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Hispanorromano

Caritate Christi Compulsi

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Investigando sobre el integralismo brasileño, encuentro en una publicación de este antiguo movimiento una referencia elogiosa a la encíclica Caritate Christi Compulsi, publicada por Pío XI el 3 de mayo de 1932.

No había oído hablar de esta encíclica. La he buscado, la he leído y me ha parecido que contiene pasajes  muy luminosos. Además, me da la impresión de que los acerbos detractores de Francisco I tampoco han leído esta encíclica de Pío XI, pues algunos párrafos apuntan ideas que le achacan como novedad herética al Papa actual.

De momento lo único que hago es trasladar al foro esta luminosa encíclica y señalar en negrita los párrafos que más me han llegado al corazón, así como algunos pasajes que a mi entender demuestran que muchas de las cosas que se le achacan a Francisco I eran parte del magisterio preconciliar. Aunque toda la encícilica es una delicia.

Cita

CARITATE CHRISTI COMPULSI

De PÍO XI


Carta Encíclica sobre la crisis material y espiritual del mundo actual  y su remedio: la reparación al Sagrado Corazón de Jesús

 
Del 3 de mayo de 1932

 

 Venerables Hermanos: salud y bendición apostólica

 

 INTRODUCCIÓN

La crisis material y religiosa

Introducción

La calidad de Cristo Nos impulsó a invitar con Nuestra Encíclica "Nova impendet" del 2 de Octubre pasado[1] a todos los hijos de la Iglesia Católica, y a todos los hombres de corazón, a agruparse en una santa cruzada de amor y de socorro para aliviar en algo las terribles consecuencias de la crisis económica en que se debate la humanidad; y en verdad con admirable y concorde arranque contestó a Nuestro llamado la generosidad y actividad de todos.

Mas el malestar ha ido creciendo, el número de los desocupados en todas partes ha aumentado, y de ello aprovechan los partidos de ideas subversivas para intensificar su propaganda; por lo que el orden público se encuentra amenazado cada vez más y el peligro del terror o de la anarquía, se cierne siempre mayor sobre la actual sociedad. En tal estado de cosas, la misma caridad de Cristo Nos estimula a dirigirnos de nuevo a vosotros, Venerables Hermanos, a vuestros feligreses, a todo el mundo, para exhortar a todos a unirse y a oponerse con todas sus fuerzas a los males que oprimen a toda la humanidad, y a aquellos aun peores que la amenazan.

 

I. LAS CAUSAS DE LA ÚLTIMA CRISIS MUNDIAL

1. La crisis financiera y económica

2. Lamentable estado de cosas.

Si recorremos con el pensamiento la larga y dolorosa serie de males que, triste herencia del pecado, han señalado al hombre caído las etapas de su peregrinación terrenal, desde el diluvio en adelante, difícilmente nos encontraremos con un malestar espiritual y material tan profundo, tan universal, como el que sufrimos en la hora actual; hasta los flagelos más grandes, que han dejado ciertamente en la vida y en la memoria de los pueblos huellas indelebles, cayeron ora sobre una nación ora sobre otra. En cambio, ahora la humanidad entera se encuentra tan tenazmente agobiada por la crisis financiera y económica, que cuanto más se agita, tanto más indisolubles parecen sus lazos; no hay pueblo, no hay Estado, no hay sociedad o familia, que en una u otra forma, directa o indirectamente, más o menos, no sientan su repercusión. Los mismos, escasos por cierto en número, que parecen tener en sus manos, junto con las riquezas más grandes, los destinos del mundo; hasta aquellos poquísimos, que con sus especulaciones han sido o son en gran parte la causa de tanto malestar, son ellos mismos con frecuencia sus primeras y más dolorosas víctimas, que arrastran consigo al abismo las fortunas de innumerables otros; verificándose así en modo terrible y en todo el mundo, lo que el Espíritu Santo proclamara para cada uno de los pecadores: Cada cual es atormentado por las mismas cosas con las que ha pecado[2].

Lamentable estado de cosas, Venerables Hermanos, que hace gemir Nuestro corazón de padre y Nos hace sentir siempre más íntimamente la necesidad de imitar, en Nuestra pequeñez, el sublime sentimiento del Corazón Sacratísimo de Jesús: Tengo compasión de este pueblo[3]

a) Avaricia

Pero más deplorable aun es la raíz de la cual derivan estas cosas, porque, si es siempre verdad lo que afirma el Espíritu Santo por boca de san pablo, que la ambición es la raíz de todos los males[4], esto vale sobremanera en el caso actual.

3. La causa de todos los males. 

¿Y no es, acaso, esta ambición de los bienes terrenales la que el Poeta pagano llamara ya con justo desdén la execrable sed de oro[5]; no es, acaso, aquel sórdido egoísmo, que con mucha frecuencia preside las mutuas relaciones individuales y sociales; no es, en fin, la ambición, cualquiera sea su especie y forma, la que ha arrastrado al mundo a los extremos que todos vemos y deploramos?

b) Egoísmo y sus consecuencias

En efecto, de la ambición proviene la mutua desconfianza, que dificulta todo comercio humano; de la ambición, la detestable envidia, que hace considerar como daño propio el provecho de los demás; de la ambición, el individualismo abyecto que todo lo ordena y subordina al propio provecho sin cuidarse de los demás y más aun, hollando cruelmente todos sus derechos. De ahí el desorden y el injusto desequilibrio, por el cual se ven las riquezas de las naciones acumuladas en las manos de muy pocos favorecidos, que regulan a su antojo el mercado mundial, con daño inmenso de las muchedumbres como ya lo hemos manifestado el pasado año en Nuestra Carta Encíclica "Quadragesimo Anno"[6].

