Traduzco para el foro una impactante carta que hace unas semanas dirigió a sus seguidores Márton Gyöngyösi, vicepresidente del partido húngaro Jobbik*.
Cita¿Cristianos o cristianistas?
Cuando leí las últimas líneas de la entrevista de HVG con el obispo diocesano de Vac, Miklós Beer, que se publicó antes de su jubilación, quedé estupefacto. El obispo explicaba cómo estaban tratando de encasillarle políticamente y cómo un buen amigo, metido en la política, le sugirió que «mantuviese su boca cerrada» solamente porque había expresado en varias ocasiones opiniones diferentes de las del Gobierno.
Es típico de las dictaduras tenebrosas el declarar a las autoridades eclesiásticas como enemigos públicos y silenciarlas o, en el peor de los casos, encarcelarlas. Las dictaduras tenebrosas tienden a considerar al cristianismo y a sus representantes como el enemigo. Por su absoluta superioridad moral, Dios no encaja en su filosofía que glorifica las peculiaridades humanas. Les aterra especialmente la idea del perdón y del amor, porque su sistema se basa en la impiedad y en la aniquilación de sus enemigos.
El celo anticristiano de Fidesz es todavía más sorprendente por cuanto hablan constantemente de construir una «democracia cristiana» y un «Estado cristiano». Víktor Orbán y su sistema son incapaces de comprender nada que trascienda la política, pues creen que toda nuestra vida es simplemente un producto político que no tiene nada que ver con la moral. Tiene más bien que ver con la arrogancia, la ambición de poder y riquezas. No extraña que intenten continuamente comprar, más que ganarse, la benevolencia de las iglesias históricas. Desgraciadamente, en ocasiones tienen éxito: a veces renovando una iglesia o, si fuese necesario, haciendo amigos, como en el caso del obispo László Kiss-Rigó. En lo que respecta a las masas, les ofrecen algunos gestos espectaculares y estrepitosas arengas que no obedecen a más que a la ambición de poder.
Al margen de lo que afirme Orbán, su sistema no es cristiano porque juzga a las personas por su dinero: si tienen mucho y le rinden pleitesía, hace negocios con ellos, pero ahuyenta a cualquiera que desee mantenerse independiente. Los que no tengan dinero pueden trabajar por un salario de miseria en una fábrica o en el negocio de algún potentado local. Cuando ya no puedan trabajar más, podrán tumbarse a esperar la muerte en algún hospital que se esté cayendo a pedazos. También juzga a los extranjeros por su dinero: si tienen mucho, podrán cenar con Orbán incluso si son buscados por la CIA por financiar el terrorismo y, una vez que se hayan forrado los bolsillos robando a su propio país, podrán encontrar refugio y participar en amenas y lujosas fiestas en Hungría. Por el contrario, a los que llaman a la puerta legalmente les deja morirse de hambre durante semanas en una jaula de hierro de la zona de tránsito. Eso no les preocupa a Orbán y a sus sedicentes amigos cristianos, como no les preocupa que miles de personas se ahoguen en el Mar Mediterráneo después de que el Gobierno de Fidesz, sólo por lograr ventajas políticas mezquinas, sabotease un posible acuerdo con los estados africanos para frenar la emigración de personas que piensan que pueden labrarse un mejor futuro en Europa. Se podía haber ayudado a estas personas en sus propios países, pero el Ministro de Exteriores húngaro rechazó cínicamente la propuesta y, con idéntico cinismo, contempla ahora cómo mueren. Si Orbán se considera a sí mismo y a su Gobierno como cristianos confesionales, me pregunto cuál es la religión que confiesan, o quizá el problema es que no fuimos a las mismas clases de la Biblia.
Sin embargo, algunas personas no tienen ni siquiera derecho a un tratamiento verbal justo. Razón por la que los creadores de opinión de Fidesz pueden decir que el Papa Francisco es un viejo senil y lanzar campañas de memes en Internet contra él. Así es como llegamos al punto de que un obispo admita que su amigo, que está metido en la política y teme por él, le ha aconsejado que mantenga la boca cerrada. Dejadme formular la pregunta: ¿podría ocurrir algo así en un verdadero país cristiano regido por un gobierno verdaderamente confesional? ¿Podría ocurrir bajo un caudillaje cristiano que los intereses de la propaganda del gobierno y de una pequeña élite anulen las palabras de los dignatarios de la Iglesia? ¿De qué tipo de Cristiandad hablamos cuando los prelados de la Iglesia católica (o de cualquier otra iglesia histórica) pueden ser difamados y silenciados?
El Gobierno no es cristiano sino «cristianista», en el sentido de que intenta usar a la Cristiandad para fabricar una ideología política. Sin embargo, las enseñanzas están por encima de todas las ideologías políticas y de todos los «ismos» inventados por humanos. Digan lo que digan Víktor Orbán y Fidesz sobre sí mismos, no son los salvadores de la Cristiandad. Por el contrario, traicionan y flagelan las auténticas virtudes cristianas y las personas que las encarnan. Flagelan al Papa Francisco, silencian a los obispos que no les gustan y estigmatizan las verdaderas ideas cristianas.
En la Hungría de hoy es un enorme reto la representación de los valores auténticos en un sistema como éste, porque quien posee esos valores auténticos prefiere no alardear de ellos ni utilizarlos para proclamar sus virtudes a los cuatro vientos. Ésa es la razón por la que habitualmente evito escribir sobre estas cuestiones, pero en ocasiones hay que decir las cosas claras. Lo que quiero ver no es una política pseudocristiana o un cristianismo político sino políticos cristianos humildes. En Jobbik, sin duda alguna.
Márton Gyöngyösi, vicepresidente del partido húngaro Jobbik.
* Jobbik es un partido de extrema derecha que siempre ha contado con una importante representación en el Parlamento de Hungría. Tradicionalmente ha sido un partido antiinmigración y no ha dejado de serlo, pero la inmigración es sólo uno de los muchos ejes de su programa nacionalista y, por otra parte, están escandalizados con la demagogia y las malas artes de Víktor Orbán, con lo que han adoptado una postura más moderada y muchos de los extremistas que había en el partido se han ido a Fidesz. Han perdido el apoyo de Rusia y consideran que Orbán es un pelele ruso.
No estoy seguro de que sea un partido fiable el cien por cien, más que nada porque es un poco difícil para un occidental comprender lo de Hungría, pero me ha parecido que la carta es muy correcta y merecía ser conocida por nuestros lectores y en general por los católicos españoles. También es muy interesante lo que comenta Márton Gyöngyösi de los ataques al Papa Francisco por parte de los lacayos de Orbán, así como la disyuntiva que plantea de cristianos frente a cristianistas.
No se entiende que en su día la ACdP invitase al calvinista Orbán en calidad de caudillo católico o que en los portales de información religiosa le presenten como un modelo a imitar. Tampoco se entiende muy bien que hace años en la ultraderecha española estuviesen todo el día dando la vara con Jobbik y que de repente se haya hecho sobre ellos el más absoluto de los silencios. O quizá se entiende demasiado bien la razón de esas conductas.
La carta me parece digna de aplauso, si es sincera, y por lo demás coincide con muchas de las cosas que veníamos comentando por aquí. Así que vale la pena conocerla y difundirla. Abre también un debate muy interesante que no entiendo por qué no ha llegado a la derecha española. Me perdonaréis que la traducción no sea muy brillante.
Para finalizar, dejo breve charla que dio Márton Gyöngyösi en la Conferencia de Familias Católicas celebrada en Irlanda: