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Intelectualidad y Fascismo

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Esta tarde en TVE2 han puesto un Documental sobre el tortuoso exilio de intelectuales alemanes ante la llegada de Hitler al poder. Las feroces críticas del líder Nazi al "arte corrupto" así como al pensamiento moderno, pusieron en aviso a eso intelectuales de que había llegado la hora de hacer las maletas dejando atrás todo.

La verdad es que se le queda a uno el corazón arrugado. Ver a esos "jóvenes" con un futuro prometedor por delante huyendo de su país por el peligro que suponía para ellos la intolerancia dogmática del nuevo régimen, me hizo pensar. ¿Puede el talento narrativo que se expresa en las artes y en las letras sufrir ningún tipo de contención o amedrentamiento?. ¿Puede esa expresión ser origen de males intolerantes a juicio del censor?. ¿Son conscientes los intelectuales del efecto de sus obras?. ¿Existe legitimidad alguna que procure ponerle vallas al monte de la creatividad humana?. ¿Es posible contemplar la posibilidad de catalogar esas obras según el criterio del bien común o la mera acción de proponerlo sería un atentado contra el derecho a decir lo que se piensa?. ¿Qué atributos especiales tendría que tener el censor o debemos aceptar el principio liberal de que las obras se sometan únicamente al criterio público como si éste fuera el único juez tolerable en una sociedad "abierta"?.

No somos ajenos a la implicación profunda que tiene la obra intelectual en nuestras vidas, como tampoco que existe un mercado interesado por obras que previamente habrán de sufrir criterios comerciales y de éxito, de inversión, en el que los editores y expertos con su buen juicio profesional acaban siempre poniendo las cosas en su punto justo... Peo tampoco ignoramos  la enorme concentración que se está llevando a cabo desde el poder económico de todo lo relativo al arte, al pensamiento, a la literatura y al ocio, y que parece razonable, en una sociedad abierta, que tales conglomerados inversores tenga su propia idea de sociedad y de linea editorial.

Esto nos lleva a la paradoja de que todo intento por parte del estado de intervenir en los flujos culturales nos parecen malos, perversos, fascistas... Pero asumimos de buen grado que las corporaciones que se dedican a la cosa cultural; que nadie las elige y que solo responden a sus intereses y que en modo alguno representan el bien común, se comportan después de todo de manera "democrática" pues su criterio no obedecería a razones de tipo ideológico, sino puramente comercial, y entonces, el valor intrínseco de esas obras no estaría en lo que expresan sino en su aceptación por el público y el "mercado".

Tampoco se nos escapa que ese público que acaba siendo parte del mercado cultural, previamente ha sido instruido en ideas-fuerza y sus preferencias masivas no es posible justificarlas como procesos individuales de maduración intelectual sino como modas, que nunca las propone la gente, salvo gente que encuentra el apoyo económico de esas corporaciones.

El documental acentuaba el aspecto humano de quien se ve perseguido por sus ideas, como si las ideas en sí nunca fueran malas o capaces de causar ningún daño. De repente me vino a la mente la idea de que en el fondo estaban padeciendo en proximidad agobiante el peso del Poder sobre sus hombros amenazando su libertad creativa e incluso su propia vida. Luego sentí pena por ellos y al mismo tiempo comprendía que se veían en una situación como la de los adolescentes arrogantes cuando se dan de bruces con una realidad que los supera. No se, había cierto infantilismo en el sesgo humano del documental como diciendo: mira, eso te pasa cuando el fascismo no quiere que digas la "verdad"...

En fín la cosa puede llegar más lejos y me gustaría saber vuestras opiniones.

Saludos.

 

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El tema me parece muy interesante y te felicito por traerlo a debate pues tiene bastante sustancia y además estoy seguro que puede dar juego.De todos modos y como planteas una serie larga de interrogantes espesos, permíteme que lo reflexione un poco esta noche y mañana exponga mi opinión con más calma pues no quisiera hacerlo apresuradamente y hoy estoy ya a punto de irme a planchar la amohada. No obstante ya adelanto que yo sí creo que el arte, como cualquier otra actividad humana, debe estar subordinado al bien común.

En cualquier caso y por lo que se refiere concretamente al documental, por dónde dices que lo han emitido y el tono del mismo, lo veo enmarcado en la propaganda antiderechas que los medios públicos se verán ahora obligados a emitir, habida cuenta del sesgo ideológico del gobierno, la mala praxis habitual en todas las administraciones de usar los medios de comunicación con fines partidistas y el auge de la derecha en España. Intuyo pues que ese infantilismo que dices haber percibido, se deba en gran medida a esa "infantilización del pensamiento" que a menudo utiliza la izquierda para crear y mantener los tópicos y dogmas sociales sobre los que se sustenta.

El recurso de apelar al fascismo es harto conocido en la izquierda y adquiere formas de lo más grotescas como esta que planteas de comparar subliminalmente al régimen nazi con la derecha española actual, que por otra parte de fascista tiene lo que yo de monje tibetano pues, desde mi punto de vista, toda ella se resume en una amalgama de liberales de centro derecha más o menos moderada (hablo de los partidos con posibilidades de representación). Lo del fascismo en boca de la izquierda es como aquellos juegos que jugábamos de niños donde se cantaba aquello de "...mariquita el que no bote", pero en este caso mutado a "fascista el que no me vote".  En fin, ahí lo dejo... Mañana trataré de contestar al meollo del tema que como digo, me parece interesante.

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Voy a tratar de exponer lo que para mí, como católico, serían las respuestas a las cuestiones que plantea BGA en la exposición del tema.

¿Puede el talento narrativo que se expresa en las artes y en las letras sufrir ningún tipo de contención o amedrentamiento?

Con esta cuestión pienso que entramos de lleno en el terreno de lo que se denomina como "Libertad de expresión" pero antes deberíamos considerar, qué es la libertad.

El concepto de "Libertad" es en esencia muy superior a lo que vulgarmente se entiende hoy por libertad, referida únicamente al ámbito político y económico. El libre albedrío, que está en la base del concepto, contrasta con la significación esclavista que le da el determinismo, principalmente protestante y científico, base del entendimiento moderno actual.

El libre albedrío es la facultad personal de determinarse a obrar, es decir, un acto inteligente de la voluntad humana ordenada hacia el objetivo último de su bien personal o comunitario, pues de otro modo contravendría el instinto natural de supervivencia y dejaría así de ser un acto inteligente. La elección del mal es por tanto un defecto propio de la voluntad desordenada, que escoge falsamente como bueno algo que de suyo no lo es. La verdadera libertad se orienta pues a la elección de la verdad y el bien y por ello, sólo existe verdadera libertad cuando esa elección no está determinada por un motivo personal falso o desordenado, como pueden ser los derivados del pecado -ira, codicia, lujuria, soberbia, envidia, avaricia, pereza y gula- o por el miedo, el engaño o la coacción provenientes de una causa externa. En resumen, la libertad es la capacidad moral del hombre para conocer y decidir por sí mismo la verdad y el bien.