c) Nacionalismo exagerado

Porque abusando del legítimo amor a la patria y llevando a la exageración aquel sentimiento de justo nacionalismo, que el legítimo orden de la caridad cristiana no sólo no desaprueba sino que regulándolo, lo santifica y le da vida; este mismo egoísmo al insinuarse en las relaciones entre pueblo y pueblo, no hay exceso que no parezca justificado, y lo que entre los individuos sería por todos juzgado reprobable se considera lícito y digno de encomio cuando es ejecutado en nombre de tan exagerado nacionalismo. En lugar de la gran ley del amor y de la fraternidad humana, que abraza a todos los individuos y todos los pueblos, y los enlaza en una sola familia, con un solo Padre que está en los cielos, entra en mala hora el odio que arrastra a todos a la ruina. En la vida pública se pisotean los sagrados principios que eran el sostén de toda convivencia social; se alteran los sólidos fundamentos del derecho y de la lealtad sobre los que debería basarse el Estado, se violan y se cierran las fuentes de aquellas antiguas tradiciones que en la fe en Dios y en la fidelidad a su ley veían las bases más seguras del verdadero progreso de los pueblos.

2. El ateísmo e impiedad modernos

4. El mal más terrible. 

Aprovechando de tanta estrechez económica y de tanto desorden moral, los enemigos de todo orden social, llámense comunistas o tengan cualquier otro nombre  —y es éste el mal más terrible de nuestros tiempos— audazmente se dedican a romper todo freno, a despedazar todo vínculo de ley divina o humana, a empeñar abierta o secretamente la lucha más encarnizada contra la religión, contra Dios mismo, desarrollando el diabólico programa de arrancar del corazón de todos, hasta de los niños, todo sentimiento religioso, porque saben perfectamente que, arrancada del corazón de la humanidad la fe en Dios, podrán conseguir todo lo que quieran. Y así vemos hoy lo que jamás se viera en la historia, a saber: desplegadas al viento sin reparo las banderas satánicas de la guerra contra Dios y contra la religión en medio de todos los pueblos y en todas las partes del mundo.

a) El movimiento ateo organizado

Nunca han faltado los impíos, ni nunca faltaron tampoco los ateos; pero eran relativamente pocos y raros, y no osaban o no creían oportuno descubrir demasiado abiertamente su impío pensamiento, como parece pretende insinuar el mismo inspirado Cantor de los Salmos, cuando exclama: Dijo el necio en u corazón: Dios no existe[7]. El impío, el ateo, uno entre muchos, niega a Dios, su Creador, pero en lo íntimo de su corazón. Hoy, en cambio, el ateísmo ha invadido ya grandes multitudes pueblo: con sus organizaciones se insinúa ya en las escuelas públicas, se manifiesta en los teatros y para difundirse se vale de apropiadas películas cinematográficas, del fonógrafo, de la radio; con sus propias tipografías imprime folletos en todos los idiomas; promueve especiales exposiciones y públicas manifestaciones, ha constituido partidos políticos propios, instituciones comerciales y militares propias. Este ateísmo organizado y militante trabaja incansablemente por medio de sus agitadores, con conferencias e ilustraciones, con todos los medios de propaganda oculta y manifiesta, entre todas las clases, en todas las calles, en todo salón, dando a ésta su nefasta actividad la autoridad moral de sus mismas universidades, y estrechando a los incautos con los potentes vínculos de su fuerza organizadora. Al ver tanta laboriosidad puesta al servicio de una causa tan inicua, Nos viene, en verdad, espontáneo a la mente y a los labios el triste lamento de Cristo: Los hijos de ente siglo son en sus negocios más sagaces que los hijos de la Luz[8].

b) Calumniando a la Religión

5. Propaganda infernal. 

Además, los corifeos de toda esta campaña de ateísmo, sacando partido de la actual crisis económica, con dialéctica infernal, buscan la causa de esta miseria universal. La Santa Cruz de Nuestro Señor, símbolo de humildad y pobreza, es colocada junto con los símbolos del moderno imperialismo, como si la Religión estuviese aliada con esas fuerzas tenebrosas, que tantos males producen entre los hombres. Así intentan, y no sin éxito, el ligar la guerra contra Dios con la lucha por el pan de cada día, con el ansia de poseer un terreno propio, de tener salarios convenientes, habitaciones decorosas, en resumen, un estado de vida que convenga al hombre. Los más legítimos y necesarios deseos, como los instintos más brutales, todo sirve para su programa antirreligioso; como si la ley divina estuviese en contradicción con el bienestar de la humanidad y no fuese por el contrario su única y segura tutela; como si las fuerzas humanas, por los medios de la moderna técnica, pudieran combatir las fuerzas divinas para introducir un nuevo y mejor orden de cosas.

c) Actividad funesta de las sociedades secretas

Ahora bien; millones de hombres, en la creencia de luchar por la existencia, se aferran con todo a tales teorías en una total negación de la verdad y gritan contra Dios y la Religión. Y estos asaltos no van solamente dirigidos contra la religión católica, sino contra todos los que aun reconocen a Dios como Creador del cielo y de la tierra, y como absoluto Señor de todas las cosas. Y las sociedades secretas, que están siempre prontas para apoyar la lucha contra Dios y contra la Iglesia, de cualquier lado venga, no cesan de excitar cada vez más este odio insano, que no puede traer ni la paz ni la felicidad a ninguna clase social, sino que conducirá ciertamente todas las naciones a la ruina.

Así esta nueva forma de ateísmo, mientras desencadena los más violentos instintos del hombre, con cínico descaro, proclama que no podrá haber ni paz ni bienestar sobre la tierra, mientras no se haya desarraigado hasta el último vestigio de religión, y no se haya suprimido su último representante. Como si con ello pudiere sofocarse el admirable concierto, con el cual lo creado canta la gloria del Creador[9].

