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  1. Diego Álvaro de Moncada

    "La Lágrima Ardiente de María"

    "La Lágrima Ardiente de María". Las llamas, de las que Notre Dame fue víctima, son suficientes. Un intento de investigación de las causas culturales. Por David Engels Publicado originalmente en alemán el 17 de abril de 2019 en el diario Katholische Tagespost 15 de abril de 2019, Francia, París: Las llamas y el humo se elevan desde uno de los hitos más famosos del mundo, la catedral Notre-Dame de París. El alcalde de la capital francesa habla de un "incendio terrible". No es exagerado decir que toda Europa está conmocionada desde el lunes por la noche. Las terribles imágenes de la catedral en llamas, en el corazón de la capital francesa, que durante muchos siglos ha sido el verdadero corazón de la cultura occidental, ya se han grabado a fuego indeleblemente en la conciencia histórica de toda una generación y, al igual que el derrumbe de las torres gemelas, probablemente serán un símbolo del fin de una era: allí termina la hegemonía política de los E.E.U.U., aquí termina la última ilusión de dominio cristiano sobre Europa. ¿Y si el desastre de la Semana Santa el final se convirtiese en un nuevo comienzo? Por supuesto que fue un incendio provocado – si bien, a la postre, no importa si detrás del hecho hay una emoción anticristiana cada vez más extendida que ha estado llevando a ataques contra lugares de culto en Francia día tras día durante meses, o más bien "sólo" una negligencia criminal. Las verdaderas raíces del incendio provocado, del que fue víctima Notre Dame, son mucho más profundas: no sólo, como escribió Benedicto XVI hace sólo unos días, esas raíces llegan hasta las convulsiones del Concilio Vaticano II en torno a los años 1968, sino más atrás, hasta el siglo XIX. Fue en esos días cuando la religión fue degradada gradualmente a un "asunto privado" que ya no tenía que contar en la valoración de las preocupaciones sociales, sino que incluso se interponía en el camino del "progreso". Ya en el siglo XIX, Víctor Hugo escribió con razón: "Notre-Dame está hoy vacía, inmóvil, muerta. Uno se da cuenta de que algo ha desaparecido. Este enorme cuerpo está vacío; es un esqueleto; el espíritu lo ha dejado, sólo se puede ver dónde estuvo una vez, y eso es todo". Nada ha cambiado al respecto, todo lo contrario. Porque lo que ardía ayer era sólo una cáscara vacía; como tantas otras herencias de nuestra cultura, había sido degradada durante mucho tiempo, reducida a objeto de museo y sólo ocasionalmente instrumentalizada para convertirla en el perfil externo de una iglesia destripada y de un gremio político globalizado, cuyo verdadero credo, tal como Emmanuel Macron lo formuló en 2017, a pesar de todas las seguridades posteriores y de las lágrimas de cocodrilo presentes, corresponde a una sentencia de muerte sobre nuestra civilización rural: "No existe una cultura francesa. Hay una cultura en Francia, y es diversa." ¿Y qué lugar puede reclamar un lugar de culto a la Virgen y Madre de Dios en los corazones y en las moradas de los europeos que han mancillado sistemáticamente los ideales de pureza y fidelidad sexual, de estima caballeresca por lo eternamente femenino, de veneración del misterio de la maternidad, de la santidad de la vida del recién nacido y de los arquetipos complementarios del amor paterno y materno, y tal mancilla se ha dado a menudo incluso con el aplauso de un sacerdocio ideológicamente igualitarista? Por lo tanto, probablemente sea aún mejor que las puertas del Santísimo Sacramento se cierren ahora durante muchos años y que su interior descanse finalmente de todas esas multitudes de turistas que, en Notre Dame, sólo miran al imponente cadáver de una civilización menguante de la que ya no poseen ninguna referencia interior, o ante