En cambio, el determinismo entiende que el hombre carece de dicha libertad pues en última instancia existen fuerzas superiores que determinan su actos y por tanto, todas las elecciones intermedias que pueda realizar a lo largo de su vida, ya están previamente predeterminadas por dichas fuerzas -Dios, la física, la psique, el mercado, etc-. De esta forma, la libertad queda destruida porque, para que exista, el hombre debe poder conocer todas las opciones que le conduzcan hacia el bien último y debe igualmente poder elegir entre ellas, reduciéndose así la moral y la voluntad humana a una simple estrategia para alcanzar bienes eventuales, en un universo de hechos contingentes.

Por tanto y en respuesta a la pregunta, el talento y creatividad humanos, ya sea artístico, narrativo, tecnológico o de cualquier otro tipo, debería siempre estar subordinado a la verdadera libertad, es decir, a la moral lógica que informa al hombre de cuál es el bien último a alcanzar. De otro modo su creatividad podría predeterminar la libertad de otros al producir constructos que les impidieran alcanzar su propio bien.

¿Puede esa expresión ser origen de males intolerantes a juicio del censor?

Desde luego. Si esa moral informante está desordenada o el juicio del censor no se subordina, a salvaguardar y desarrollar la verdadera libertad creativa que encamina al hombre hacia el bien común, sino que se obligan a una serie de intereses particulares como puedan ser los ideológicos, de mercado, etc, la desviación con respecto a la verdad y el bien que pueda tener la lógica del creador o del censor, puede causar grados de intolerancia que les lleven incluso a cometer estragos.

La persecución ideológica de intelectuales, la persecución rigorista de creyentes y paganos, o la persecución intelectual de creyentes, son un claro ejemplo de hasta dónde puede llegar la intolerancia cuando la moral, la libertad o las ideas no se subordinan a la verdad y el bien común de todas las personas.

¿Son conscientes los intelectuales del efecto de sus obras?

Yo creo que en muchos casos no. Son conscientes hasta cierto punto, en la medida que se encuentren más o menos en posesión de la verdad o en el camino de su búsqueda. Pero la verdad no depende de lo que el intelectual diga o haga, sino que le preexiste y por tanto, si la libertad intelectual no está orientada hacia esa verdad, sus consecuencias pueden llegar a ser muy dañinas. Muchos intelectuales buscan la verdad y crean obras que encaminan al hombre hacia su conocimiento, pero también existen otros muchos que se mueven más por intereses políticos, de mercado, vanidad, riqueza, etc. Y estos pueden llegar a ocasionar mucho daño a quienes les siguen.

De otra parte, también estoy convencido que, muchos de esos intelectuales con "rumbo equivocado", en realidad no son conscientes del daño que pueden llegar a producir, dicho esto en términos absolutos y trascendentes pues, de serlo, seguramente caerían de bruces al suelo y tratarían por todos los medios de enmendar sus errores. Nuevamente ahí el predeterminismo tiene un efecto perverso pues se trata de gente cuya trayectoria está orientada por una serie de ideas y conceptos predeterminados equivocados. Por ejemplo, ¿podemos imaginar que hubiera hecho Karl Marx, si hubiera sido consciente de los millones de crímenes que en nombre de sus ideas se han cometido? ¿Hubiera escrito Wagner sus famosas óperas, tal cómo las escribió, si hubiera sido consciente del tipo de atrocidades que iban a inspirar a la élite nazi? Podríamos poner muchos ejemplos similares, pero nunca llegaríamos a saberlo porque la vida trasciende siempre a los personajes, de ahí que sea tan importante que el acto creativo deba estar subordinado a un bien universal, por el propio bien del artista y por supuesto por el bien de la sociedad.

Esa es la garantía que ofrece la moral católica al estar subodinada a la verdad universal del ser humano y el bien común de la humanidad. Garantía que avalan los hechos de la historia y la tradición, frente a la de la moral protestante que depende sobre todo de la interpretación personal que el sujeto haga de su realidad. Paradójicamente, el mundo protestante se ha alzado como adalid de las libertades, cuando en realidad es el católico quién mejor las garantiza ya que el protestantismo se basa en gran medida en supuestos deterministas, que se reflejan a su vez en su arte, cultura y demás producciones artísticas. Lo mismo ocurre con el determinismo musulmán, induísta, budista, científista, etc. El determinismo coarta la libertad y por tanto la verdadera creación artística, dejando al artista en situación de menoscabo con respecto a su obra, y al público en el de dependencia respecto al interés previo que la determina.

¿Existe legitimidad alguna que procure ponerle vallas al monte de la creatividad humana?

Por supuesto, la legitimidad que otorga la posesión de la verdad en la obligación de subordinar la creatividad humana al bien común de la sociedad. Por ejemplo y por absurdo que parezca, cuando legislamos en el derecho criminal que no debemos matar a nuestros semejantes, no lo hacemos como una mera opinión subjetiva dependiente del interés particular de cada país, sino como una verdad objetiva que demuestra el hecho universal de que nadie quiere ser matado y si se permitiera el crimen, las naciones correrían el peligro de desaparecer al sumirse en conflictos bélicos por la supervivencia. Se trata de una verdad absoluta legitimada por la ley natural y por tanto, la creación artística no debería inspirar un deseo contrario.

La legitimidad la otorga la propia ley natural y del mismo modo que por ello se impide que una obra pueda hacer apología, por ejemplo, del terrorismo, debería impedirse igualmente otras manifestaciones artísticas que puedan inspirar otro tipo de deseos desordenados.

Además, el propio significado de la "Creatividad", proviene del hecho de considerar la existencia de la "Creación", que es sinónimo de construcción por lo que, la libre creatividad, para ser considerada como tal, debe ser constructiva y no destructiva.

¿Es posible contemplar la posibilidad de catalogar esas obras según el criterio del bien común o la mera acción de proponerlo sería un atentado contra el derecho a decir lo que se piensa?

Sí creo que quepa esa posibilidad, de hecho, creo que lo que no tiene cabida es un derecho tal que ampare la posibilidad de producir el mal. Esto es así porque todo derecho dimana de una obligación, y en el caso de la creatividad, de la obligación de crear el bien. En suma, la creatividad humana debe estar orienta hacia el bien común y la ley debe procurar que ésta no atente contra los bienes mayores como pueden ser la verdad o la vida.

¿Qué atributos especiales tendría que tener el censor o debemos aceptar el principio liberal de que las obras se sometan únicamente al criterio público como si éste fuera el único juez tolerable en una sociedad "abierta"?

El atributo principal de todo juez: la justicia. El censor no debe impedir el ejercicio de la creatividad cuando esta produce un bien para la sociedad, pero de igual modo debería impedir toda manifestación pública de aquellas obras que priven al hombre del conocimiento de la verdad, el cultivo de la virtud o el disfrute en suma del bien y la paz.

Cuando el criterio público es el del simple interés especulativo del mercado, la vanidad del artista o el interés político e ideológico, que son los que a menudo tasan hoy la producción artística, se produce el efecto perverso de que el arte queda sometido al capricho de dichos intereses predeterminados y por tanto deja de ser libre.

En definitiva resulta que el artista, como creador no es un ser absoluto que cree algo desde la nada sino que siempre basa su obra en una creación y un Creador previamente dados. El artista es creador pero también es creyente al mismo tiempo y su función es la de trasladar su fe al público a través de su obra, por tanto, cuando esa fe es contraria al orden de la Creación a la que todos pertenecemos, la vida, la obra del artista deja de ser arte para convertirse en atentado.

