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Mostrando el contenido mejor valorado el 09/09/19 en todas las áreas

  1. 120 puntos
    Arthur de Gobineau, quien inventó el racismo moderno y es el padre intelectual de los identitarios (lo sepan o no), basa su famosa obra "Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas" sobre una tesis principal: El auge y la decadencia de las civilizaciones se explica solamente por la composición racial de la nación y, en particular, de su élite. Mientras ésta se mantenga blanca, afirma Gobineau, y sólo entonces, la nación sobrevivirá. El declive de las civilizaciones se explicaría, por tanto, solamente por la "bastardización" racial de la élite blanca. Éste podría ser un resumen bastante tosco y rápido de lo esencial de la obra de este pensador. A partir de ahí, Gobineau se dedica a recorrer todas las civilizaciones humanas una por una y tratando de ligar la caída de cada una de ellas con su tesis central. Tras exponer esta tesis, Gobineau, que no es estúpido, afirma explícitamente su consecuencia directa, que contradice lo que había enseñado siempre la recta filosofía cristiana: La irreligión, la impiedad, las malas costumbres, etc, no son la causa del declive de las civilizaciones. En todo caso, una simple consecuencia de haber mezclado la raza. La tesis de Gobineau, que sienta las bases de todo el pensamiento racista posterior (sin ir más lejos, Hitler la sostiene en el Mein Kampf), se revela, pues, de naturaleza tremendamente subversiva y progresista: Observar las buenas costumbres -como siempre ha enseñado la Iglesia- tiene una importancia a lo sumo secundaria, pues lo que cuenta de verdad es mantener la pureza de la raza. No necesito demostrar que semejante tesis habría sido calificada de delirante e inconcebible por cualquier filósofo escolástico. Todo lo anterior es plenamente asumido por los identitarios actuales -como he dicho, herederos directos de Gobineau- aunque en la mayoría de los casos no han leído a Gobineau. Por ejemplo, considero "progre" todo lo que no sea denigrar a los negros, pero no me hables de la castidad, de la que me burlo en cualquier ocasión. Occidente puede ser todo lo degenerado que quiera si se mantiene blanco. Por concluír, a título de curiosidad, sólo veo dos ideas de Gobineau no asumidas por el identitarismo actual: En primer lugar, Gobineau pone a las razas negra y amarilla al mismo nivel (el del betún) por lo que respecta a sus capacidades. La raza amarilla es retratada con la misma crueldad que la raza negra. Eso contrasta fuertemente con el identitarismo actual, que considera a la raza amarilla como igualmente capacitada que la blanca y a la negra como muy inferior. El motivo se debe probablemente a cuestiones de índole "geopolítica" que interfieren en el asunto. En segundo lugar, Gobineau es un erudito amante de cierto rigor. Y, más importante, es hombre de su tiempo. Por lo tanto, en su obra no vemos aparecer en ningún momento al George Soros o al judío de turno tratando por todos los medios de bastardear a la raza blanca. Nada de "Plan Kalergi": Todos los fenómenos de mestizaje son descritos por Gobineau como procesos espontáneos y en gran parte inevitables, no como llevados a cabo por la acción premeditada de una minoría de poderosos. Esta segunda apreciación enlaza con el hilo sobre las conspiraciones, pues se confirma una vez más que el pensamiento de tipo conspiracionista es de origen recentísimo y que antes nadie pensaba en estos términos.
  2. 100 puntos
    Arthur de Gobineau, quien inventó el racismo moderno y es el padre intelectual de los identitarios (lo sepan o no), basa su famosa obra "Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas" sobre una tesis principal: El auge y la decadencia de las civilizaciones se explica solamente por la composición racial de la nación y, en particular, de su élite. Mientras ésta se mantenga blanca, afirma Gobineau, y sólo entonces, la nación sobrevivirá. El declive de las civilizaciones se explicaría, por tanto, solamente por la "bastardización" racial de la élite blanca. Éste podría ser un resumen bastante tosco y rápido de lo esencial de la obra de este pensador. A partir de ahí, Gobineau se dedica a recorrer todas las civilizaciones humanas una por una y tratando de ligar la caída de cada una de ellas con su tesis central. Tras exponer esta tesis, Gobineau, que no es estúpido, afirma explícitamente su consecuencia directa, que contradice lo que había enseñado siempre la recta filosofía cristiana: La irreligión, la impiedad, las malas costumbres, etc, no son la causa del declive de las civilizaciones. En todo caso, una simple consecuencia de haber mezclado la raza. La tesis de Gobineau, que sienta las bases de todo el pensamiento racista posterior (sin ir más lejos, Hitler la sostiene en el Mein Kampf), se revela, pues, de naturaleza tremendamente subversiva y progresista: Observar las buenas costumbres -como siempre ha enseñado la Iglesia- tiene una importancia a lo sumo secundaria, pues lo que cuenta de verdad es mantener la pureza de la raza. No necesito demostrar que semejante tesis habría sido calificada de delirante e inconcebible por cualquier filósofo escolástico. Todo lo anterior es plenamente asumido por los identitarios actuales -como he dicho, herederos directos de Gobineau- aunque en la mayoría de los casos no han leído a Gobineau. Por ejemplo, considero "progre" todo lo que no sea denigrar a los