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¿Creéis que Vox va en serio con su aparente "giro" socialpatriota?

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Hace unos días anunciaron la creación de un sindicato, para defender verdaderamente a los trabajadores, ya que, según ellos, los sindicatos mayoritarios como CCOO y UGT son más bien unos parásitos que no velan por los intereses de la clase trabajadora. Esto no es nuevo, desde hace un tiempo llevan haciendo guiños en defensa del trabajador español: rechazo a la globalización, defensa de la agricultura española, proteccionismo, que el estado pagase las nóminas de los trabajadores durante el confinamiento...

Todas estas medidas y propuestas, ¿Indican realmente un cambio de rumbo en Vox? ¿O por el contrario es más bien una estrategia enfocada a tratar de rascar voto obrero? A mi me da la impresión de que en Vox hay dos almas, una más "joseantoniana" (salvando las distancias por supuesto) y otra "pepera". Adjunto dos tweets que ilustran muy bien esta dualidad.

Buxadé tiene pasado Falangista y se nota, mientras que a Hermann ya sabemos de que palo va. Creo que la segunda corriente es más mayoritaria dentro de vox. Deberían aclararse un poco, esto les resta mucha credibilidad.

Sinceramente, no veo a la alta dirección de Vox enarbolando el nacionalsindicalismo. No me imagino a Espinosa de los monteros o a Abascal capitaneando un partido con esas características, con esa imagen de "señoritos" que tienen. Parece claro que Vox trata de ocupar el hueco que ha dejado la izquierda tras la evidente traición por parte de esta a la clase trabajadora y su abrazo total a las tesis posmodernas, conformándose así como el brazo armado de la plutocracia globalista. 

Independientemente de sí van en serio o no, es evidente que el eje izquierda-derecha tiene todavía en España una vigencia absoluta, a pesar de cada vez más, las diferencias ideológicas entre "izquierda" y "derecha" sean casi imperceptibles. En Francia por ejemplo, muchos comunistas se hicieron lepenistas, algo que España sería utópico. Así que dudo que esta estrategia les vaya a proporcionar muchos dividendos, en España padecemos un cainísmo ideológico demencial. Por no hablar de que podrían espantar a votantes actuales que no les haga demasiado gracia ese distanciamiento respecto del liberalismo económico.

No se que pensáis vosotros, ¿Van en serio o es mera mercadotecnia? ¿Puede suponer un éxito?

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VOX al principio era el partido de los descontentos con el PP, siendo más liberal en lo económico y más conservador en lo social. Eso cambió tras las llegada de Donald Trump a la presidencia, los de VOX le copiaron el discurso y metodología, eso atrajo a mucha gente nueva, afín al trumpismo, a la alt-right y demás, allí se dió el boom del partido, luego ha entrado otra gente del ámbito derechista, vamos que hay una buena mezcla de grupos con ideas opuestas, hoy pueden salir por ahí y mañana con un discurso minarquista, depende de que facción se imponga en cada momento.

Editado por Isaac Peral. Motivo:

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Mi impresión es que Vox está siguiendo la misma dinámica populista, que en su día emprendió la izquierda con su idea de inventarse y conceder derechos a todo aquel que reclamase algo y estuviera dispuesto a votarles para conseguirlo. Si no puede ser no importa, se inventa y ya está. La cuestión es acceder y afianzar el poder al coste que sea.

Estos hacen lo mismo. Tratan de rascar allá donde crean que pueden sacar algo, sin que les importe mucho si hay coherencia política o no. Lo mismo por la mañana te venden la idea de que habría que privatizar las empresas públicas que quedan, que por la tarde te montan un sindicato de trabajadores. E igual te montan una misa que ponen al Papa en la diana de un campo de tiro. 

Es decir, son semejantes a la izquierda, aspiran a controlar todo, lo público y lo privado, solo que en este caso, el objetivo no es tanto el control del poder político como el de la producción de la riqueza. Poder y riqueza son las dos almas que definen y animan a la izquierda y derecha política actuales. Lo demás no es más que el utilitarismo de la palabra. Materialismo puro y duro.

Vox no va a comandar nunca un movimiento socialpatriota, como Podemos nunca ha sido un partido interesado en la justicia social. No son más que "ingenios políticos" para trillar el campo de lo social, que es donde está el trigo, esto es, el voto.

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De este "giro social" de Vox se lleva hablando bastante tiempo, pero nunca pasa de los eslóganes. Es verdad que, dentro de Vox, Buxadé tiene una tendencia más social que el resto de líderes, quizá por su pasado falangista, pero no veo que esa tendencia se imponga o se concrete en algo tangible. El partido sigue teniendo concepciones ultraliberales en el campo socioeconómico y las demuestran a cada paso que dan.

Anteriormente dijeron que asumían el espíritu del 15M y rodaron un vídeo muy cuidado en el que apelaban a los barrios obreros. Pero era sobre todo una excusa para lanzar el sempiterno mensaje antiinmigración. Han seguido defendiendo políticas liberales.

Ahora han anunciado la creación de un sindicato. Esto ya es algo más, pero está por ver que se concrete ese sindicato y que, una vez concretado, no sea un vehículo más para el mensaje antiinmigración y la "guerra cultural" que supuestamente tienen planteada, en vez de un verdadero sindicato que asuma la defensa de los trabajadores. De hecho, la recepción de la noticia entre los partidarios de Vox me hace pensar que, efectivamente, se trataría de un elemento más de esa "guerra cultural" en la que están inmersos más que un verdadero sindicato de trabajadores (recomiendo leer el hilo completo):

También puede ocurrir que creen el sindicato y al final resulte un sindicato de los denominados "amarillos", que están al servicio de la patronal y sirven más que nada para reventar huelgas, presionar a la baja los salarios y ese tipo de cosas.

Así que el anuncio de la creación de un sindicato no prueba por sí mismo que Vox se haya vuelto más "social" en sus planteamientos. Por lo demás, creo que no resultará creíble que monten un sindicato cuando tienen planteamientos ultraliberales en economía y cuando, en todos los conflictos que van surgiendo, toman partido de forma sistemática por el empresario, incluso si éste es extranjero y no tributa en España. Alguien que trabaje en un almacén de Amazon considerará que sus intereses están mejor representados por los de Comisiones Obreras o CGT que por este naciente sindicato de Vox. Y me parece que no les faltaría razón. Que los de CC.OO. den algún "taller LGTB" sin duda es detestable, pero eso no quiere decir que hayan dejado de defender a los trabajadores.

Quizá sí pueda encontrar un hueco este naciente sindicato en las empresas de servicios informáticos y consultoras, donde los sindicatos tradicionales no acaban de prender y donde quizá no rechine mucho la economía liberal que defiende Vox. Pero a la larga tampoco tendrán mucho éxito si se ponen de parte de los empresarios en todos los conflictos, si siguen estando en contra de fijar un salario mínimo o se refieren despectivamente a todas las ayudas estatales como "paguitas".

Lo cierto es que el anuncio de la creación de este sindicato ha causado cierta conmoción entre los seguidores de Vox. Es su mayoría lo han visto bien, porque entienden que es parte de la "guerra cultural", pero algunos se han llevado las manos a la cabeza y los acusan de "rojos" o "falangistas". Por ejemplo, véase este comentario que retuitea el responsable de propaganda de la CTC:

ngel-Manuel-Garc-a-Carmona-contra-el-sin

Habría que preguntarle al señorito que se queja: ¿qué pasa con la larga tradición en España de sindicalismo católico y sindicalismo carlista? La DSI, que veía bien la creación de tales sindicatos, ¿la pergeñaron a pachas Marx y Soros?

El que estos peculiares seguidores se desliguen de Vox, alarmados por su imaginada "rojez", quizá le sirva a este partido para dar una imagen más social y para venderse mejor en los "barrios obreros". Pero si ese movimiento de Vox no va acompañado de una defensa real de los trabajadores a través de ese sindicato, será puro humo.

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hace 7 horas, Hispanorromano dijo:

 

Habría que preguntarle al señorito que se queja: ¿qué pasa con la larga tradición en España de sindicalismo católico y sindicalismo carlista? La DSI, que veía bien la creación de tales sindicatos, ¿la pergeñaron a pachas Marx y Soros?

 

Si es bastante curioso, se creen que la defensa del trabajador es algo exclusivamente "de rojos" ignorando, como bien apuntas, el sindicalismo católico. Les parece un sacrilegio que la derecha pueda llegar a defender al trabajador. Es más, los rojos más bien hicieron una defensa interesada de los trabajadores. Utilizaron a los trabajadores como ejercito revolucionario para llegar al poder, una vez en el poder los bolcheviques prohibieron las huelgas y se cargaron a los obreros que no le bailaban las aguas, como a los de la base naval de Kronstadt, claves para asaltar el palacio de invierno, que Trotski masacró cuando se rebelaron.

La prueba del algodón para vox será la actitud que tome en la nueva crisis que tenemos ya a las puertas, que va a dejar a España hecha un autentico erial y esto lo van a aprovechar los mismos plutócratas de siempre, para comprar a precio de saldo las pocas cosas buenas que nos queden. 

 

 

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hace 17 minutos, hocsignovinces dijo:

Si es bastante curioso, se creen que la defensa del trabajador es algo exclusivamente "de rojos" ignorando, como bien apuntas, el sindicalismo católico. Les parece un sacrilegio que la derecha pueda llegar a defender al trabajador. Es más, los rojos más bien hicieron una defensa interesada de los trabajadores. Utilizaron a los trabajadores como ejercito revolucionario para llegar al poder, una vez en el poder los bolcheviques prohibieron las huelgas y se cargaron a los obreros que no le bailaban las aguas, como a los de la base naval de Kronstadt, claves para asaltar el palacio de invierno, que Trotski masacró cuando se rebelaron.

La prueba del algodón para vox será la actitud que tome en la nueva crisis que tenemos ya a las puertas, que va a dejar a España hecha un autentico erial y esto lo van a aprovechar los mismos plutócratas de siempre, para comprar a precio de saldo las pocas cosas buenas que nos queden. 

 

 

tratamos esto con el asunto de los taxistas, donde hemos visto que -paradójicamente- la derecha y neoderechita se posicionaron contra los intereses de los taxistas mientras podemos aprovechó para desplegar su demagogia, pero que para el caso estaba más de lado de los taxistas, que solía ser gente más bien de derechas.

esta neoderecha de corte anglo en realidad es hostil a los intereses de las pequeñas explotaciones o negocios familiares, las cuales en teoría eran en otros tiempos defendidas como células básicas de la sociedad.

este tipo de gente, entre la que incluyo a pequeños ganaderos y agricultores, no tiene en la actualidad amparo por ninguna organización sindical conjunta ni tampoco son defendidos sus intereses ni por derecha ni por izquierda.

ese es el gran nicho de orfandad en las bases de nuestra sociedad, no solo los obreros/trabajadores han quedado desamparados por el sindicalismo "marisquero", como se le suele llamar

 

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hace 8 horas, Hispanorromano dijo:

Lo cierto es que el anuncio de la creación de este sindicato ha causado cierta conmoción entre los seguidores de Vox. Es su mayoría lo han visto bien, porque entienden que es parte de la "guerra cultural", pero algunos se han llevado las manos a la cabeza y los acusan de "rojos" o "falangistas". Por ejemplo, véase este comentario que retuitea el responsable de propaganda de la CTC:

ngel-Manuel-Garc-a-Carmona-contra-el-sin

Habría que preguntarle al señorito que se queja: ¿qué pasa con la larga tradición en España de sindicalismo católico y sindicalismo carlista? La DSI, que veía bien la creación de tales sindicatos, ¿la pergeñaron a pachas Marx y Soros?

 

Debe ser que la Comunión a la que pertenece este carlista, es otra distinta a la de León XIII. Quizás el señorito, atareado en sus empresas, no haya tenido tiempo aún de leerse la Rerum Novarum y por tanto ignora que la Iglesia lleva más de un siglo defendiendo explicitamente la creación de sindicatos católicos. Sin contar otras formas de organización católica que, sin ser explicitamente sindicales, también han auxiliado al trabajador desde hace siglos.

Sobre la propuesta de Vox, el peligro que le veo, y que de alguna manera también habéis apuntado antes, es que engendren uno de esos sindicatos amarillos que surgieron a comienzos del siglo pasado, en los que, bajo la excusa de contrapesar el sindicalismo socialista y justificados en la propia doctrina catolica, aparecieron algunas organizaciones de supuesto corte católico, donde la patronal era en realidad quién las controlaba pues, al obrero se le lleva utilizando desde que el mundo es mundo.

No obstante habría que recordar a estos supuestos neotradicionalistas católicos liberales de la CTC, por ejemplo que, ya en la segunda década del S. XX, el Cardenal Arzobispo de Toledo, Victoriano Guisasola y Menéndez, Primado de las Españas, en su carta pastoral "El peligro del laicismo y los deberes de los católicos", dirigida al clero y los fieles, refiriéndose a los sindicatos decía lo siguiente: «El Sindicato, la corporación profesional es la dignidad del trabajo y del trabajador; tiene un fin económico y moral y además un fin altamente social, pues reconstruirá la sociedad hoy desquiciada por el liberalismo individualista. Llámense uniones profesionales, agrupaciones por oficios, reunión de clases, el nombre poco importa; constituyanse según la doctrina de la Iglesia y esas fuerzas serán el factor más principal del triunfo de Jesucristo en las almas y en los pueblos»

 

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Aunque con sesgo ideológico que cabe esperar, no está mal este artículo de infoLibre sobre el proyectado sindicato de Vox

Cita

El sindicato de Vox retoma la convulsa tradición derechista de agitación obrera contra la "lucha de clases"

  • El anuncio de Abascal conecta con rasgos de los históricos "Sindicatos Libres", el alicaído "nacionalsindicalismo" y el pujante corporativismo sectorial
  • Los falangistas se apresuran a proteger su espacio sindical marginal subrayando el carácter ultraliberal de Vox": "Proponen el despido por baja médica"
  • El partido combina los ataques sin cuartel a CCOO y UGT, a los que califica como "vendidos", "traidores" y "subvencionados", con el apoyo a Jusapol
  • Sociólogos especializados en extremismo creen que es una operación electoralista de Vox que no quebrará su "fundamentalismo de mercado"
Publicada el 12/07/2020 a las 06:00
Santiago Abascal y Rocío Monasterio, en una manifestación de agricultores en febrero.

Santiago Abascal y Rocío Monasterio, en una manifestación de agricultores en febrero.

Ricardo Rubio / Europa Press

Es un reto envenenado, de desenlace más que incierto. Pero, aunque sólo se quedara en proyecto, ya es significativo. Un partido de trayectoria ultraliberal, centralizado y vertical, que ha cimentado su éxito en Internet, anuncia la creación de un sindicato, es decir, de un cuerpo físico que trabaja a pie de calle y que exige capilaridad, organización y compromiso económico. El movimiento encarna una aproximación del partido de Santiago Abascal al mundo del trabajo, en línea con el tantas veces teorizado y nunca concretado "giro obrerista" en busca del voto de las clases trabajadoras, giro todavía supuesto cuyo alcance está por ver. Vox, requerido por infoLibre, no detalla las características del futuro sindicato anunciado por su líder y por su dirigente de trayectoria falangista Jorge Buxadé. Pero Abascal ya ha dado pistas valiosas: se tratará de un sindicato "al servicio de los españoles y no de partidos políticos o de causas ideológicas". Y que no valdrá para "forzar una inexistente lucha de clases". Estas coordenadas –el antiizquierdismo y el sindicalismo patriótico contra el conflicto social– entroncan la iniciativa de Vox con una larga y convulsa historia.

"El principal referente histórico son los Sindicatos Libres, con ese espíritu profesional y apolítico", señala el historiador José Fernando Mota, autor de ¡Viva Cataluña española! Historia de la extrema derecha en la Barcelona republicana (1931-1936) (Universitat de València, 2020). Mota, que introduce en su análisis todas las cautelas que exige la distancia histórica, dibuja un hilo que arranca en 1919. Hace más de un siglo nace la Corporación General de Trabajadores, germen de los llamados "Sindicatos Libres", creada en Barcelona por militantes carlistas para oponerse a la anarquista CNT. "Viven su periodo álgido durante la dictadura de [Miguel] Primo de Rivera, cuando copan los comités paritarios", indica Mota, que explica cómo estas fuerzas se beneficiaron de la clandestinidad de la CNT. En su ADN están el anticomunismo y el tradicionalismo gremial, así como la defensa de la familia, la nación y la religión como bases de la sociedad. Mota subraya que, a diferencia de lo que más tarde sería el sindicalismo vertical franquista, los "libres" sí practicaron auténticas movilizaciones y huelgas, es decir, sindicalismo real en defensa de las condiciones de los trabajadores, aunque acabaron degenerando entre acusaciones de pistolerismo.

Sería estrecho definirlos como sindicatos "amarillos" dedicados a reventar desde dentro la lucha obrera. Es más, vivieron conflictos con el sindicalismo católico conservador, cooptado por el empresariado, aunque también trabaron alianzas con movimientos del catolicismo más social como el de los dominicos del Padre Gafo. Los Sindicatos Libres fueron prohibido durante la República, asediados además por su rival anarquista, que los acusaban de servir a los intereses patronales para dividir al proletariado. Su principal líder, el dependiente de comercio carlista y requeté Ramón Sales, acabó siendo asesinado –descuartizado brutalmente, según el relato recogido por la Real Academia de Historia– en noviembre de 1936, supuestamente a manos de los anarquistas.

De los "libres" al "vertical"

El historiador Guillermo A. Pérez Sánchez describe así las curvas finales que recorrió el sindicalismo "libre" antes de estrellarse [ver aquí artículo en detalle]: "Después del 14 de abril [de 1931] fueron ilegalizados, perseguidos sus líderes y clausuradas sus oficinas. Había llegado el momento de la venganza para la CNT y las nuevas autoridades republicanas de Cataluña. Sólo a finales de 1934, con el cambio de la tendencia política en el Gobierno, los Libres recuperaron la legalidad". Pero, para entonces, como señala Collin Winston, autor de La clase trabajadora y la derecha en España. 1900-1936 (Cátedra, 1989), "sólo con un gran esfuerzo de imaginación podría verse en los Libres [...] un sindicato propiamente dicho". Y añade: "La Confederación Nacional de Sindicatos Libres estaba totalmente politizada, era sólo una fachada tras la que se conspiraba contra las fuerzas republicanas y se propugnaban ideas fascistas y ultraderechistas". Aquello supuso, anota Pérez Sánchez, "el fracaso de un sindicalismo de derechas propiamente obrerista y moderna que pudiera competir en toda España con el modelo sindical de la izquierda social", representado por la UGT y la CNT.

Mota subraya cómo en España, a pesar de los intentos del falangismo, no llegó a prender el fenómeno de un traspaso significativo de sindicalistas revolucionarios al fascismo, como sí ocurrió en Italia y Francia. "Cuando José Antonio venía a Barcelona, siempre hablaba del acercamiento a los obreros, pero aquí no ocurrió lo que en Francia e Italia", señala el historiador. Todos los movimientos sindicales derechistas –carlistas, gremiales, profesionales, católicos– acabaron sumidos en el sindicalismo vertical, marca de fábrica del franquismo y renovación del corporativismo de corte fascista ensayado ya durante la dictadura primorriverista con la Organización Corporativa Nacional. La Organización Sindical Española (OSE), conocida como el sindicato vertical, fue la única organización de este tipo permitida en España entre 1940 y 1977, resultado de una fusión de organizaciones falangistas y patronales. El nacionalsindicalismo falangista, con origen en las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), tuvo cierta influencia como marco teórico totalitario en el arranque del franquismo, pero acabó perdiendo fuerza en favor de la tecnocracia del Opus, rival –victorioso– de los falangistas a la hora de determinar el modelo socioeconómico del régimen.

Nacionalsindicalismo

Lógicamente no es al sindicalismo vertical al que se remite Vox en su discurso. Sería un proyecto totalitario sin sentido en una sociedad democrática, más aún cuando el partido de Santiago Abascal es el más liberal y desregulador en el plano económico en España. Lo dicen los hechos. El partido ha defendido con sus votaciones y sus posicionamientos a la gran banca, la educación y la sanidad privada, las farmacéuticas, las eléctricas y las rebajas de impuestos a las rentas altas. Además, ha defendido las ayudas a empresas, al tiempo que atacaba las recibidas por trabajadores pobres [ver aquí y aquí y aquí informaciones en detalle]. El legado de los Sindicatos Libres, con su retórica profesional, nacionalista, apolítica y anticomunista, sí establece una conexión con el discurso de Vox. Mucho más frágil es el vínculo con las fuerzas sindicales que reivindican el legado del nacionalsindicalismo falangista. Ese tuvo un referente en la Fuerza Nacional del Trabajo, el sindicato de Fuerza Nueva, el partido de Blas Piñar. Y llegan hasta hoy dos fuerzas sindicales minoritarias de filiación falangista: Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y Trabajadores Nacional Sindicalistas (TNS).

La Unión Nacional de Trabajadores, fundada en 1978, tiene como referente histórico a la Central Obrera Nacional-Sindicalista, fundada en 1934 por el líder Ramiro Ledesma Ramos, uno de los fundadores de Falange, y disuelta en 1970 para integrarse en el sindicato vertical. "UNT es un sindicato abiertamente contrario al actual status quo de la oligarquía sindical que, por paradojas de la historia, de ser sindicatos de clase en la clandestinidad y en la llamada transición política durante los años setenta, han acabado por convertirse en burocracias amarillas, cómplices de la corrupción del Estado burgués-capitalista, colaboracionistas de las patronales, llegando incluso a convertirse en teloneros de los procesos separatistas", señala la UNT en su web.

El anuncio de Vox ha sacudido este mundillo del sindicalismo falangista. Falange Española de las JONS ha lanzado incluso un comunicado que marca terreno [ver aquí]. "Desde la primitiva Central Obrera Nacional Sindicalista a la actual Unión Nacional de Trabajadores, los sindicatos falangistas se han distinguido siempre por su combatividad reivindicativa. Una combatividad que contrasta con el pactismo y la traición a los trabajadores de los sindicatos de izquierda integrados en el régimen del 78, UGT y CCOO principalmente, que por activa o pasiva han ido dando por buena cada reforma laboral en la que los trabajadores han ido perdiendo derechos en las últimas décadas", señala el comunicado, que añade: "No sabemos aún cuáles serán las notas definitorias de la organización de trabajadores que impulsará Vox. Pero sí conocemos las propuestas en materia laboral del partido que lidera Abascal: abaratamiento del despido, eliminación de la negociación colectiva, reducción del Salario Mínimo Interprofesional, legalidad del despido por baja médica…".

Contra los sindicatos "de clase"

Hay algo en común entre la UNT, TNS y Vox: el ataque frontal a los llamados "sindicatos de clase". Y a la "lucha de clases", en general. El partido de Abascal ha traslado a la Comisión de Reconstrucción su rechazo a la "lucha de clases" que, a su juicio, promueve el Gobierno. Es un mantra. "A la izquierda nunca le ha gustado la nación, sino la lucha de clases", afirmó Abascal en mayo. Los trabajadores están "hartos" de los centrales "socialistas y comunistas corruptas" al servicio de los "poderosos".

Las críticas a CCOO y UGT también son continuas en el partido de Abascal. Jorge Buxadé, el dirigente que hasta la fecha ha dado más pistas sobre la futura organizaciones, asegura que "los sindicatos de clase, clásicos", están "al servicio de la izquierda". Para Buxadé, de trayectoria falangista y seguidor de José Antonio, los sindicatos de clase son unos "vendidos" que "olvidan los derechos de los trabajadores dedicándose a cuestiones harteras". 

 

Apoyo a Jusapol

Los continuos ataques a CCOO y UGT contrastan con la sintonía con Jusapol, una asociación nacida para pedir un incremento salarial para policías nacionales y guardias civiles. Vox apoya las reclamaciones de Jusapol y asiste a sus manifestaciones [ver aquí]. "Enhorabuena a @JupolNacional por haberse convertido en el sindicato más representativo de la Policía. Ahora la lucha por la justa #EquiparacionYa tendrá más fuerza", señalaba Vox en Twitter en mayo de 2019, aclarando más tarde que desean que el sindicato sea "apolítico".

A su su vez, Jusapol agradece públicamente a Vox su apoyo "desde el principio" [ver aquí, aquí y aquí]. Abascal se ha fotografiado con la camiseta de Jusapol. El sindicato difunde la imagen. Vox defiende su causa desde antes de la irrupción del partido en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018. Vox ha mantenido relaciones con otros sindicatos como el policial SUP, aunque sin mostrar el grado de sintonía existente con Jusapol.

El partido de Abascal también mantiene reuniones con CSIF, al que en absoluto encuadra entre los sindicatos "vendidos", pero con el que no exhibe la cercanía de Jusapol. A juicio del historiador Mota, CSIF tiene rasgos que pueden ser la actualización del sindicalismo corporativo, actualmente en auge, lo que constituye un referente de interés para entender cuál puede ser la vía de acceso de Vox al mundo sindical. CSIF, que no es en modo alguno un sindicato que defienda posiciones extremistas, se define como "una central sindical de corte moderno y europeo integrada en la Confederación Europea de Sindicatos Independientes (CESI) consolidada como tercera vía sindical de ámbito estatal". Se describe como "una nueva opción sindical para los trabajadores de este país, con un carácter distinto a los clásicos sindicatos de clase", explicita en su presentación.

Corporativismo y propaganda

El historiador Javier Tébar, a la espera de mayor detalle por parte de Vox sobre su iniciativa, ve difícil trazar antecedentes históricos para el afán sindical de Vox por el carácter netamente liberal de la formación. Cree previsible una formación de corte corporativo, que trate de conectar con la idea de "trabajadores corrientes" sin filiación política. Ese es el mensaje central del anuncio de Abascal, dirigido, más que a detallar su proyecto, a cargar contra los "sindicatos ideológicos, subvencionados y corruptos", que han "traicionado" a los trabajadores. En paralelo el partido abunda en mensajes que conectan con el llamado "chovinismo del bienestar", incidiendo en la protección de los trabajadores españoles frente a los extranjeros [ver aquí información en profundidad].

A la hora de valorar la iniciativa de Vox, hay que recordar también su falta de referentes organizativos en las recientes protestas del campo, en las que Abascal recibió abucheos y aplausos sin lograr la capitalización del conflicto que sí ha alcanzado la ultraderecha con los chalecos amarillos en Francia. El protagonismo de organizaciones como la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) y la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja), con interlocución directa con las fuerzas políticas y un programa propio, opacó a la formación de Santiago Abascal.

A juicio de Iago Moreno, sociólogo especialista en comunicación política, la incursión de Vox en el sindicalismo responde a la necesidad de ampliar su radio de acción. "CCOO es, por ejemplo, la mayor organización social del país. Sólo ellos y la guardia civil tienen una sede en cada comarca del territorio español. No sirve de nada tomar las redes sociales e incendiar las instituciones a golpe de hipérbole si no tienes ningún plan para afrontar el hecho de que UGT y CCOO suman más de un millón de afiliados y están presentes en todos los sectores de la economía", señala Moreno, que añade: "Los sindicatos siguen siendo el lugar de referencia que tienen las y los trabajadores para solucionar sus problemas y dudas, resolver colectivamente los conflictos que se encuentren en su lugar de trabajo y defender sus derechos. Se intenta diariamente, pero olvidar esta realidad no es viable para nadie, tampoco para la derecha".

Moreno subraya que el auge de formaciones de extrema derecha o nacionalpopulistas en Europa no está vinculado con supuestos giros "obreristas", como habitualmente se afirma. "La flat tax de Salvini le viene como anillo al dedo a las élites italianas. La reforma laboral de Orban sería el sueño húmedo de los Chicago Boys", recalca. El sociólogo, atento observador de los movimientos de la ultraderecha, cree que el intento de Vox se sitúa fundamentalmente en el ámbito del discurso y la imagen. Más en la forma que en el fondo.

El partido de Abascal, según Moreno, intenta ofrecer "una promesa de orden con mayor capacidad de aliviar la ansiedad de época que genera el miedo al futuro, la desesperanza y la incertidumbre". Y añade: "No es normal que lo primero que se le venga a algunos a la cabeza al saber que Vox pretende crear un sindicato sean las provocaciones de Le Pen. En la historia de nuestro país hay muchas más respuestas, básicamente porque la disputa del sindicalismo siempre ha sido una tentación de la ultraderecha. Los colores de la mismísima bandera de falange los eligió Giménez Caballero como una provocación a los de la CNT". Ahora bien, a pesar de que puedan "jalear" ideas nacionalisindicalistas, a juicio de Moreno "los jefes de Vox no podrían permitirse tener un sindicato que no fuese vertical y defendiese el fundamentalismo de mercado".

El sociólogo Guillermo Fernández, autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional (Lengua de Trapo, 2019), encuentra un antecedente en los sindicatos auspiciados por el Frente Nacional en el país vecino a partir de mediados de los 90, para "afianzar" su mayor tirón entre votantes de clases populares y "provocar" a la izquierda. "Aquellos sindicatos fueron anecdóticos, con muy pocos militantes. Pienso que el caso de Vox será parecido. Creo que es una operación publicitaria, una palanca, un gesto para mostrar el pretendido giro social, que ya se está viendo en la campaña de las elecciones gallegas, en las que no tienen nada que perder y están haciendo mítines en los polígonos", explica Fernández. A su juicio, es improbable el éxito de un nuevo sindicato, tarea en la que ya fracasó Podemos. "Es muy difícil asentarse en el mundo del trabajo. Ahora bien, les puede servir de publicidad y herramienta, al estilo de Manos Limpias, para producir discurso desde un lugar nuevo".

El sindicato de Vox retoma la convulsa tradición derechista de agitación obrera contra la "lucha de clases"

 

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No hay por dónde agarrarlo, ya vimos el posicionamiento de esta gente en el tema de los taxistas y en su abierto apoyo a cualquier sistema alineado con los dogmas liberales.

A mí lo que me parece es que deberían explayarse mucho más en su visión del tema de pensiones y sanidad. Igual se les quitaba la tontería a los que esperan socialpatriotismo de color verde.

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Buenas tardes a todos,

Os puedo hablar desde mi experiencia personal, si me lo permitís, y de paso me estreno como miembro foril.

Quería dejar claro antes de todo que desde hace meses no pertenezco a VOX,  que no mantengo ninguna relación personal con ningún miembro del partido, ni tengo ningún interés por él.

Yo decidí afiliarme después de todo lo que había pasado en Cataluña, agradecida por la gestión del equipo jurídico de VOX a la hora de mandar al banquillo a los independentistas.

Por aquel entonces,  2018, éramos cuatro gatos mal contados y había mucha ilusión por cambiar las cosas que andaban mal en España, partiendo del hecho objetivo de que el sistema de las autonomías es inviable tal y como está concebido, y que o cambiamos a un modelo más austero y eficiente, o España se va directamente al garete.

He conocido los tiempos en los que VOX era un partido pequeño, muy pequeño, y muy austero. En mi ciudad estaban en un pisito donde el día que fui a afiliarme sólo se oía el vuelo de las moscas. Decidí implicarme de forma directa en las actividades del partido y acudía a las reuniones de organización cuando podía. Sobre todo necesitaban gente para las mesas informativas, para las que había que ir con un buen paraguas porque éramos blanco frecuente de las iras de la gente de la calle, en especial en los barrios más humildes de la capital. No diré de dónde soy por discreción.

La mayor parte de la gente que conocí en las reuniones de mi zona tenían una media de edad bastante elevada. La gente joven, como es mi caso, escaseaba, y ser mujer y joven en el partido ya era casi tan raro como ver un perro verde. Ver a tanto rebotado del PP no me sorprendió, claro está, pero sí me dio mucho que pensar ver a personas que venían de haberse dado de narices con Podemos.

¿Por qué me di de baja?  Después de varias reuniones de trabajo y de quedadas de copas con la gente de los grupos después de los mítines, me di cuenta de que no podía encajar. Era incapaz de asumir el culto ciego e irreflexivo al líder, en el que se repetían como papagayos citas de Abascal como si fueran parte de una revelación divina. Vi cómo se permitía la participación activa de personas con problemas para formar parte de un equipo (permitidme que no dé detalles) o a las que les movían intereses económicos muy evidentes, pegándose como lapas al jefe local con el único fin de recibir como recompensa su chiringuito si ganábamos las elecciones. También me sorprendía sobremanera la ingenuidad y falta de sentido de la realidad de muchos de ellos, totalmente convencidos de que íbamos a ganar las generales por mayoría absoluta y luego se llevaban un sofocón porque nos quedábamos como quinta fuerza.

Un problema importante siempre fue la indefinición del partido en lo referente a la política exterior, algo que al principio pasé por alto pero que al final pesó mucho en mi decisión de dejar el partido. Es evidente que España es lo primero en las situaciones difíciles, pero una política exterior indefinida o, digamos, contradictoria, puede ser tan perjudicial como otros problemas internos que padecemos.

El caso es que nadie parecía darse cuenta de las enormes contradicciones, en este tema y en otros, de las que adolece el partido, pero es su problema. Las bases, supongo que como en todos los partidos (o casi todos, no lo sé), las sostienen personas con nula o escasa formación intelectual que siguen al líder como ovejitas a su pastor. Yo no me considero especialmente culta, pero creo que el espíritu crítico es algo que nunca debe faltar en una institución que aspira a regir el destino de un país. 

Bueno, dejo el rollo que ya os he dado mucha lata.

Un saludo y gracias por dejarme estar aquí. Por cierto, no he venido a hablar de política, sólo quería aportar mi experiencia por si os era de interés.

 

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Muy interesante la experiencia que cuentas, Benedetta. Sospecho que pasa algo similar en todos los partidos pequeños, y que la cosa se complica cuando de repente se ven catapultados a la fama.

A pesar de que te has dado de baja de Vox, ¿te planteas seguir votándolos?

¿Qué orientación en política exterior te gustaría que hubiese tenido Vox?

¡Bienvenida al foro!

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hace 2 horas, Benedetta dijo:

Buenas tardes a todos,

Os puedo hablar desde mi experiencia personal, si me lo permitís, y de paso me estreno como miembro foril.

Quería dejar claro antes de todo que desde hace meses no pertenezco a VOX,  que no mantengo ninguna relación personal con ningún miembro del partido, ni tengo ningún interés por él.

Yo decidí afiliarme después de todo lo que había pasado en Cataluña, agradecida por la gestión del equipo jurídico de VOX a la hora de mandar al banquillo a los independentistas.

Por aquel entonces,  2018, éramos cuatro gatos mal contados y había mucha ilusión por cambiar las cosas que andaban mal en España, partiendo del hecho objetivo de que el sistema de las autonomías es inviable tal y como está concebido, y que o cambiamos a un modelo más austero y eficiente, o España se va directamente al garete.

He conocido los tiempos en los que VOX era un partido pequeño, muy pequeño, y muy austero. En mi ciudad estaban en un pisito donde el día que fui a afiliarme sólo se oía el vuelo de las moscas. Decidí implicarme de forma directa en las actividades del partido y acudía a las reuniones de organización cuando podía. Sobre todo necesitaban gente para las mesas informativas, para las que había que ir con un buen paraguas porque éramos blanco frecuente de las iras de la gente de la calle, en especial en los barrios más humildes de la capital. No diré de dónde soy por discreción.

La mayor parte de la gente que conocí en las reuniones de mi zona tenían una media de edad bastante elevada. La gente joven, como es mi caso, escaseaba, y ser mujer y joven en el partido ya era casi tan raro como ver un perro verde. Ver a tanto rebotado del PP no me sorprendió, claro está, pero sí me dio mucho que pensar ver a personas que venían de haberse dado de narices con Podemos.

¿Por qué me di de baja?  Después de varias reuniones de trabajo y de quedadas de copas con la gente de los grupos después de los mítines, me di cuenta de que no podía encajar. Era incapaz de asumir el culto ciego e irreflexivo al líder, en el que se repetían como papagayos citas de Abascal como si fueran parte de una revelación divina. Vi cómo se permitía la participación activa de personas con problemas para formar parte de un equipo (permitidme que no dé detalles) o a las que les movían intereses económicos muy evidentes, pegándose como lapas al jefe local con el único fin de recibir como recompensa su chiringuito si ganábamos las elecciones. También me sorprendía sobremanera la ingenuidad y falta de sentido de la realidad de muchos de ellos, totalmente convencidos de que íbamos a ganar las generales por mayoría absoluta y luego se llevaban un sofocón porque nos quedábamos como quinta fuerza.

Un problema importante siempre fue la indefinición del partido en lo referente a la política exterior, algo que al principio pasé por alto pero que al final pesó mucho en mi decisión de dejar el partido. Es evidente que España es lo primero en las situaciones difíciles, pero una política exterior indefinida o, digamos, contradictoria, puede ser tan perjudicial como otros problemas internos que padecemos.

El caso es que nadie parecía darse cuenta de las enormes contradicciones, en este tema y en otros, de las que adolece el partido, pero es su problema. Las bases, supongo que como en todos los partidos (o casi todos, no lo sé), las sostienen personas con nula o escasa formación intelectual que siguen al líder como ovejitas a su pastor. Yo no me considero especialmente culta, pero creo que el espíritu crítico es algo que nunca debe faltar en una institución que aspira a regir el destino de un país. 

Bueno, dejo el rollo que ya os he dado mucha lata.

Un saludo y gracias por dejarme estar aquí. Por cierto, no he venido a hablar de política, sólo quería aportar mi experiencia por si os era de interés.

 

Pues muchas gracias por la aportación. Por lo que describes viene a ser un partido más al uso al que le podríamos sumar el componente que hablas de veneración al líder, aunque esto también es bastante habitual en los otros partidos.