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hace 13 horas, El Español dijo:

Voy a tratar de exponer lo que para mí, como católico, serían las respuestas a las cuestiones que plantea BGA en la exposición del tema.

¿Puede el talento narrativo que se expresa en las artes y en las letras sufrir ningún tipo de contención o amedrentamiento?

Con esta cuestión pienso que entramos de lleno en el terreno de lo que se denomina como "Libertad de expresión" pero antes deberíamos considerar, qué es la libertad.

El concepto de "Libertad" es en esencia muy superior a lo que vulgarmente se entiende hoy por libertad, referida únicamente al ámbito político y económico. El libre albedrío, que está en la base del concepto, contrasta con la significación esclavista que le da el determinismo, principalmente protestante y científico, base del entendimiento moderno actual.

El libre albedrío es la facultad personal de determinarse a obrar, es decir, un acto inteligente de la voluntad humana ordenada hacia el objetivo último de su bien personal o comunitario, pues de otro modo contravendría el instinto natural de supervivencia y dejaría así de ser un acto inteligente. La elección del mal es por tanto un defecto propio de la voluntad desordenada, que escoge falsamente como bueno algo que de suyo no lo es. La verdadera libertad se orienta pues a la elección de la verdad y el bien y por ello, sólo existe verdadera libertad cuando esa elección no está determinada por un motivo personal falso o desordenado, como pueden ser los derivados del pecado -ira, codicia, lujuria, soberbia, envidia, avaricia, pereza y gula- o por el miedo, el engaño o la coacción provenientes de una causa externa. En resumen, la libertad es la capacidad moral del hombre para conocer y decidir por sí mismo la verdad y el bien.

En cambio, el determinismo entiende que el hombre carece de dicha libertad pues en última instancia existen fuerzas superiores que determinan su actos y por tanto, todas las elecciones intermedias que pueda realizar a lo largo de su vida, ya están previamente predeterminadas por dichas fuerzas -Dios, la física, la psique, el mercado, etc-. De esta forma, la libertad queda destruida porque, para que exista, el hombre debe poder conocer todas las opciones que le conduzcan hacia el bien último y debe igualmente poder elegir entre ellas, reduciéndose así la moral y la voluntad humana a una simple estrategia para alcanzar bienes eventuales, en un universo de hechos contingentes.

Por tanto y en respuesta a la pregunta, el talento y creatividad humanos, ya sea artístico, narrativo, tecnológico o de cualquier otro tipo, debería siempre estar subordinado a la verdadera libertad, es decir, a la moral lógica que informa al hombre de cuál es el bien último a alcanzar. De otro modo su creatividad podría predeterminar la libertad de otros al producir constructos que les impidieran alcanzar su propio bien.

¿Puede esa expresión ser origen de males intolerantes a juicio del censor?

Desde luego. Si esa moral informante está desordenada o el juicio del censor no se subordina, a salvaguardar y desarrollar la verdadera libertad creativa que encamina al hombre hacia el bien común, sino que se obligan a una serie de intereses particulares como puedan ser los ideológicos, de mercado, etc, la desviación con respecto a la verdad y el bien que pueda tener la lógica del creador o del censor, puede causar grados de intolerancia que les lleven incluso a cometer estragos.

La persecución ideológica de intelectuales, la persecución rigorista de creyentes y paganos, o la persecución intelectual de creyentes, son un claro ejemplo de hasta dónde puede llegar la intolerancia cuando la moral, la libertad o las ideas no se subordinan a la verdad y el bien común de todas las personas.

¿Son conscientes los intelectuales del efecto de sus obras?

Yo creo que en muchos casos no. Son conscientes hasta cierto punto, en la medida que se encuentren más o menos en posesión de la verdad o en el camino de su búsqueda. Pero la verdad no depende de lo que el intelectual diga o haga, sino que le preexiste y por tanto, si la libertad intelectual no está orientada hacia esa verdad, sus consecuencias pueden llegar a ser muy dañinas. Muchos intelectuales buscan la verdad y crean obras que encaminan al hombre hacia su conocimiento, pero también existen otros muchos que se mueven más por intereses políticos, de mercado, vanidad, riqueza, etc. Y estos pueden llegar a ocasionar mucho daño a quienes les siguen.

De otra parte, también estoy convencido que, muchos de esos intelectuales con "rumbo equivocado", en realidad no son conscientes del daño que pueden llegar a producir, dicho esto en términos absolutos y trascendentes pues, de serlo, seguramente caerían de bruces al suelo y tratarían por todos los medios de enmendar sus errores. Nuevamente ahí el predeterminismo tiene un efecto perverso pues se trata de gente cuya trayectoria está orientada por una serie de ideas y conceptos predeterminados equivocados. Por ejemplo, ¿podemos imaginar que hubiera hecho Karl Marx, si hubiera sido consciente de los millones de crímenes que en nombre de sus ideas se han cometido? ¿Hubiera escrito Wagner sus famosas óperas, tal cómo las escribió, si hubiera sido consciente del tipo de atrocidades que iban a inspirar a la élite nazi? Podríamos poner muchos ejemplos similares, pero nunca llegaríamos a saberlo porque la vida trasciende siempre a los personajes, de ahí que sea tan importante que el acto creativo deba estar subordinado a un bien universal, por el propio bien del artista y por supuesto por el bien de la sociedad.

Esa es la garantía que ofrece la moral católica al estar subodinada a la verdad universal del ser humano y el bien común de la humanidad. Garantía que avalan los hechos de la historia y la tradición, frente a la de la moral protestante que depende sobre todo de la interpretación personal que el sujeto haga de su realidad. Paradójicamente, el mundo protestante se ha alzado como adalid de las libertades, cuando en realidad es el católico quién mejor las garantiza ya que el protestantismo se basa en gran medida en supuestos deterministas, que se reflejan a su vez en su arte, cultura y demás producciones artísticas. Lo mismo ocurre con el determinismo musulmán, induísta, budista, científista, etc. El determinismo coarta la libertad y por tanto la verdadera creación artística, dejando al artista en situación de menoscabo con respecto a su obra, y al público en el de dependencia respecto al interés previo que la determina.

¿Existe legitimidad alguna que procure ponerle vallas al monte de la creatividad humana?

Por supuesto, la legitimidad que otorga la posesión de la verdad en la obligación de subordinar la creatividad humana al bien común de la sociedad. Por ejemplo y por absurdo que parezca, cuando legislamos en el derecho criminal que no debemos matar a nuestros semejantes, no lo hacemos como una mera opinión subjetiva dependiente del interés particular de cada país, sino como una verdad objetiva que demuestra el hecho universal de que nadie quiere ser matado y si se permitiera el crimen, las naciones correrían el peligro de desaparecer al sumirse en conflictos bélicos por la supervivencia. Se trata de una verdad absoluta legitimada por la ley natural y por tanto, la creación artística no debería inspirar un deseo contrario.

La legitimidad la otorga la propia ley natural y del mismo modo que por ello se impide que una obra pueda hacer apología, por ejemplo, del terrorismo, debería impedirse igualmente otras manifestaciones artísticas que puedan inspirar otro tipo de deseos desordenados.