negros, pero no me hables de la castidad, de la que me burlo en cualquier ocasión. Occidente puede ser todo lo degenerado que quiera si se mantiene blanco. Por concluír, a título de curiosidad, sólo veo dos ideas de Gobineau no asumidas por el identitarismo actual: En primer lugar, Gobineau pone a las razas negra y amarilla al mismo nivel (el del betún) por lo que respecta a sus capacidades. La raza amarilla es retratada con la misma crueldad que la raza negra. Eso contrasta fuertemente con el identitarismo actual, que considera a la raza amarilla como igualmente capacitada que la blanca y a la negra como muy inferior. El motivo se debe probablemente a cuestiones de índole "geopolítica" que interfieren en el asunto. En segundo lugar, Gobineau es un erudito amante de cierto rigor. Y, más importante, es hombre de su tiempo. Por lo tanto, en su obra no vemos aparecer en ningún momento al George Soros o al judío de turno tratando por todos los medios de bastardear a la raza blanca. Nada de "Plan Kalergi": Todos los fenómenos de mestizaje son descritos por Gobineau como procesos espontáneos y en gran parte inevitables, no como llevados a cabo por la acción premeditada de una minoría de poderosos. Esta segunda apreciación enlaza con el hilo sobre las conspiraciones, pues se confirma una vez más que el pensamiento de tipo conspiracionista es de origen recentísimo y que antes nadie pensaba en estos términos. Esta publicación ha sido promocionada como contenido independiente
  3. 30 puntos
    Excelentes aportaciones, sobre todo la que ha hecho elprotegido acerca de la figura del conde de Gobineau. Nuevamente podemos observar que, el racismo se extendió originalmente en "ámbitos progres" y nacionalistas. Tirando un poco del hilo y aprovechando el planteamiento que hace después Hispanorromano, sobre la oportunidad de leer al autor en sus primeras ediciones, me he encontrado con que la editorial que publicó su obra en Barcelona en 1937, fue la editorial Apolo, propiedad de Emilio Pascual Monturiol, un liberal republicano nieto del célebre inventor Narcís Monturiol, bastante afanado al parecer en difundir en España ese tipo de pensamiento de corte europeo. En la biblioteca Virtual de Cervantes hay publicada una referencia a aquella editorial que entre otras cosas señala lo siguiente: Aquí rescato algunas citas que he encontrado de la obra que señala nuestro compañero elprotegido:
  4. 30 puntos
    Precisamente en un libelo que leí hace bastantes años -entonces andaba yo indagando cosas sobre los antiguos cántabros- fue como descubrí lo que decís, al francés Gobineau como uno de los padres fundadores, si no el padre fundador... de los delirios germanistas. Ese hombre, aunque francés, caracterizaba a su propia nación como un ejemplo de un sistema jerárquico de sello indoeuropeo en el que la élite dominante sería la de una minoría de origen germánico que se había impuesto sobre un pueblo inferior a ellos, el de los galorromanos. Creo que ese es el referente que tomaron sus émulos españoles, con Ortega entre ellos, solo que otorgándoles a los visigodos el papel de los francos, y a los hispanorromanos el papel de los galorromanos con Gobineau.
  5. 30 puntos
    elprotegido, tu análisis de Gobineau me parece perfecto. Es un poco el padre de los identitarios, como bien dices. Cifrar la decadencia de las civilizaciones en la mezcla de razas, y no en la irreligión o la corrupción de las costumbres, es una explicación materialista de cuño progre que, efectivamente, se da de bruces con el cristianismo. Por tus palabras, me parece que has leído directamente a Gobineau. Yo también quiero leerlo, pues me gusta leer sin intermediarios a los ideólogos que critico (aunque esto no sea posible en todos los casos). ¿Recomiendas alguna edición? Me imagino que serán preferibles las antiguas, que sólo se podrán encontrar el librerías de viejo. Al parecer Gobineau mantuvo una intensa correspondencia con Tocqueville. Ambos eran amigos, pero este último le afeaba en privado las consecuencias anticristianas de sus teorías. Esta correspondencia sólo se publicó en francés, pero tengo mucho interés en leerla. Resultan también muy interesantes las diferencias que trazas entre Gobineau y los identitarios actuales. Por un lado, los identitarios no desprecian tanto a la raza amarilla y eso bien podría tener una explicación geopolítica. Creo que también podría tener que ver con The Bell Curve, un libro de la factoría yanqui que ponía a los amarillos por las nubes con la intención de pasar por respetable en ámbitos científicos (para denigrar a los negros y que no nos señalen como racistas, tendremos que pagar el peaje de elevar a los amarillos). Por otro lado, Gobineau explica la bastardización como el resultado de procesos espontáneos o desde luego naturales, no como el resultado de un plan maestro pilotado por una única persona, además de raza judía. Y es que al lado de los delirios identitarios, hasta una persona gravemente equivocada como Gobineau parece razonable. Tenía entendido que Gobineau no tenía en baja estima a los judíos. Creo que los clasificaba dentro de la raza blanca. Pero no estoy seguro. ¿Dice algo en el libro? Por otra parte, ¿qué opinión tenía de árabes y persas? Fue diplomático en Persia y creo que consideraba a este país como una de los manantiales de la raza aria. Muchos orientalistas de la época desarrollaron ideas racistas de este tipo, en parte fascinados por el sistema de castas.
