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  1. Geopolica.ru (la página de Dugin) ha publicado un artículo de Jean Meyer sobre el complotismo antijesuítico. Jean Meyer es un historiador serio, aunque un tanto sesgado a favor de la iglesia ortodoxa. El artículo habla sobre las teorías de la conspiración que ponen a los jesuitas a la cabeza del complot. Parece que uno de los orígenes de esta teoría del complot es Rusia y por ello el artículo se centra en ese país, pero también menciona a otros países europeos, como Francia, donde la izquierda y la derecha se unen contra los jesuitas. El artículo está bastante embrollado y a veces no se distinguen las citas del propio texto, pero aborda cuestiones muy interesantes que procuro marcar en negrita. Al final comento un par de cosas. Ni Khomiakov, ni Ambrosio son un fenómeno aislado; no son "un cometa caprichoso en el ciclo de los astros de la ortodoxia". Tampoco Dostoyevski (1821-1881), a quien podemos considerar como su alumno. Veinte años después de la guerra de Crimea, en 1873, siente que el papa Pío IX sigue animado por el odio latino de monseñor Sibour contra la ortodoxia: El tema de la conjura católica lo he tratado ya ampliamente [...] el quid de los acontecimientos actuales en toda Europa está en la conjura católica. ¿De dónde procede ese ánimo belicoso que raya en pasión y lleva al catolicismo incluso a defender a la ortodoxa Turquía contra la cismática Rusia? [...] Ni en Inglaterra, ni en Hungría existen hoy enemigos tan acérrimos de Rusia como estos belicosos clericales. No ya algún prelado, sino el Papa mismo ha hablado con alborozo del triunfo de los turcos y profetizado un porvenir pavoroso para Rusia. Ese anciano moribundo que todavía se llama jefe de la cristiandad no ha tenido reparo en confesar públicamente que las victorias de los turcos le producen siempre alegría. Tan tremendo odio resulta comprensible en cuanto se reconoce que el catolicismo romano está haciendo efectivamente la guerra.15 En septiembre de 1877, en su Diario de un escritor, los acontecimientos balcánicos le inspiran estas reflexiones: la guerra contra Turquía es por la verdadera cristiandad y Rusia, como el Cristo de las naciones, se sacrifica de manera desinteresada por los búlgaros, los serbios y todos los eslavos del Sur: El camino empieza en Roma, y arranca del Vaticano, donde el anciano moribundo, el jefe de los jesuitas que lo rodean, hace ya mucho tiempo marcó ese derrotero. Al plantearse la cuestión de Oriente, comprendieron los jesuitas enseguida que había llegado el momento propicio [...] Pero la parte esencial de la lucha consistirá en que con ella se resolverá el milenario problema católico, viniendo a ocupar su puesto, por voluntad de la providencia, el cristianismo oriental.16 En marzo de 1876 trata de Roma, del papa y de sus jesuitas en "Fuerzas moribundas y fuerzas nacientes": ¿Y no nos hemos llevado con el catolicismo las más increíbles sorpresas? De pronto, cuando le hizo falta, vendió a Cristo por los bienes terrenos y estableció el dogma de que "el cristianismo no puede subsistir sin el poder temporal del Papa", creando así un nuevo Cristo, que ya no se parece nada al antiguo y que ha cedido a la tercera tentación demoníaca, la del poder mundano: "¡Todo esto te daré si me adoras!" [...] Es la resurrección de la antigua idea romana del imperio del mundo, que nunca morirá en el catolicismo romano [...] De esa suerte se ha consumado el trueque del verdadero Cristo por un imperio profano. Y en el catolicismo romano se cumple verdaderamente.17 Por eso Dostoyevski puede hablar del "Cristo ruso", ortodoxo, como el verdadero Cristo, y considerar que los rusos que pasan de la ortodoxia, de la única y verdadera Iglesia, a la confesión romana, la del papa y de sus jesuitas, consuman una monstruosidad imperdonable y dejan de ser rusos. Shatov, en Los demonios, recuerda a Nikolai Stavroguin que dijo: "quien no es ruso ortodoxo, no puede ser ruso". El zar Nicolas II no había dicho otra cosa. El príncipe Gagarin y El Idiota En junio de 1876 , Dostoyevski recuerda con tristeza, en el Diario de un escritor, que los rusos en el extranjero se distinguen o por su liberalismo y su adhesión a las izquierdas y extremas izquierdas, o bien se convierten en unos conservadores europeos auténticos, al grado de convertirse al catolicismo. Los define como "los más consumados negadores de Rusia [...] destructores, enemigos de Rusia". Y así nos encontramos con dos tipos de ruso civilizado: el europeo Bielinskii, que a la par que niega a Europa, se acredita de ruso en altísimo grado, y el auténtico noble ruso, príncipe de Gagarin, que luego de volverse europeo estimó necesario no sólo convertirse al catolicismo, sino hasta meterse a jesuita. ¿Cuál de los dos es el mayor enemigo de Rusia? ¿Cuál de los dos se conservó más ruso? [...] no hay ruso alguno que se vuelve seriamente europeo como conserve aunque sólo fuere un pizca de ruso.18 "El auténtico noble ruso": efectivamente, Iván Gagarin (1814-1882), hijo del príncipe Gagarin y de Barbara Pushkin, pertenecía a una de las mejores y más antiguas familias de Rusia, cuyo linaje remontaba a Riurik, el fundador de la primera Rus, por los príncipes de Starodub-Vladimirski. El jefe de los Gagarin (décima séptima generación después de Riurik) fue el príncipe Mijaíl "a" Gagara...Iván, el futuro jesuita, era amigo de Piotr Chaadaev, Alexander Pushkin, Dolgorukov, Saltykov, Samarin, Volkonskii, algunos de los mejores espíritus de Rusia; hizo una carrera diplomática en Europa, entre 1833 y 1842 y su Diario cubre dichos años, hasta su entrada en la