Como ya os habréis dado cuenta, llevo algún tiempo callado con este tema pues cada vez se presta más a la controversia y la división de partes allá donde se discute. Lo he visto en este y otros foros, y lo he vivido también en la vida real fuera de las redes, asistiendo a discusiones bastante agrías a causa de la guerra contra el Papa. El nivel de intoxicación es enorme y a mi no me quedan dudas de que estamos ante el penúltimo gran ataque de destrucción de la Iglesia Católica, y lo que es peor, del ser católico, con el agravante de que además, en esta ocasión, los mayores esfuerzos vienen desde dentro, causando más bajas si cabe el fuego amigo que el enemigo. Muchos parece que han olvidado la historia de la Iglesia, yo no sé si inocentemente o por algún motivo oculto pero por ejemplo, en todo este tema del Sínodo de la Amazonía encuentro una hipocresía muy grande, tanto entre quienes lo utilizan para ideologizar el magisterio de la Iglesia como entre quienes lo denuncian por alterar supuestamente la tradición de la misma. Se está diciendo, entre muchas otras cosas, que se pretende cambiar el culto sagrado a Jesucristo por el culto pagano a madre tierra; que se están venerando símbolos paganos; o que se está defendiendo herejías, por el hecho por ejemplo de poner en cuestión el celibato sacerdotal, pero veamos. Para empezar, la "Madre tierra", lejos de ser una concepción pagana del indigenismo, es tradicionalmente una expresión original de la propia Iglesia desde el S. XIII, que aparece por primera vez en la obra del propio San Francisco de Asís, en su conocidísimo "Cántico del Hermano Sol" o "Alabanzas de las creaturas": "Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba." Posteriormente la liturgia castellana adaptó los versos de San Francisco para integrarlos en los textos litúrgicos donde hasta hoy permanecen y se celebran, pese al "escándalo" de quienes hoy se hacen pasar por tradicionalistas aunque ignoren el tesoro de nuestra tradición: "Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor! " Es decir, cuando la Iglesia o el Papa Francisco hablan de la Madre Tierra, en realidad se está tratando de proclamar la misma alabanza a Dios que en su día hizo San Francisco, en ese mismo Espíritu de Gracia que caracterizó al Poverello de Asís. La encíclica "Laudato Si" del papa recoge su mismo título de aquellos versos, que no por casualidad son los más antiguos que se conocen de la lengua italiana: "Laudato si’, mi’ Signore, per sora nostra matre terra,
la quale ne sustenta et governa,
et produce diversi fructi con coloriti flori et herba." Nada más lejos pues, de las intenciones de Francisco, que paganizar el Magisterio o contaminar la Tradición. Al contrario, lo que se pretende es santificar lo pagano para hacer de la vida algo sagrado, como siempre ha ocurrido en la historia de la Iglesia y es también su misión. Al respecto de la adopción de elementos paganos por parte de la Iglesia, bastaría con citar también un párrafo del recientemente elevado a los altares Cardenal Newman, que  a finales del S. XIX, en su "Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana", dejó escrito lo siguiente: “El uso de templos y de los dedicados a santos particulares, y a veces decorados con ramas de árboles, incienso, lámparas y velas; las ofrendas ex voto en caso de curación de enfermedades; el agua bendita, el asilo; las fiestas y los tiempos litúrgicos, el uso de calendarios, las procesiones, las bendiciones en los campos, los ornamentos sacerdotales, la tonsura, el anillo utilizado en el matrimonio, el dirigirse hacia el oriente, y en una fecha posterior también las imágenes, tal vez incluso el canto eclesiástico y el Kyrie Eleison: todos son de origen pagano, y han sido santificados por su adopción en la Iglesia”. La iglesia, en comunión con aquella oración que nos enseñó el propio Jesucristo: "Padre nuestro..., santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino..."  siempre ha tratado de santificar a Dios sacralizando la Creación, es decir, convirtiendo lo pagano en sagrado y volviendo así el corazón del hombre hacia el Corazón de Dios. Mienten pues y desde luego pecan de hipocresía, y quizás me atrevo a decir que incluso también de gnosticismo ya que parecen adorar una pureza espiritual despreciativa de la materia, quienes hoy pretenden desechar todo elemento pagano del diálogo que la Iglesia mantiene con todos esos pueblos indígenas del Amazonas, pues la propia historia de la Iglesia se ha construido mediante la santificación de aquellos símbolos y conceptos paganos de la antigüedad, que imperfectamente acercaban al hombre a Dios hasta convertir su