  6. 20 puntos
    Español, muy buena la investigación que has realizado sobre la editorial que publicó en España por primera vez la obra racista de Gobineau. He de confesarte que no me sorprende que esa casa editorial estuviese vinculada al republicanismo progresista. Hace tiempo realicé una pequeña investigación sobre el tema y vi cosas bastante curiosas; por ejemplo, en Acción Social Obrera, un periódico vinculado a la CNT, se recogieron durante una temporada amplios extractos de un libro de Gobineau sobre el Renacimiento; en otro periódico del bando republicano en Cataluña, fechado en 1937, se recogía la inclusión del libro de Gobineau sobre la desigualdad de las razas en la "Biblioteca Popular" de Vic. Como no he leído el libro de Gobineau, no sé si el espíritu de la obra se puede clasificar como progresista o mejor sería considerarlo de derechas (aunque con tics progresistas). Lo que sí sé es que, mientras que en la derecha de la época no se hablaba bien de Gobineau, en la izquierda no se le percibía como un enemigo ideológico. En apoyo de la tesis de elprotegido me gustaría citar un artículo de 1923. El artículo es muy interesante; relata cómo el libro de Gobineau fue despreciado e ignorado en Francia. En cambio, en Alemania se recibió con fervor y desde el grupo de Wagner (por cierto, progre) se empezó una labor de promoción que al final acabó llegando a Francia, aunque allí fue rechazado por la extrema derecha de la Acción Francesa. Es decir, realmente Gobineau fue mal recibido en Francia y si al final tuvo cierto éxito fue porque se le promocionó intensamente desde Alemania, por los motivos que cabe suponer. Pero de momento no recojo el artículo completo (si acaso lo haré más adelante) y me centro en los párrafos finales que prueban el punto del progresismo del que hablaba elprotegido: En resumen: - En Francia, la extrema derecha (Acción Francesa) era radicalmente contraria a Gobineau. Sólo se adhirieron al homenaje los librepensadores y revolucionarios (otra forma de referirse a socialistas, comunistas, anarquistas e izquierdistas variados). - En Alemania, apoyaba a Gobineau la extrema derecha ("los asesinos de Rathenau") pero también la izquierda. - El artículo que cito es encomiástico hacia Gobineau, pues se trata de hacerle un homenaje. La revista España, donde se publicó, era de orientación progresista. En el mismo número escriben Manuel Azaña y otros representantes de la izquierda republicana, e incluye un artículo contra Mussolini. - Por lo tanto, cabe deducir que en los países católicos y latinos, como España y Francia, Gobineau fue mal visto por la derecha, como es lógico, mientras que la izquierda, enfrentada a la civilización católica, lo vio con buenos ojos. En los países germánicos apoyó a Gobineau todo el espectro político, seguramente por razones nacionalistas, pero también porque todo el espectro político, incluida la derecha, estaba contaminado de progresismo anticristiano. Por eso es un error considerar a la derecha de países protestantes como equivalente a la derecha española o de otros países latinos. El eje ideológico no es trasladable entre civilizaciones que profesan distintas religiones. Edito para añadir una nota para elprotegido.- Quizá le he puesto un título un tanto sensacionalista al artículo de portada. Soy muy malo para los títulos. No dudes en cambiarlo si crees que se pasa de sensacionalista o simplemente si se te ocurre algún título más representativo.
  7. 20 puntos
    El Mundo nos informa de que tres obispos catalanes han ido realizando declaraciones favorables al secesionismo a medida que se acerca la Diada: Obispos catalanes sostienen a un secesionismo dividido por la Diada | Cataluña Por resumir, serían los tres obispos que aparecen en la foto del artículo: Xavier Novell (Solsona), Francesc Pardo (Gerona) y Joan Josep Omella (Barcelona). E.M. O sea que, básicamente, son todos menos justamente el obispo Planellas recién nombrado por Francisco, al que este mismo periódico, y los medios del catolicismo conservador, acusaban de separatista en función de unas declaraciones del cómico Albert Boadella. Pues al final ha resultado que Planellas es el menos separatista de todos los obispos. No es que sea tampoco un españolista apasionado, pero de todos los obispos es el que muestra una actitud menos favorable al separatismo. De momento no consta que haya hecho declaraciones en tal sentido, a diferencia del resto de obispos a los que, sin embargo, la manada digital conservadora ha defendido en más de una ocasión. Por tanto, no era verdad que el Papa Francisco hubiese nombrado a Planellas para perjudicar a España, como sostenían esos sedicentes católicos conservadores.