aquellas misas en las que el único objetivo parece ser celebrar la relativización del Absoluto y, por lo tanto, metafóricamente dar la espalda al Santo desde el lugar sobre el que se celebraba el Santísimo Sacramento en el siglo XV. En abril de 2019 la torre del crucero se derrumbó. El ensayista Alexander Pschera, por lo tanto, dio en el clavo cuando escribió en vivo sobre las llamas de París, en Facebook: "La Madre de Dios ya no puede soportar la infidelidad de su pueblo, y dejó caer una lágrima de fuego.... eso es lo único que se puede decir sobre la causa del incendio". Por lo tanto, por terrible que sea el fuego a nivel material, puede incluso ser visto como una especie de purificación, como una llamada a los pocos creyentes que quedan diciéndoles que es hora de romper con una ilusión generalizada y peligrosa: la ilusión de que el cultivo puramente comercial y políticamente justificado de los recuerdos seculares de la cultura cristiana significa algo más que una mera toma de rehenes de la cultura occidental en manos de un Estado, de una élite y de un número creciente de ciudadanos indiferentes interiormente con respecto a esa cultura y que, de hecho, tienen más bien probabilidades de ser hostiles a ella. Si queremos cambiar algo de este hecho, es necesario, por tanto, volver a vivir las propias convicciones sin tener en cuenta la tolerancia condescendiente y cada vez más limitada de una sociedad mayoritaria que se ha vuelto esencialmente atea o musulmana, y ello no sólo en el recinto sosegado del corazón, sino también en toda la vida cotidiana pública y política. Como hace muchos siglos, esta es la hora de una confesión abierta de nuestros valores y de la voluntad orgullosa de no relativizar la búsqueda de lo absoluto a través de la aparente consideración por los demás, detrás de la cual se esconde sólo la propia cobardía, reduciéndola así al absurdo sino, por el contrario, es el momento de hacer todo lo posible para asegurar que Occidente siga siendo fiel a sus raíces espirituales y espirituales, así como apostar por una dura disciplina interna, que incluye la preparación para lo peor, y por una correspondiente actividad política polémica. Porque el peligro en el que se encuentra nuestra civilización es todo menos imaginario, y no sería la primera vez en la historia de la humanidad que una religión desaparece completamente de su patria ancestral: "Tú, romano, expiarás inmerecidamente los delitos de tus mayores, hasta que hayas reconstruido los templos, las moradas ruinosas de los dioses y sus imágenes ensuciadas por el negro humo. Conservas el imperio por conducirte humildemente ante los dioses: de aquí todo principio, hacia aquí debes guiar el fin. Los dioses, por haber sido despreciados, ocasionaron muchas desgracias a la enlutada Hesperia". (Horacio, Carmina 3,6) Asegurar y reconstruir Notre Dame llevará muchos años, quizás incluso décadas, incluso si se prescinde de ingredientes "modernistas" y "contemporáneos" como terrazas en los tejados, bucles interreligiosos, tiendas de museos y cafeterías futuristas en el cielo. Quizás la tediosa resurrección de la Catedral de Notre Dame a partir de sus propias cenizas se convierta así en el símbolo de esos difíciles años de crisis y purificación que sin duda aguardarán a nuestro continente europeo, continente que se encuentra bajo una fuerte presión tanto interna como externa. Y quién sabe: ¿quizás la reapertura de la catedral, si su reconstrucción va acompañada de una verdadera purificación interna de los europeos, coincida con una verdadera renovación política de Occidente, una verdadera "Renovatio Europae"? Hemos tomado la traducción española de los versos a partir de la Antología de la Literatura Latina, de J.C. Fernández Conde y a. Moreno Hernández, Alianza: Madrid, 2012. Traductor V. Cristóbal López.