Iglesia católica: doble traición, a Rusia y a la verdadera Iglesia. En una carta a Maikov, Dostoyevski afirma que "quien pierde a su pueblo y a su espíritu nacional, pierde la fe de sus padres y a Dios [...] Toda la misión de Rusia se resume en la ortodoxia, en la luz que viene de Oriente".19 Por eso le perturba tanto el "renegado" Gagarin, que aparece en El Idiota, como Pavlischev. El príncipe Mishkin se horroriza al saber que su admirado Pavlischev "abrazó el catolicismo". ¿No es aquel Pavlischev quien tuvo una historia singular?...con un abate...el abate...olvidé su nombre, pero eso hizo mucho ruido dijo el "dignitario", esforzándose para recordar. El abad Gouraud, un jesuita, respondió Iván Petrovich. Sí, ¡ahí están nuestros hombres admirables y dignos de estima! Sin embargo, Pavlischev tenía nacimiento y fortuna, era chambelán y... se hubiera mantenido en el servicio... pero de repente abandona sus funciones y todas sus relaciones para abrazar el catolicismo y hacerse jesuita. Lo hizo con entusiasmo y casi con espectáculo. Francamente murió a tiempo... sí, todo el mundo lo dijo entonces... El príncipe no se aguantó más. Pavlischev... Pavlischev ¿converso al catolicismo? ¡Imposible! Gritó en un tono de espanto. [...] dijo el viejito en un tono importante; además esa gente tiene una manera de predicar que tiene tanta... elegancia, tanta personalidad... y saben asustar. Me asustaron, lo confieso. Fue en 1832, en Viena; pero no sucumbí, huí,¡ha! ¡ha! Palabra de honor, tuve que huir. Pavlischev era un hombre de claro ingenio y un verdadero cristiano -dijo de pronto el príncipe-. ¿Cómo podía aceptar una fe que no tiene nada de cristiana? El catolicismo -agregó con ojos chispeantes, mirando alrededor como si tratara de ofuscar a todos a la vez- no es más que una fe no cristiana. -Bueno, eso ya es ir demasiado lejos- musitó el pequeño viejo, mirando sorprendido a Iván Fyodorovich. ¿Cómo puede ser el catolicismo una religión no cristiana? -En primer lugar, es una religión no cristiana- dijo el príncipe de nuevo, con gran agitación y excesiva vehemencia. Eso en primer lugar; en segundo lugar, el catolicismo romano es incluso peor que el ateismo... ¡ésa es mi opinión! El ateismo sólo predica la negación, pero el catolicismo va más allá; predica un Cristo deforme, un Cristo al que ha calumniado y difamado, ¡lo contrario de Cristo! ¡Predica el Anticristo, juro y aseguro que así lo hace!... no es ni siquiera una religión, sino claramente una continuación del Sacro Imperio Romano, y todo en él se supedita a esa idea, empezando por la fe misma... ¡No, señor, no! No es sólo una cuestión de teología, se lo aseguro. Nos afecta mucho más cerca de lo que usted supone... Es necesario que nuestro Cristo brille en oposición a las ideas venidas de Occidente, nuestro Cristo, conservado por nosotros y desconocido de ellos. Y hacerlo, sin caer pasivamente en el lazo que nos tienden los jesuitas.20 En sus Apuntes, Dostoyevski escribe que Palischev es Gagarin y que el abad Gouraud es el jesuita De Ravignan, quien tuvo un papel importante en la decisión del príncipe. Afirma que Gagarin "odia, no las condiciones en Rusia, sino al pueblo ruso". En cuanto a los jesuitas... en mayo-junio de 1877, Dostoyevski les dedica el párrafo IV en Diario de un escritor, intitulado "El ejército negro.-La opinión de las legiones como nuevo elemento de civilización". A propósito del Kulturkampf llevado por Bismarck contra la Iglesia católica, profetiza que "este ejército negro declarará sencillamente la guerra a Alemania en el momento crítico". Imagina a los jesuitas manipulando a Francia contra Alemania: "Saben que de vencer Francia, serán los dueños de todo y podrán enquistarse allí para siempre". Pero los jesuitas revolucionarios no proceden de un modo legal, sino desusado. Este ejército negro está fuera de la Humanidad, fuera de la civilización y se gobierna a él solo. Es un status in statu, es el ejército del Papa que sólo ansia el triunfo de su idea... aunque se hunda todo lo demás, si se atraviesa en su camino; aunque perezca todo lo que no esté con él: ¡cultura, humanidad, ciencia! De fijo que aspiran a fundir de nuevo a Francia en un molde nuevo y definitivo [...] para luego darle una Constitución nueva que haya de estar siempre bajo la tutela jesuítica.21 En septiembre de 1877, Dostoyevski trata otra vez del Kulturkampf y dice que Roma prepara una contraofensiva para que Bismarck no reduzca al papa de soberano universal a mero patriarca europeo. Como la cuestión de Oriente se atraviesa justo en aquel momento (guerra ruso-turca a propósito de Bulgaria), teme que el papa y su ejército negro se aprovechen de la crisis : "Y aunque Europa entera haya de anegarse en torrentes de sangre... ¿qué importa? En cambio, triunfará el Papa... lo que para el romano vicario de Cristo es todo". Otra vez el tema de la conjura católica.22 En octubre del mismo año, le dedica el capítulo III de su crónica a "Los clericales romanos en Rusia" y denuncia la "inclinación de los polacos hacia los turcos y su secreto anhelo de agravar la situación de Rusia mediante la agitación revolucionaria". Considera "chocante" y "odiosa" esa actuación de "cierto partido que desde el interior de Rusia" trabaja de acuerdo con los enemigos de Rusia. "Hay no pocos elementos romano clericales que se ocultan bajo distintos ropajes. Hoy ya está enterado y escribe todo el mundo de la conjura clerical mundial... la conspiración vaticanista". La noticia de la candidatura del cardenal Ledochovski, "que, naturalmente, es polaco", para la sede pontificia le parece confirmar la existencia de "la