  8. 20 puntos
    Sí, he leído parte del libro de Gobineau, aunque no he llegado al final. Me falta el último capítulo, donde trata desde la caída del Imperio Romano hasta la actualidad (la del siglo XIX, obviamente). Es un libro que voy leyendo de manera muy esporádica y que de hecho debí empezar hace ya unos dos años. De todos modos, la tesis principal de la obra está descrita en la introducción. Los capítulos siguientes, que constituyen el núcleo del libro, consisten en ir recorriendo la historia de las civilizaciones caso por caso. Se podría decir que el ensayo es un recorrido a gran escala por toda la historia humana donde a cada suceso importante se le pretende dar una explicación de tipo racial, haciéndolo encajar con la tesis primaria. La edición que tengo es la que ha citado el Español, aunque no en papel sino en formato electrónico. No he leído nada del original francés, que es lo que probablemente convendría hacer. Sobre el intercambio de cartas con Tocqueville, no lo conocía y parece interesante. Trataré de leer algo a la mayor brevedad. Por lo demás, según creo recordar, en su ensayo Gobineau no presta atención especial a árabes y judíos. Desde luego, no hay trazas de antijudaísmo de ningún tipo, y pienso que podría afirmarse que la cuestión judía es algo muy residual en su pensamiento, salvo que cambiara de opinión posteriormente. Tendría que volver a releer el primer capítulo, donde trata las civilizaciones de Oriente Próximo, para poder contestar con certeza. Ahora bien, creo que árabes y judíos son clasificados por Gobineau dentro de los pueblos semitas, a los que considera en gran parte blancos (aunque les atribuya mezcla con elementos negros) y, por lo tanto, como capaces de establecer civilizaciones. En cualquier caso, nada muy llamativo sobre árabes y judíos se me ha quedado en la memoria. Lo que sí recuerdo con claridad es su descripción del sistema de castas, la India, los brahamanes, etc. Dedica gran cantidad de páginas a todo eso, alabando la supuesta perfección de dicho sistema. Posteriormente, al tratar las civilizaciones griega y romana, su origen se atribuye a las migraciones de los arios de oriente empujados por las razas amarillas. La civilización romana es tratada con enorme desprecio a partir del momento en el que deviene un Imperio, algo que naturalmente no sorprende. Por lo demás, lo que es, es, y reconozco que se trata una obra muy trabajada en la que el autor demuestra gran erudición y altura intelectual. Lástima que Gobineau pusiera su indudable talento al servicio de una causa tan desviada. No sé si me dejo algo, ya lo añadiré de ser así.
  9. 15 puntos
    me repito como un loro pero vuelvo a hacerlo... por sus circunstancias de poblamiento Galicia es el territorio más propenso a tener serios problemas, los antecedentes de muertes humanas por lobos los tenemos mayoritariamente allí, si le agregamos el hecho de que NO EXISTEN PRECEDENTES HISTÓRICOS CONOCIDOS en que ese depredador no sea acosado por la población humana para tenerlos a raya... es impredecible lo que puede acabar sucediendo, sabemos que durante la segunda Guerra mundial en regiones enteras de rusia, cuando faltaron cazadores porque los hombres se fueron al frente se produjeron hechos terribles en aquellas zonas. volviendo al tema, parce que nadie quiere reparar en el hecho de que la invasión de jabalíes en las zonas urbanas tiene su causa EN QUE LOS JABALÍES HUYEN DE LAS ZONAS INFESTADAS DE LOBOS, los cuáles a su vez también se van desplazando, aprovechando la cada vez menor presión humana en las periferias, matan perros en las cacerías, atacan también perros guardianes en algunos pueblos, etc,e tc., la tasa reproductora de una manada sobre la que no se hace presión podéis echarle las cuentas... muy elevada. tampoco quiero pintar un panorama apocalíptico pero el tema es serio y no hay voluntad política de atajarlo ni la habrá, porque las generaciones "amigo félix" ya están al mando y le tienen simpatía o han asumido el discurso criminalizador del rural. iremos viendo el tema a peor... solo tenemos que dejar pasar el tiempo... en menos de diez años la ganadería extensiva será inviable en varias regiones de España... y habrá que traer más carne de Brasil.
  10. 10 puntos
    Interesante reflexión, especialmente en lo que atañe a las diferencias Claras entre derecha española y la de los países sectarios. Máxime cuando vivimos tiempos de obsesivo empeño por "homologar" la derecha española a la europea. No cejan con el estribillo.
  11. 10 puntos
    Pues sí. Por aquella misma regla de tres, ahora alguien podría decir que los Papas que buscaban el mal de España eran precisamente Juan Pablo II y Benedicto XVI, que fueron quienes nombraron obispos a estos monseñores. Es que simplemente es un planteamiento absurdo.
  12. 10 puntos
    En la página wikipedia francesa dedicada al ensayo, citan un extracto referido (en términos elogiosos) a los judíos: https://fr.wikipedia.org/wiki/Essai_sur_l'inégalité_des_races_humaines Viene a decir que desde esta raza elegida no vive sus dominios, sólo quedan desiertos y arenas.
  13. 10 puntos
    En la lista de filósofos alemanes de renombre se me olvidaron dos muy importantes, uno de los cuales cumple con la regla y el otro no: Ludwig Feuerbach, nacido en Landshut, Baviera (por tanto, no prusiano). Friedrich Engels, nacido en Barmen-Elberfeld, Prusia. También hay otro filósofo que tuvo mucha importancia en España, aunque en Alemania y en el resto del mundo yo creo que no lo conoce ni la madre que lo parió: el famoso Krause, nacido en Eisenberg, parte oriental de Turingia (si no tengo mal entendido se considera Prusia; en cualquier caso era hijo de un ministro protestante). Os prometo que no he ido buscando expresamente a los filósofos que cuadrasen con mi tesis. Simplemente he anotado los filósofos alemanes importantes que me venían a la cabeza y luego he ido a mirar a la Wikipedia su lugar de nacimiento. A medida que he ido haciendo la lista he visto que la mayoría, salvo Feuerbach y Hegel, eran prusianos. No se trata de defender un determinismo geográfico; pero sí que parece que esta nueva filosofía tiene sus raíces en la cultura protestante, en la parte prusiana de Alemania. Pero no sé si esta lista es la más correcta. Quizá @Gerión, que controla de filosofía, pueda indicar si faltan filósofos importantes en la lista o si, por el contrario, he incluido a filósofos menores.