Además, el propio significado de la "Creatividad", proviene del hecho de considerar la existencia de la "Creación", que es sinónimo de construcción por lo que, la libre creatividad, para ser considerada como tal, debe ser constructiva y no destructiva.

¿Es posible contemplar la posibilidad de catalogar esas obras según el criterio del bien común o la mera acción de proponerlo sería un atentado contra el derecho a decir lo que se piensa?

Sí creo que quepa esa posibilidad, de hecho, creo que lo que no tiene cabida es un derecho tal que ampare la posibilidad de producir el mal. Esto es así porque todo derecho dimana de una obligación, y en el caso de la creatividad, de la obligación de crear el bien. En suma, la creatividad humana debe estar orienta hacia el bien común y la ley debe procurar que ésta no atente contra los bienes mayores como pueden ser la verdad o la vida.

¿Qué atributos especiales tendría que tener el censor o debemos aceptar el principio liberal de que las obras se sometan únicamente al criterio público como si éste fuera el único juez tolerable en una sociedad "abierta"?

El atributo principal de todo juez: la justicia. El censor no debe impedir el ejercicio de la creatividad cuando esta produce un bien para la sociedad, pero de igual modo debería impedir toda manifestación pública de aquellas obras que priven al hombre del conocimiento de la verdad, el cultivo de la virtud o el disfrute en suma del bien y la paz.

Cuando el criterio público es el del simple interés especulativo del mercado, la vanidad del artista o el interés político e ideológico, que son los que a menudo tasan hoy la producción artística, se produce el efecto perverso de que el arte queda sometido al capricho de dichos intereses predeterminados y por tanto deja de ser libre.

En definitiva resulta que el artista, como creador no es un ser absoluto que cree algo desde la nada sino que siempre basa su obra en una creación y un Creador previamente dados. El artista es creador pero también es creyente al mismo tiempo y su función es la de trasladar su fe al público a través de su obra, por tanto, cuando esa fe es contraria al orden de la Creación a la que todos pertenecemos, la vida, la obra del artista deja de ser arte para convertirse en atentado.

Impresionante. Algunas preguntas eran retóricas porque "algo" me dice que la respuesta era la que nos ofreces. Sin embargo, llegar tan lejos como tu lo haces y con esa claridad expositiva, es algo que estaba fuera de mi alcance.

Más tarde escribiré algo.

Aprovecho la ocasión para sugerir un hilo sobre apologética católica en el que debatir asuntos de candente actualidad.

 

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hace 4 horas, BGA dijo:

Impresionante. Algunas preguntas eran retóricas porque "algo" me dice que la respuesta era la que nos ofreces. Sin embargo, llegar tan lejos como tu lo haces y con esa claridad expositiva, es algo que estaba fuera de mi alcance.

Más tarde escribiré algo.

Aprovecho la ocasión para sugerir un hilo sobre apologética católica en el que debatir asuntos de candente actualidad.

 

Por supuesto, amigo BGA. Entendí que mayormente se trataba de preguntas retóricas, pero quise darles una respuesta para aquellos que puedan leer el tema y enriquecerse así con una mayor comprensión de nuestros motivos para pensar como pensamos. De todas maneras, acabo de releerlas y creo que me han quedado un poco espesas, por lo que no sé si habré enriquecido la sopa o me habré pasado de sal.

En cuanto a la idea de dedicar un espacio a la apologética católica, me parece fenomenal. A menudo te encuentras con gente que entiende que, nuestro razonamiento, manifestaciones o comentarios responden sobre todo al seguimiento dogmático e ininteligible de una doctrina religiosa que a ellos les parece trasnochada o sin fundamento. También existen muchos católicos que tienen poco conocimiento de su propia razón de fe, por pereza o por no haber recibido una buena educación en la materia. Lamentablemente, el romanticismo y el racionalismo científico desplazaron la lógica cristiana a un segundo plano, seudotransformando nuestra fe en una especie de sentimentalismo emocional carente de verdadera lógica, que nos ha llevado a crear nuestros propios dioses y religiones personales, que en ocasiones poco o nada tienen que ver con lo original. Si además sumamos a eso, que se ha apartado su estudio de las aulas y escuelas, hasta convertirla en poco más que una mera asignatura cívica con muchos dibujitos en los libros y algunas soflamas políticas en la prensa, pero realmente con poca sustancia y contenido en el programa educativo, salvo en algunos colegios de enseñanza religiosa, nos encontramos con una realidad donde la fe católica en España comienza a ser algo desconocido e ininteligible para mucha gente. De ahí que fuerzas externas como el identitarismo, el liberalismo o el gnosticismo, estén campando a sus anchas por tierras católicas sin gran oposición por parte de los creyentes.

Realmente existe un gran desconocimiento de la fe, que otrora fuera capaz de construir nada menos que un imperio transcontinental que ha durado siglos y sentado las bases de muchos de los valores de la sociedad moderna actual, pero es que, al mismo tiempo y en algunos ámbitos, se ha instaurado también cierta concepción tradicionalista de la misma que ha desfigurado igualmente su conocimiento vivo, escorándola hacia posiciones rigoristas que explican poco y mal sus verdaderos motivos, principios y fundamentos. Un tradicionalismo, a veces incluso algo fanático, que defiende con uñas y dientes la tradición, pero olvida el contenido y finalidad de la misma, convirtiendo así al creyente en un adorador de la copa que en realidad desconoce el sabor del vino, y como todos sabemos, un vino que no se consume, tarde o temprano se avinagra.

En definitiva, me parece que es necesario conocer a fondo la propia fe para poder dar razón de ella a otras personas, sean o no creyentes pero sobre todo para afianzar los propios convencimientos o corregir aquellas ideas que podamos tener equivocadas pues una fe que no se conoce y se vive, al final se agota. Por eso me sumo a la idea de dedicar un espacio a la apologética donde también podamos recoger y publicar documentos o estudios de otros autores que refuercen el contenido de los temas.

Yo no soy ningún experto en el tema, pero en lo que esté en mi mano, trataré de participar lo mejor que sepa. Quizás un fuero dedicado, ahora que en el listado principal de temas aparece todo junto, sería lo más adecuado. No sé qué pensáis los demás.

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hace 5 horas, El Español dijo:

Por supuesto, amigo BGA. Entendí que mayormente se trataba de preguntas retóricas, pero quise darles una respuesta para aquellos que puedan leer el tema y enriquecerse así con una mayor comprensión de nuestros motivos para pensar como pensamos. De todas maneras, acabo de releerlas y creo que me han quedado un poco espesas, por lo que no sé si habré enriquecido la sopa o me habré pasado de sal.