conjura clerical": "luego de elegido papa, sólo se preocuparía de la existencia de su Polonia".23 En noviembre de 1877, desarrolla la idea de que los herejes latinos son peores que los paganos porque Roma "falsea a Cristo". "El catolicismo vendió a Cristo al bendecir a los jesuitas y aprobar su máxima de que el fin justifica los medios. Toda la doctrina cristiana la ha empleado exclusivamente en la adquisición de bienes terrenales y el logro de la soberanía del mundo".24 En su última obra, Los hermanos Karamazov, los jesuitas siguen presentes, aun cuando el Gran Inquisidor de la leyenda escrita por Iván no es un discípulo de Ignacio de Loyola. Tanto el P Dirscherl S.J. como Fülöp-Miller subrayan que el inquisidor tiene todas las características del jesuita arquetípico de Dostoyevski. Por eso Fülöp-Miller no duda en decir que el gran escritor es "el mayor enemigo que haya surgido contra la Sociedad de Jesús desde Pascal... porque consideraba a los jesuitas como los representantes más importantes del espíritu católico, hombres que por su sabiduría mundana, su hábil dialéctica y sistema ético fueron los primeros en dar armas espirituales a la sed católica de poder".25 En Los hermanos Karamazov, el autor da forma al material acumulado durante los siete años del Diario, sobre el tema del catolicismo y del jesuitismo. Así, en la novela, Iván Karamazov publica un artículo muy comentado sobre la Iglesia y el Estado en el cual afirma que Roma ha dejado de ser una Iglesia, al convertirse en Estado hace mil años: "No es simplemente ultramontanismo, ¡es archi ultramontanismo! ¡Más allá de los sueños del papa Gregorio VII!"26 Y el padre Paisii de comentar: "Eso es Roma y sus sueños. Esa es la tentación del tercer diablo". Ese diálogo, en el cual Dostoyevski ordena su visión de la Iglesia católica, es, de cierta manera, el preludio al "poema" del Gran Inquisidor.27 Aliosha Karamazov reacciona con emoción a lo que su hermano hace decir al Inquisidor: que los papas han tomado la espada de César para asumir el poder sobre toda la tierra: "Eso es aplicable a Roma, y aun así, no a toda Roma; [...], los peores católicos son los inquisidores y ¡los jesuitas![...] ¿Conoces a los jesuitas? [...]Ellos no son otra cosa que el ejército de Roma para el futuro universal imperio terreno, con un emperador..., el pontífice romano". Iván, al despedirse de Aliosha menciona al "catolicismo romano con sus ejércitos y sus jesuitas", antes de decirle: "¡No pensarás tú que yo me voy a ir ahora allá con los jesuitas para sumarme a ellos, los que han corregido las proezas de Él!"28 No haría lo que el otro Iván, el príncipe Iván Gagarin. Ponerse al servicio del Anticristo. El Anticristo en la cultura rusa Cesare G. DeMichelis demostró en 1988 que en la tradición cultural rusa, desde la visita del jesuita Antonio Possevino, hasta los tiempos soviéticos, se identifica al Adversario con la imagen del papa y de su representante y mejor soldado: el jesuita. A la hora de la Unión de Brest, a fines del siglo XVI, surge esa versión del papa-Anticristo que retoman, a principios del siglo XX, personajes tan diferentes como D. Merejkovskii, A. Lunarcharskii o N. Bujarin. El 7 de marzo de 1930, Nikolai Bujarin publicó en Pravda un artículo: "Finansovii kapital V mantii papy", o sea "El capital financiero debajo del manto del papa". Según Stephen Cohen, este alegato histórico bien documentado contra los papas, la Inquisición y los jesuitas, desarrollaba una sutil analogía entre la obediencia absoluta impuesta por la Compañía de Jesús y el stalinismo.29 O sea, Stalin como "papa-anticristo" y la OGPU como la orden jesuita... Alguna vez, alguien le había preguntado a Lenin si, al fundar el Partido, no se había inspirado en Ignacio de Loyola, y en 1920 Evguenii Zamiatin en su obra teatral Ogni sviatogo Dominica (Los fuegos de Santo Domingo) había evocado a la Cheka bajo la forma de los jesuitas. DeMichelis señala cómo, en febrero de 1582, cuando el P. Possevino S.J. regresaba a Moscú, los mercaderes ingleses residentes en la ciudad entregaron al zar Iván un panfleto protestante sobre el "papa-anticristo". Possevino cuenta cómo ciertos ingleses, "totalmente herejes", habían sugerido al zar "maldades sobre el Pontífice Máximo" que tuvo que refutar durante su debate público con Iván el Terrible, en el Kremlin.30 Fue la Unión de Brest (1596), con la agravación consecuente del antagonismo entre las Iglesias y las eternas guerras entre Rusia y Polonia, la que popularizó el tema del "papa-anticristo" y lo grabó con la ecuación católico-jesuita-polaco en las mentalidades, en el inconsciente colectivo ortodoxo y ruso.31 Con toda razón DeMichelis puede afirmar que "este proceso complejo, a la vez histórico-político, histórico-militar y religioso-cultural, tiene una importancia decisiva en la evolución de la temática".32 Dicha temática no ha desaparecido del todo en 2014, por lo menos, en ciertos círculos de la Iglesia Ortodoxa de Rusia. El grueso libro La ortodoxia y el cristianismo occidental. Manual para los seminarios y escuelas conciliares, publicado en 1995 por la Academia Religiosa Moscovita se hace eco de la "maquinación jesuita", latina y romana. La memoria ortodoxa, agraviada y dolida, no ha olvidado nada, ni el abominable saqueo de Constantinopla en 1204 por los cruzados, ni el Falso Dimitri y sus jesuitas polacos, y se indigna al ver como los jesuitas polacos organizan, después de la desaparición de la URSS, la provincia rusa de la Compañía de Jesús.33 La Iglesia católica con sus jesuitas, por ser el adversario histórico y más antiguo, cristaliza en forma admirable, todas