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  1. Entre las figuras de peso del tradicionalismo hispánico, el profesor Miguel Ayuso aparece como uno de sus más importantes teóricos en la actualidad. Como llevo poco tiempo en el foro, desconozco si se ha hablado de él en el pasado en alguno de los hilos, pero de todas formas comparto esta entrevista en la que aborda temas de diversa índole y que sirve como una buena introducción a sus posturas. Personalmente, me parece un representante brillante en muchos aspectos, desde su defensa de la auténtica tradición hasta su crítica del liberalismo. La parte con la que quizás no estéis muy de acuerdo es en su análisis del Concilio Vaticano II y del rumbo tomado por la Iglesia desde entonces. Tendría curiosidad por saber qué opinión le merece el actual papa, pero no he encontrado nada al respecto. Copio algunos de los fragmentos de la entrevista, ya que es bastante extensa, y dejo el enlace a la misma aquí, para los que queráis leerla en su integridad. Entrevista al completo / Fuente: https://lasoga.org/miguel-ayuso-torres-cuando-uno-ve-la-politica-los-estados-unidos-secundada-la-union-europea-la-impresion-sigue-la-estrategia-del-gobierno-medio-del-caos/
  2. La denominada “revolución americana”, para ellos, no es más que un perfeccionamiento de la francesa. León XIII, en su carta Testem benevolentiae, advirtió contra aquellos que “quieren una Iglesia distinta en América de la que existe en todas las demás regiones”. Apreciaba el Papa con gran clarividencia cómo el espíritu de la “nueva sociedad” de los Estados Unidos de América, fundada en principios totalmente contrarios al orden social católico propuesto por la Iglesia desde sus inicios, amenazaba con contaminar las mentes de los propios católicos estadounidenses. Lo que León XIII quiso combatir fue precisamente lo que hoy, comúnmente, y en sentido más amplio, conocemos por “americanismo”, que, trasladado a nuestro mundo actual, no es más que la influencia global del poder y principios sociales que sustentan a los Estados Unidos de América. Ensoberbecidos por los principios que inspiraron la construcción de la Estatua de la Libertad, en la firme creencia de que se estaba fundando un nuevo mundo sobre los principios de la verdadera libertad, no se estaba haciendo otra cosa que otorgar carta de naturaleza a la filosofía racionalista liberal aplicada a la política, con el inestimable apoyo del protestantismo y la masonería, núcleo duro de la filosofía de sus adorados “padres fundadores”. La consecuencia inmediata de esta ideología fue la llamada “doctrina Monroe”, que pretendía establecer una tabla rasa de diferenciación y de definitiva emancipación de los valores de la “new society” respecto de cualquier condicionamiento procedente del exterior del continente. Muchos pueden entender este planteamiento como meramente geopolítico, pero efectivamente no es así, sino que tiene un alcance más amplio. No olvidemos que esta “doctrina” fue fundada en la fase final de la mal llamada “emancipación” de las provincias españolas de Ultramar, y por tanto, no puede entenderse sino en el contexto de la “des-hispanización” de Hispanoamérica, a la vez promovida por criollos burgueses y masones, como bien demuestra Ramiro de Maeztu en su “Defensa de la Hispanidad”. Se trataba pues, del primer plan de ingeniería social ejecutado por la entonces recién alumbrada nación, y que sirvió de paso para dar el toque de gracia al ya más que decadente imperio hispano, que no había representado sino el baluarte contra Lutero y el martillo de los antepasados de quienes siglos después desembarcaron para construir su “sueño americano”. Casi doscientos años después, la “doctrina Monroe” ha cruzado sus propias fronteras, y parece haberse reformulado tácitamente en algo así como “el mundo para los americanos”. La influencia social y cultural de los Estados Unidos, especialmente tras su confirmación como primera potencia tras la Primera Guerra Mundial, es indiscutible. Pero, ¿en qué consiste esa influencia? ¿en qué principios se asienta? Comenzando por la segunda cuestión, hay que decir que la denominada “revolución americana”, para ellos, no es más que un perfeccionamiento de la francesa: el traslado a sus últimas consecuencias, de los principios ilustrados. Para el americanista, el gran error de la revolución francesa fue su deriva totalitaria, el Leviathan administrativo que engendró, anulando despóticamente la viva organización social que le precedió para instaurar el germen de lo que más recientemente ha venido a llamarse por algunos el “neodirigismo tecnocrático”, es decir, la política como pura administración de un ingente aparato mecanicista, que es el Estado. La revolución americana, por el contrario, habría conseguido mejor que nadie plasmar socialmente esos ideales ilustrados de libertad e igualdad. Así, los americanistas consideran el gobierno de la voluntad general como otra forma tiránica, heredera de la monarquía absoluta, pero sin renunciar a los principios ilustrados e iluministas que inspiraron a 1789, y se inclinan por la división de poderes, en el marco de una sociedad estrictamente individualista y de laissez faire. En cuanto a la primera cuestión, esa influencia consiste en la exportación, a escala global, de esa filosofía profundamente individualista, economicista, pragmática, pelagiana y auto-suficiente. Sin vínculos de sangre, sin más méritos que la iniciativa individual y el afán constante de progreso material. Además, muchos liberales conservadores, entre ellos católicos, que ven sin disgusto ese espíritu materialista, se maravillan contemplando la idea de que Estados Unidos es, a la vez, la “nación religiosa”, tierra donde se armonizan perfectamente la libertad (liberal) con la moral. Pero para superar esta falacia, es necesario comprender la significación que tiene esa mención a lo religioso en relación al enfoque de las logias americanas respecto de las europeas. La masonería americana es deísta, mientras que la europea, comandada por la francesa, es generalmente atea y anticlerical. Luego la significación que tiene el término “dios” o “religión” en uno y otro contexto, en el fondo vienen a significar lo mismo, porque en realidad son la misma esencia traspuesta sobre dos estructuras diferentes. Y esa esencia es la negación sistemática de los principios católicos tradicionales en relación al orden social y político que tan brillantemente se plasmaron en la Cristiandad, así como la persecución de todo aquél que luche por implantarlos en el ámbito público. En el mejor de los casos, para el americano, la religión es una cuestión interna, de conciencia, en la que el Estado no debe inmiscuirse, pero nunca un asunto de Estado, donde sigue rigiendo el racionalismo político ultramoderno. Ante estas dos cuestiones, muchos católicos piensan también que, puesto que el sistema político estadounidense, por su configuración minimalista del Estado, respeta la conciencia individual a priori más que los sistemas políticos europeos, más inspirados en el totalitarismo revolucionario francés, coronado por una influencia neo-marxista gramsciana mucho más escasa al otro lado del charco, este modelo es el más adecuado para la convivencia de la Iglesia con la sociedad. O, lo que es lo mismo, la doctrina de la “Iglesia libre en el Estado libre”. Reformulado en términos más llanos: la irrelevancia social es el precio que la Iglesia debe pagar a cambio de que el Estado mantenga en su “burbuja” a los católicos, y no les incomode en el ejercicio de sus derechos y deberes ciudadanos, fundamentalmente desde el despliegue de amplios mecanismos jurídicos de objeción de conciencia, frente a las ya de por sí escasas intromisiones estatales en asuntos morales. Pues bien, esta tesis, además de contraria al Magisterio de la Iglesia, que constantemente a lo largo de los siglos ha enseñado la grave obligación de los gobernantes para con Dios y la Iglesia, es un síntoma de contagio de la mentalidad liberal americanista. Desde esta perspectiva tenemos el terreno sembrado para el comunitarismo clerical, que no es sino una especie dentro del individualismo, a