 

II. CONTRIBUCIÓN DE LA IGLESIA PARA VENCER LA CRISIS

1. Resolución para la defensa

 a) Confianza en Dios

6. Defensas supremas

Sabemos, perfectamente, Venerables Hermanos, que serán vanos todos estos esfuerzos y que en la hora por El establecida se levantará Dios y se dispersarán sus enemigos[10]; sabemos que las puertas del infierno no prevalecerán[11]; sabemos que Nuestro Redentor, como lo predijo, golpeará la tierra con el cetro de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al ímpío[12] y terrible sobremanera será para esos infelices la hora en que caerán en las manos de Dios vivo[13]. Y esta confianza inconcusa en el triunfo final de Dios y de su Iglesia Nos viene, por infinita bondad del Señor, confirmada cada día, por la comprobación consoladora del renunciamiento generoso de innumerables almas hacia Dios en todas las partes del mundo y en todas las clases sociales. Y es verdaderamente un soplo potente del Espíritu Santo el que pasa ahora sobre toda la tierra, atrayendo especialmente las almas juveniles a los más sublimes ideales cristianos, elevándolas por encima de todo respeto humano, adaptándolas a cualquier sacrificio por heroico que sea; un soplo divino que sacude todas las almas aun a su pesar y les hace sentir una interna inquietud, una verdadera sed de Dios, aun a aquellas que no se atreven a confesarlo.

b) Cooperación de los laicos

También Nuestra invitación a los laicos para participar en el apostolado jerárquico desde las filas de la Acción Católica ha sido dócil y generosamente atendida en todas partes; va creciendo continuamente en las ciudades y en los campos, el número de aquellos que con todas las fuerzas se dedican a la propagación de los principios cristianos y a su aplicación práctica en los actos de la vida publica, mientras al mismo tiempo procuran confirmar sus palabras con los ejemplos de su vida perfecta.

Sin embargo, ante tanta impiedad, ante tan grande ruina de las más santas tradiciones, ante el estrago de tantas almas inmortales, ante tantas ofensas a la Divina Majestad no podemos, Venerables Hermanos, dejar de desahogar todo el acerbo dolor que sentimos; no podemos dejar de alzar Nuestra voz, y con toda la energía del pecho apostólico tomar la defensa de los derechos de Dios conculcados, y de los más sagrados sentimientos del corazón humano que tienen tan absoluta necesidad de Dios. Tanto más cuanto que en estas falanges, presas de espíritu diabólico, no se contentan con vociferar, sino que unen todos sus esfuerzos para llevar a cabo cuanto antes sus nefastos designios.

¡Ay de la humanidad, si Dios, tan vilipendiado por sus criaturas, diera, en su justicia, libre curso a esa tormenta devastadora y se sirviera de ella como de un flagelo para castigar al mundo!

c) Decisión para Dios y unión de todos los buenos

7. ¡Con Dios o contra Dios! 

Es, por consiguiente, necesario, Venerables Hermanos, que incansablemente nos pongamos en contra, como muralla para defender la casa de Israel[14], uniendo también nosotros todas nuestras fuerzas en un único y sólido frente compacto contra las malvadas falanges enemigas tanto de Dios como de la humanidad. En efecto, en esta lucha se ventila el problema fundamental del universo y se trata la más importante cuestión sometida a la libertad humana; con Dios o contra Dios; es ésta, nuevamente, la elección que debe decidir el destino de la humanidad; en la política, en las finanzas, en la moralidad, en las ciencias, en las artes, en el Estado, en la sociedad civil y doméstica, en Oriente y en Occidente, en todas partes asómase este problema como decisivo por las consecuencias que de él se derivan. De manera que los mismos representantes de una concepción totalmente materialista del mundo ven siempre reaparecer delante de ellos la cuestión de la existencia de Dios que creían ya suprimida para siempre, y se ven obligados a reanudar su discusión.          

Por ello, pues, conjuramos en el Señor, tanto a los individuos como a las naciones, a deponer ante tales problemas y en estos momentos de tan encarnizadas luchas vitales para la humanidad, ese mezquino individualismo y abyecto egoísmo, que ciega aún las inteligencias más perspicaces y hace fracasar cualquier noble iniciativa, por  poco que esta salga de los estrechos límites  del restringidísimo cerco de sus pequeños particulares intereses; únanse todos, aún con graves sacrificios, para salvarse a sí mismos y salvar a la humanidad. En tal unión de ánimos y de fuerzas deben ser naturalmente los primeros quienes se glorían del nombre de cristianos, recordando la gloriosa tradición de los tiempos apostólicos, cuando la multitud de los creyentes formaba un solo corazón y una sola alma[15]; mas concurran leal y cordialmente también todos los otros que todavía admiten un Dios y le adoran, para alejar de la humanidad el grave peligro que amenaza a todos. Porque, en efecto, el creer en Dios es la base indestructible de todo orden social y de toda responsabilidad sobre la tierra: y por ello todos los que no quieren la anarquía y el terror deben enérgicamente empeñarse en que los enemigos de la religión no alcancen el objetivo que tan abiertamente han proclamado.

d) Creación de condicionen humanas

8. Medios humanos y ayuda divina.

Sabemos. Venerables Hermanos, que en esta lucha por la defensa de la religión se deben usar también todos los medios humanos legítimos que están en Nuestra mano. Por esto, Nos, siguiendo las huellas luminosas de Nuestro Predecesor León XIII, de santa memoria con Nuestra Encíclica "Quadragesimo Anno” hemos con toda energía reclamado un más equitativo reparto de los bienes de la tierra y hemos indicado los medios más eficaces que debieran devolver la salud y la fuerza al cuerpo social enfermizo, dando tranquilidad y paz a sus dolientes miembros. Porque la irresistible aspiración a alcanzar una conveniente felicidad, aun sobre la tierra, ha sido puesta por el Creador de todas las cosas en el corazón del hombre; y el Cristianismo ha reconocido siempre y promovido con todo empeño los justos esfuerzos de la verdadera cultura y del sano progreso para el perfeccionamiento y el desarrollo de la humanidad.