las angustias y fobias de la Iglesia Ortodoxa Rusa. La "maquinación jesuita" Antes de que apareciera el mito de los Protocolos de los Sabios de Sion que pretendían dominar al mundo, después del mito de los templarios y de los rosacruces, pero antes del mito de la conspiración masónica, nació el mito incombustible del complot jesuítico. Desde los primeros días, en tiempos de su fundador, la Compañía de Jesús despertó sentimientos ambivalentes de admiración y odio, reverencia y aversión, a los cuales se mezclaron la malicia y la calumnia. Como botón de muestra está el famoso apócrifo, Monita secreta Societatis Jesu, publicado por primera vez en Cracovia en 1614, por un supuesto sacerdote de nombre Heronym Zahorowski. No tuvo mucha difusión en el siglo XVII, pero conoció ulteriormente gran fortuna: traducido al español en 1712, al francés en 1719 como Instructions secretes, al inglés en 1723, fue utilizado por el parlamento francés en su ofensiva contra los jesuitas en la segunda mitad del siglo XVIII, y también por los enciclopedistas. Publicado en España en 1881, ha sido reeditado en Oviedo en 2000 con el título ¡Pobres Jesuitas! Monita secreta o instrucciones reservadas al lector. Por cierto, Yuri Samarin, en sus cartas contra los jesuitas, cita a las Monita.34 El motivo oficial de su expulsión de Francia en 1762 era que constituían un Estado en el Estado y bien podrían destruir la monarquía. En el artículo Jesuitas de la Enciclopedia, D'Alembert les atribuye todos y cada uno de los asesinatos e intentos de asesinato de varios reyes de Francia. Nicolas de Bonneville publica en Londres, en 1788, Les Jésuites chassés de la Maçonnerie et leurs poignards brisés par les Maçons; el autor señala que "hoy, como bien se sabe, hay jesuitas en Rusia, Suecia y Dinamarca". En el siglo XIX coinciden curiosamente denuncias de derecha y de izquierda: así, ciertos contrarrevolucionarios pensaban que la revolución francesa era la obra del complot jesuita internacional; que los jesuitas querían destruir a los reyes y la sociedad para asegurar su poder. En la casa de enfrente, Jules Michelet y Edgar Quinet atribuían, en 1843, la restauración de los Borbones en 1815 al complot jesuítico. Esos dos autores pensaban que la Compañía de Jesús había tendido sus redes sobre el mundo entero y que, al servicio de una autoridad supranacional, el papado, funcionaba como un verdadero ejército para hacer una guerra a muerte a la república y al progreso. La misma monarquía de Julio combatió a los jesuitas por su apoyo a los legitimistas. En 1844-1845, Eugenio Sue popularizaba el mito del aquel complot en su Le Juif errant.35 La lógica de la teoría del complot es que encuentra un sentido a la Historia y, además, sirve a intereses políticos evidentes de movilización y radicalización del combate político. Hitler lo dijo sin tapujos en Mein Kampf: "El arte de sugerir al pueblo que los enemigos los más dispares pertenecen a la misma categoría es el hecho de un gran jefe". En cuanto a Charles Maurras(1868-1952), el fundador de la Action Française, lanzó el mito del Complot des Quatre Etats confédérés (protestantes, masones, judíos y métèques), mito adoptado con entusiasmo por todos los que colaboraron con los nazis, en la Francia ocupada del mariscal Pétain. Hoy en día, la red está saturada por textos que mantienen la mitología negra de la Compañía de Jesús. Como botón de muestra, están los textos del activísimo Eric Jon Phelps, autor norteamericano de Vatican Assasins. The Diabolical History of the Society of Jesús, libro enorme publicado por cuenta del autor en 2001 y otra vez en 2004. Entre los crímenes que atribuye a los jesuitas se encuentra el asesinato del presidente Kennedy. Hoy en la red, afirma que el gobierno de Washington está controlado por ellos: Vean como el gobierno americano utiliza su poderío militar, político, financiero para mantener el poder temporal del Papa. No solamente en Haití -Aristide era un peón completo del Papa y de la Orden de los jesuitas-, en todas partes. Rusia es otro ejemplo [...] Israel también. Rothschild controla a los judíos, su familia tiene una alianza con el general de los jesuitas desde 1876. Así Roma controla al gobierno israelí. Lo controla a través del Mossad [...] Lo que no saben los musulmanes es que son utilizados por los jesuitas para reconstruir su propio templo en Jerusalén. Les gustaría tenerlo reconstruido para el Papa, para que pueda sentarse en el y ser el Anticristo del libro de Daniel, capítulo 9. Es lo que veo venir. ¡Hasta los encuentra detrás del "naufragio del Titanic, con la creación de la White Star Line, JP Morgan y demás". Y termina diciendo, como Dostoyevski y ciertos ortodoxos del siglo XXI, que los jesuitas son ateos.36 "Estos documentos nos explican lo que se esconde detrás de esta dominación mundial de los jesuitas, el porqué de tal maquinación bárbara y oculta por parte de los jesuitas que controlan la Masonería y que no reconocen más autoridad que el Vaticano y el imperio de Roma y Jerusalén como gobierno mundial". Así empieza un largo texto intitulado L'Ordre des Jésuites. Illuminés! Star Warspour le Reich. Le Pape qui est soumis à l'Ordre des Jésuites, un Ordre occulte qui siège au Vatican. El lector descubre, entre otras maravillas, que Abraham Lincoln fue asesinado por los jesuitas, y también Malcolm X, quien luchaba contra el aliado de los jesuitas, Martín "Lucifer" King... "Desde 1868 ellos controlan los Estados Unidos". Concluye con las Monita secreta de 1614.37 Se cierra el círculo. En Rusia hoy El jesuita Constantin Simon empieza su artículo "How Russians See Us: Jesuit-Russian Relations Then and Now" con la anécdota siguiente encontrada en Izvestia del 26 de mayo de 1994: el periodista Alexei Chelnokov se topa con jóvenes neonazis moscovitas y los entrevista; para que entienda bien sus actividades, uno de ellos le explica: "No somos un partido político. Más bien somos una antigua orden religiosa jesuita".38 Tal cual. Precisamente en estos años, la Iglesia Ortodoxa de Rusia se quejaba del "proselitismo" realizado por los "misioneros" católicos, en general, y por los jesuitas, en particular. La cultura soviética no había mejorado para nada la idea que los rusos podían tener de los jesuitas, si uno recurre a la definición de la palabra "jesuita" ofrecida por el muy oficial diccionario de la Academia Soviética de Ciencias, Slovar sovremennogo russkogo iazika (Diccionario de la lengua rusa contemporánea): "un miembro de una orden religiosa católica, una organización eclesiástica militante, sirviendo de baluarte al papa y a la reacción". El artículo cita a Herzen: "los jesuitas, estos siniestros monjes-soldados, guardianes de la frontera entre el papismo y la Reforma". Las definiciones, en el mismo diccionario, de "jesuitismo", "jesuítico" y otros derivados no difieren de las correspondientes en un diccionario francés o español: "hipocresía, doblez, astucia, traicionero". El historiador soviético D.E. Mijnevich, en su libro Ocherki iz istorii katolicheskoi reaktsii (iyezuity) (Ensayo sobre la historia de la reacción católica-jesuitas), define desde la primera página a la Compañía de Jesús como "el baluarte de la más negra reacción, del oscurantismo más inveterado, de la inmoralidad más sucia". Pero para aquellos jóvenes neonazis, los jesuitas formaban una organización secreta e internacional de conspiradores militantes y agresivos, algo como los caballeros Templarios, o Teutónicos, monjes-soldados para los cuales todos los medios eran buenos, empezando por la violencia. He encontrado en Ogoniok y en Komsomolskaya Pravda, entre 1992 y 1995 predicciones alarmistas tan pronto como llegaron noticias que los jesuitas polacos desembarcaban en Moscú: ¡Eran dos, nada más! Fue suficiente para que se anticipara que pronto una red de colegios jesuitas iba a cubrir Rusia, ofreciendo además de una escolaridad gratuita, desayuno y comida. Una periodista, presumiendo haber realizado trabajo de archivo, anunció que por la quinta vez en la historia la Sociedad estaba a punto de conquistar el sistema educativo ruso. En 1994, el obispo de Magadan denunciaba la presencia de seiscientos jesuitas, repartidos en toda la Federación de Rusia: eran en aquel entonces menos de treinta. "Por la quinta vez"...No sé si Svetlana Kirillova empezaba su conteo a partir del P. Antonio Possevino S.J., pero la memoria amarga del clero ortodoxo tiene registrado cada uno de los desencuentros, para no decir más, entre la "latinidad" y la ortodoxia. No olvida ni perdona que, en el siglo XX, Roma haya esperado, en palabras de un jesuita, "la conversión prometida, que tanto anhelamos, de esa Rusia a la que Nuestra Señora ha tomado a su cargo", según lo anunciado en Fátima en 1917;39 conversión que con la caída del zar pareció muy próxima para ciertos dirigentes católicos, ilusionados con la idea de que un concordato podía ser negociado con los bolcheviques. Entraron en escena dos jesuitas, el estadounidense Edmund A. Walsh, miembro de la American Relief Administration y director de la misión vaticana, misiones que combatían la hambruna en la URSS, en 1922-1923, y el francés Michel d'Herbigny, jesuita de todas las confianzas del papa Pío XI. Especialista de las relaciones entre la Iglesia católica y la ortodoxa, el obispo d'Herbigny manifestó una soberana torpeza, típicamente europea y romana, que llevó la empresa al desastre. Subestimó trágicamente, durante varios años, la hostilidad del régimen contra la religión en general y creyó que la ruina de la Iglesia ortodoxa abría las puertas a su Iglesia. En 1926, había mandado a dos jesuitas para abrir un seminario en Odessa. Luego los obispos que consagró fueron arrestados y en 1929 comprendió su error. Sus labores dejaron en los ortodoxos la convicción de que Roma había intentado de manera maquiavélica tomar el lugar de la Iglesia ortodoxa, precisamente cuando Lenin, luego Stalin la estaban destruyendo de diversas maneras.40 Todo esto dejó un pesado contencioso con la Iglesia ortodoxa de Rusia, que ni el Concilio de Vaticano II, ni la famosa Ostpolitk de Pablo VI lograron liquidar. Después de la segunda guerra mundial la Revista del Patriarcado de Moscú, Pravda, Literaturnaya Gazeta y demás diarios y revistas soviéticas siguieron su doble línea política y religiosa, denunciando la política del Vaticano como una "traición permanente de los principios del cristianismo" y como una empresa "colonialista". Así en el número de noviembre de 1960, la revista del Patriarcado publicó un largo artículo de A.F. Shishkin sobre "El Vaticano y su lucha por la paz, la amistad entre los pueblos". Según Shishkin, la historia de la Iglesia romana manifiesta la inutilidad de los intentos del Vaticano por justificar la actividad no eclesiástica de la Curia romana invocando motivos de orden religioso y moral [...] El catolicismo político no pone en práctica la enseñanza cristiana del amor a la paz y al prójimo [...] La actividad política del Vaticano en los últimos cincuenta años sirve intereses no eclesiásticos. Más adelante exponía que esa plaga, el catolicismo político, seguía royendo a los papas, los cardenales y "al cuerpo de la Iglesia católica romana. Se manifiesta en la primera y la segunda