Confieso que yo he tenido esa tendencia conspiranoica que desarrollé en los primeros años de BBJ coincidiendo con la crisis que fue mi propia crisis de manera extraordinaria. Poco leído -me maravilla en muchos de vosotros el manejo de libros que tenéis- y a la vez curioso, el tiempo libre y la avalancha de "información", fueron los ingredientes de abrir mis ojos como platos ante tantos datos y secretos pregonados como si efectivamente "algo" distinto estuviera pasando. Distinto y extraordinario pues venía en auxilio de aquellas dudas, fracasos y frustraciones para cuya explicación en mi fuero interno, no encontraba nada que no fuera: qué mundo más hi de pu nos toca vivir. Pero esa conclusión te dejaba postrado, incapaz, sin esperanza. Entonces todas esas teorías venían a explicar la razón de ser de las cosas. Precisamente, nuestra mente estructurada (alienada, controlada, aborregada.... que tanto se decía y se dice) era la responsable de no detenerse en el efecto caótico en que se había convertido la realidad como es... Tenía que haber una explicación, si no para todo, si para lo más acuciante. Y además, tenía que haber un voluntad expresa detrás de todo, pues era yo incapaz de desprenderme de la idea de que había una inteligencia finísima detrás de todo. Finísima y tenaz, de "larga data", en la que "algo", movido por "algo" había sido capaz de pergeñar "algo" a lo largo de siglos y que por fin había empezado a dar señales claras de éxito y premio a esa voluntad pétrea, al mismo tiempo que "otros" conseguían traernos la explicación adecuada. Desde la antigüedad (muy variable según el caso), pasando por sucesos históricos a los largo de siglos, se habían ido gestando lo mismo grandes venganzas que grandes resistencias. Un mundo "mítico" de sociedades, dragones de diferente color, que siguiendo la largura de sus raíces nos llevan a las edades védicas, a las deidades paganas transmutadas en seres de otras galaxias, a Yavé, a los judíos y a Egipto pasando por Babilonia... Todo apuntaba a que había, efectivamente, una explicación "racional" a los eventos nuevos para los dormido, pero que los despiertos habían estado predicando milenios como quien grita en el desierto. En cierto modo estábamos adorando a nuestros ídolos de oro haciendo caso omiso a la "inteligencia", a la consciencia cósmica, a los "hermanos ascendidos".... Moisés había bajado del monte y comprobando cuán fácil es para las masas caer en la idolatría del dinero, de la vida sin más que el horizonte pequeño y personal, rompió furioso de nuestra flojera las tablas de la Ley que debían orientar nuestras vidas más acá de que las comprendiéramos. Pero bajó -descendió- con otras palabras que Yavé le había dicho y que nos parece razonable fueran secretas, pues si tan fácil fuera dejarnos llevar por la materialización inmediata en aquellos ídolos dando respuesta a nuestra inclinación trascendente en su modo tanrústico, no hubiéramos sido capaces de comprender los códigos tras la exigencia de cumplirlos sin hacer preguntas.
Y aquí encuentro el meollo de todo ésto: "no quiere que comáis de este árbol porque sabe que seréis como Él". Destripar esta frase tiene su aquel: ¿Puede una criatura ser igual a su creador?. ¿Podría Dios ser capaz de crear a otros dioses idénticos -clónicos- a Él sin tener en cuenta ninguna consideración al margen de querer hacerlo?. ¿Podría la Causa incausada dar origen a entidades clónicas que no serían sino causas "causadas"?. ¿Cómo podrían "Ser" lo mismo si no hay en ellos "la primera voluntad"?.
Preguntas -ejemplos- que ponen de manifiesto la necesidad humana de ir al fondo de las cosas pero inspirados por una voluntad que no se detendrá en respuestas "insatisfactorias" que acoten la libertad de llegar al fondo de las cosas... De hecho, cuanto más complejas las respuestas, y más contradictorias, más estimulantes nos resultan como modo de eludir una realidad que nos aplasta como bota indiferente pisando un hormiguero.