En cuanto a la idea de dedicar un espacio a la apologética católica, me parece fenomenal. A menudo te encuentras con gente que entiende que, nuestro razonamiento, manifestaciones o comentarios responden sobre todo al seguimiento dogmático e ininteligible de una doctrina religiosa que a ellos les parece trasnochada o sin fundamento. También existen muchos católicos que tienen poco conocimiento de su propia razón de fe, por pereza o por no haber recibido una buena educación en la materia. Lamentablemente, el romanticismo y el racionalismo científico desplazaron la lógica cristiana a un segundo plano, seudotransformando nuestra fe en una especie de sentimentalismo emocional carente de verdadera lógica, que nos ha llevado a crear nuestros propios dioses y religiones personales, que en ocasiones poco o nada tienen que ver con lo original. Si además sumamos a eso, que se ha apartado su estudio de las aulas y escuelas, hasta convertirla en poco más que una mera asignatura cívica con muchos dibujitos en los libros y algunas soflamas políticas en la prensa, pero realmente con poca sustancia y contenido en el programa educativo, salvo en algunos colegios de enseñanza religiosa, nos encontramos con una realidad donde la fe católica en España comienza a ser algo desconocido e ininteligible para mucha gente. De ahí que fuerzas externas como el identitarismo, el liberalismo o el gnosticismo, estén campando a sus anchas por tierras católicas sin gran oposición por parte de los creyentes.

Realmente existe un gran desconocimiento de la fe, que otrora fuera capaz de construir nada menos que un imperio transcontinental que ha durado siglos y sentado las bases de muchos de los valores de la sociedad moderna actual, pero es que, al mismo tiempo y en algunos ámbitos, se ha instaurado también cierta concepción tradicionalista de la misma que ha desfigurado igualmente su conocimiento vivo, escorándola hacia posiciones rigoristas que explican poco y mal sus verdaderos motivos, principios y fundamentos. Un tradicionalismo, a veces incluso algo fanático, que defiende con uñas y dientes la tradición, pero olvida el contenido y finalidad de la misma, convirtiendo así al creyente en un adorador de la copa que en realidad desconoce el sabor del vino, y como todos sabemos, un vino que no se consume, tarde o temprano se avinagra.

En definitiva, me parece que es necesario conocer a fondo la propia fe para poder dar razón de ella a otras personas, sean o no creyentes pero sobre todo para afianzar los propios convencimientos o corregir aquellas ideas que podamos tener equivocadas pues una fe que no se conoce y se vive, al final se agota. Por eso me sumo a la idea de dedicar un espacio a la apologética donde también podamos recoger y publicar documentos o estudios de otros autores que refuercen el contenido de los temas.

Yo no soy ningún experto en el tema, pero en lo que esté en mi mano, trataré de participar lo mejor que sepa. Quizás un fuero dedicado, ahora que en el listado principal de temas aparece todo junto, sería lo más adecuado. No sé qué pensáis los demás.

Esa es la cuestión. No tanto la de nuestras colaboraciones como una asunto interno de los participantes en ellas, como la de aportar al lector puntos de vista que complementen lo que hayan leído en otras fuentes. En este sentido, el poder participar añadiendo dudas o ideas por su parte, sin duda enriquecerá a todos y al propio foro.

Lo más complicado es romper la inercia "relativista" por la cual, cualquiera que diga "busco la verdad", es considerado poco menos que de loco y llevado al terreno del espiritualismo más o menos atrevido, 'por iluminado o falto de una vida de verdad.

Se entiende que la ciencia busque la verdad y aunque exista cierta conciencia -elitista por otro lado- de sus limitaciones al respecto, la gente entiende que todo está por descubrir. Pero no es consciente de que esa seguridad se aplica solo a la materia y nada al aspecto espiritual. En el fondo, es como que la sociedad ha aprendido a ser materialista en lo común y espiritual o espiritualista en lo privado. Esta idea enlaza a la perfección con tu comentario del dominio aplastante del pensamiento protestante, en el sentido de que lo común, lo puramente sensorial, es algo bautizado por un espíritu objetivo del que aún sabemos poco, pero el aspecto espiritual, privado y vivido en la intimidad, obedecería siempre a un espíritu subjetivo y toda voz salida de esa privacidad no tiene más valor que el de mero testimonio personal, y por tanto subjetivo de raíz.

Así, lo material es esencialmente objetivo en tanto que lo espiritual es esencialmente subjetivo.

Bajo esta horma mental, esa Matrix que para tantos es la anti-Matrix de la Matrix, cualquier idea que surja de la reflexión metafísica y religiosa, queda al albur de las fobias o filias de contrarios o simpatizantes. Se nos ofrecen entonces dos cánones para esas dos inclinaciones humanas, la material y la espiritual, que deberían confluir en un mismo destino por dos caminos convergentes, el conocimiento por la vía de los sentidos y la experimentación científica y el conocimiento empírico y racional a posteriori de sucesos, digamos, inmateriales. De este modo, todo lo que no sea considerado científico, es de suyo subjetivo, y toda regla u opinión nacida de lo que es aceptado como subjetivo, nunca puede llegar a ser objetivo...

La trampa perfecta.

Hablar de "Ley Natural", suena entonces a rancio, a posesivo compulsivo, a mesiánico, a inquisidor...  Y no suena así tras un proceloso camino de adquisición de conocimiento, de experimentación y de compromiso personal. Suena así porque el hilo musical de fondo suena así. Acaba siendo algo parecido a como se daría en una conversación entre un perdido en alta mar sobre una balsa y una voz que le diga que efectivamente existe tierra firme. Diría, tu estás loco, mi balsa es una mierda, tengo anquilosadas las piernas, estoy harto de comer pescado y pasarlas p.... para llevarme al gaznate unas gotas de agua dulce, pero es mi balsa, la única certeza de que puedo caminar sin hundirme en el océano.

En fin, será difícil, más que explicar que existe una Ley Natural y todo lo demás que va ligado a esa existencia, que la opinión de la gente rompa con esa Matrix entendiendo que no es nada más que la libertad adquirida por cambiar de casa a otra más pequeña...

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hace 10 horas, Vanu Gómez dijo:

Vaya par de figuras, jeje.

Me tienes loco con tu "identidad"....?

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hace 1 hora, BGA dijo:

Esa es la cuestión. No tanto la de nuestras colaboraciones como una asunto interno de los participantes en ellas, como la de aportar al lector puntos de vista que complementen lo que hayan leído en otras fuentes. En este sentido, el poder participar añadiendo dudas o ideas por su parte, sin duda enriquecerá a todos y al propio foro.

Lo más complicado es romper la inercia "relativista" por la cual, cualquiera que diga "busco la verdad", es considerado poco menos que de loco y llevado al terreno del espiritualismo más o menos atrevido, 'por iluminado o falto de una vida de verdad.

Se entiende que la ciencia busque la verdad y aunque exista cierta conciencia -elitista por otro lado- de sus limitaciones al respecto, la gente entiende que todo está por descubrir. Pero no es consciente de que esa seguridad se aplica solo a la materia y nada al aspecto espiritual. En el fondo, es como que la sociedad ha aprendido a ser materialista en lo común y espiritual o espiritualista en lo privado. Esta idea enlaza a la perfección con tu comentario del dominio aplastante del pensamiento protestante, en el sentido de que lo común, lo puramente sensorial, es algo bautizado por un espíritu objetivo del que aún sabemos poco, pero el aspecto espiritual, privado y vivido en la intimidad, obedecería siempre a un espíritu subjetivo y toda voz salida de esa privacidad no tiene más valor que el de mero testimonio personal, y por tanto subjetivo de raíz.

Así, lo material es esencialmente objetivo en tanto que lo espiritual es esencialmente subjetivo.

