Con respecto a lo que discutíais sobre la deportación los inmigrantes que delinquen, para mí la conclusión es clara: El principio existe y es correcto, sin embargo se aplica de manera demasiado laxa. Lo mismo con la obligación que tienen los parados de asistir a cursos y a coger los trabajos que les den.
De hecho, ése es muchas veces mi problema con el actual estado de cosas y con el sistema llamado "Estado del bienestar". Los principios son algunas veces correctos, pero se aplican con demasiada indulgencia y laxitud. Eso provoca problemas sociales varios como la proliferación de delincuentes y caraduras -inmigrantes o autóctonos- que no quieren trabajar y pretenden vivir del esfuerzo de los demás. También provoca un sesgo según el cual parece que se premia la holgazanería y se castiga el trabajo duro.
Aparte de eso, el tema de la inmigración tiene sin duda una importante dimensión teológica. Es como si Dios hubiera permitido la inmigración caótica, desordenada y trágica que presenciamos hoy, precisamente para señalar de manera clara a la humanidad que no puede renunciar al deber sagrado de la procreación (y otros). La inmigración ha cambiado el rostro de muchas ciudades europeas y de ésta manera le indica claramente al europeo, occidental, que busque la raíz del problema, diciéndole que está enfermo a través de un síntoma evidentísimo. Según esta interpretación (no sé si válida a la luz de lo que nos enseña la Iglesia) la inmigración no sería un castigo divino, mas al contrario, pues revela un mal que de otro modo quedaría oculto.
Es evidente, por tanto, que la respuesta identitaria al problema es completamente errada, pues pretende acabar con una enfermedad atajando un mero síntoma. La respuesta izquierdista es, por su parte, también errada, por inexistente. La mayoría de izquierdistas se hallan en una postura que consiste en una negación infantil de cualquier problema derivado de la inmigración en su forma actual, así como del origen de ésta. Por otro lado, debido a sus esquemas marxistas, asocian de manera simplista "inmigrante" con "oprimido" y, por lo tanto, con "bueno".
Por lo que a mí me interesa, me parece que ni la izquierda ni la derecha van en el sentido constructivo y razonable en el que deberían ir: La búsqueda de la asimilación y la convivencia. La izquierda por azuzar los resentimientos (una especie de "lucha de clases" reeditada en "lucha de razas") y la derecha por ahondar severamente en esa propuesta de confrontación. Un lado y otro parecen tender, cada uno a su modo, a la sectorialización y a la confrontación. Sin embargo, reconozco que sí existen ciertas tendencias constructivas entre algunas personas "derechistas": Hace unos días veía una entrevista que hicieron a Marine Le Pen en la televisión francesa en la que afirmaba estar en contra de las clasificaciones étnicas al estilo USAno y defendió la idea de la unión de todos los franceses (independientemente de su origen) bajo los principios de su República, lo cual le aplaudo. El problema es que no me parece coherente con otras actuaciones de su partido ni con las ideas de sus bases y, por lo demás, se queda en un brindis al Sol viendo lo grave que es el problema de la "guetización" en Francia*.
*recuerdo una ocasión en la que me encontraba en un tren, que circulaba por las afueras de una gran ciudad francesa, en el que yo era el único blanco (literalmente) dentro de un vagón lleno a rebosar. Y no es una situación en absoluto inusual allí.