  2. Diego Álvaro de Moncada

    NOTRE-DAME, PORQUÉ CREO QUE FUE UN ATENTADO

    365 QUEJIOS (306) - NOTRE-DAME, PORQUÉ CREO QUE FUE UN ATENTADO Hay que ser muy cauto en esto de las catástrofes porque, suele ocurrir, que nada es lo que parece. Sin embargo, hay episodios que, la experiencia y el sentido común indican que solamente existe una explicación posible. Está claro que me refiero al incendio de Notre Dame de París. ¿Atentado o accidente? Ante todo, es preciso ser objetivos, e ir con cuidado en la elección de términos. Defender la hipótesis del “accidente” es lo propio de progres, islamófilos, gentes de izquierda, activistas anti-religiosos o angelistas globalizadores estilo Bergoglio o ZP. La opción contraria es la propia de defensores de la identidad europea, islamófobos y anti-inmigracionistas. Sí, esto puede ser cierto, pero hay algo que está por encima de ambas posiciones: el sentido común y la lógica. Si se utiliza el sentido común, parece bastante claro que las posibilidades de que se trate de un atentado son muy superiores a las que haya sido un accidente. Las diez razones son bastante simples y sencillas de explicar: 1) El accidente no pudo ser atribuido a las obras de restauración de la catedral. En efecto, se produjo fuera de horario laboral. En Francia y en el sector de la construcción, la jornada laboral no se prolonga más allá de las 17:30. El incendio, según todos los testimonios, se inició mucho más tarde, a las 18:25, aunque otros testimonios lo retrasan hasta las 18:50. Resulta significativo, como muchos medios de comunicación han ido rectificando la hora de inicio del fuego, tratando de aproximarla a la hora del fin de la jornada laboral. (La Vanguardia apunta a las 18:25, pero las últimas informaciones indican que fue mediA hora después). 2) Notre Dame no es un edificio cualquiera y su restauración no había sido entrega a obreros irresponsables y negligentes, sino a “compagnons”: es una joya arquitectónica mundial, por tanto, la empresa contratada para la restauración no era una SL de pacotilla, sino una empresa especializada, contratada para restaurar la aguja que no se había tocado, prácticamente, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, compuesta por operarios especializados salidos del “compagnonage” (los gremios profesionales que construyeron las catedrales en la Edad Media y que todavía existen hoy en Francia enseñando las mismas técnicas y constituyendo la élite especializada a la que siempre se ha recurrido para las obras de restauración del templo. Una “élite obrera”, al abandonar el trabajo se cuida de recoger instrumental y de que todo esté en orden para el día siguiente (especialmente el “compagnonage” la base de cuya enseñanza es el orden, la autodisciplina, la responsabilidad en la “obra bien hecha” y el trabajo eficiente. 3) Destruir un templo del gótico francés es relativamente fácil: los tejados que cubren la nave central están formados por planchas impermeables sostenidas por un entramado de madera sin contacto con las bóvedas sostenidas por las arquerías ojivales. Si se quiere destruir una catedral gótica, no basta con incendiar los bancos de la nave central o algún tapiz, sino que se partirá del pesado entramado de madera (que en Notre Dame era visible desde las torres de los campanarios accesibles para los visitantes), esperando que al ceder por el fuego, hunda las frágiles bóvedas góticas (que suelen estar cubiertas de ollas de barro vacías, para ocupar espacio pero no aumentar el peso, situadas sobre las arquerías y sobre las que se colocan las baldosas homogeneizan la cubierta y de la que solamente emergen las cabezas de las claves de bóveda). Se trata de un conjunto frágil que puede derrumbarse por el peso de los restos ardientes de la carpintería y del agua arrojada para apagar el fuego. Desplomadas las bóvedas y la arquería el templo puede ser considerado destruido. Tal era la estrategia de los incendiarios. 