guerra mundial y en su apoyo a la 'guerra fría'". Concluía que "con la bendición del papa Juan XXIII la prensa católica no ceja en su lucha sistemática contra los movimientos de liberación de los pueblos coloniales y la idea de coexistencia pacífica". El "colonialismo" del Vaticano era uno de los temas preferidos de la propaganda soviética que denunciaba las actividades de los "misioneros" católicos y en especial de los jesuitas. Literaturnaya Gazeta de enero de 1961 dice, a propósito de los jesuitas, que "la rapacidad gana a la Iglesia católica. Sus políticos en sotana se lanzan en las aventuras más arriesgadas y desesperadas. Cuando el colonialismo vive sus últimos días, cuando nada puede salvar al orden antiguo, blandiendo la cruz, ellos llaman a sus antiguos esclavos a obedecer". No hay diferencia entre la prensa ortodoxa y la comunista. En 1962, el historiador L. Vyshnevskii escribe en su libro La Unión de Florencia y el destino histórico de Rusia un párrafo que se llama "De los planes antirrusos del Vaticano y de sus fieles sirvientes, los Jesuitas".41 El mismo afirma, en 1973, que "los Jesuitas querían una Rusia gobernada por el Papa romano y los Jesuitas [...] La sangre de Pushkin, evidentemente, está sobre la sotana negra del jesuita Gagarin".42 En 1985 todavía, la Pravda llamaba a intensificar la propaganda atea y el 24 de noviembre de 1986, Mijaíl Gorbachov afirmaba en Tashkent que había que luchar con resolución contra la religión. La ortodoxia era el mal menor, frente a un catolicismo que conspiraba con los enemigos de la URSS. El líder de la perestroika cambió luego de parecer, puesto que en 1988, con motivo del milenio del cristianismo eslavo, reconoció "los errores cometidos en el pasado por los dirigentes soviéticos para con la Iglesia" y anunció una ley sobre la libertad de conciencia. El 1 de diciembre de 1989, Juan Pablo II recibió a un Gorbachov que, el 5 de julio en París, había anunciado que había sido bautizado... En 1991, Roma procede a la reorganización de la Iglesia católica de rito latino en las repúblicas de Bielorrusia, Rusia y Kazajstán que alojan comunidades católicas de origen polaco y alemán. El 14 de mayo, en Fátima, Juan Pablo II agradece a la Virgen "haber guiado los pueblos del Este hacia la libertad". Roma instituye la arquidiócesis de Minsk y Mogilev y cinco administraciones apostólicas, destinadas a devenir diócesis, entre las cuales la de Moscú, algo que no podía ser del agrado de la Iglesia ortodoxa. Menos aún si uno piensa que se mandó a Moscú al monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, un polaco de 76 años, nacido en Estonia, o en Bielorrusia. Las nuevas circunscripciones eclesiásticas de Siberia y Kazajstán deben, ciertamente, atender a los católicos polacos, baltos, ucranianos, bielorrusos y alemanes deportados por Stalin y sus sucesores, sin hacer proselitismo entre los ortodoxos. Pero el patriarca Alexei sospecha y denuncia el "proselitismo", consecuencia lógica de estas "estructuras misioneras paralelas, la ortodoxia ha sido prácticamente eliminada de la Ucrania occidental".43 Nada para facilitar el diálogo entre las Iglesias, mucho para recalentar el fantasma del complot jesuita. La apertura, en 1991, de la Academia de teología católica Tomás de Aquino en Moscú, con varias extensiones en toda Rusia y la presencia mayoritaria de jesuitas contribuye a la sospecha; los jesuitas abren un seminario en San Petersburgo, con los P. P. Bernardo Antonini y Jean-Marie Glorieux, en 1993; desarrollan centros de enseñanza en varias ciudades de la Rusia europea, y un grupo de jóvenes jesuitas rusos se activa en Siberia: desarrollan contactos con las universidades de Novossibirsk. En esta ciudad cuyo obispo católico es un jesuita, abren un seminario... En 1992, la Compañía de Jesús es la primera orden religiosa católica en recibir la legalización oficial, con todo y personalidad jurídica. Por más prudentes que sean los jesuitas, no pueden rechazar a las personas que quieren entrar en la Iglesia católica. No que sean muy numerosas, pero es suficiente para fundamentar la acusación de "proselitismo" y los viejos reflejos siguen vivos; poco después de la legalización de la Compañía, Literaturnaya Gazeta publicó estos versos: "Despreciando la cultura y la ciencia / inspirando el odio y el miedo / los jesuitas calientan sus manos / a las hogueras donde arden sus presas".44 Por eso los arciprestes Arkadi Shatov, Alexander Shargunov, Valentín Asmus, el monje Kirill (Sajarov) y otros eclesiásticos mandan una carta al Patriarca Alexei II, en 1995, alertando sobre la expansión de la Iglesia católica romana en Ucrania, Bielorrusia y Serbia. Dicen que en Rusia la penetración ocurre de manera más taimada, pero es preocupante la cooperación entre "algunos religiosos y no religiosos y aquellas estructuras que se dedican a hacer labor proselitista en Rusia". Denuncian la actividad de propaganda escrita y radial de los católicos y, en especial, de los jesuitas. "Se les oye defender las fatales creencias católicas, hacen apología de los santos latinos". Han contagiado a sacerdotes ortodoxos como aquel que dijo en un programa de radio: "En cuanto a los católicos, les diré con franqueza que para mi son tan ortodoxos como aquellos que se llaman ortodoxos [...] Se tiene la impresión de que el Vaticano ha formado dentro de la Iglesia Ortodoxa de Rusia un grupo de religiosos que le son fieles y que sirven a la causa escandalosa de la reunificación [...] La actividad de estos sacerdotes representan una grave amenaza a la existencia de la Iglesia ortodoxa. Pedimos a Vuestra Santidad