saber, una auto-limitación de los efectos de la vida cristiana al ámbito de los iguales en la fe, solo que en este caso, el ente “individuo” se ensancha analógicamente a la “comunidad cristiana”. Para acabar, dos reflexiones que nos han de servir para ubicar este tema en las coordenadas de la más rabiosa actualidad: la primera, la situación venezolana, que no es (y sin que esto sirva para justificar un ápice el sangriento narco-régimen de Maduro) sino otro reflejo del afán de dominio estadounidense sobre los puntos geoestratégicos, otro experimento como el de las “primaveras árabes”, con el agravante de la situación geográfica en el continente americano, pero al que se puede vaticinar idéntico resultado a que a otras revueltas propiciadas por ellos, y después vendidas al mundo como “acciones de liberación”: caos, anarquía y más sufrimiento para la población civil; la segunda reflexión trata acerca del estupor generado por la aprobación, en el estado de Nueva York, de la ley que permite el aborto hasta el momento inmediatamente anterior al nacimiento (último paso antes de la legalización del infanticidio). “En el país de la libertad”, “en la ciudad de la estatua”, esto no puede ocurrir, se dicen muchos. Como si esta ley fuese una traición al espíritu americano de libertad, y no lo que realmente es: otra muestra del camino al que conduce la sociedad regida por la libertad entendida como el ejercicio de las pulsiones interiores del individuo. Que no es otro el leit motiv del liberalismo, y de su derivado, del americanismo. Ciertamente, no es que Europa esté mejor, pero lo que está claro es que plantear en términos americanistas la resolución del conflicto religión-sociedad moderna (conflicto que lleva más de un siglo pululando por los despachos vaticanos, sínodos y Concilio incluido), no hace sino agravar el problema, es decir, continuar alejando al mundo moderno de Dios. La Iglesia, custodia del Derecho natural (en otro tiempo denominado “derecho de gentes”), sencillamente no puede abdicar, tampoco en el orden social, de la lucha por “Instaurare Omnia in Christo”. La Iglesia no tiene que comprar su libertad, sino liberar al mundo de la esclavitud del pecado, hodiernamente, del pecado liberal y sus múltiples adyacentes. Y eso no se consigue construyéndole un safe harbour para su supervivencia, ni una open society para el “desenvolvimiento de su personalidad”. Se consigue restaurando las cosas en la Verdad, la única que nos hace libres. Pues no hay imagen que represente más la libertad que la cruz de Cristo. —————————————————————— Canal de Javier de Miguel en Youtube
  3. La hipocresía secular Lo paradójico de nuestra sociedad actual es que. siendo atea en principio, pretende exigir del hombre de hoy la práctica de las virtudes cristianas. Y esta hipocresía me repugna» (El crepúsculo de los viejos) Por Juan Jesús Priego Rivera Un día de 1931 un periodista de apellido Lefèvre preguntó al escritor francés Georges Bernanos (1888-1948): «¿Le parece justo, señor, que la Iglesia se entrometa en lo temporal? ¿No es esto un contrasentido, sobre todo cuando ella misma asegura que su reino no es de este mundo?». Sin dudar un instante, Bernanos le respondió así: «No escupo sobre la desdicha de nadie. Sólo quiero que se juegue limpio. Lo paradójico de nuestra sociedad actual es que, siendo atea en principio, pretende exigir del hombre de hoy la práctica de las virtudes cristianas. Y esta hipocresía me repugna» (El crepúsculo de los viejos). ¡Qué bien captó el novelista francés la contradicción esencial de nuestra época! Por un lado, se hace todo para que los hombres se olviden de Dios, pero por el otro se les pide que se comporten con la mansedumbre de un San Francisco de Asís; por un lado, se promueve la más abierta irreligión, y por el otro se pide a los ciudadanos que sean dulces, honrados, caritativos y generosos, que nos den de su tiempo, que nos sonrían al pasar y nos cuiden desinteresadamente cuando nos ponemos enfermos. ¿Cómo resolver semejante contradicción? Pues bien, es preciso decirlo: tal contradicción no puede resolverse, pues éstas que se piden al ciudadano son virtudes cristianas, y en un suelo abonado por el ateísmo tan bellas rosas sencillamente no pueden florecer. Cristo lo dijo con claridad: «Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, como el sarmiento, se seca» (Juan 15, 5ss). Estas palabras del Señor valen también para las virtudes: si se las arranca de Cristo para luego secularizarlas —como se quiere hacer hoy, como de hecho se hace hoy—, ¿durante cuánto tiempo vivirán todavía? Su suerte, indudablemente, será la de las hojas que se han separado de la rama que los nutría. En su libro Por un orden católico (1934), el filósofo francés Étienne Gilson (1884-1978) habló largamente sobre este asunto, y, entre otras cosas, dijo también esta verdad irrebatible: «Es absurdo querer descristianizar un país sin desmoralizarlo… El error fatal del radicalismo francés (y también del mexicano, añado yo) consiste en haber querido conservar la moral cristiana, haber ensayado mantener una sociedad fundada sobre las virtudes cristianas sin conservar el Cristianismo, porque sólo él había introducido en el mundo esas virtudes y sólo él puede hacerlas vivir... Libertad, igualdad, fraternidad: éstas son tres virtudes cristianas y es en vano querer hacerlas vivir fuera de la única doctrina que posee el secreto de su aparición». Sin embargo, no nos limitemos sólo a las virtudes; tomemos también, por ejemplo, los llamados derechos humanos, de los que hoy se habla hasta el cansancio. Bien, ¿dónde está escrito que haya que respetar al hombre, dónde que haya que casi venerarlo? No nos engañemos: en la Biblia, ese libro del que ha abjurado la Modernidad. Dios es el garante de la dignidad del hombre, es Él quien ha dicho: «No matarás» (Éxodo 20, 13), pues la vida es sagrada; pero si no hay Dios, ¿quién lo defenderá de los que quieren acabar con él? «El que mate a Caín, lo pagará siete veces» (Génesis 4, 15). En un mundo gobernado por Dios, hasta Caín tiene derecho a vivir; pero si no hay Dios, ¿quién protegerá a Caín de los asesinos? ¿Y quién, sobre todo, a Abel? Y, por lo demás, ¡cómo causan risa esas campañas que de cuando en cuando suele emprender el Estado mexicano para animar a los ciudadanos a practicar la honestidad! Hace unos años llenó las calles de cartelones con fotos de hombres y mujeres cuyos nombres eran, verbigracia, Justo Pérez, Honesto Mendoza, Laboriosa Ortiz. Y uno, al verlos, se preguntaba: «¿Creen de veras los autores de este despliegue publicitario que con cosas como éstas van a hacer de nosotros gente más justa, honesta y laboriosa? ¡Qué ilusos son y qué mal conocen el corazón humano! ¡Para ser justo, honesto y laborioso se necesita algo más que unas pancartas! Se necesita un Dios que premie las buenas acciones y castigue las malas. Ya es hora de decirlo: sin una base teológica se hace muy difícil, si no imposible, defender ciertos valores. ¿Cuáles? Precisamente esos que nuestros Estados ateos quieren que pongamos en práctica para que pueda al menos sobrevivir la especie humana en esta vasta jungla en la que se ha convertido el universo. Dijo una vez Max Horkheimer (1895-1973), el famoso —y ateo— pensador alemán: «Sin una base teológica, la afirmación de que el amor es mejor que el odio resulta absolutamente inmotivada y carente de todo sentido». Y añadió: «¿Por qué tendría que ser el amor mejor que el odio? Después de todo, aplacar el propio odio causa a menudo más satisfacción que aplacar el propio amor». Claro, claro, así es. Si Dios no existe —como muy bien afirmó Dostoievski—, todo está permitido. Y si todo está permitido, hay más de tres razones para echarse a temblar. En un ensayo de 1929, Gilbert K. Chesterton hizo la siguiente advertencia: «El hecho es éste: que todo el mundo moderno, con sus modernas agitaciones, está viviendo de su capital, que es católico. Está usando y malgastando las verdades que le quedan del viejo tesoro de la Cristiandad… No está produciendo cosas nuevas que pueda llevar lejos en lo futuro. Por el contrario, está recogiendo cosas viejas que no puede