¿Qué partido tiene un plan para este tipo de gente?

[Vanu Gómez 64.181]

Me temo que ni siquiera los que se las dan de identitarios, en realidad urbanitas acérrimos, lo tienen. Gente así es cada vez más escasa pues todo empuja a que llegada cierta edad todos acaben planteándose salir de estos sueños de infancia o juventud obligados por un entorno que los imposibilita.

España ha funcionado durante muchas décadas, se podría decir siglos, según el principio de contar de "viveros humanos" (perdón por lo animalista de la expresión) que generaban continuamente excedentes de estos tipos humanos bastante duros y los ponían a disposición de  los reinos, primero, en el siglo XX y hasta principios de este, a las ciudades.

Ese manantial se ha secado por diferentes motivos y hoy, para suministrar ciertos ámbitos, solo es posible recurrir a la inmigración. La llamada de algunos a cortar en seco total la inmigración es una utopía en este estado de cosas, más que una utopía es una ocurrencia que solo la simpleza puede asentir.

¿Qué se puede hacer para que chavales como estos que quieren quedarse en su medio de vida no sean boicoteados por el sistema y empujados a marcharse? ¿Cómo puede revertirse la cada vez mayor hostilidad contra los habitantes e intereses de la España rural en las nuevas generaciones?¿Por qué hay gente empeñada en aniquilar este tipo de comunidades? (como anécdota, estos del vídeo son pasiegos, una de las pocas etnias de verdad que existen en España, digan lo que digan de vascos, etc.?

Si se secan los manantiales nos quedamos sin ríos.

[Español 71.112]

España tiene un gran poblema desde antaño con su política rural, y la cosa no ha cambiado mucho, por más que se hayan implementado medidas para atraer turismo o generar economía de servicios. Cuando las políticas benefician el desarrollo de las ciudades, en detrimento del mundo rural, lo que en realidad hacen es estrangular el desarrollo futuro de todo el país.

Las ciudades son como el dinero, que generan mucha riqueza pero no producen casi nada pues, simplemente transforman la materia prima en productos o servicios pero, sin el sector primario, que básicamente se encuentra en el mundo rural, el mundo urbano acaba por no tener sentido. Y la solución no puede pasar por transformar el sector primario en un sector de servicios, ya que este necesita de una gran afluencia de publico al que servir, que depende en gran medida de otros flujos económicos que escapan al buen hacer de las poblaciones reconvertidas, sobre todo en una nación como la nuestra, que carece de soberanía económica. Además de que deja la verdadera producción en manos de intereses foráneos que mañana pueden no coincidir con los tuyos. Una nación que se precie tiene que tener un sector primario propio y fuerte que permita el desarrollo de todos los demás sectores económicos.

La economía liberal ha dejado al albur de los intereses del mercado el futuro de toda esa gente, que desde siempre ha mantenido los ecosistemas y producido la materia prima sobre la que se desarrolla la sociedad. Y el supuesto socialismo se ha limitado a subvencionar su subsistencia a cambio de votos, y de que nada se desarrolle al margen de sus intereses. Simplemente es un suicidio lento pero implacable, aunque a algunos les haya reportado grandes beneficios.

Yo soy partidario de una firme intervención de la economía, de forma que los precios del mercado y el salario de los trabajadores se regulen desde una perspectiva social que permita su pleno desarrollo. Por supuesto esto tendría que venir parejo de gran un control sobre las importaciones a través de aranceles u otra medida, para no obligar como ahora se obliga, a competir con países esclavistas que pagan una miseria por la mano de obra y venden aquí a precio de risa. Pero también soy partidario de que el estado liberalice mucho más el pequeño emprendimiento, y no ponga tantas trabas e impedimentos a aquellas personas y cooperativas rurales que tienen pequeños proyectos que a futuro pueden generar empleo y riqueza. Lo que no soy favorable es al excesivo proteccionismo que se da a las grandes empresas en detrimento de las pequeñas, por mucho empleo circunstancial que generen, ni a la economía de la subvención que deja en manos de los políticos el capital humano.