  14. 10 puntos
    Copio un artículo interesante sobre Haeckel. Tiene cierto sesgo anticreacionista y dice alguna que otra tontería, pero da una idea de las locuras de Haeckel. No hay mucha información crítica sobre él en español
  15. 10 puntos
    No existe una línea oficial clara pero recomiendo utilizar la frontera -no os riáis traidores, que no es broma, jajaja- "ecuador de la salchicha blanca", una especie de frontera mental entre el sur alemán y los prusos. Ahí podemos tener una referencia
  16. 5 puntos
    Recojo un artículo de opinión que tenía por ahí guardado, publicado en 2010 en el portal Cubaencuentro, donde se analizan los orígenes raciales del marxismo en la vida y obra de sus más grandes ideólogos. Recuerdo cuando leí hace algún tiempo el artículo, que era duramente criticado por el público mayormente cubano del portal, pero he metido el título en el buscador del sitio y no logro dar con el enlace exacto así que no se si es que finalmente se llegó a retirar. De todas formas lo copio aquí tal como lo recogí en su día, y resalto en negrita algunas citas que revelan el caracter profundamente racista de los fundadores del socialismo. Racismo y marxismo Juan F. Benemelis, Miami 01 de abril de 2010 Para Marx y Engels la subyugación de pueblos de diferente origen étnico no era nada extraño o reprobable en la práctica del marxismo. Lo que es, sin embargo, poco conocido es que el racismo ha sido consustancial con los principios marxistas, a partir de lo que el propio Marx (conjuntamente con Engels) dijeron sobre el tema. La feminista Michele Barrett, en su Women's Oppression Today, publicado en 1988, reconoce el fiasco de las feministas marxistas para analizar adecuadamente el papel teórico y político de las razas en la perpetuación de las divisiones sociales. Barrett enuncia que el modelo determinista del marxismo clásico falla en teorizar la subjetividad, aferrándose a los simplistas términos clasistas. Marx declaró en su folleto Zur Judenfrage, que "una revolución proletaria emancipará al mundo del judío y de su usura". Hasta el propio Hitler hubiera podido hacer uso de esta referencia. En cuanto al antisemitismo de ambos "clásicos del marxismo" se halla bien documentado. Dice Marx: "No busquemos el secreto del judío en su religión, sino en el judío real. ¿Cuál es el fundamento profano del judaísmo? La necesidad práctica, el interés personal. ¿Cuál es el culto profano del judío? El tráfico. ¿Cuál es su dios profano? El dinero (...) La emancipación social del judío, es la emancipación de la sociedad respecto del judaísmo". Lo que impacta es que, a partir de tales criterios, sería legítima la propuesta de Adolf Hitler de la exterminación industrial de los judíos. En ocasión del Manifiesto comunista, Marx se expresó sobre la cuestión de la raza de una manera muy claramente definida y en un mismo artículo agrupó a minorías y razas juntas, sobre todo la eslava, caracterizándolas como "deshechos étnicos". El pangermanismo residual de Engels se manifestaba en su negación a retractarse de su opinión desfavorable de los eslavos occidentales. A eso se suma la visión ingenua de Marx y Engels en el Manifiesto acerca de que la interconexión entre las naciones a través del comercio propiciado por el capitalismo pronto provocaría la superación de los conflictos nacionales. Por su parte, Marx exaltó la conquista llevada a cabo por los pueblos "racialmente superiores" y se mostró despectivo con los esfuerzos nacionalistas de los "pueblos inferiores". Por ello elogió a los húngaros por su actitud de prolongada contención de los eslavos y atribuyó esto a la “superioridad” de la raza húngara. Pese a que en su época, la trata y esclavitud africana y el racismo eran puntos escandalosos incluso en Europa, Marx y el marxismo se centraron en las relaciones de clase marginando como derivativas las raciales. W. E .B. Du Bois se enfrentó a esta categorización marxista argumentando que las relaciones raciales no eran una variable dependiente, un epifenómeno de procesos sociales subyacentes, sino un principio estructurador irreductible de las relaciones sociales, culturales y políticas en el mundo moderno. La equivocación de Marx fue creer que el capitalismo de esa época creaba espacios donde las relaciones de producción tomaban la forma de modos de producción precapitalistas (la plantación esclavista). Todo para no aceptar que el esclavo en las plantaciones tropicales rompía todos sus esquemas de clase y que su reivindicación en nada estaba vinculada a la del proletariado. Cuando era todo lo contrario, pues esta supuesta producción precapitalista determinaba la formación de un vasto espacio geoeconómico que iba desde la cacería del africano hasta la venta del azúcar en la bolsa. En los textos de Marx abundan los criterios discriminatorios contra los hispanos, los judíos, los indios y los chinos. Al escribir sobre la anexión de California por parte de Estados Unidos luego de la guerra con México, apuntó lo siguiente: "Sin violencia jamás se ha conseguido algo en la historia". Y, seguidamente se preguntaba: "¿Es una desgracia que la espléndida California fuera arrebatada a los vagos mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?". Por su parte, Engels añadía: "Hemos sido testigos de la conquista de México, y nos hemos alegrado. Es en interés del propio México que quede bajo la tutela de Estados Unidos”. Los dos artículos importantes sobre el pan-eslavismo, publicados en la Neue Rhenische Zeitung, en enero y febrero de 1849 se sabe que fueron escritos por Engels, y estos reportajes contienen la mayoría de las caracterizaciones doctrinarias de las naciones eslavas más pequeñas que fueran abandonadas de una manera explícita en la