2. Las armas de combate del cristiano

Pero, frente a este odio satánico contra la religión, que recuerda al misterio de iniquidad de que habla San Pablo[16], los solos medios humanos y las providencias de los hombres no bastan: y Nos, Venerables Hermanos, creeríamos ser indignos de Nuestro apostólico ministerio si no tratáramos de señalar a la humanidad los maravillosos misterios de luz que esconden en sí ellos solos la fuerza para subyugar a las tinieblas. Cuando el Señor, descendiendo de los esplendores del Tabor, devolvió la salud al joven maltratado por el demonio, que sus discípulos no habían podido curar, a la humilde pregunta de éstos: ¿Por qué causa no lo hemos podido nosotros echar?, contestó con las memorables palabras: Esta casta no se arroja sino mediante la oración y el ayuno[17]

a) La oración y espíritu sobrenatural

Plácenos, Venerables Hermanos, que estas divinas palabras se deben aplicar exactamente a los males de nuestros tiempos, que sólo por medio de la oración y de la penitencia pueden ser conjurados.

Teniendo presente, pues, nuestra condición de seres esencialmente limitados y absolutamente dependientes del Ser Supremo, recurramos, antes que nada, a la oración. Sabemos por la fe cuál sea el poder de la oración humilde, confiada, perseverante; a ninguna otra obra piadosa fueron jamás acordadas por el Omnipotente Señor tan amplias, tan universales, tan solemnes promesas como a la oración: Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y os abrirán. Porque todo aquel que pide recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá[18]. En verdad, en verdad os digo, que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederá[19].

9. Llamado mundial a una campaña de piedad. 

¿Y qué motivo más digno de nuestra plegaria, y más relacionado con la persona adorable de Aquél, que es el único mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hecho hombre[20], que implorarle la conservación sobre la tierra de la fe en el solo Dios vivo y verdadero?

Oración privada

Tal ruego lleva ya en sí una parte de su cumplimiento; porque donde un hombre ruega, allí se une a Dios, y mantiene, por tanto, por decirlo así, sobre la tierra la idea de Dios. El hombre que ruega, con misma humilde posición, ya profesa ante el mundo su fe en el Creador y Señor de todas las cosas; al reunirse con los demás en oración común reconoce con ello que no sólo el individuo, sino también la sociedad humana tiene sobre sí, en forma absoluta, un Supremo Señor.

Oración litúrgica. 

¡Qué espectáculo no es para los cielos y para la tierra, la Iglesia en oración! Desde siglos, sin interrupción, desde una a otra medianoche, se viene repitiendo sobre la tierra la divina salmodia de los cantos inspirados; no hay hora del día que no esté santificada por su liturgia especial; no hay un solo período, pequeño o grande de la vida, que no tenga un lugar en el agradecimiento, en la alabanza, en la oración, en la reparación de la plegaria común del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia. Así la plegaria misma asegura la presencia de Dios entre los hombres, como lo prometió el Divino Redentor: Donde dos o tres personas se hallan congregadas en mi nombre, allí me hallo yo en de ellas[21]

La oración quita el obstáculo dando el recto concepto de los bienes ríales. 

La oración, además, quitará de en medio, precisamente, la causa misma de las actuales dificultades, más arriba indicadas por Nos, a saber: la insaciable ambición de los bienes terrenales. El hombre que ruega mira arriba, es decir, a los bienes del cielo que medita y desea, todo su ser se hunde en la contemplación del admirable orden creado por Dios, que no conoce el frenesí de los acontecimientos ni se pierde en fútiles competencias de siempre mayor velocidad; y entonces, casi por sí solo, se restablecerá aquel equilibrio entre el trabajo y el descanso que con grave daño di la vida física, económica y moral, falta en absoluto a la moderna sociedad. Y si aquellos que por la superproducción industrial han caído en la desocupación y en la miseria, quisieran dar el tiempo conveniente a la oración, el trabajo y la producción volverían bien pronto a sus límites razonables, y la lucha que ahora divide a la humanidad en dos grandes campos de combate por los intereses  transitorios, quedaría absorbida en la noble contienda por la adquisición de bienes celestiales y eternos.

10. Prepara para los santos deseos de paz del alma y de las naciones. 

En esta forma se abriría camino también a la tan suspirada paz, como muy brillantemente lo señala San Pablo, en la página donde une precisamente el precepto de la oración con los santos deseos de paz y de la salvación de todos los hombres. Recomiendo, pues, en primer lugar, que se hagan súplicas, oraciones, votos, acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en alto puesto, a fin de que tengamos una vida quieta y tranquila en el ejercicio de toda piedad honestidad. Esto, en efecto, es cosa buena y agradable a los ojos de Dios, Salvador nuestro, el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen conocimiento de la verdad[22]

Pídase la paz para todos los hombres, y especialmente para aquellos que en la sociedad humana tienen las graves responsabilidades del gobierno; ¿cómo podrán dar paz a sus pueblos si no la tienen consigo mismos?, y es precisamente la oración la que según el Apóstol, debe traernos el regalo de la paz; la oración que se dirige al Padre celestial, que es el Padre de todos los hombres; la plegaria que es la expresión  común de los sentimientos de familia,  de aquella gran familia que se extiende más allá de los confines de cualquier  país y de cualquier continente. 