alma. Lo que han hecho esos tarados iconoclastas que han tirado las estatuillas indígenas al Tiber, no está muy lejos de lo que decían en su día algunos europeos que no querían ver en los indianos de América, seres humanos dotados de alma. Ignoro si incluso no habrá cierta dosis de racismo inconfeso en sus motivaciones, porque en definitiva se trata de un desprecio del otro y sus cosas por considerarlo inferior, lo cual no es otra cosa que un desprecio de la Creación y de los medios que Dios ha dispuesto para acercar todas esas almas a su santidad. Que unos indígenas acudan a Roma y adoren allí una estatuilla de su Pachamama, no debería escandalizar a nadie. Lo que si debería escandalizar es que unos católicos desprecien a esa gente y tiren al río sus estatuillas porque se consideren más puros y mejores que otros católicos que tratan en cambio de santificarlas para con ello llevar hasta Dios y convertir las almas de esos mismos indígenas. En algunos debates he visto los enconados desprecios que se hacían de los indígenas y sus estatuillas, y la ingenua defensa que se ha hecho de ello tratando de hacer pasar por la Virgen a la Pachamama. Seamos sinceros, muchos de esos indígenas adoran a la Pachamama y esas estatuillas son la forma en que la representan, lo cual no debería ser venerado por la Iglesia, pero  ¿Acaso la infinidad de advocaciones marianas que hoy existen en el mundo, no fueron originalmente cultos iniciáticos a la diosa madre (Isis, Isthar, Astarté, Afrodita, Venus, Maya, Gea, Rea, Cibeles, Artemisa, Hera, Minerva, Mari, Freyja, Coatlicue o Chimalma, solo por citar algunas que en la antigüedad recibieron culto igual que lo recibe hoy la Pachamama), y que fue la Iglesia la que convirtió, que no destruyó, todos esos cultos paganos al culto de hiperdulia a la Santísima Madre de Dios, para mediante ella conocer a Cristo? ¿Desde cuando ha sido misión de la Iglesia señalar y maldecir, y no enseñar y bendecir; destruir en lugar de construir; condenar en lugar de salvar? ¿Quién se equivoca, el indígena que trata de conocer y venerar a Dios desde su humilde e imperfecto entendimiento pagano de la vida o el ultracatólico perfecto que condena al indígena y al Papa a los infiernos por haber tratado de santificar una imagen en origen pagana?  Más preguntas a los críticos ¿Desde cuando la Iglesia considera un dogma el celibato sacerdotal? ¿Dónde está la herejía pues? No es lo mismo castidad que celibato pues lo primero es ordenar el don de la sexualidad a la santificación de la vida, y lo segundo prescindir de ella para atender mejor dicha santificación en la vida de los demás, es decir, un sacrificio de lo propio en beneficio de lo común pero, si en aquella región fuese hoy necesario establecer la figura de los Viri Probati para asegurar la permanencia de Cristo en aquellas gentes y el desarrollo de la Iglesia en sus comunidades, como en su día ocurrió en los orígenes de la cristiandad ¿No sería eso preferible a que desapareciese todo? ¿Cuáles son realmente los intereses que hay detrás de impedir el desarrollo de la Iglesia en todas esas tierras vírgenes? ¿Alguna cuestión geopolítica? ¿Cuáles son los intereses que se esconden tras toda esa gente que pretende desacralizar la creación e impedir la evangelización del ecologismo o el indigenismo, para convertirlos de ideologías paganas que son, en ideales de santidad, tal cual obró la Iglesia y España en los siglos de la conquista? ¿Quién es el que emporca la historia de la Conquista española, el Papa por pedir perdón por los abusos cometidos en nombre de la Iglesia o aquellos que quieren impedir hoy que la Iglesia vuelva a civilizar y hacer santo lo que los hombres hemos pervertido a causa del pecado? No sé cuando se publicarán los resultados de este sínodo. El borrador del documento final se presentó el día 21 y tienen cinco días para reflexionarlo y debatirlo. Imagino que en acabar sabremos algo pero desde luego, lo que sí sé es que el sínodo está dejando claras las intenciones de mucha gente que usa de la Iglesia para hacer de este un mundo sin Dios a beneficio propio. Y lo mismo me atrevería a decir de todos esos que aquí en España utilizan ahora la polémica con Franco para difamar a la Iglesia y hacer del Caudillo un ídolo más importante casi que Dios. Es más, pienso que son unos hipócritas que ni siquiera veneran la figura y el ideal del propio Caudillo, a quién personalmente, con todas sus faltas y aciertos, tengo por un buen católico al que no se le ocurriría hacer lo que estos hacen en su nombre contra la propia Iglesia que él defendió con su alzamiento. Vivimos un tiempo de hipocresía en grandes letras mayúsculas.