En lo que a mí respecta pues eso, si bien al principio tenía ciertas expectativas por elementos novedosos y necesarios en su discurso ahora ya los he encasillado con la etiqueta de "uno más" y no le dedico ya demasiada atención, la verdad.

un saludo.

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hace 2 horas, Hispanorromano dijo:

Muy interesante la experiencia que cuentas, Benedetta. Sospecho que pasa algo similar en todos los partidos pequeños, y que la cosa se complica cuando de repente se ven catapultados a la fama.

A pesar de que te has dado de baja de Vox, ¿te planteas seguir votándolos?

¿Qué orientación en política exterior te gustaría que hubiese tenido Vox?

¡Bienvenida al foro!

Gracias, Hispanorromano.

Sinceramente, no tengo muy claro si les voy a volver a votar, ya que ni siquiera tengo claro si voy a volver a pisar un colegio electoral. A día de hoy, y después de cómo se ha degradado la vida política, estoy empezando a dudar de la democracia como un sistema válido.

En cuanto a la orientación política exterior, creo que deberían abandonar su entusiasmo por el sionismo y eliminar su mención expresa en el programa. Me explico:  no estoy en contra del Estado de Israel, pero proclamarse tan abiertamente sionistas cuando en los mítines están lanzando ardientes diatribas contra un ferviente sionista llamado George Soros, del que hablan como si fuera el mismísimo satanás, me parece una contradicción absurda que roza la burla. Quizás mostrarse más escépticos en cuanto a los bloques de influencia internacionales habría sido una posición más inteligente, dado lo cambiante del panorama internacional, en el que los USA parece que van a perder su hegemonía en unos años, a lo sumo décadas.

Saludos

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Benedetta, conozco un caso similar al tuyo en el que incluso hubo un choque cultural bastante importante. Por un lado le entusiasmaba el discurso desplegado por los cuatro fantásticos pero luego este amigo vió un abismo de afinidad personal con la gente de base en el partido. Lo cierto es que hay un aluvión de diferentes tipos de gente un poco raro, supongo que llevará un tiempo en definirse qué corriente triunfa en su seno.

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hace 18 horas, Benedetta dijo:

Buenas tardes a todos,

Os puedo hablar desde mi experiencia personal, si me lo permitís, y de paso me estreno como miembro foril.

Quería dejar claro antes de todo que desde hace meses no pertenezco a VOX,  que no mantengo ninguna relación personal con ningún miembro del partido, ni tengo ningún interés por él.

Yo decidí afiliarme después de todo lo que había pasado en Cataluña, agradecida por la gestión del equipo jurídico de VOX a la hora de mandar al banquillo a los independentistas.

Por aquel entonces,  2018, éramos cuatro gatos mal contados y había mucha ilusión por cambiar las cosas que andaban mal en España, partiendo del hecho objetivo de que el sistema de las autonomías es inviable tal y como está concebido, y que o cambiamos a un modelo más austero y eficiente, o España se va directamente al garete.

He conocido los tiempos en los que VOX era un partido pequeño, muy pequeño, y muy austero. En mi ciudad estaban en un pisito donde el día que fui a afiliarme sólo se oía el vuelo de las moscas. Decidí implicarme de forma directa en las actividades del partido y acudía a las reuniones de organización cuando podía. Sobre todo necesitaban gente para las mesas informativas, para las que había que ir con un buen paraguas porque éramos blanco frecuente de las iras de la gente de la calle, en especial en los barrios más humildes de la capital. No diré de dónde soy por discreción.

La mayor parte de la gente que conocí en las reuniones de mi zona tenían una media de edad bastante elevada. La gente joven, como es mi caso, escaseaba, y ser mujer y joven en el partido ya era casi tan raro como ver un perro verde. Ver a tanto rebotado del PP no me sorprendió, claro está, pero sí me dio mucho que pensar ver a personas que venían de haberse dado de narices con Podemos.

¿Por qué me di de baja?  Después de varias reuniones de trabajo y de quedadas de copas con la gente de los grupos después de los mítines, me di cuenta de que no podía encajar. Era incapaz de asumir el culto ciego e irreflexivo al líder, en el que se repetían como papagayos citas de Abascal como si fueran parte de una revelación divina. Vi cómo se permitía la participación activa de personas con problemas para formar parte de un equipo (permitidme que no dé detalles) o a las que les movían intereses económicos muy evidentes, pegándose como lapas al jefe local con el único fin de recibir como recompensa su chiringuito si ganábamos las elecciones. También me sorprendía sobremanera la ingenuidad y falta de sentido de la realidad de muchos de ellos, totalmente convencidos de que íbamos a ganar las generales por mayoría absoluta y luego se llevaban un sofocón porque nos quedábamos como quinta fuerza.

Un problema importante siempre fue la indefinición del partido en lo referente a la política exterior, algo que al principio pasé por alto pero que al final pesó mucho en mi decisión de dejar el partido. Es evidente que España es lo primero en las situaciones difíciles, pero una política exterior indefinida o, digamos, contradictoria, puede ser tan perjudicial como otros problemas internos que padecemos.

El caso es que nadie parecía darse cuenta de las enormes contradicciones, en este tema y en otros, de las que adolece el partido, pero es su problema. Las bases, supongo que como en todos los partidos (o casi todos, no lo sé), las sostienen personas con nula o escasa formación intelectual que siguen al líder como ovejitas a su pastor. Yo no me considero especialmente culta, pero creo que el espíritu crítico es algo que nunca debe faltar en una institución que aspira a regir el destino de un país. 

Bueno, dejo el rollo que ya os he dado mucha lata.

Un saludo y gracias por dejarme estar aquí. Por cierto, no he venido a hablar de política, sólo quería aportar mi experiencia por si os era de interés.

 

Muy reveladora tu experiencia, muchas gracias por compartirlo.

Creo recordar que la cúpula de vox prohibió las primarias dentro del partido, argumentado algo así como que al ser un partido tan joven había que evitar la infiltración de "aprovechados" y "troyanos" pero que eventualmente, las habrá. 

De momento las bases de vox pintan bastante poco, pero por lo que he podido observar, existe un gran culto al líder (como en todos los partidos, pero no por ello deja de ser decepcionante) y dudo que haya una masa crítica lo suficientemente grande como para llevar a cabo un proceso realmente transformador en vox (suponiendo que hubiese primarias claro).