Bajo esta horma mental, esa Matrix que para tantos es la anti-Matrix de la Matrix, cualquier idea que surja de la reflexión metafísica y religiosa, queda al albur de las fobias o filias de contrarios o simpatizantes. Se nos ofrecen entonces dos cánones para esas dos inclinaciones humanas, la material y la espiritual, que deberían confluir en un mismo destino por dos caminos convergentes, el conocimiento por la vía de los sentidos y la experimentación científica y el conocimiento empírico y racional a posteriori de sucesos, digamos, inmateriales. De este modo, todo lo que no sea considerado científico, es de suyo subjetivo, y toda regla u opinión nacida de lo que es aceptado como subjetivo, nunca puede llegar a ser objetivo...

La trampa perfecta.

Hablar de "Ley Natural", suena entonces a rancio, a posesivo compulsivo, a mesiánico, a inquisidor...  Y no suena así tras un proceloso camino de adquisición de conocimiento, de experimentación y de compromiso personal. Suena así porque el hilo musical de fondo suena así. Acaba siendo algo parecido a como se daría en una conversación entre un perdido en alta mar sobre una balsa y una voz que le diga que efectivamente existe tierra firme. Diría, tu estás loco, mi balsa es una mierda, tengo anquilosadas las piernas, estoy harto de comer pescado y pasarlas p.... para llevarme al gaznate unas gotas de agua dulce, pero es mi balsa, la única certeza de que puedo caminar sin hundirme en el océano.

En fin, será difícil, más que explicar que existe una Ley Natural y todo lo demás que va ligado a esa existencia, que la opinión de la gente rompa con esa Matrix entendiendo que no es nada más que la libertad adquirida por cambiar de casa a otra más pequeña...

A ver si abrimos ese fuero de apologética y le metemos mano al tema de cómo la lógica del protestantismo ha ido permeando  nuestra sociedad hasta hacer de España en la práxis, otra nación protestante. Y no me refiero solo a las tradiciones importadas de fuera como Hallowen, etc, sino a la lógica interna del pensamiento protestante que se ha instalado en nuestro razonamiento común y abarca desde lo religioso hasta lo social, político o económico. Es un tema muy interesante al que se presta poca atención.

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Hace unos años leí un artículo que describía cómo había progresado en España la colonización cultural y de costumbres angloamericanas en España. Lamento profundamente no haberlo guardado en su día porque no sé siquiera quién lo escribio. Hablaba de modos y formas que en otros años en España solo se veían en las películas pero jamás en las calles... pero que con los años han ido propagándose e integrándose en nuestra sociedad hasta verlas normales.

Cosas como un tipo entrando en un bar simplemente a tomarse unas copas de güisqui en un bar donde no conoce a nadie y se dedica a mirar al techo, estar consigo mismo en silencio. En fin, sé que con esta referencia poco me puede ayudar nadie a encontrarlo.

No descartaría que el tipo fuera falangista. El caso es que lo enlazo con un comentario que creo le escuché a Ayuso referido a la vieja "normalidad" de costumbres española de convivencia en el mismo pueblo, en el mismo barrio o hasta en el mismo edificio de gentes de absoluta diferencia de clase. Frente a ello la nueva moda de "evacuación" de los que van "pogresando" socioeconómicamente hacia barrios residenciales donde buscan rodearse de gente de "su" estatus, dejando atrás a la "plebe". Algo que tiene mucha pinta de ser moda de importación extranjera y recordaba también, yéndonos a los territorios esclavistas americanos, del espanto que a los angloamericanos les producía la costumbre de los dueños de esclavos españoles de vivir en la misma casa o pegados a las de sus esclavos.

Perdonadme que me vaya de tema pero en algún lado lo tenía que meter.

¿Sería posible ir identificando esos pasos mediante los cuales hemos ido separándonos del camino viejo español para "homologarnos" a la modernidad difusa a la que con cada vez más fuerza confluímos? Uno a uno no se ve pero cuando se contemplan varios seguidos... a España no la conoce ni la mare que la parió.

 

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Sí, también tiene que ver con lo que veníamos hablando. A fin de cuentas la cultura de un país se va construyendo en base a la lógica de sus gentes,  y la lógica depende a su vez de aquello en lo que creen por lo que, si cambia la fe lo hace también la lógica y como consecuencia, la cultura y las costumbres. Desde luego es un tema que deberíamos abordar en bloque para ir viendo todas sus facetas e implicaciones, y cómo la adopción de sistemas políticos importados ha tenido mucho que ver en ese cambio.  

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    • Por Latino I
      Fuente: https://www.lavozdeasturias.es/noticia/opinion/2022/03/11/iglesia-abusos-tiempos-guerra/00031647024072652295398.htm
      Leo con bastante frecuencia artículos como el que enlazo, ya que me parecen muy representativos del tipo de crítica a la Iglesia que se hace actualmente desde muchos ámbitos de la sociedad. En particular, lo que me parece más representativo en el artículo es el juicio que al autor merece el tema de la culpa en los cristianos, una emoción "negativa", según él. Junto con esta culpa, también tenemos que mencionar el "miedo" como elemento esencial de la fe cristiana, al menos de la fe que el autor atribuye a los dogmas promulgados por las jerarquías eclesiásticas. El autor parece dar por sentado que , en primer lugar, el sentimiento de culpa es esencialmente negativo para los humanos y, segundo, que este "sentimiento" se traduce en una "emoción negativa" que experimentamos los cristianos. Me pregunto si estas dos opiniones no serán más que prejuicios, ya que ni la culpa tiene por qué ser algo negativo (como se suele sostener hoy de forma, a mi juicio, acrítica), ni tampoco los cristianos que creemos en la gracia vivimos atemorizados y esclavizados por dichas culpas. 
      Creo que el artículo es lo suficientemente representativo de muchas críticas a las que hoy se ve sometida la Iglesia, por lo que me parece que puede ser un buen punto de partida para comentar este tipo de prejuicios que abundan hoy en nuestras sociedades occidentales, como el tema de la culpa y el miedo que acabo de mencionar. ¿Qué pensáis vosotros de lo expuesto en el artículo? Subrayo algunas partes que pueden ser jugosas para comentar:
       