Hombres que en toda nación ruegan mismo Dios por la paz sobre la tierra, no pueden ser al mismo tiempo portadores de discordia entre los pueblos; hombres que se dirigen en su plegaria a la Divina Majestad no pueden fomentar aquel imperialismo nacionalístico que de cada pueblo hace su propio Dios: hombres que miran al Dios de la paz y de la caridad[23]  que a El recurren por medio de Cristo, que es nuestra paz[24], no encontrarán descanso hasta que la paz, que no puede dar el mundo, descienda del Dador de todo bien, sobre los hombres de buena voluntad[25].

La paz sea con vosotros[26], fue el saludo pascual del Señor a sus Apóstoles y primeros discípulos; y este saludo de bendición, desde aquellos tiempos primitivos hasta nuestros días, jamás ha faltado en la sagrada liturgia de la Iglesia, y hoy, más que nunca, debe confortar y reanimar de nuevo los exacerbados y oprimidos corazones humanos.

 b) La penitencia

11. La primera predicación de Jesús avivaba el espíritu de penitencia

Mas a la oración hay que agregar también la penitencia, el espíritu de penitencia, la práctica de la penitencia cristiana. Así nos lo enseña el Divino Maestro, cuya primera predicación fue, precisamente, la penitencia: Empezó Jesús a predicar y decir: Haced penitencia[27]. Así nos lo enseña también toda la tradición cristiana, toda la historia de la Iglesia; en las grandes calamidades, en las grandes tribulaciones del Cristianismo, cuando era más urgente la necesidad de la ayuda de Dios, los fieles espontáneamente, o, lo que era más frecuente, siguiendo el ejemplo y la exhortación de sus sagrados Pastores, han echado mano de las dos valiosísimas armas de la vida espiritual: la oración y la penitencia. Por aquel sagrado instinto, del que casi inconscientemente se deja guiar el pueblo cristiano cuando no ha sido extraviado por los sembradores de cizaña y que por otra parte no es otra cosa que aquel sentimiento de Cristo[28], de que nos habla el Apóstol, los fieles siempre han experimentado en tales casos la necesidad de purificar sus almas del pecado mediante la contrición de corazón, con el sacramento de la reconciliación; y de aplacar la Divina Justicia aun con externas obras de penitencia.

Penitencia como medio de expiación. 

Bien sabemos y con vosotros, Venerables Hermanos, deploramos, que en nuestros días la idea y el nombre de expiación y de penitencia, en muchos han perdido en gran parte la virtud de suscitar aquellos arranques del corazón y aquellos heroísmos de sacrificio que otrora sabían infundir, mostrándose a los ojos de los hombres de fe como marcados por un carácter divino a imitación de Cristo y de sus Santos: ni faltan quienes quieran eliminar las mortificaciones externas, como cosas de tiempos remotos; sin hablar del moderno hombre autónomo, que desprecia la penitencia como expresión de índole servil, y es así lógico que cuanto más se debilite la fe en Dios, tanto más se confunda y desvanezca la idea de un pecado original y de una primitiva rebelión del hombre contra Dios, y, por tanto, se pierda aun más el concepto de la necesidad de la penitencia y de expiación.

Pero nosotros, Venerables Hermanos, debemos, en cambio, por Nuestra obligación pastoral, tener bien en alto estos nombres y estos conceptos y conservarlos en su verdadero significado, en su genuina nobleza y más todavía en su práctica y necesaria aplicación a la vida cristiana.

12. Separación inadmisible. 

A ello nos incita la defensa misma de Dios y de la Religión, que venimos amparando, porque la penitencia es por su naturaleza un reconocimiento y restablecimiento del orden moral en el mundo, fundado en la ley eterna, es decir, en Dios vivo. Quien da a Dios la cumplida satisfacción por el pecado, reconoce en ello la santidad de los supremos principios de la moral, su fuerza interior de obligación, y la necesidad de una sanción contra sus violaciones.

 Renovación del espíritu penitencial a fin de
desagraviar a Dios y vencer la impiedad

El peligro de separar moral y religión. 

Y es en verdad uno de los más peligrosos errores de nuestra época el haber pretendido separar la moral de la religión, quitando así la solidez de toda base para cualquier legislación. Error intelectual éste, que podía quizás pasar desapercibido y aparecer menos peligroso cuando se limitaba a pocos y la fe en Dios era aún patrimonio común de la humanidad y tácitamente se presumía también aceptada por aquellos que no hacían de ella profesión declarada.

La penitencia como arma contra impiedad. 

Mas hoy, cuando el ateísmo se difunde entre las masas del pueblo las consecuencias prácticas de ese error se tornan terriblemente tangibles y entran en el campo de la tristísima realidad. En lugar de las leyes morales que se desvanecen junto con la pérdida de la fe en Dios, se impone la fuerza violenta que pisotea todo derecho.

La lealtad y corrección de antaño en el proceder y en el comercio mutuo, tan celebrada hasta por los retóricos y poetas del paganismo, da lugar ahora a las especulaciones sin conciencia tanto en los negocios propios como en los ajenos.

Y, en efecto, ¿cómo puede mantenerse un contrato cualquiera, y qué valor puede tener un tratado, donde falta toda garantía de conciencia? ¿Y cómo se puede hablar de garantía de conciencia, donde se ha perdido toda fe en Dios, todo temor de Dios? Desaparecida esta base, cualquier ley moral cae con ella, y no hay remedio alguno que pueda impedir la gradual, pero inevitable ruina de los pueblos, de las familias, del Estado, de la misma civilización humana.

