Suscribo los análisis que habéis hecho. Intento explicar mi visón (complementaria) del asunto.
El capitalismo es amoral, en el sentido que en la práctica no defiende moral objetiva alguna. Un sistema así deja la moral (cristiana) en el ámbito estrictamente privado, aunque no la ataca. Es una evolución seguramente del pragmatismo protestante y de hecho así funcionaron los EEUU desde su fundación hasta los años 50, cuando las ideas comunistas empiezan a extenderse y la evolución de la sociedad ya no puede explicarse por entero por la acción del capitalismo. Son sociedades que, no obstante, pueden "funcionar".
El comunismo, en cambio, es antimoral en el sentido que los valores comunistas son aquellos que, de implantarse, llevan a las comunidades a la autodestrucción y al colapso. Por ejemplo, el activismo comunista pone mucho énfasis en ridiculizar las creencias religiosas y en general todo comportamiento honorable y virtuoso. La Iglesia, el Ejército, la Policía y en general toda institución que proporcione cohesión a la sociedad es atacada virulentamente por el comunismo.
Por lo anterior, los Regímenes que son comunistas en alto grado nunca "funcionan" y la gente huye de ellos hacia Regímenes capitalistas que, aunque siendo malos, sí funcionan. Esa disfunción de los Regímenes comunistas no puede atribuírse por entero a un "boicot" del capitalismo, pues si bien ese argumento serviría (o podría servir) para Corea del Norte, no lo haría en el caso de la URSS.
En cualquier caso, un sistema amoral es completamente vulnerable a un sistema/virus antimoral, pues carece de esquemas que propugnen una verdad moral objetiva que pueda contrarrestar la subversión, cuando ésta se presenta. Por eso en las sociedades capitalistas los comunistas gozan de una infiltración y poder crecientes en los puestos claves de la sociedad. Sólo eso explica que nuestra sociedad sea más comunista culturalmente hoy que a la fecha de la caída de la URSS.
Es decir, de algun modo las sociedades capitalistas están condenadas irremediablemente al comunismo. De ahí que ante el auge del comunismo en los años 30, la única respuesta que de verdad pudo pararlo proviniera de la Europa Católica, donde la conciencia católica todavía existente sí defendía una moral objetiva como guía de la sociedad frente al indiferentismo capitalista. No por casualidad el "insulto" preferido por los comunistas es el de fascista. Podría debatirse si el nacionalsocialismo a su vez opuso otra "moral" objetiva a la vez opuesta al comunismo y al catolicismo, pero como en cualquier caso juzgo esa supuesta moral como rechazable desde mis creencias no me interesa debatirlo aquí.
Por concluír, y en esto estoy en desacuerdo con lo que dice Prada en su artículo, no es el capitalismo quien promueve venenos sociales como la ideología de género (consecuencia lógica de cualquier forma de feminismo, que tampoco se olvide) y otros, sino más bien que el capitalismo, con su indiferentismo en las cuestiones morales, es incapaz de articular ninguna oposición a los subvertidores que promueven esos venenos.
Viéndolo desde otro punto de vista, el capitalismo tiende a considerar a la sociedad como un juego en el que todos los jugadores buscan maximizar su beneficio económico. A partir de allí, se postula una tendencia a un cierto equilibrio en el que todos los actores estarán satisfechos y se alcanzará con ello la cohesión social. El inconveniente, a mi juicio, es que muchas veces las motivaciones humanas están lejos de estos impulsos. Hay personas que encuentran más satisfacción en la desgracia de otros que en su propia felicidad, por lo que lo anterior es incapaz de "predecir" el comportamiento de esas personas.