

El MF es una extracción separatista del debate escolástico o del catolicismo de los teólogos, separado del catolicismo popular.

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¡Gerión!

Como has entrado de lleno en el terreno de la calumnia y la difamación, por mi parte  no esperes respuesta a ningún otro escrito tuyo más, salvo que haya una rectificación por tu parte.

Del mismo modo, te invito amablemente a abandonar definitivamente esta comunidad ya que, excepto que exista algún tipo de fijación psicológica por tu parte, no se entiende que sigas participando, dándole así recorrido a una plataforma según tu tan perversa.

Sin más, un saludo y hasta siempre.

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On 1/4/2021 at 4:39 PM, Gerión said:

No va por ahí la crítica al MF. El MF ni siquiera llega a nacionalismo, es crítica pura, tanto que se incapacita a sí mismo. Ni siquiera es capaz de producir un idealismo nacionalista de tipo romántico, decimonónico, como es el aztequista mexicano. Su razón de ser es dialéctica pura, por lo que en su constitución última, es liberal, pero de un posliberalismo de gentes de la Modernidad que están tan maltratadas que necesitan romper con todo.

El MF es el necesario fuego arrasador de los demonios cananeos modernos, para que luego, en campo de ceniza, fertilice la Fe verdadera.

Y esta Fe no es la del progresismo pseudocatólico.

El MF es una extracción separatista del debate escolástico o del catolicismo de los teólogos, separado del catolicismo popular.

De hecho estoy de acuerdo con esto.

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      Una vez más, por aprecio a estos amigos dejo solo el enlace para enviar las visitas a la fuente.

      Solo comento la foto que ponen de un congreso internacional identitari que hubo un México. Ahí se plasma el cáncer que han supuesto y parece que aún sigue suponiendo aquella enfermedad llamada CEDADE. En dicha foto veo al ex-cabecilla de CEDADE, Pedro Varela -uno de esos nazis que se dicen católicos- junto a Salvador Borrego -que si bien no era nazi, de hecho es un mestizo que además se declara hispanista y favorable a la mezcla racial propiciada por la Monarquía Católica,  sí que simpatizó con ellos por una cuestión que quizá un día podamos comentar- uno de los "revisionistas" más importante en lengua española, así como el también mexicano Alberto Villasana, un escritor, analista, publicista, "vaticanista" con gran predicamento entre los católicos mexicanos, abonado totalmente a la errática acusación contra el papa Francisco... posando junto a tipos como David Duke, ex-dirigente del Ku Kux Klan, algo que lo dice todo.

      Si mis rudimentarias habilidades en fisonomía no me fallan, en el grupo hay otro español, supongo que también procedente del mundillo neonazi de CEDADE.

      Imaginemos la corrupción de la idea de Hispanidad que supone semejante injerto, semejante híbrido contra natura.

      Nuestra querido México tiene la más potente dosis de veneno contra la hispanidad, inyectado en sus venas precisamente por ser un país clave en ella. Es el que otrora fuera más próspero,  el más poblado, también fue y en buena parte sigue siendo muy católico, esta en la línea de choque con el mundo anglo y... los enemigos de nuestra Hispanidad no pueden permitir una reconciliación de ese país consigo mismo ni con la misma España, puente clave en la necesaria Reconquista o reconstrucción. Si por un lado está infectado por el identitarismo amerindio -el indigenismo- por el otro la reacción está siendo narcotizada por un identitarismo falsohispanista, falsotradicionalista o como queramos verlo, en el cual CEDADE juega, como vemos, un factor relevante.

      Sin más, dejo ahí otra vez más mi sincera felicitación al autor de ese escrito. Enhorabuena por su clarividencia y fineza, desde luego hace falta tener personalidad para ser capaz de sustraerse a esa falsa polarización con que se está tratando de aniquilar el hispanismo.

       





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    • La libertad sexual conduce al colapso de la cultura en tres generaciones (J. D. Unwin)
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    • Traigo de la hemeroteca un curioso artículo de José Fraga Iribarne publicado en la revista Alférez el 30 de abril de 1947. Temas que aborda: la desastrosa natalidad en Francia; la ya muy tocada natalidad española, especialmente en Cataluña y País Vasco; las causas espirituales de este problema, etc.

      Si rebuscáis en las hemerotecas, hay muchos artículos de parecido tenor, incluso mucho más explícitos y en fechas muy anteriores (finales del s. XIX - principios del s. XX). He traído este porque es breve y no hay que hacer el trabajo de escanear y reconocer los caracteres, que siempre da errores y resulta bastante trabajoso, pues ese trabajo ya lo ha hecho la Fundación Gustavo Bueno.

      Señalo algunos hechos que llaman la atención:

      1) En 1947 la natalidad de Francia ya estaba por los suelos. Ni Plan Kalergi, ni Mayo del 68, ni conspiraciones varias.

      2) Pero España, en 1947 y en pleno auge del catolicismo de posguerra, tampoco estaba muy bien. En particular, estaban francamente mal regiones ricas como el País Vasco y Cataluña. ¿Será casualidad que estas regiones sean hoy en día las que más inmigración reciben?

      3) El autor denuncia que ya en aquel entonces los españoles estaban entregados a una visión hedonística de la existencia, que habían perdido la vocación de servicio y que se habían olvidado de los fines trascendentes. No es, por tanto, una cosa que venga del Régimen del 78 o de la llegada al poder de Zapatero. Las raíces son mucho más profundas.

      4) Señala que el origen de este problema es ético y religioso: se ha perdido la idea de que el matrimonio tiene por fin criar hijos para el Cielo. Pero también se ha perdido la idea del límite: las personas cada vez tienen más necesidades y, a pesar de que las van cubriendo, nunca están satisfechas con su nivel de vida.

      Este artículo antiguo ilumina muchas cuestiones del presente. Y nos ayuda a encontrarle solución a estos problemas que hoy nos golpean todavía con mayor fuerza. Creo que puede ser de gran provecho rescatar estos artículos.
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    • En torno a la posibilidad de que se estén usando las redes sociales artificialmente para encrespar los ánimos, recojo algunas informaciones que no sé sin son importantes o son pequeñas trastadas.

      Recientemente en Madrid se convocó una contramanifestación que acabó con todos los asistentes filiados por la policía. Militantes o simpatizantes de ADÑ denuncian que la convocó inicialmente una asociación fantasma que no había pedido permiso y cuyo fin último podría ser provocar:

      Cabe preguntarles por qué acudieron a una convocatoria fantasma que no tenía permiso. ¿Os dais cuenta de lo fácil que es crear incidentes con un par de mensajes en las redes sociales?

      Un periodista denuncia que se ha puesto en marcha una campaña titulada "Tsunami Español" que pretende implicar a militares españoles y que tiene toda la pinta de ser un bulo de los separatistas o de alguna entidad interesada en fomentar la discordia:

      El militar rojo que tiene columna en RT es uno de los que difunde la intoxicación:

      Si pincháis en el trending topic veréis que mucha gente de derechas ha caído en el engaño.

      Como decía, desconozco la importancia que puedan tener estas intoxicaciones. Pero sí me parece claro que con las redes sociales sale muy barato intoxicar y hasta promover enfrentamientos físicos con unos cuantos mensajes bien dirigidos. En EEUU ya se puso en práctica lo de citar a dos grupos contrarios en el mismo punto para que se produjesen enfrentamientos, que finalmente ocurrieron.
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    • Una teoría sobre las conspiraciones
      ¿A qué se debe el pensamiento conspiracionista que tiene últimamente tanto auge en internet? Este artículo baraja dos causas: la necesidad de tener el control y el afán de distinguirse de la masa.
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