La realidad de Hispanoamérica es distinta que la europea, y a pesar de los errores de la teología de la liberación, parte de su fundamentación recogida en esa opción preferencial por los pobres, ha sido y sigue siendo válida para lograr alcanzar cierta justicia social en un continente bastante empobrecido como es Latinoamérica, donde algunos pueblos indígenas siguen sufriendo las injusticias de las élites criollas.
Pero los sectores ultraconservadores, americanos y europeos, difundieron la idea de que toda la teología de la liberación era algo que había que erradicar. Obviamente con mayor énfasis desde los países más ricos y orientados por políticas liberales, como los USA. El problema es que en esa crítica no se suele hacer discernimiento entre lo que es error teológico y lo que es interés político, y así, muchas conferencias episcopales americanas dejaron de prestar su apoyo a los movimientos sociales que se basaban en esa fundamentación, dejándoles así sin la posibilidad de atender a los sectores más empobrecidos. Por su parte, esas mismas conferencias corrían el riesgo de perder el favor político conservador, si apoyaban esos movimientos. En consecuencia, se abandonó al pobre y se promocionó al rico. Y esa brecha fue la que utilizaron las iglesias evangélicas para prender entre esos sectores más pobres de la sociedad.
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La "teología de la liberación" es un término bastante amplio que recoge varias corrientes teológicas, muchas de ellas acertadas en tanto que se basan en el argumento bíblico de la liberación que aparece en los textos sagrados del Éxodo, San Pablo, etc… Todas esas corrientes buscan una aplicación social de las enseñanzas que se desprenden de la Revelación, cosa que lejos de ser herética, es buena y de gran valor, como es el caso de la propia Doctrina Social de la Iglesia que se basa en esa misma fundamentación.
El problema es que, una de esas corrientes, tomó como elemento hermenéutico el análisis marxista, para interpretar la realidad social y transformar desde ese análisis materialista la realidad social, al modo que lo hace el marxismo. Y esa corriente fue la que recibió el nombre de "Teología Marxista de la Liberación" condenada por la Iglesia. Lo correcto entonces sería hablar de "Teología Marxista de la Liberación" porque, en efecto, es en esa hermenéutica materialista del marxismo donde se haya el error fundamental de la TML. Pero ni siquiera todo es un error en esa corriente.
Los errores condenados por la Congregación para Doctrina de la Fe, en su Instrucción “Libertatis nuntius", son fundamentalmente dos, de los que se derivan todos los demás. En primer lugar está el error de asumir que la teología es la "reflexión crítica sobre la praxis histórica a la luz de la Palabra", es decir, que la teología ya no reflexiona sobre la Revelación, sino sobre el hecho concreto de la lucha de los pobres y oprimidos por su liberación, algo que convierte la teología en sociología religiosa, incapacitándola para elevarse más allá del plano político.
El segundo error fundamental y más grave, es el de asumir el análisis marxista para interpretar la realidad y lo cristiano, siendo esto el vector de las desviaciones “ruinosas para la fe y la vida cristiana” que señala la “Libertatis nuntius”. Una de esas desviaciones, es la de interpretar la salvación como una realidad consecuencia de la liberación material que se pretende alcanzar en el plano social, económico, político e ideológico. Algo así a como sería la fase superior del comunismo. Desde esta perspectiva, Jesucristo es entendido como un mero líder político, carente de su dimensión divina. Otro Barrabás. De hecho, algunos teólogos de la TML llegaron a sostener la idea herética de que Jesucristo no es el Hijo de Dios, sino un hombre elegido por Dios para manifestar su amor por los pobres y oprimidos. El cristiano entonces se convierte así en un revolucionario que sigue a un líder subversivo.
Finalmente existe otro grave error derivado de utilizar el análisis marxista para explicar la teología de la liberación, como es el significado que le dan a la Eucaristía, pues, para los teólogos de la TML, ésta ha dejado de ser el sacramento que remite al sacrificio de Cristo en la cruz y su Resurrección, y significa la toma de conciencia del pueblo oprimido y su lucha liberadora, transformando así la Eucaristía en un símbolo de concienciación ideológica.
Luego existen otros errores que se derivan de esta concepción errónea, que aunque menores también tienen su importancia. Por ejemplo, el de una visión de la Iglesia bastante sectaria y reduccionista, en la medida que la entienden como el pueblo oprimido que lucha por su liberación, y por tanto, quienes no participan en esa lucha quedan excluidos de pertenecer a la Iglesia. Una idea que surge de la asimilación de la lucha de clases y la dictadura del proletariado, en simbiosis con la palabra de Cristo: "el que no está conmigo está contra mi".
Pero a pesar de estos errores, la TML pretendía responder a una sana preocupación por liberar de la situación de pobreza en la que viven, a millones de personas. De ahí surge la "opción preferencial por los pobres" como un modo concreto de solidarizarse con los oprimidos. Esto, entendido correctamente no representa mayor problema pues es una obviedad que Cristo sentía preferencia por los más pobres y oprimidos que confiaban en él. De hecho, la “opción preferencial por los pobres”, junto a la "opción preferencial por los jóvenes" es uno de los tres elementos que los obispos americanos consideraron fundamentales en el documento de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, para la Iglesia actual.
El problema está en el significado material que se le da al "pobre", que para la TML no es el pobre de espíritu de las bienaventuranzas, es decir, el humilde, el que confía en Dios, sino el proletario que pertenece a la clase social oprimida y vive enfrentado contra la clase social explotadora. Por tanto, el problema de la TML no es la “opción preferencial por los pobres”, sino la interpretación marxista que le dan a la pobreza.
En conclusión, a pesar de los errores graves de la TML, persisten en su base elementos que son válidos y no pueden ser apartados de la conciencia cristiana pues forman parte de su esencia espiritual y del magisterio de la Iglesia: La opción por los pobres y necesitados, la toma de conciencia ante el pecado estructural de nuestras sociedades y la necesidad de eliminar de ellas la corrupción, la injusticia o toda clase de explotación del hombre por el hombre, o el hecho de que no solamente existen pecadores que necesitan misericordia y conversión, sino que también hay víctimas del pecado que necesitan justicia y restauración. En definitiva la espiritualidad de la gracia que exige hombres nuevos, en el hombre nuevo que es Jesús resucitado. Todo esto no es herético ni materialista sino que responde a la Revelación de Cristo y a nuestro deber de ser buenos cristianos.