literatura marxista posterior. En un artículo publicado en 1852, en la misma revista Neue Rheinische Zeitung, Marx se preguntaba cómo librarse de esos "pueblos moribundos", es decir, los bohemios, los dálmatas, los carintios: "Con la excepción de los polacos, de los rusos y de los eslavos de Turquía, ninguna nación eslava tiene futuro, puesto que los eslavos no poseen las bases históricas, geográficas, políticas e industriales que son necesarias a la independencia y a la capacidad de existir. Los pueblos que no han tenido jamás su propia historia, que apenas han alcanzado el grado más bajo de la civilización, no son capaces de vivir y no podrán jamás alcanzar la menor independencia". En carta a Pavel Annenkov, del 28 de diciembre de 1846, Marx exponía lo siguiente: “La esclavitud directa es un pivote de nuestro industrialismo actual, lo mismo que las máquinas, el crédito, etcétera. Sin la esclavitud, no habría algodón y sin algodón no habría industria moderna. Es la esclavitud lo que ha dado valor a las colonias, son las colonias lo que ha creado el comercio mundial y el comercio mundial es la condición necesaria de la gran industria mecanizada. La esclavitud es por tanto una categoría económica de la más alta importancia. Sin la esclavitud, Norteamérica, el país más desarrollado, se transformaría en un país patriarcal. Si se borrara a Norteamérica del mapa del mundo, tendremos la anarquía, la decadencia absoluta del comercio y de la civilización moderna. Pero hacer desaparecer la esclavitud equivaldría a borrar a Norteamérica del mapa del mundo. Le esclavitud es una categoría económica y por eso se observa en cada nación desde que el mundo es mundo”. El análisis de Marx sobre la formación nacional es injusto también en el caso brasilero, al enfatizar que fue problemático el proceso pacífico de transición de colonia a república, puesto que, a diferencia del caso en otras regiones de América Latina, la aparición de un mito de democracia racial estuvo ligada a conflictos sangrientos entre patriotas y realistas. Por ende, los marxistas ubicaron al movimiento antiesclavista como un conflicto primordialmente de carácter social. Por su parte, en 1849, Engels llamaba a la exterminación de los húngaros que se habían rebelado contra el Imperio de los Habsburgo. Pero Engels no paró ahí, y aconsejaba la eliminación de los serbios, de otros pueblos eslavos, de los vascos, los bretones y los escoceses, por considerarlos también "inferiores". Para Marx y Engels, los supuestos promotores de la sociedad igualitaria del futuro, guías incluso de la política del Estado cubano y de otros, la raza por sí misma es un factor económico, y para ellos, la superioridad racial de los pueblos "blancos" era algo "científico". Marx nunca debatió cómo sus ideas racistas llegaron a entrar en conflicto con la supuesta emancipación socialista. Por eso no extraña que en su juventud, tanto Adolf Hitler como Benito Mussolini no encontraran extraño al marxismo y se declarasen socialistas. En una carta que dirigió en julio de 1862 a Engels, Marx se refería a su rival político Ferdinand Lassalle, como "negro judío" quien siempre “tapa su cabello lanoso con todo tipo de aceites y maquillaje”, y que “es perfectamente obvio, por la forma de su cabeza y el tipo de cabello, que es descendiente de negros”. Asimismo, agregaba: "Para mí está completamente claro ahora, como lo prueban la forma de su cráneo y su pelo, que desciende de los negros de Egipto, suponiendo que su madre o su abuela no se mezclaran con la negrada. Esta unión de judaísmo y germanismo sobre una base negra tiene que producir un producto peculiar. La protuberancia del colega es, asimismo, la propia de la negrada". Engels, a su vez, no se quedaba atrás en su filosofía racial. En 1887, el yerno de Marx, el mulato cubano Paul Lafargue, se postuló para concejal en un distrito parisino que contaba con un zoológico. Engels sostenía que Lafargue tenía "un octavo o un doceavo de sangre de negrazo". En una carta fechada en abril de 1887 y dirigida a la esposa de Lafargue, Engels escribió lo siguiente: "Al estar, en su calidad de negro, un paso más cerca del reino animal que el resto de nosotros, sin duda es el representante más adecuado para ese distrito". En el Anti-Dühring, Engels da por sentada la superioridad racial de los blancos, como si fuese una verdad científica: “Si, por ejemplo, los axiomas matemáticos son en nuestros países perfectamente evidentes para un niño de 8 años, sin ninguna necesidad de recurrir a la experimentación, es como consecuencia de la ‘herencia acumulada’. Por el contrario, sería muy difícil enseñárselos a un bosquimano o a un negro de Australia”. Los asuntos de género y raza no existen doctrinariamente en el marxismo al estar incluidos en el análisis global de clase y por tal razón nunca han podido lidiar adecuadamente con las experiencias hombre-mujer y blanco-negro. Pero el racismo sobrepasa a las ideologías políticas. Así, eminentes marxistas mostrarían su fobia racial. Asombra que a estas alturas se piense (al igual que el cubano Esteban Morales) que con la sociedad gestada por el marxismo es posible resolver los conflictos raciales. Los clásicos del marxismo (Karl Marx y Friedrich Engels) nunca ocultaron su apoyo a la raza blanca y su desdén por los negros, y los portaestandartes de tal teoría en la práctica, Vladimir I. Lenin, Josef Stalin, Mao Zedong, Joseph Broz Tito, etcétera, se mostraron implacables en sus políticas estatales y sanguinarios ante las minorías étnicas dentro de sus territorios. Ahora bien, dentro de las teorías marxistas tradicionales, el concepto de cultura no tenía ese sentido. El concepto que más se acercaba a él era el concepto de ideología que Marx había