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      Solo comento la foto que ponen de un congreso internacional identitari que hubo un México. Ahí se plasma el cáncer que han supuesto y parece que aún sigue suponiendo aquella enfermedad llamada CEDADE. En dicha foto veo al ex-cabecilla de CEDADE, Pedro Varela -uno de esos nazis que se dicen católicos- junto a Salvador Borrego -que si bien no era nazi, de hecho es un mestizo que además se declara hispanista y favorable a la mezcla racial propiciada por la Monarquía Católica,  sí que simpatizó con ellos por una cuestión que quizá un día podamos comentar- uno de los "revisionistas" más importante en lengua española, así como el también mexicano Alberto Villasana, un escritor, analista, publicista, "vaticanista" con gran predicamento entre los católicos mexicanos, abonado totalmente a la errática acusación contra el papa Francisco... posando junto a tipos como David Duke, ex-dirigente del Ku Kux Klan, algo que lo dice todo.

      Si mis rudimentarias habilidades en fisonomía no me fallan, en el grupo hay otro español, supongo que también procedente del mundillo neonazi de CEDADE.

      Imaginemos la corrupción de la idea de Hispanidad que supone semejante injerto, semejante híbrido contra natura.

      Nuestra querido México tiene la más potente dosis de veneno contra la hispanidad, inyectado en sus venas precisamente por ser un país clave en ella. Es el que otrora fuera más próspero,  el más poblado, también fue y en buena parte sigue siendo muy católico, esta en la línea de choque con el mundo anglo y... los enemigos de nuestra Hispanidad no pueden permitir una reconciliación de ese país consigo mismo ni con la misma España, puente clave en la necesaria Reconquista o reconstrucción. Si por un lado está infectado por el identitarismo amerindio -el indigenismo- por el otro la reacción está siendo narcotizada por un identitarismo falsohispanista, falsotradicionalista o como queramos verlo, en el cual CEDADE juega, como vemos, un factor relevante.

      Sin más, dejo ahí otra vez más mi sincera felicitación al autor de ese escrito. Enhorabuena por su clarividencia y fineza, desde luego hace falta tener personalidad para ser capaz de sustraerse a esa falsa polarización con que se está tratando de aniquilar el hispanismo.

       





        • Excelente 25 puntos positivos y de mejora)
      • 32 respuestas
    • La libertad sexual conduce al colapso de la cultura en tres generaciones (J. D. Unwin)
        • Un aplauso (10 positivos y 5 puntos de mejora)
        • Extraordinario (100 puntos positivos y de mejora)
    • Traigo de la hemeroteca un curioso artículo de José Fraga Iribarne publicado en la revista Alférez el 30 de abril de 1947. Temas que aborda: la desastrosa natalidad en Francia; la ya muy tocada natalidad española, especialmente en Cataluña y País Vasco; las causas espirituales de este problema, etc.

      Si rebuscáis en las hemerotecas, hay muchos artículos de parecido tenor, incluso mucho más explícitos y en fechas muy anteriores (finales del s. XIX - principios del s. XX). He traído este porque es breve y no hay que hacer el trabajo de escanear y reconocer los caracteres, que siempre da errores y resulta bastante trabajoso, pues ese trabajo ya lo ha hecho la Fundación Gustavo Bueno.

      Señalo algunos hechos que llaman la atención:

      1) En 1947 la natalidad de Francia ya estaba por los suelos. Ni Plan Kalergi, ni Mayo del 68, ni conspiraciones varias.

      2) Pero España, en 1947 y en pleno auge del catolicismo de posguerra, tampoco estaba muy bien. En particular, estaban francamente mal regiones ricas como el País Vasco y Cataluña. ¿Será casualidad que estas regiones sean hoy en día las que más inmigración reciben?

      3) El autor denuncia que ya en aquel entonces los españoles estaban entregados a una visión hedonística de la existencia, que habían perdido la vocación de servicio y que se habían olvidado de los fines trascendentes. No es, por tanto, una cosa que venga del Régimen del 78 o de la llegada al poder de Zapatero. Las raíces son mucho más profundas.

      4) Señala que el origen de este problema es ético y religioso: se ha perdido la idea de que el matrimonio tiene por fin criar hijos para el Cielo. Pero también se ha perdido la idea del límite: las personas cada vez tienen más necesidades y, a pesar de que las van cubriendo, nunca están satisfechas con su nivel de vida.

      Este artículo antiguo ilumina muchas cuestiones del presente. Y nos ayuda a encontrarle solución a estos problemas que hoy nos golpean todavía con mayor fuerza. Creo que puede ser de gran provecho rescatar estos artículos.
        • Me gusta (5 positivos y 3 puntos de mejora)
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    • En torno a la posibilidad de que se estén usando las redes sociales artificialmente para encrespar los ánimos, recojo algunas informaciones que no sé sin son importantes o son pequeñas trastadas.

      Recientemente en Madrid se convocó una contramanifestación que acabó con todos los asistentes filiados por la policía. Militantes o simpatizantes de ADÑ denuncian que la convocó inicialmente una asociación fantasma que no había pedido permiso y cuyo fin último podría ser provocar:

      Cabe preguntarles por qué acudieron a una convocatoria fantasma que no tenía permiso. ¿Os dais cuenta de lo fácil que es crear incidentes con un par de mensajes en las redes sociales?

      Un periodista denuncia que se ha puesto en marcha una campaña titulada "Tsunami Español" que pretende implicar a militares españoles y que tiene toda la pinta de ser un bulo de los separatistas o de alguna entidad interesada en fomentar la discordia:

      El militar rojo que tiene columna en RT es uno de los que difunde la intoxicación:

      Si pincháis en el trending topic veréis que mucha gente de derechas ha caído en el engaño.

      Como decía, desconozco la importancia que puedan tener estas intoxicaciones. Pero sí me parece claro que con las redes sociales sale muy barato intoxicar y hasta promover enfrentamientos físicos con unos cuantos mensajes bien dirigidos. En EEUU ya se puso en práctica lo de citar a dos grupos contrarios en el mismo punto para que se produjesen enfrentamientos, que finalmente ocurrieron.
        • Un aplauso (10 positivos y 5 puntos de mejora)
    • Una teoría sobre las conspiraciones
      ¿A qué se debe el pensamiento conspiracionista que tiene últimamente tanto auge en internet? Este artículo baraja dos causas: la necesidad de tener el control y el afán de distinguirse de la masa.
        • Correcto (3 positivos y 1 punto de mejora)
        • Un aplauso (10 positivos y 5 puntos de mejora)
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