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    Hace más de dos mil años, una estrella iluminó el camino de unos sabios que interpretaban las señales del cielo, tratando de encontrar el significado de su vida en la tierra. Y lo hacían buscando a aquel que debía de venir, según la Tradición, a liberar al pueblo de Israel. El Mesías, también llamado Cristo. Y allí, en un humilde pesebre, la luz de aquella pequeña y fugaz estrella desveló, en el intelecto de los sabios, la existencia y presencia de Dios con nosotros. Del niño Jesús nacido en Belén, de una Virgen esposada con un descendiente de la estirpe de David. Tal como aseguraba la Tradición. Es decir, en el intelecto de aquellos hombres, "se hizo la luz", "como Dios manda". Una estrella, esto es, un simple y minúsculo destello de luz fugaz en la oscuridad del espacio celeste, bastó para iluminar toda la bóveda celeste del entendimiento humano a la gracia, la misericordia y la bondad de Dios. Lo mistérico se hizo realidad humana, palpable y entendible, en el intelecto de aquellos que hoy recordamos como nuestros amados y queridos Reyes Magos. Bien, pues de alguna manera, la figura de aquellos personajes, también puede iluminar hoy a la inmensa multitud de los agotados, de los faltos de fe y los agnósticos. De toda esa gente, en definitiva, que, sin tener muy claro si Dios existe o no, y aferrados ya al solo reconocimiento de su realidad vital, no dejan de participar, sin embargo, en esa cabalgata de Reyes, mistérica y a la vez real, de reconocimiento y ofrenda a la vida, que se inicia hace dos mil años en Belén, y aún hoy continúa señalando los caminos que conducen a la verdad de la vida, cada tarde de Reyes. A la verdad siempre escondida e imperturbable, que mora en el amor de los padres a sus hijos, y en los ojos agradecidos de esos hijos, que son en definitiva la luz de nuestros sentidos. Millones de personas viven hoy alejadas de Dios. Quebrantadas en el pensamiento de: "algo puede que haya pero yo no lo sé ni lo veo". Un falso espejismo de nuestro tiempo, promovido solo para robarle la esperanza al hombre y retenerle en la oscuridad. ¿Qué oscuridad? La oscuridad de la incomprensión, de la falta de entendimiento, del sufrimiento, de la carga, de la deuda, de la duda, de la incertidumbre, de la separación, de la muerte... La oscuridad del desconocimiento de Dios, que es en definitiva el miedo a la vida desconocida. La misma oscuridad en la que viven nuestros hermanos menores, los animales, que por falta de entendimiento conceptual, pues su lenguaje se limita a los sentidos, no pueden entender por qué sufren, son dominados o mueren, y a pesar de ello lo siguen haciendo, porque eso es lo que hace la voluntad de vida inscrita en sus genes, de manera que se vayan renovando los espacios y mejorando las especies en su continuo evolutivo. Sin embargo, nosotros estamos en una dimensión de la existencia superior. La vida mantiene dominados a los animales, bajo una férrea dictadura, regulada por las leyes y el orden naturales, en relaciones de sometimiento y dominación, por lo general forzosas. Y les ha dado el lenguaje necesario, solo para entender el mundo en el que viven, de manera que puedan vivir, reproducirse, multiplicar la vida que llevan dentro y sentirse satisfechos, siendo como son. Pero no les ha concedido, como a nosotros los hombres, la gracia del Verbo para entender todo eso. Es decir, la capacidad de entender, identificar y relacionar los seres, las cosas y los conceptos a través de la palabra y la acción del verbo. Lo que clásicamente se ha venido a llamar inteligencia, Logos, Verbo o intelecto. La inteligencia de los animales se limita, pues, al entendimiento de su entorno, según se lo muestran sus sentidos y le dictan sus instintos. Pero no pueden abstraerse de la realidad para pensar en cosas tan sencillas como el pasado o el futuro, ya que esto son conceptos abstractos que solo podemos relacionar a través del lenguaje humano. Los animales entienden con el lenguaje de los instintos, y en cómo procesan y relacionan la información que reciben a través de sus sentidos y emociones, según su ADN. No son ellos, entonces, los que rigen su entendimiento y voluntad, sino sus instintos. Pero nosotros sí tenemos entendimiento y voluntad propia, además del entendimiento y voluntad naturales regulados por instintos. La voluntad humana puede vivir bajo la dictadura de las leyes naturales, que rigen también sobre los animales. Pero también puede erigirse sobre ella. Es decir, el hombre puede vivir liberado del yugo de la oscuridad, la sin razón, la pasión descontrolada, el sufrimiento sin sentido o la muerte del animal, gracias a la luz y el entendimiento que nos da la Palabra. Por ello, al pensar en todas las personas que hoy dudan o no saben si Dios existe, vemos que están incapacitados para pedirle ayuda, pues nadie va a pedirle ayuda a una duda. Y así se incapacita a Dios en sus vidas. Este es el modo cómo vence el oponente de Dios, en la vida de los hombres, quien de infinitas maneras distintas, se encarga de sembrar la duda en el intelecto humano, para alejarlo de la voluntad divina, pues su reino es el de quien, en cada momento, quiere al hombre sometido a la condición animal, pues ahí