4) En los últimos tiempos, se han producido demasiados incendio e incidentes de los que no cabe la menor duda que se ha tratado de profanaciones deliberadas, en Iglesias importantes de París: hace apenas un mes, el domingo 17 de marzo de 2019, se produjo otro incendio de similares características en Saint-Sulpice, la segunda iglesia más grande de París y que recibía oleadas de turistas por haber sido citada en la novela El Código de Vinci… Parece difícil que se produzcan “accidentes” similares en dos iglesias separadas apenas por 900 metros, y en el plazo de 28 días. Si bien, ninguna autoridad ha mencionado que el incendio de Saint Sulpice (que pudo ser apagado pero que causó daños), fuera deliberado, tampoco ha aparecido ninguna prueba objetiva de que se tratase de un “accidente”. 5) El incendio de Saint Sulpice, el incendio de Notre Dame, no han sido accidentes únicos en la crónica de sucesos de Francia: como si se tratara de una campaña orquestada, en apenas unos meses se ha producido una docena de ataques a templos católicos, los más importantes en el entorno de París. La iglesia de Saint Denis, entre otras, situada en una de las zonas de la banlieu con más concentración de inmigración. Otro tanto ha ocurrido en Yvelines a penos de 25 km de París. Pero esto es solamente la punta del iceberg: en toda Europa se produjeron en 2018, un total de 500 ataques contra templos e instituciones religiosas. Así pues, estos ataques no son “episodios aislados”, sino que forman parte de una campaña sistemática. 6) El incendio sistemático de templos supone un “salto de cualidad” en relación a acciones que han sido las obsesiones del islamismo radical desde principios del milenio y obedece a una secuencia implacable: durante la “intifada” de noviembre de 2005 en Francia se quemaron 8.000 vehículos en todo el país y, desde entonces se ha mantenido en continuo ascenso esta práctica que nunca ha descendido, desde entonces, del centenar de coches destruido por noche. Solamente en 2011 se produjeron ¡40.000 incendios de vehículos! Y en la Noche Vieja de 2018, ardieron en apenas unas horas 1.031 vehículos. Las detenciones permiten afirma que las “bandas étnicas” son las únicas responsables de esta oleada de incendios y, resulta probable que, después de casi veinte años realizando la misma práctica, algunos elementos hayan pensado que era hora de cometer acciones “más audaces”: la quema de símbolos religiosos, por ejemplo. 7) Las agujas de las catedrales góticas son un símbolo de verticalidad que se alca hacia el cielo… el mismo significado que tienen los minaretes en las mezquitas: para el islamismo radical este detalle es sumamente importante. El número de minaretes de una mezquita y su altura están en relación directa con la implantación del islam en esa zona y con la preeminencia del culto a Alá sobre cualquier otra religión. En Granada hemos visto como durante años, irracionalmente, los promotores de la mezquita del Albaicín se obstinaban en que su minarete fuera solamente unos pocos metros más altos que la catedral católica. Por todo ello no puede extrañar que el incendio de Notre Dame se originase en la aguja (que ni siquiera era originaria, sino un añadido en la restauración realizada por Viollet-Le-Duc en el siglo XIX, siendo, por tanto, la parte más moderna del templo). En junio de 2017 ya tuvo lugar un primer intento de atacar Notre Dame de París, cuando un “soldado del ISIS2 atacó a un policía con martillo frente a la catedral. La acción tuvo como resultado la detención del yihadista, pero no se trataba de un caso aislado: pocos días después, el 19 del mismo mes, un coche cargado de explosivos chocó contra una furgoneta de policía. La investigación aludió a que podía haber actuado contra el palacio del Elíseo, residencia presidencial, o contra Notre Dame de París que, desde hacía unos años era vigilada por la policía al ser considerada como “objetivo preferencial yihadista”. 9) El 8 de septiembre de 2016, la policía francesa detuvo a cuatro personas de religión islámica, tras el hallazgo de un vehículo abandonado lleno de bombonas de gas cerca de Notre Dame de París. El ministro del interior confirmó las detenciones y la realidad de la amenaza terrorista que apuntaba contra la catedral. Es lícito pensar que, si este plan fracasó, algún grupo yihadista decidió recuperarlo y volver a intentarlo. 