 Restauración del orden moral, poniendo freno

a las pasiones y extirpando la discordia

13. Arma saludable para frenar las pasiones

Es, por tanto, la penitencia un arma saludable, que está puesta en las manos de los intrépidos soldados Cristo, que quieren luchar por la defensa y el restablecimiento del orden moral del universo. Es arma que va directamente a la raíz de todos los males, a saber: a la concupiscencia de las riquezas materiales y de los placeres disolutos de la vida. Mediante sacrificios voluntarios, mediante prácticos renunciamientos, quizá dolorosos, mediante las varias obras de penitencia, el cristiano generoso sujeta las bajas pasiones que tienden a arrastrarlo a la violación del orden moral. Mas si el celo de la ley divina y la caridad fraterna son en él tan grandes como deben serlo, entonces no sólo se da al ejercicio de la penitencia por sí y por sus pecados, sino que se impone también la expiación de los pecados ajenos, a imitación de los Santos, que con frecuencia se hacían heroicamente víctimas de reparación por los pecados de generaciones enteras; más aún, a imitación del Divino Redentor, que se hizo Cordero de Dios que quitq el pecado del mundo[29].

Extirpando la discordia. 

¿No hay acaso, Venerables Hermanos, en este espíritu de penitencia, también un dulce misterio de paz? No hay paz para los impíos[30], dice el Espíritu Santo, porque viven en continua lucha y oposición con el orden de la naturaleza establecido por su Creador. 

Solamente cuando se haya restablecido este orden, cuando todos los pueblos lo reconozcan fiel y espontáneamente y lo confiesen; cuando las internas condiciones de los pueblos y las externas relaciones con las demás naciones se funden sobre esta base, sólo entonces será posible una paz estable sobre la tierra. Mas no bastarán a crear esta atmósfera de paz duradera ni los tratados de paz, ni los más solemnes pactos, ni los convenios o conferencias internacionales, ni los más nobles y desinteresados esfuerzos de cualquier hombre de Estado, si antes no se reconocen los sagrados derechos de la ley natural y divina. Ningún dirigente de la economía pública, ninguna fuerza organizadora podrá llevar jamás las condiciones sociales a una pacífica solución, si antes en el mismo campo de la economía no triunfa la ley moral basada en Dios y en la conciencia. Este es el valor fundamental de todo valor, tanto en la vida política como en la vida económica de las naciones; ésta es la moneda más segura, considerada la más firme, por la que las demás serán también estables ya que están garantizadas por la inmutable y eterna ley de Dios.

14. El eco de un cántico. 

También para los hombres individualmente es la penitencia base y vehículo de paz verdadera, alejándolos de las riquezas terrenales y caducas, elevándolos hacia los bienes eternos, dándoles aún en medio de las privaciones y adversidades una paz que el mundo con todas sus riquezas y placeres no puede darles. Uno de los cánticos más serenos y jubilosos que jamás se oyera en este valle de lágrimas ¿no es acaso el célebre "Cántico al Sol" de san francisco? Pues bien; quien lo compuso, quien lo escribió, quien lo cantó, era uno de los más grandes penitentes, el Pobrecito de Asís, que nada absolutamente poseía sobre la tierra y llevaba en su cuerpo extenuado los dolorosos estigmas de su Señor Crucificado.

Reconciliación con Dios. 

Por consiguiente, la oración y la penitencia son las dos poderosas fuerzas espirituales que en este tiempo nos ha dado Dios para que le reconduzcamos la humanidad extraviada que vaga sin guía por doquiera; fuerzas espirituales, que deben disipar y reparar la primera y principal causa de toda rebelión y de toda revolución: es decir, la rebelión contra Dios. Pero los mismos pueblos están llamados a decidirse por una elección definitiva: o ellos se entregan a estas benévolas y benéficas fuerzas espirituales, y se vuelven, humildes y contritos, a su Señor, Padre de misericordia; o se abandonan, junto con lo poco que aún queda de felicidad sobre la tierra, en poder de! enemigo de Dios, a saber: al espíritu de la venganza y de la destrucción.

No Nos queda, pues, otra cosa sino invitar a esta pobre humanidad que ha derramado tanta sangre, que ha abierto tantas tumbas, que ha destruido tantas obras, que ha privado de pan y de trabajo a tantos hombres, no Nos queda, repetimos, sino invitarla con las tiernas palabras de la sagrada Liturgia: ¡Conviértete al Señor tu Dios![31].

 

EPÍLOGO

1. La fiesta del Sagrado Corazón en espíritu de expiación

15. El mundo en derredor del Corazón de Jesús. 

¿Y qué ocasión más oportuna Nosotros podríamos indicaros, oh Venerables Hermanos, para tal unión de plegarias y reparaciones, que la próxima fiesta del Sagrado Corazón de Jesús?

El verdadero espíritu de tal solemnidad, como lo hemos ampliamente demostrado hace cuatro años, en Nuestra Carta Encíclica "Misserentisimus Redemptor [32] es precisamente el espíritu de amorosa reparación y por ello hemos querido que en tal día de cada año y para siempre se rinda, en todas las iglesias del mundo, público acto de reparación por tantas ofensas que hieren a ese Divino Corazón.

Sea, pues, este año la la fiesta del Sagrado Corazón para toda la Iglesia, una santa emulación de reparación y de impetración. Acudan numerosos los fieles a la mesa eucarística, acudan al pie de los altares a adorar al Salvador del mundo bajo el velo del Sacramento, que vosotros, Venerables Hermanos, procuraréis esté en ese día solemnemente expuesto en todas las Iglesias; desahoguen en aquel Corazón misericordioso, que ha conocido todas las penas del corazón humano, el desborde de su dolor, la firmeza de su fe, la confianza de su esperanza, el ardor de su caridad. Ruéguenle, interponiendo el poderoso patrocinio de María Santísima, Mediadora de todas las gracias, por sí y por sus familias, por su patria, por la Iglesia; ruéguenle por el Vicario de Cristo en la tierra y por los demás pastores, que con El soportan el formidable peso del gobierno espiritual las almas; ruéguenle por los hermanos creyentes, por los hermanos extraviados, por los incrédulos, por los infieles; y, finalmente, por los mismos enemigos de Dios y de la Iglesia, para que se conviertan.