       
      Fuente original: https://www.lavozdeasturias.es/noticia/opinion/2022/03/11/iglesia-abusos-tiempos-guerra/00031647024072652295398.htm
    • Por ICTHYS
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    • Por Español
      Básicamente, la inflación económica es el fenómeno que describe el aumento desordenado de precios, de los bienes y servicios que se comercian en los mercados, por un periodo de tiempo prolongado. Cuando esto ocurre, el presupuesto de las familias y empresas deja de cubrir las mismas necesidades que antes, especialmente entre quienes disponen de menor capacidad económica.
      Aunque existen diferentes causas que pueden ocasionar inflación, las más comunes son dos. Por un lado, el exceso de demanda de bienes y servicios, por lo general motivado a su vez por un exceso de dinero circulante, que hace que la gente gaste más de lo necesario. Y, por otro lado, la escasez de determinadas materias primas necesarias para la producción o distribución. En cualquiera de los casos, esto ocasiona una falta de capacidad productiva o distributiva suficiente para cubrir la demanda, cosa que lleva a un aumento de los precios. Cuantas más personas requieran de un producto, más aumenta su valor, y cuanto más difícil sea de producir o distribuir, igualmente más aumenta su valor, lo que significa que el valor que tiene el dinero del que se dispone, disminuye conforme aumenta la inflación.
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      En el nuevo paradigma social en el que vivimos, en este siglo XXI, dominado por la omnipresencia de las comunicaciones digitales y las redes sociales, las personas nos hemos convertido poco a poco en mercancía para las corporaciones detrás de dichas redes, como también para los usuarios de las propias redes. Cada cuenta de usuario es un valor, y a su vez, una mercancía.
      Hoy pueden encontrarse miles de páginas web donde se venden seguidores, likes, etc, con objeto de alimentar las cuentas de usuario de las empresas y particulares que se promocionan en redes. Si uno tiene, por ejemplo, una pequeña empresa de viajes, por unos pocos euros puede comprarse mil, dos mil o diez mil seguidores orgánicos en Twitter, Instagram o Facebook, por citar las más conocidas, que le asegurarán miles de likes o comentarios, lo que a su vez atraerá la atención de una mayor cantidad de público, potencialmente interesado este sí, en adquirir los viajes que ofrezca dicha empresa.
      Otro ejemplo frecuente es el de los comunicadores sociales. Para una institución pública, un agente social, un político, un periodista o un medio informativo, cuanto mayor sea el número de seguidores que tenga, mayor es la importancia y alcance de sus comunicaciones, y por tanto, más repercusión social alcanza. De ahí que incluso en estos casos, sea frecuente el uso de bots o cuentas falsas, programadas para interactuar con las publicaciones del emisor, pues a mayor número de seguidores, mayor es también el interés que despierta el comunicador y el efecto marea que genera en la sociedad.
      En el ámbito de las redes sociales en sí mismas, ocurre algo similar. Cuanto mayor sea el número de usuarios e interacciones que se producen en una red, mayor es la cantidad de información que puede extraerse de dicha actividad, por parte de los gestores y propietarios de la red, que luego es utilizada para realizar estudios sociales, de mercado, etc. Una información que luego es vendida a empresas e instituciones interesadas en disponer de esa información, o es usada por la propia red para implementar estrategias de mercado y en definitiva lograr un mayor dominio sobre la voluntad de sus usuarios. De igual manera, cuanto mayor es la presencia y actividad de una red en una determinada región geográfica, mayor es también el valor en bolsa de la empresa titular de la red.
      En definitiva, no resulta difícil entender que siendo así las cosas, las personas nos hayamos convertido, en el nuevo mundo digital, en vulgar moneda y mercancía con la que comerciar. "He comprado diez mil seguidores" ó "esta red vale mil millones de seguidores frente a la otra que solo vale quinientos". Y aquí es donde el tema enlaza con lo que comentábamos antes acerca de la inflación, pues si a mayor cantidad de dinero en los mercados, mayor es el riesgo de inflación, igualmente, a mayor cantidad de personas en las redes, menor será el valor de su dignidad y relaciones.  
      Hace décadas, para un pequeño comerciante de provincias, disponer de una pequeña cartera de clientes podía asegurarle mantener su actividad, empresa y puestos de trabajo. Una hoja parroquial podía mantenerse con unas pocas decenas de suscriptores; un diario local, sobrevivir con unos pocos cientos o miles de lectores, y una publicación oficial, no necesitaba apenas publicidad, pues sus usuarios estaban restringidos a los pocos profesionales o funcionarios locales interesados en su contenido. Hoy, todo eso no vale casi nada. Frente a la marea global de las comunicaciones y el comercio, todas esas actividades han pasado a ser despreciables, casi por la mayoría de sus antiguos usuarios. Muchas de esas empresas han tenido que cerrar y despedir a sus trabajadores, o en el mejor de los casos hipotecarse o vender su labor e identidad a grandes franquicias, con la consecuente pérdida de empleo, emprendimiento y riqueza humana que eso supone. Y lo que se mantiene, lo hace mayormente gracias a ayudas y subvenciones, que a la postre castigan al contribuyente y obligan al interesado a sumarse a los dictados del fenómeno globalizador. Por otra parte, el valor de los bienes y servicios que estos profesionales y empresas producían y ofrecían, ha disminuido considerablemente, disminuyendo así su propio valor profesional.  
      En mi caso por ejemplo, en los años noventa, en casa podíamos pasar el mes holgadamente con lo que recibía de realizar un reportaje gráfico para alguna publicación. Actualmente, hay veces que tienes que regalar las imágenes, solo para evitar que prescindan de ti en el futuro, pues no falta material gratuito y abundante en las redes, aunque sea de peor calidad. Y cuando lo pagan, no tienes ni para pasar la semana,  a pesar de que la calidad y el esfuerzo se hayan multiplicado exponencialmente con respecto al de aquellos años, por la aparición de las nuevas tecnologías.
      Pero esa devaluación ocurre de manera similar en el ámbito de las redes. Cuando Internet comenzó a ser popular, una pequeña web o foro con algunos cientos de seguidores, tenía un valor determinado capaz de trasladar a la sociedad una serie de inquietudes, valores o ideas, y aunque en algunos casos fuesen cuestionables, también eran rebatibles. Se competía en calidad más que en cantidad. Sin embargo, hoy todo eso resulta despreciable frente a la mil millonaria multitud que abunda en las grandes redes sociales y se mueve por ellas como cardúmenes. Un pequeño foro como este, por ejemplo, hoy apenas tiene repercusión ni importancia social y si la tuviera, en términos cuantitativos resulta despreciable, resultando de esta manera despreciable también, el trabajo o el empeño en el quehacer que sus promotores hayan puesto para llevarlo adelante, por más nobles que sean los fines.
      Lo que cuenta ahora, en definitiva, es la cantidad, pero como esta es inflacionaria, a medida que pasa el tiempo y las redes se hacen cada vez más grandes e influyentes, el valor de las personas en las redes, y de las pequeñas cosas valiosas que hace la gente, dentro o fuera de las redes, disminuye o se hace más y más efímero e insignificante.
      Esta dinámica tiene a su vez su repercusión en la vida real, pues no obstante, la realidad virtual no deja de ser un espejo donde nos miramos o reflejamos lo que llevamos en nuestro interior. Esto puede observarse muy bien en la política, por ejemplo, donde cada vez parece importar menos el desprecio por la dignidad de las personas y la mentira generalizada de la que hacen gala los políticos. ¿Para qué ser honesto si a fin de cuentas todo es efímero y desechable? ¿Para qué mirar por el bien común si revaluar lo mío va primero?
      Pero, qué decir de las empresas, ahí tenemos a muchas especulando con el valor de las cosas, sin importarles siquiera si las gentes van a poder acceder a ellas, aunque sean esenciales. O qué mencionar igualmente del trato que reciben muchos trabajadores, donde a pesar de las innumerables leyes laborales existentes, su valor como personas está cada vez más devaluado, asemejándose así a piezas o máquinas sustituibles. Por no hablar del que reciben los consumidores, sobre los que se opera como el pescador de altura opera con las redes de arrastre en el fondo del océano, sin importar mucho su condición y situación humana, pues lo importante es arrastrarlos a la cubierta del beneficio inversor.
      La globalización tiene estas cosas, que no solo afecta a la economía y las relaciones entre naciones, sino que también diluye en ese inmenso mercado el propio valor de las personas. Ante todo esto, el liberalismo propone esa suerte de individualismo, donde el que más tiene es el que más vale y, por tanto, la persona nunca deja de ser un valor de cambio subordinado al mercado, pero el socialismo intenta resolver el problema sancionando leyes e imponiendo obligaciones, que acaban devaluando aún más a las personas como individuos.
      Por eso, la pregunta que finalmente me hago es la siguiente: Al igual que ocurre en economía, además de elevar la calidad de nuestros actos ¿no sería también una solución eficiente, el empezar a tomar políticas restrictivas, en lo que respecta a nuestras relaciones políticas, sociales y por supuesto virtuales, de manera que comenzase a revaluarse y apreciarse nuestro valor como personas? ¿Qué otra solución le veis a este fenómeno?
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    • https://www.mundorepubliqueto.com/2020/05/01/no-todo-lo-que-brilla-es-oro/