vinculado con el concepto de modo de producción capitalista. Esta famosa metáfora del edificio nos muestra una sociedad conformada por dos partes: una estructura (fuerzas productivas / relaciones de producción) sobre la cual se construye un edificio (super-estructura): formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, dentro de las cuales los hombres toman conciencia. A este fin, debemos recordar que Htiler le confesó al general Otto Wagener que sus desacuerdos con los comunistas son “menos ideológicos que tácticos”, y que el problema de los socialistas alemanes es “que no han leído a Marx”. No sólo fundó un partido al que llamó nacional-socialista, sino que, como señaló el economista austríaco Ludwig von Mises, en su obra Estado omnipotente, Hitler, una vez en el poder, implementó ocho de los diez puntos del programa de emergencia propuesto por Marx en el Manifiesto Comunista, “con un radicalismo que hubiese encantado a Marx”. Como resultado, Hitler estaba en lo correcto cuando le contó a Hermann Rauschning (tal como lo relata Rauschning en su libro Hitler me dijo) que: “No soy únicamente el vencedor del marxismo… soy su realizador”, para luego proseguir: “No voy a ocultar que he aprendido mucho del marxismo… Lo que me ha interesado e instruido de los marxistas son sus métodos. Siempre he tomado en serio lo que habían imaginado tímidamente esas mentes de tenderos y mecanógrafas. Todo el nacional-socialismo está contenido en él. Fíjese bien: las sociedades obreras de gimnasia, las células de empresa, los desfiles masivos, los folletos de propaganda redactados especialmente para ser comprendidos por las masas. Todos estos métodos nuevos de lucha política fueron prácticamente inventados por los marxistas. No he necesitado más que apropiármelos y desarrollarlos para procurarme el instrumento que necesitábamos”. Un marxista como Gramsci tomó otra vía diferente a la de Marx para explicar los mecanismos sociales, como la jerarquía entre las ideologías orgánicas o esenciales (claro está, el marxismo es la “orgánica” del proletariado) e ideologías “inorgánicas” o parias. El hecho de reducir supone en sí la existencia de una razón y de ciertos valores para juzgar lo que es accesorio y lo que no lo es, lo que la realidad es (razón) o lo que debe ser (ética). El fracaso del Poder se encuentra en el corazón mismo del reduccionismo. Su simplificación arbitraria de la realidad no llega a someter a la realidad; lo que obtiene el reduccionista es un fetiche. Sería Gramsci precisamente quien más se acercó al papel que en las sociedades desempeñan las razas y los grupos étnicos, al llevar a cabo su análisis sobre la separación entre dos modos de dominación: la coercitiva y la hegemónica. Para Gramsci, ambos son modos de dominación, pero basados en formas distintas de control. En la dominación propiamente dicha, el control es político y directo, y se ejerce a través de la coerción y, en última instancia, a través del recurso a la violencia física. Pero ni este poder coercitivo, ni el poder propiamente económico que deriva de la relación de explotación, son suficientes para mantener y reproducir el sistema social. Es necesaria la dirección político-ideológico-cultural, en el cual una clase o sector logra una apropiación del poder, admitiendo “espacios” donde los grupos subalternos (no hegemónicos) desarrollan sus prácticas. El problema de la legitimidad de la reducción se plantea, pues, cuando nos interrogamos en nombre de qué, de quién, a partir de qué base puede una razón concreta afirmarse como universal. Para los reduccionistas, este problema está resuelto por el poder: como Gramsci indica, la imposición es el fundamento de toda legitimidad pues tiene la razón quien vence y consigue aplastar al otro. Frente a esta montaña de evidencia, los izquierdistas modernos han elegido defenderse argumentando la pureza de sus intenciones: la construcción de un mundo justo y perfecto de armonía social. Y han dicho, y continúan diciendo, que los crímenes cometidos por los gobiernos comunistas del siglo XX no son propios a la esencia del comunismo, sino una “desviación” de estas intenciones y, por tanto, son una “degeneración” o una “perversión” de las ideas socialistas originales. Sin embargo, esta defensa queda desmontada tras un análisis imparcial y completo de la literatura socialista. En efecto, el análisis de dichos textos indica que el racismo, el genocidio y el totalitarismo son características consustanciales al pensamiento socialista original. Como lo señaló Jean-Françoise Revel en su libro La gran mascarada: “Es en los orígenes más auténticos del pensamiento socialista, en sus más antiguos doctrinarios, donde se encuentran las justificaciones del genocidio, de la depuración étnica y del estado totalitario que se blanden como armas legítimas indispensables para el éxito de la revolución y la preservación de sus resultados. Cuando Stalin o Mao llevaron a cabo sus genocidios no violaron los auténticos principios del socialismo: aplicaron, por el contrario, esos principios con un escrúpulo ejemplar y con una total fidelidad tanto a la letra como al espíritu de la doctrina”. La teoría de clases es una aplicación del darwinismo social a la historia y se halla, por su noción de clase escogida, emparentada con la de nación y raza elegida. Si el comunismo de Marx sólo es aplicable a las sociedades desarrolladas (las dirigidas por élites blanco-europeas), se halla implícita una teoría racial del devenir histórico. No por gusto George Watson escribía que el genocidio era una teoría propia del socialismo. De ahí que tanto Marx como Engels, darwinistas y mendelianos además, considerasen que el colonialismo implicaba un progreso histórico y que