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Era el año 40 de nuestra era, cuando Jacobo de Zebedeo, tambien llamado Santiago el Mayor, uno de los discípulos dilectos y más cercanos a Cristo, junto a su hermano Juan y Pedro, recorría la Hispania Romana difundiendo el mensaje de su maestro, tras la Resurrección. Cuenta la tradición que en la noche del 2 de enero, el discípulo se encontraba acampado en la ribera del río Ebro, en las inmediaciones de la ciudad romana de Caesaraugusta, actual Zaragoza, acompañado de un pequeño grupo de seguidores y apenado por la poca repercusión que había tenido su predicación entre las gentes de aquella vieja Hispania romana.
Según recogen las antiguas crónicas, documentadas en el "códice Moralia sive Expositio in Job", que se conserva en el archivo de la catedral de Zaragoza, y que fijaba en 1297 por escrito la tradición oral de la venida de la Virgen,
"Santiago el Mayor, hermano de Juan, hijo del Zebedeo, por revelación del Espíritu Santo, recibió un mandato de Cristo para que viniese a España a predicar la palabra de Dios. Él se dirigió inmediatamente a la Virgen, le besó las manos y le pidió con piadosas lágrimas la licencia y bendición. La Virgen le dijo: “Ve, hijo; cumple el precepto de tu Maestro, y por el mismo te ruego que en una ciudad de España, donde convirtieres mayor número de hombres a la fe, edifiques una iglesia en memoria mía, como te mostraré que lo hagas”. Saliendo, pues, Santiago de Jerusalén, anduvo predicando por España, llegando finalmente a la España Menor, que se llama Aragón, en aquella región que se dice Celtiberia, donde está situada Zaragoza, a orillas del río Ebro.
Aquí predicó Santiago muchos días, logrando convertir para Cristo a ocho hombres. Con ellos se entretenía a diario acerca del reino de Dios, y por la noche se iba a una era cerca del río, donde se echaba en la paja. A los pocos días, estando el Apóstol con los fieles sobredichos, cansados de la oración hacia la media noche, y durmiendo ellos, oyó Santiago voces de ángeles que cantaban: “Ave Maria, gratia plena”. Él, arrodillándose en seguida, vio a la Virgen, madre de Cristo, entre dos coros de millares de ángeles, colocada sobre un pilar de mármol.
El piísimo semblante de la bienaventurada Virgen María llamó a sí dulcísimamente al santo Apóstol, y le dijo: “He aquí, hijo mío, Santiago, el lugar designado y deputado para mi honor. Mira este pilar en que asiento. Sabe que mi Hijo, tu Maestro, lo ha enviado desde lo alto por mano de los ángeles. Alrededor de este sitio colocarás el altar de la capilla. En este lugar obrará la virtud del Altísimo prodigios y milagros admirables por mi intercesión y reverencia a favor de aquéllos que imploren mi auxilio en sus necesidades. Y el pilar estará en este lugar hasta el fin del mundo, y nunca faltarán en esta ciudad adoradores de Cristo”. Entonces el apóstol Santiago, lleno de alegría, dio innumerables gracias a Cristo y también a su madre. Luego aquel ejército de ángeles, tomando a la Señora de los cielos, la restituyó a Jerusalén y la colocó en su celda. Gozoso el bienaventurado Santiago con tal visión y consolación, empezó inmediatamente a edificar allí la iglesia, ayudándole los que había convertido a la fe."
El Apóstol Santiago junto a los ocho testigos del prodigio, conocidos como los "varones apostólicos", se apresuraron entonces a edificar el templo que la Virgen les había pedido, siendo esto motivo de muchas conversiones. Pero antes que estuviese terminado, Santiago ordenó presbítero a uno de aquellos primeros discípulos hispanos para el servicio del templo, consagrándolo y dándole el título de "Santa María del Pilar", que llegaría a ser el primer templo mariano del mundo dedicado en honor a la Virgen Santísima, antes de regresar a Judea donde acabaría siendo martirizado por Herodes Agripa I, alrededor del año 44 de nuestra era.
Finalizada su construcción, se ofició la primera eucaristía en Santa María del Pilar, un día 12 de octubre, motivo por el que en el siglo XVIII, el papa Inocencio XIII estableció este día en el calendario, como conmemorativo de la Virgen del Pilar para toda la cristiandad, si bien durante siglos fue celebrado en El Pilar. La Virgen del Pilar es invocada como refugio de pecadores, consoladora de los afligidos y madre de España.
Tal día como un doce de octubre, pero del año 1492, el marinero llamado Rodrigo de Triana, que en aquel entonces servía como vigía de la carabela "La Pinta", dio el aviso más esperado durante semanas para la expedición liderada por Cristóbal Colón: ¡¡¡Tierra!!! anunció Rodrigo al divisar el islote Guanahaní, que posteriormente sería bautizado como San Salvador, convirtiéndose así en la primera tierra ganada para la cristiandad en el continente americano. La Madre de España, posiblemente quiso así patrocinar también la mayor gesta de sus hijos en la historia, dando paso a lo que con el concurso de la fe y de los siglos, llegaría a ser la Hispanidad. La mayor comunión de pueblos y naciones del mundo, hermanados por la fe, la lengua y la cultura.
¡Viva la Virgen del Pilar!
¡Viva España!
¡Viva la Hispanidad!
...hasta el fin del mundo.
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