tomar medidas contra la penetración del catolicismo jesuita en nuestra Santa Iglesia".45 En cuanto al patriarca, suspendió un tiempo, en el mismo año de 1995, la comunión con Bartolomé de Constantinopla, acusado de latinizar y de ser papista. Era la consecuencia de los esfuerzos del "papa polaco", Juan Pablo II por acercarse a la Ortodoxia. Se decía que Karol Woytila y Lech Walesa, dos polacos, como responsables de la destrucción de la URSS, eran los dignos herederos del rey de Polonia, Segismundo III y del Falso Dimitri, que a principios del siglo XVII se habían instalado en el Kremlin con sus sacerdotes polacos y jesuitas. Woytila, sirviente del Vaticano, era un "rey jesuita", como el Falso Dimitri... y el papa que había alentado Solidarnosc mandaba ¡jesuitas a Moscú! El principal problema entre Roma y Moscú consiste en que la Iglesia ortodoxa, como institución, no reconoce para los católicos un eventual derecho a ejercer su ministerio en Rusia, porque es un territorio canónicamente ortodoxo, y tampoco concede a los rusos el derecho a "latinizar". Por eso ha presionado al gobierno ruso y a la Duma, en tiempos de Boris Yeltsin, para revisar una ley de libertad de conciencia considerada como demasiado liberal, en cuanto a los "romanos" y a los protestantes. Con la llegada a la presidencia de Vladimir Putin, las presiones dejaron de ser necesarias. El 9 de septiembre de 2000, el presidente aprobó la nueva Doctrina de Seguridad Informativa de la Federación de Rusia. El punto III señala como amenaza a la seguridad y a los "otros intereses de la federación de Rusia, la expansión económica, demográfica y religioso-cultural de los Estados limítrofes". El punto IV dice que le toca al Estado proteger la seguridad nacional, lo que incluye "la defensa de la herencia cultural, moral, espiritual y de las tradiciones históricas". El punto VI confía al Estado "la contraposición a la influencia negativa de las organizaciones religiosas y de los misioneros extranjeros".46 Ejerciendo su función de defensor de la ortodoxia, el Estado expulsó de Rusia, el 19 de abril de 2002, a Yierzhy Mazur, obispo católico de Irkutsk en Siberia. Poco antes, la Duma había pedido a la Secretaría de Relaciones "dejar de otorgar visas a los representantes del Vaticano [...] que violan las libertades religiosas del pueblo ruso al practicar su proselitismo [...] cometen una agresión espiritual". La moción fue votada por 66 % de los diputados. La mayoría de las 200 (algunas fuentes dicen 300) parroquias católicas no eran realmente nuevas, sino resucitadas, pero el hecho de que sólo 15 % de los sacerdotes fueran rusos explica la sensación de "agresión" e "invasión", especialmente cuando se trata de polacos y jesuitas. La elección de un jesuita como papa, a principios de 2013, se presta a soberbios delirios sobre la eterna actualidad de la "maquinación jesuita". En conclusión, la realidad histórica de los "reyes jesuitas" y polacos, en Rusia durante el Tiempo de los Disturbios, engendró el mito incombustible del complot jesuita contra Rusia y su Ortodoxia: perdura hasta la fecha. Bien dijo Sigmund Freud que la razón no puede nada contra las psicosis colectivas. Estamos en presencia de una reivindicación polémica de una memoria dolorosa que no termina. Por lo tanto, es inseparable de la teoría explicativa de la "maquinación"; no nos habla de historia, sino de mitos ligados a la identidad. Hoy en día, la identidad nacional rusa, por lo menos, la que buscan juntos el Estado y la Iglesia ortodoxa, sigue frágil. Explican esa fragilidad por la amenaza jesuita que busca desde siempre la "conversión a Roma". El análisis de la teoría del complot manifiesta que la cuestión de fondo es la relación entre el Estado, la sociedad y la nación. Bibliografía citada Bercé, Yves-Marie, Le roi caché. Sauveurs et imposteurs. Mythes politiques populaires dans l'Europe moderne, Fayard, París, 1989. [ Links ] Beshoner, Jeffrey Bruce, Ivan Sergeevich Gagarin. The Search for Orthodox and Catholic Union, Notre Dame, University Press, 2002. 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Ibidem, p. 349-350. Ibidem, p. 420-421. Jean Meyer, La gran controversia..., p. 306. F. Dostoyevski, El idiota, p. 762-764. F. Dostoyevski, Diario..., p. 686-688. Idem, p. 745. Ibidem, p. 770 y 781. Ibidem, p. 805. Denis Dirscherl, S.J., Dostoievski and the Catholic Church, p. 121. F. Dostoyevski, Los hermanos Karamazov, p. 931. Idem, p. 1066-1080. Idem, p. 1077 y 1079. Cesare G. DeMichelis, "L'Antéchrist dans la culture russe", p. 304. Jean Meyer, Elpapa de...p. 96. Jean Meyer, La gran controversia..., p. 198-226. Cesare G. DeMichelis, "L'Antéchrist...", p. 308. Jean Meyer, Roma y Moscú, 1988-2004, p. 22. Yuri Samarin, Iezuity i ikh otnoshenie k Rossii. Michel Leroy, Le mythe jésuite de Michelet à Béranger. Emmanuel Kreis, Les puissances de l'ombre. Juifs, Jésuites, Francs Maçons, réactionnaires. La théorie du complot dans les textes. Umberto Eco acaba de retomar el tema del complot de Eugène Sue en su novela El panteón de Praga. http://www.The forbiddenknowlege.com/hardtruth/blackpope.htm http://www.secretebase.free.fr/…/orga…/jesuites/jesuites.htm Constantin Simon, "How Russians See Us", p. 343. Alfredo Saenz S.J., Rusia y su misión en la historia, tomo II, p. 536. Giovanni Codevilla, Stato e chiesa nella Federazione rusa, pp. 321-349; Louis Gallagher S.J., Edmund Walsh SJ. A Biography, p. 66; Jean Meyer, La gran controversia..., pp. 333-347. Jeffrey Bruce Beshoner, Ivan Sergeevich Gagarin..., p. 15. Idem, p. 17. Sergio Trasati, Vatican-Kremlin, les secrets d'un face à face, p. 386. Constantin Simon SJ, "How Russians see...", p. 355. "Sobre una carta enviada a Alexei II", Russkaya Mysl, 21-27 diciembre 1995, 1. Giovanni Codevilla, Chiesa e Impero in Russia. Dalla Rus di Kiev alla federazione Russa, p. 595. https://www.geopolitica.ru/es/article/la-maquinacion-jesuita Jean Meyer cita la obra "El judío errante", del progresista francés Eugene Sue, como ejemplo de la literatura antijesuítica. Está demostrado que "Los Protocolos de los Sabios de Sion" se inspiraron en esa obra. Pero aparte de los párrafos que están copiados de esa novelucha anticlerical de Sue, en los Protocolos también se menciona despectivamente a los jesuitas en un párrafo: Es claro que menciona a los jesuitas como los grandes conspiradores después de los judíos. No se entiende cómo se les pasó este detalle a algunos católicos de la época. A día de hoy se sabe que los Protocolos fueron una intoxicación de la Ojrana rusa probablemente pergeñada por Madame Glinka, de la Sociedad Teosófica, que viene a ser la matriz espiritual del gnosticismo duguiniano. Curiosa esta confluencia que parece haber entre gnosticismo, complotismo y organizaciones secretas vinculadas al Estado ruso. Y curioso también la estrecha vinculación que parece haber entre el complotismo antisemita y el complotismo antijesuítico. En cuanto a la Monita Secreta, la falsificación de la que desciende casi toda la literatura antijesuitica, nos dice el articulista que fue publicada en Cracovia por Hieronim Zahorowski. La Metapedia dice lo siguiente sobre Hieronim Zahorowski: No sé de dónde saca la Metapedia este texto, pero he podido comprobar por algún estudio académico serio que, efectivamente, los Zahorowski eran una familia ortodoxa, lo que no excluye que entrasen en escuelas jesuitas por el prestigio que éstas tenían. De nuevo, parece que los fraudes complotistas nos lleven a gente del partido ruso, en este caso en Polonia, aunque el falsificador también contó con la ayuda de una familia protestante. Un tema apasionante para investigar lo de este Zahorowski. En los libros que abordan estos temas sólo he encontrado referencias muy escuetas a este personaje. Pero más interesantes me parecen las conexiones que parece haber entre el complotismo antisemita y el complotismo antijesuitico, inventado este ultimo por los enemigos de la fe católica y de España, pues consideran al jesuita la quintaesencia de la Contrarreforma católica impulsada por España.
  2. Excelente recopilación de textos que ayudan a demostrar, cuánto ha ayudado la propaganda protestante a edificar esa leyenda negra antijesuítica, que de alguna forma también es antiespañola, por ser estos, La Compañía, en cierta manera la "némesis" católica española del protestantismo. «España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. ». Lo cierto es que la historia de España no se puede entender en plenitud sin la presencia y obra de la Compañía de Jesús. Una espiritualidad nacida en lo más profundo de aquella España grande católica e imperial. Si la catolicidad española no puede decirse que sea propiamente jesuita, desde luego el jesuitismo sí que puede considerarse como uno de los grandes frutos que ha dado la fe católica española, tratando primero de combatir sin denuedo el error protestante y posteriormente de santificar ese espíritu progresista que se incardinó en la Iglesia a la luz de la ilustración. En definitiva de extender de cualquier forma, las fronteras de la Iglesia allá donde otros no eran capaces de llegar. El discurso Jesuita siempre ha sido exterior, universal, civilizador. El propio de la frontera donde se acaba la catolicidad y comienza el resto del mundo, con sus ideas, deseos y ambiciones humanas. De alguna manera son como aquellos Dragones de Cuera españoles que patrullaban las vastas extensiones de Norteamérica, solo que en este caso aplicado a los campos de la fe, no solo para proteger sus fronteras sino también para extenderlas y llevarlas más allá de los límites católicos conocidos. Los Jesuitas son de alguna manera la presencia viva aún de aquel Plus Ultra que antaño caracterizó la obra española, con una preparación, capacidad de adaptación y conquista para la causa, que muy pocas otras órdenes religiosas y filosofías o ideologías alternativas han logrado alcanzar. La leyenda antijesuita siempre se ha destacado por estar cimentada sobre una gran envidia por parte de sus ponentes, que también lo han sido de la otra leyenda negra antiespañola. Y pienso que como españoles deberíamos estar muy orgullosos porque en esencia es una obra, la jesuita, mayormente hispana, que pese a los errores circunstanciales que en ocasiones hayan podido concurrir en nuestra historia común, sigue viva extendiendo las fronteras de ese Reino de Dios que otrora motivó el espíritu español. Los protestantes siempre los vieron, y los siguen viendo, como la bestia negra de sus pesadillas. Tal como verían a los tercios españoles, aquellos otros ejércitos europeos que tuvieron la desafortunada desdicha de entablar combate contra ellos. Dejo como muestra de esa envidia insana y antijesuita, lo que el director del Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español decía allá por 2013 sobre el Papa Francisco, Jesuita e Hispano recién elegido. Sirva también para entender un poco de donde vienen esas guerras antifrancisquistas que hoy están tan de moda, incluso entre católicos, y qué espíritus en realidad, mueven a nuestro Papa y a aquellos que lo hostigan contaminados sin duda por la errada fe de quienes siempre vieron con malos ojos a la Compañía de Jesús.
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