es donde domina y reina bajo el miedo, que es el poder propio de las relaciones de sometimiento y sacrificio animal. Sin embargo, el reino de Dios es donde reina la libre Voluntad de la Vida, expresada en la Palabra del Verbo encarnado, donde el hombre es liberado del sacrificio animal, y vive eternamente en la Comunión redentora del amor de Cristo. Algo complejo de entender para una persona sin la suficiente formación o experiencia religiosa que, sin embargo, se vuelve extremadamente simple cuando se entiende lo esencial. Quién es Dios y dónde está. El Español es una de las lenguas más ricas del mundo, además, es una de las siete lenguas más fáciles de aprender, ya que escribimos como leemos, lo cual es sinónimo de ser la lengua de un pueblo franco y honesto, que se muestra al mundo tal cual es y se piensa, aunque no pocas veces eso nos lleve a darnos de mamporros entre nosotros, o a cometer errores. Así es que, vamos a coger el diccionario de la lengua española, para tratar de ir aclarando las dudas lógicas más sencillas sobre estas incógnitas, para que puedan servir de ayuda a quienes andan en la oscuridad de la duda o la negación. ¿Existe Díos? Sí, claro. La evidencia lógica es indiscutible. Otra cosa es que le supongamos inteligencia o capacidad creativa, pero existir, existe y es innegable desde cualquier punto de vista lógico, racional y empírico. "Dios: Ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo" Dejemos de momento a un lado las religiones monoteístas y sus enseñanzas, y centrémonos solo en el concepto de la existencia misma de Dios, ya que si existe, Dios debería ser reconocible por monoteístas o cualquier otro, independientemente de cómo cada cual describa luego su relación con ese Dios. Es decir, quedémonos con que Dios es el Ser supremo, según el diccionario y el entendimiento común, y veamos si existe. ¿Existe un Ser supremo? Sí, evidentemente. Prueba a intentar entender algo, a expresar cualquier cosa, a relacionar lo que sea, o imaginar lo que quieras, y mucho menos a moverte, sin que medie directa o indirectamente el verbo Ser en tu oración, en tu pensamiento o en tus actos. ¿Puedes responder? ¿Puedes hablar? ¿Te puedes mover? Si no eres, no puedes expresarte, y si eres, es porque existe un Ser Supremo del que, lógica y categóricamente, dependen los demás seres, incluidos tu y yo. Todo "Es" algo o alguien, y necesitamos del verbo Ser para vivir, como necesitamos del aire para respirar. A través del Ser entendemos, por tanto, toda nuestra vida. Nuestra vida depende necesariamente así, de la existencia previa de un Ser ontológico o Supremo, que de sentido categórico al resto de seres animados e inanimados, entre los que nos encontramos los seres humanos. El Verbo Ser es, por tanto, el Ser supremo, según la lógica natural. Y ¿quién nos dice la Sagrada Escritura que es Dios? "En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios" (Jn. 1,1) Bien, pues entonces, si existe un Ser supremo que da sentido y significado a cualquier otra cosa que podamos pensar o hacer, Y Dios es el Verbo, según la Escritura, entonces debemos concluir por pura lógica, que Dios existe tal y como lo define la escritura y lo recoge el diccionario. Y además, lo queramos o no, es el eje relacional de nuestro ser con el resto de seres, estados y formas del ser. ¿Pero, realmente Dios es inteligente y puede comunicarse con nosotros personalmente? Sí, y lo sabemos porque somos y nos sabemos seres vivos. Por tanto, sabemos que existe el ente o ser superior llamado vida, que nos da vida a nosotros, y que la ciencia aún no ha podido definir, pero con todo está presente y desplegado en todas sus dimensiones y formas ante nosotros, dando sentido y significado a nuestra propia vida. Así es que, si existe un Dios o Ser supremo, y existe un ente llamado vida, y existe también un "ser vivo" llamado Hombre, capaz de entender, racionalizar y relacionarse con el Ser de la Vida, es porque este debe compartir necesariamente, además de su ser material, su razón afectiva e intelectiva con el Hombre. Así es que, nosotros no somos Dios, pero estamos y nos entendemos vivos en Dios a través de la palabra y los sentidos, y por tanto, podemos confiar en Él, seamos quienes seamos, pues estamos vivos y Él es la Vida. ¿Eres capaz de preguntarle a la voz de tu conciencia, si Dios es el Verbo que te responde? Que Dios ilumine el camino y el corazón de cada uno, ya sea que transite por el mundo, dominado por las sendas y leyes naturales, o libre como hombre por los caminos de Dios, sabiendo ya que, Él siempre está ahí para tender la mano y liberar a quienes le buscan, y también para cuidar a quienes le ignoran. Dios es el Camino, La verdad y La Vida en cada uno de nosotros. La Vida es Dios, y está en la Vida que se muestra cada día ante nuestros ojos. Abre tu corazón para que puedas reconocer a Dios en la vida que se muestra ante ti, y decidir libremente si deseas seguir viviendo sometido bajo el yugo de la Ley, o libre como hombre en el Amor de los hijos de Dios. Pero no tengas miedo, duda o inseguridad, pues Dios es y está siempre contigo, con nosotros, con todos y en todo. Feliz Año nuevo y bendiciones para todos y todo en Cristo.
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