      Una vez más, por aprecio a estos amigos dejo solo el enlace para enviar las visitas a la fuente.

      Solo comento la foto que ponen de un congreso internacional identitari que hubo un México. Ahí se plasma el cáncer que han supuesto y parece que aún sigue suponiendo aquella enfermedad llamada CEDADE. En dicha foto veo al ex-cabecilla de CEDADE, Pedro Varela -uno de esos nazis que se dicen católicos- junto a Salvador Borrego -que si bien no era nazi, de hecho es un mestizo que además se declara hispanista y favorable a la mezcla racial propiciada por la Monarquía Católica,  sí que simpatizó con ellos por una cuestión que quizá un día podamos comentar- uno de los "revisionistas" más importante en lengua española, así como el también mexicano Alberto Villasana, un escritor, analista, publicista, "vaticanista" con gran predicamento entre los católicos mexicanos, abonado totalmente a la errática acusación contra el papa Francisco... posando junto a tipos como David Duke, ex-dirigente del Ku Kux Klan, algo que lo dice todo.

      Si mis rudimentarias habilidades en fisonomía no me fallan, en el grupo hay otro español, supongo que también procedente del mundillo neonazi de CEDADE.

      Imaginemos la corrupción de la idea de Hispanidad que supone semejante injerto, semejante híbrido contra natura.

      Nuestra querido México tiene la más potente dosis de veneno contra la hispanidad, inyectado en sus venas precisamente por ser un país clave en ella. Es el que otrora fuera más próspero,  el más poblado, también fue y en buena parte sigue siendo muy católico, esta en la línea de choque con el mundo anglo y... los enemigos de nuestra Hispanidad no pueden permitir una reconciliación de ese país consigo mismo ni con la misma España, puente clave en la necesaria Reconquista o reconstrucción. Si por un lado está infectado por el identitarismo amerindio -el indigenismo- por el otro la reacción está siendo narcotizada por un identitarismo falsohispanista, falsotradicionalista o como queramos verlo, en el cual CEDADE juega, como vemos, un factor relevante.

      Sin más, dejo ahí otra vez más mi sincera felicitación al autor de ese escrito. Enhorabuena por su clarividencia y fineza, desde luego hace falta tener personalidad para ser capaz de sustraerse a esa falsa polarización con que se está tratando de aniquilar el hispanismo.

       





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    • La libertad sexual conduce al colapso de la cultura en tres generaciones (J. D. Unwin)
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    • Traigo de la hemeroteca un curioso artículo de José Fraga Iribarne publicado en la revista Alférez el 30 de abril de 1947. Temas que aborda: la desastrosa natalidad en Francia; la ya muy tocada natalidad española, especialmente en Cataluña y País Vasco; las causas espirituales de este problema, etc.

      Si rebuscáis en las hemerotecas, hay muchos artículos de parecido tenor, incluso mucho más explícitos y en fechas muy anteriores (finales del s. XIX - principios del s. XX). He traído este porque es breve y no hay que hacer el trabajo de escanear y reconocer los caracteres, que siempre da errores y resulta bastante trabajoso, pues ese trabajo ya lo ha hecho la Fundación Gustavo Bueno.

      Señalo algunos hechos que llaman la atención:

      1) En 1947 la natalidad de Francia ya estaba por los suelos. Ni Plan Kalergi, ni Mayo del 68, ni conspiraciones varias.

      2) Pero España, en 1947 y en pleno auge del catolicismo de posguerra, tampoco estaba muy bien. En particular, estaban francamente mal regiones ricas como el País Vasco y Cataluña. ¿Será casualidad que estas regiones sean hoy en día las que más inmigración reciben?

      3) El autor denuncia que ya en aquel entonces los españoles estaban entregados a una visión hedonística de la existencia, que habían perdido la vocación de servicio y que se habían olvidado de los fines trascendentes. No es, por tanto, una cosa que venga del Régimen del 78 o de la llegada al poder de Zapatero. Las raíces son mucho más profundas.

      4) Señala que el origen de este problema es ético y religioso: se ha perdido la idea de que el matrimonio tiene por fin criar hijos para el Cielo. Pero también se ha perdido la idea del límite: las personas cada vez tienen más necesidades y, a pesar de que las van cubriendo, nunca están satisfechas con su nivel de vida.

      Este artículo antiguo ilumina muchas cuestiones del presente. Y nos ayuda a encontrarle solución a estos problemas que hoy nos golpean todavía con mayor fuerza. Creo que puede ser de gran provecho rescatar estos artículos.
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    • En torno a la posibilidad de que se estén usando las redes sociales artificialmente para encrespar los ánimos, recojo algunas informaciones que no sé sin son importantes o son pequeñas trastadas.

      Recientemente en Madrid se convocó una contramanifestación que acabó con todos los asistentes filiados por la policía. Militantes o simpatizantes de ADÑ denuncian que la convocó inicialmente una asociación fantasma que no había pedido permiso y cuyo fin último podría ser provocar:

      Cabe preguntarles por qué acudieron a una convocatoria fantasma que no tenía permiso. ¿Os dais cuenta de lo fácil que es crear incidentes con un par de mensajes en las redes sociales?

      Un periodista denuncia que se ha puesto en marcha una campaña titulada "Tsunami Español" que pretende implicar a militares españoles y que tiene toda la pinta de ser un bulo de los separatistas o de alguna entidad interesada en fomentar la discordia:

      El militar rojo que tiene columna en RT es uno de los que difunde la intoxicación:

      Si pincháis en el trending topic veréis que mucha gente de derechas ha caído en el engaño.

      Como decía, desconozco la importancia que puedan tener estas intoxicaciones. Pero sí me parece claro que con las redes sociales sale muy barato intoxicar y hasta promover enfrentamientos físicos con unos cuantos mensajes bien dirigidos. En EEUU ya se puso en práctica lo de citar a dos grupos contrarios en el mismo punto para que se produjesen enfrentamientos, que finalmente ocurrieron.
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    • Una teoría sobre las conspiraciones
      ¿A qué se debe el pensamiento conspiracionista que tiene últimamente tanto auge en internet? Este artículo baraja dos causas: la necesidad de tener el control y el afán de distinguirse de la masa.
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