10) Para un europeo, Notre Dame de París es algo más que un símbolo católico, es una seña de identidad cultural. Para el islamismo radical es la personificación del “enemigo” étnico y religioso. La Iglesia Católica está atravesando los peores momentos de su historia, ante la indiferencia general, la ineptitud vaticana y la crisis cada vez mayor iniciada con el Concilio Vaticano II. Es una religión gastada y en crisis, a lo que se une el que los valores republicanos franceses, son valores laicos. La religión ha dejado de interesar a una gran mayoría de europeos, actitud que supone una ruptura con su pasado, con su tradición y con su identidad. Sin embargo, la religión es el fundamento de la identidad islámica y la preeminencia de su religión, incluso mediante la yihad (el último de los “pilares del islam” en su teología), es algo que para ellos resulta irrenunciable. La mentalidad islámica, obsesiva, intolerante, propia del desierto y deudora del paisaje monocorde, árido y sin matices de otros espacios geográficos, es incompatible -aquí y en la India, en Nigeria y en Egipto- con cualquier otra religión: no importa que, para otras culturas, la religión haya pasado al dominio de lo privado. Para el islam sigue siendo la fuente de su identidad y la religión el eje de su política. Los atentados contra centros religiosos tenidos como “rivales” son la consecuencia de esa concepción. Así pues, no puede extrañar que los centros religiosos católicos sean objetivo preferencial del yihadismo. No importa que otras religiones no se consideren en guerra ni rivales del islamismo radical, lo que importa es que este si está en guerra con cualquier posible rival, especialmente a partir de determinada concentración de islamistas. CONCLUSIÓN Si estos diez argumentos apuntan a un atentado yihadista, no hay que olvidar el otro argumento que va en contra: “no existen pruebas objetivas de que se trate de atentados, tan solo son datos para construir una hipótesis”. Bien, esto será así desde el punto de vista jurídico, pero la destrucción de pruebas es algo deliberado. Cuando un incendio se inicia en la techumbre, en las proximidades del eje emblemático de la catedral -la aguja-, lo que se pretende es -como hemos dicho- que la techumbre y el agua para extinguir el fuego, derrumben la bóveda y se precipiten sobre la nave central: en esas circunstancias no existe la más mínima posibilidad de establecer si fue o no un atentado. En otras palabras, la ausencia de pruebas, es la demostración negativa de que se trató de una acción meditada y deliberada… especialmente si la acción se encuadra en el contexto que hemos descrito. No sabremos la verdad jamás, por lo menos, no en los próximos 40 días. Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, el mismo día que el Partido de los Verdaderos Finlandeses ha dado una nueva victoria a las fuerzas que defienden la identidad de los pueblos europeos, los partidos demoliberales y las izquierdas progresistas y universalistas, no pueden arriesgarse a desencadenar una adhesión unánime a los partidos identitarios, reconociendo que el incendio de Notre Dame ha sido una operación yihadista más que responde a una estrategia de escalada de violencias, sobre una sociedad anestesiada por sus gobiernos y por sus propios medios de comunicación. Así pues, oiremos hasta la saciedad la versión del “accidente”. Pero ahí quedan 10 razones, bastante más lógicos y coherentes para demostrar justo lo contrario. Conclusión final: otro chispazo de la guerra étnica que nos han declarado, una guerra que será, a la vez, racial, social y religiosa. Hay guerra cuando un solo bando ha decidido que está en guerra y poco importa que los gobiernos europeos no lo asuman: la otra parte ya ha decidido estrategia y tácticas. Y aquí jugando a elecciones... http://info-krisis.blogspot.com/2019/04/hay-que-ser-muy-cauto-en-esto-de-las.html Exista intencionalidad o no en esta catástrofe, el significado de la misma, el simbolismo que en el curso de la Historia va a representar es tremendo. Ernesto Milá argumenta de una forma tal que nos mete el miedo en el cuerpo. Francia anuncia el camino de la descomposición de la Civilización Católica.
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