Manténgase después el espíritu de oración y de reparación intensamente vivo y activo en todos los fieles durante toda la octava, privilegio litúrgico del que Nos hemos querido fuese enriquecida esta fiesta: háganse durante estos días, en la forma que cada uno de vosotros, Venerables Hermanos, según las circunstancias locales, creyera oportuno prescribir o aconsejar, públicas rogativas y otros devotos actos de piedad según las intenciones brevemente mencionadas más arriba: a fin de alcanzar misericordia y hallar el auxilio de la gracia, para ser socorridos en el oportuno[33].

16. Octava oración y reparación

Sea ella en realidad para todo el pueblo cristiano una octava de reparación y de santa tristeza; sean días de mortificación y de plegaria. Absténgase los fieles de espectáculos y diversiones aun lícitas; prívense los más acomodados, voluntariamente, en espíritu de austeridad, de alguna cosa del acostumbrado método de vida, aún cuando este fuera moderado; antes bien prodiguen a los pobres el fruto de aquella economía, ya que la limosna es también un óptimo medio para aplacar la Divina Justicia y atraerse las divinas misericordias.

2. Exhortación especial a los pobres y necesitados

Y los pobres, y todos aquellos que en este tiempo se encuentran bajo la dura prueba de la falta de trabajo y de pan, ofrezcan con igual espíritu de penitencia, con mayor resignación, las privaciones que les son impuestas por los difíciles tiempos y por la condición social que la Divina Providencia les ha señalado en sus inescrutables pero siempre amorosos designios; acepten ánimo humilde y confiado, de la mano de Dios, los efectos de la pobreza agravados por las estrecheces en se agita actualmente la humanidad, elévense más generosamente hasta divina sublimidad de la Cruz de Cristo, reflexionando que si el trabajo es uno de los mayores valores de la vida, ha sido, sin embargo, el amor de un Dios paciente el que ha salvado al mundo; confórtense en la seguridad de que sus sacrificios y penas cristianamente soportados concurrirán eficazmente a apresurar la hora de la misericordia y de la paz.

El Corazón Divino de Jesús no podrá dejar de conmoverse por las preces y por los sacrificios de su Iglesia y terminará por decir a su Esposa que gime a sus pies bajo el peso de tantas penas y de tantos males: Grande es tu fe. hágase conforme tú lo deseas[34].

17. Bendición Apostólica. 

Con esta fe, avalorada por el recuerdo de la Cruz, sagrada señal y precioso instrumento de nuestra santa redención, de la que hoy celebramos la gloriosa invención, a vosotros, Venerables Hermanos, a vuestro clero y pueblo, a todo el orbe católico, impartimos con paternal afecto la Apostólica Bendición.

Dado en Roma, en San Pedro, en la fiesta de la Invención de la Santa Cruz, 3 de Mayo del año 1932, undécimo de Nuestro Pontificado.  PIO XI

 


[1] Pío XI, AAS. 23 (1931) 393-97. 

[2] Sab. 11. 17.

[3] Marc. 8, 2.

[4] I Tim. 6, 10.

[5] Virgilio, Eneida, Til, 57.

[6] Enc. Quadragesimo Anno, 15-V-1931: AAS. 23 (1931 177-228.)

[7] Salm. 13, 1; 52, 1.

[8] Luc. 16, 8.

[9] Salm. 18, 2.

[10] Salm. 67, 2.

[11] Ver Mat. 16, 18.  

[12] Ver Isaías 11, 4.

[13] Hebr. 10, 31.

[14] Ezeq. 13,5.

[15] Act. 4, 32.

[16] II Tes. 2, 7. 

[17] Mat. 17, 18-20.

[18] Mat. 7, 7-8.

[19] Juan 16, 23.

[20] I Tim. 2, 5.

[21] Mat. 18, 20.

[22] I Tim. 2, 1-4.

[23] II Cor. 13, 11.

[24] Efes. 2, 14. 

[25] Luc. 2, 14.

[26] Juan 20, 19. 26.

[27] Mat. 4, 17.

[28] I Cor. 2, 16.

[29] Juan 1, 29.

[30] Isaías 48, 22.

[31] Ecles. 17, 21: Oficio de la Semana Santa. Lamentaciones de Jeremías en Maitines.

[32] Encíclica Misserentisimus Redemptor, 8-V- 1928. AAS. 20 (1928 165-172)

[33] Hebr. 4, 16.

 

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La Doctrina Social se lleva desarrollando desde León XIII y no ha cambiado en esencia, realmente no veo diferencia alguna en ese ámbito entre Francisco y sus predecesores, y sí, varias cosas estaban ya antes del Concilio Vaticano II, por ejemplo la no interpretación literal del Génesis o la legitimidad de la democracia como un método válido de gobierno, no son cosas que aparecieran con el CVII por mucho que se empeñen algunos en afirmarlo. 

Igual que ahora se empeñan en llamar comunista a Francisco cuando no ha dicho nada en ese ámbito que no dijeran Benedicto XVI o  Juan Pablo II, que es la defensa de la economía social de mercado, que evidentemente no tiene nada que ver con el comunismo.

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    • https://www.mundorepubliqueto.com/2020/05/01/no-todo-lo-que-brilla-es-oro/

      Una vez más, por aprecio a estos amigos dejo solo el enlace para enviar las visitas a la fuente.