Estoy convencido de que la "intención" de todo es "romper" la estructura de la civilización cristiana identificada ya en la "Matrix" (matriz, estructura, filas y columnas, planos "acotados"). Tal vez tenga que ver con las "meditaciones" de un "pueblo" que tampoco quiso aceptar la realidad de aquel Mesías que no cumplía con su interpretación de lo que habría de ser el Mesías, y como niño frustrado por no ver entre los regalos aquel de su máxima preferencia, elucubra que los reyes magos le estaban gastando una broma y busca, revuelve en lugares raros, aquello que de ninguna manera habría de serle negado...
Ingenuidades infantiles (y no tanto) que en tantos casos duran toda la vida resistiéndose a la realidad buscando explicaciones "alternativas" que dejan a Dios fuera del centro ahora ocupado por nosotros y nuestras "necesidades", convirtiéndolo en un "bromista" que juega al escondite o a los dados...
Antes que todo ésto había tenido "contactos" con el Mal. Nunca se trató de temas complejos ni elaborados sino de cosas sencillas y de "miradas". Mis casos "diabólicos", en lo que atañe al caso concreto, son cosas muy ordinarias. Lo extraordinario era "la sensación" de estar frente a algo súbitamente negro y desconcertante por sí mismo y por el hecho de que escapaba completamente del ámbito del hecho. Por eso digo "sensación" y no reacción más o menos iracunda ante un hecho vulgar y predecible.
Cinco años "interno" en colegios de curas de los que renegué en cierto modo sin llegar a ningún drama hasta la "crisis", pasando por el Zen y la vida sana y natural, me libraron de caer en la red anti-matrix... Si había experimentado el mal de manera tan viva -y subjetiva siendo sinceros- debía por fuerza existir el Bien. Y si existe el Bien -o el mal personificado, no como mera tragedia o dolor- , éste debía ser "racionalmente" también personal. Una vaga idea de Dios sostenida "a mi manera" en mis años de Zen pero que venía de mi adolescencia, volvía así a tomar un protagonismo primero en mi mente con hecho racional, y luego permeando poco a poco mi corazón...
Inescrutables son los caminos de Señor.
Al caso que nos ocupa El Español ha vuelto a dar con las claves adecuadas. El mal y sus efectos "domésticos" ha estado y siempre estará en la Ciudad del Mundo por mucho que insistamos en convertirlo en la Ciudad de Dios. La buena noticia es que la Ciudad de Dios triunfará cuando Cristo regrese y la otra buena noticia en que la Ciudad de Dios "ya está" en nuestros corazones.
Todas las teorías conspirativas, ciertas o no, son un reflejo de los afanes por lograr el poder a costa de todo y de todos; de sembrar cizaña y desorientación; de romper la relación entre causas y efectos proponiendo idealidad misteriosas que están más allá, intocables, de las causas y sus efectos.
Así como tuve aquellas experiencias "malignas" en circunstancias del todo ordinarias, hoy veo que se ponen de manifiesto en las circunstancias extraordinarias. Si era necesario un "sexto sentido" -o locura- para apreciar a la entidad perversa en medio de lo cotidiano, no es apenas necesario para justificar los sucesos extraordinarios. Confundir o procurar confundir la naturaleza real de los "entes implicados" en este mundo tan confuso, forma parte de lo mismo: la mentira es muy poderosa porque consigue destruirlo todo, y la verdad que nos aproxima a Dios, tomada como simple hecho racional, dejando al margen la Revelación, es un camino tortuoso lleno de incertidumbres y de fracasos. Destruir es más fácil que construir y la "cama" de subjetividad y al final siempre de sospecha, se abre camino entre las murallas frágiles del sentido común y de la reflexión orientada por la Fe, la cual no es obra nuestra y por ello es tan repudiada por quienes sin saberlo han interiorizado que los "dioses" creados por Dios, son igual de poderosos y además comprensivos con nuestra naturaleza imperfecta frente a un Dios justiciero y celoso...