existían razas, grupos étnicos y naciones superiores e inferiores. Si bien el marxismo se insertó en el lenguaje de muchos movimientos anticoloniales, como ideología no estableció raíces significativas, y sólo un puñado de obras de relieve se produjeron, como Ensayos de interpretación de la realidad peruana, de José Carlos Mariátegui, y Los Condenados de la Tierra, de Franz Fanon. La trampa de los “espacios” que se consiente a los grupos no hegemónicos (minorías étnicas y raciales), es que tal consenso legitima de manera permanente al poder hegemónico que no se ve desafiado por fuerzas contrahegemónicas o hegemonías alternativas. A la diferenciación económica y política que separa a los hegemónicos (dominantes) de los no hegemónicos (dominados), hay que sumar una tercera diferenciación, la simbólica o cultural que determina dos tipos de humanos: hegemónicos y subalternos. Sólo si existe una lucha por la hegemonía —en base a la búsqueda de la diferenciación dentro de la homogeneidad, del abandono de la creación de consenso por la creación de nuevas formas de distinción— pueden los “espacios” admitidos a los grupos subalternos desarrollar prácticas autónomas no funcionales para el sistema. Sólo por la importancia que tuvo el proceso de descolonización, se produjeron cambios en la mirada de Occidente sobre el “otro” y, específicamente, la mirada que tenía la antropología sobre las “otras” culturas. Fue a partir de la descolonización afroasiática y de la revolución por los derechos civiles en Estados Unidos, en los 60, que algunos teóricos marxistas europeos, aguijoneados por Jean Paul Sartre, buscaron acomodar el tema de la liberación de las minorías negras dentro del marco de la ideología. Pero el fenómeno del multiculturalismo conlleva el peligro de que sea sólo un cínico reconocimiento del dominador para con los que domina, como lo ejemplifica Edward Said en su interesante texto Cultura e imperialismo. Según él, es el excolonizador, ahora "civilizador", quien otorga sentido a la historia y la existencia del excolonizado, al ser el único en capacidad de conferir reconocimiento a los pueblos que no habían logrado superar la descolonización. En el caso de las sociedades sin clases (Cuba, por ejemplo), supuestamente las relaciones de producción sólo pueden apelar a una superestructura ideológica, es decir a un sistema de representación que refleje las relaciones de sus condiciones reales de existencia. La construcción del “otro” por la desigualdad social, la desigualdad cultural dentro de sociedades occidentales, no occidentales u occidentalizadas, o las desigualdades entre culturas fueron temas abordados en los 60 y 70 del siglo pasado por George Balandier, Maurice Godelier y García Canclini. Para preguntarse sobre las razones de dominio en una supuesta sociedad sin clases, Maurice Godelier no tenía que recurrir a las sociedades precapitalistas; tenía los ejemplos de los estados-naciones del bloque soviético —de composición multiétnica, pero de dirección monoétnica—, y si no quería sondear en los “impuros” socialismos tribales africanos y árabes, pudo asomarse a Cuba, en la cual existían “razas” diferentes. Tanto el análisis clásico como el de Godelier tienen un punto flaco: que “las condiciones reales de existencia”, por las cuales se asume legitimidad para controlar, es el imaginado por los individuos que precisamente ejercen ese poder. Esto implica una participación desigual del negro y del blanco en las altas instancias del poder político y económico, que se refleja en la distribución, el consumo, los niveles de vida. Al estar basada la sociedad socialista cubana en un sistema racial desigual, reproducirá ese sistema desigual a través de maneras y formas desiguales. La diversidad como la diferencia en la población cubana son hechos empíricos verificables; en este caso, la desigualdad del negro vis a vis el blanco es una realidad más allá del tiempo o del espacio pero no está dada de manera “natural”, sino como producto de un constructo histórico que viene de la esclavitud.
  17. 5 puntos
    En la lista de filósofos alemanes que han tenido un impacto negativo en el mundo moderno y que son oriundos de Prusia habría que sumar dos más: Ernst Haeckel, nacido Potsdam, Prusia. Era naturalista pero también era filósofo (Liga Monista, etc). Max Stirner, nacido en Leipzig, Sajonia (Prusia). Gran influencia en Nietzsche, en el anarquismo y en el individualismo misantrópico de izquierdas o de derechas. No sé si Vanu me puede hacer el favor de revisar la lista del mensaje anterior y verificar que no haya ningún error en la adscripción a Prusia, ya que no sé exactamente qué regiones se consideran parte de Prusia. Más que nada la duda estaría en los dos últimos filósofos de la lista, de Baja Sajonia y Baden-Wurtemberg (esta última región no sería Prusia, según indiqué).
  18. 5 puntos
    Vanu, no sé si viste esta noticia que ilustra perfectamente lo del rewilding: He citado una pequeña parte de la noticia, pero merece la pena leerse entera, porque ilustra muy bien el problema: zonas rurales donde el elemento humano se está viendo expulsado poco a poco por animales salvajes, con la colaboración activa de los ecologistas urbanitas, que impiden a los lugareños defenderse de las amenazas. Así es normal que se vaya despoblando el agro español. ¿Quién va a querer vivir en un medio hostil donde además no te dejan defenderte unos señores muy listos de la ciudad? No sé si exagerará un poco la noticia, pero el panorama que traza es apocalíptico. A ese ritmo, y con ese nivel de miopía en los ecologistas radicales, puede que la naturaleza se coma a Galicia en unas cuantas décadas.
  19. 2 puntos
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