      Solo comento la foto que ponen de un congreso internacional identitari que hubo un México. Ahí se plasma el cáncer que han supuesto y parece que aún sigue suponiendo aquella enfermedad llamada CEDADE. En dicha foto veo al ex-cabecilla de CEDADE, Pedro Varela -uno de esos nazis que se dicen católicos- junto a Salvador Borrego -que si bien no era nazi, de hecho es un mestizo que además se declara hispanista y favorable a la mezcla racial propiciada por la Monarquía Católica,  sí que simpatizó con ellos por una cuestión que quizá un día podamos comentar- uno de los "revisionistas" más importante en lengua española, así como el también mexicano Alberto Villasana, un escritor, analista, publicista, "vaticanista" con gran predicamento entre los católicos mexicanos, abonado totalmente a la errática acusación contra el papa Francisco... posando junto a tipos como David Duke, ex-dirigente del Ku Kux Klan, algo que lo dice todo.

      Si mis rudimentarias habilidades en fisonomía no me fallan, en el grupo hay otro español, supongo que también procedente del mundillo neonazi de CEDADE.

      Imaginemos la corrupción de la idea de Hispanidad que supone semejante injerto, semejante híbrido contra natura.

      Nuestra querido México tiene la más potente dosis de veneno contra la hispanidad, inyectado en sus venas precisamente por ser un país clave en ella. Es el que otrora fuera más próspero,  el más poblado, también fue y en buena parte sigue siendo muy católico, esta en la línea de choque con el mundo anglo y... los enemigos de nuestra Hispanidad no pueden permitir una reconciliación de ese país consigo mismo ni con la misma España, puente clave en la necesaria Reconquista o reconstrucción. Si por un lado está infectado por el identitarismo amerindio -el indigenismo- por el otro la reacción está siendo narcotizada por un identitarismo falsohispanista, falsotradicionalista o como queramos verlo, en el cual CEDADE juega, como vemos, un factor relevante.

      Sin más, dejo ahí otra vez más mi sincera felicitación al autor de ese escrito. Enhorabuena por su clarividencia y fineza, desde luego hace falta tener personalidad para ser capaz de sustraerse a esa falsa polarización con que se está tratando de aniquilar el hispanismo.

       





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    • La libertad sexual conduce al colapso de la cultura en tres generaciones (J. D. Unwin)
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    • Traigo de la hemeroteca un curioso artículo de José Fraga Iribarne publicado en la revista Alférez el 30 de abril de 1947. Temas que aborda: la desastrosa natalidad en Francia; la ya muy tocada natalidad española, especialmente en Cataluña y País Vasco; las causas espirituales de este problema, etc.

      Si rebuscáis en las hemerotecas, hay muchos artículos de parecido tenor, incluso mucho más explícitos y en fechas muy anteriores (finales del s. XIX - principios del s. XX). He traído este porque es breve y no hay que hacer el trabajo de escanear y reconocer los caracteres, que siempre da errores y resulta bastante trabajoso, pues ese trabajo ya lo ha hecho la Fundación Gustavo Bueno.

      Señalo algunos hechos que llaman la atención:

      1) En 1947 la natalidad de Francia ya estaba por los suelos. Ni Plan Kalergi, ni Mayo del 68, ni conspiraciones varias.

      2) Pero España, en 1947 y en pleno auge del catolicismo de posguerra, tampoco estaba muy bien. En particular, estaban francamente mal regiones ricas como el País Vasco y Cataluña. ¿Será casualidad que estas regiones sean hoy en día las que más inmigración reciben?

      3) El autor denuncia que ya en aquel entonces los españoles estaban entregados a una visión hedonística de la existencia, que habían perdido la vocación de servicio y que se habían olvidado de los fines trascendentes. No es, por tanto, una cosa que venga del Régimen del 78 o de la llegada al poder de Zapatero. Las raíces son mucho más profundas.

      4) Señala que el origen de este problema es ético y religioso: se ha perdido la idea de que el matrimonio tiene por fin criar hijos para el Cielo. Pero también se ha perdido la idea del límite: las personas cada vez tienen más necesidades y, a pesar de que las van cubriendo, nunca están satisfechas con su nivel de vida.

      Este artículo antiguo ilumina muchas cuestiones del presente. Y nos ayuda a encontrarle solución a estos problemas que hoy nos golpean todavía con mayor fuerza. Creo que puede ser de gran provecho rescatar estos artículos.
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    • En torno a la posibilidad de que se estén usando las redes sociales artificialmente para encrespar los ánimos, recojo algunas informaciones que no sé sin son importantes o son pequeñas trastadas.

      Recientemente en Madrid se convocó una contramanifestación que acabó con todos los asistentes filiados por la policía. Militantes o simpatizantes de ADÑ denuncian que la convocó inicialmente una asociación fantasma que no había pedido permiso y cuyo fin último podría ser provocar:

      Cabe preguntarles por qué acudieron a una convocatoria fantasma que no tenía permiso. ¿Os dais cuenta de lo fácil que es crear incidentes con un par de mensajes en las redes sociales?

      Un periodista denuncia que se ha puesto en marcha una campaña titulada "Tsunami Español" que pretende implicar a militares españoles y que tiene toda la pinta de ser un bulo de los separatistas o de alguna entidad interesada en fomentar la discordia:

      El militar rojo que tiene columna en RT es uno de los que difunde la intoxicación:

      Si pincháis en el trending topic veréis que mucha gente de derechas ha caído en el engaño.

      Como decía, desconozco la importancia que puedan tener estas intoxicaciones. Pero sí me parece claro que con las redes sociales sale muy barato intoxicar y hasta promover enfrentamientos físicos con unos cuantos mensajes bien dirigidos. En EEUU ya se puso en práctica lo de citar a dos grupos contrarios en el mismo punto para que se produjesen enfrentamientos, que finalmente ocurrieron.
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    • Una teoría sobre las conspiraciones
      ¿A qué se debe el pensamiento conspiracionista que tiene últimamente tanto auge en internet? Este artículo baraja dos causas: la necesidad de tener el control y el afán de distinguirse de la masa.
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