llevar a ninguna parte. Porque éstos son los dos signos de los modernos ideales morales: primero, que han sido encontrados y arrancados de manos antiguas o medievales; y segunda, que se marchitarán pronto en manos modernas… (La modernidad) sacó leños encendidos la hoguera inmortal; pero la verdad es que aunque sus herejes blandieron las antorchas furiosamente, como si quisieran quemar con ellas el mundo entero, la verdad es que se les apagaron muy pronto entre las manos». ¡No nos engañemos! Sin el cristianismo, el mundo se convertirá pronto en una selva. Por lo cual es preciso decir lo siguiente, aunque parezca pedante: el mundo del futuro será cristiano o simplemente no será (porque ya no existirá). La hipocresía secular
  4. En un libro que ha caído en mis manos encuentro una cita del P. Emmanuel d'Alzon que creo que es un perfecto resumen de la actitud que los católicos debemos observar con el Papado, especialmente cuando vemos alguna afirmación o decisión del Pontífice con la que no estamos de acuerdo: Procuro aplicar esta máxima en los últimos tiempos. Hay algunas cosas de Roma que no me gustan, y aquí las he manifestado discretamente, pero lo que no voy a hacer es ir contra Roma, porque es minar los cimientos de la propia Casa. Si acaso trabajaré en algún momento al margen de Roma o de las indicaciones pastorales, que no doctrinales, del momento, pero siempre para Roma y nunca contra Roma. ¿Es tan difícil que entiendan esto los numerosos críticos que tiene el Papa Francisco o los que creen haber descubierto la pólvora con el Concilio Vaticano II?
  5. https://www.burbuja.info/inmobiliaria/threads/invoco-a-los-catolicos-tradicionalistas-y-sedevacantistas.1389231/page-3 Este es un caso bastante extremo, ya no es que le niegue validez a los sacramentos conciliares sino que directamente afirma que ya no existe la Iglesia Católica salvo algún sacerdote suelto y que ya no hay sacramentos, ni se va a misa, ni se confiesa, ni nada de nada. Creo que este planteamiento en el fondo es una muestra de que el sedevacantismo solo lleva a la división en cada vez un mayor número de sectas al estilo protestante. Este hombre tiene toda la pinta de venir de alguna secta sedevacantista de la que se ha separado, y es lógico que pase esto, pues una vez se niega la autoridad papal se llega a negar cualquier autoridad y cada vez se van atomizando más, es previsible que les sigan saliendo escisiones de este estilo cada cuál más pintoresca que la anterior. ¿Qué pensáis vosotros?
  6. Siguiendo el propósito que formulé hace tiempo de rescatar a hispanistas que hubiesen caído en el olvido en España, traigo esta vez un artículo de Pablo Antonio Cuadra, poeta y escritor nicaragüense que siempre defendió a España y que escribió bellísimas líneas en defensa de la Hispanidad y de su reunificación. Un esbozo biográfico: Contexto en al que se publica el artículo: 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando España se inclina hacia la neutralidad. Pablo Cuadra simpatiza con la España nacional y le presta su apoyo desde el primer momento. De hecho, este artículo se publica en una revista oficial del régimen. Las cursivas son propias del artículo y nada más he añadido negritas en algunos pasajes para facilitar la lectura.
  7. Encuentro en BBJ un mensaje de un compañero de foro que me ha parecido especialmente acertado y que creo que merece difundirse aquí. Explica magistralmente por qué la solución al problema de España no es imitar a nuestros enemigos ni copiar sus planteamientos, especialmente si quedan fuera del marco cristiano. Pero también explica por qué toda doctrina patriótica que prescinda de Dios está condenada al fracaso o es un engaño. Resulta de especial aplicación a la Escuela de Oviedo, con sus planteamientos materialistas, pero también es aplicable a gran parte de las derechas, que prescinden de lo católico o incluso pretenden un catolicismo sin Dios, como mero elemento cultural, sin sustrato verdaderamente religioso. (Cito a Walter Eucken solo para tirar de la manida frase, no porque el mensaje vaya dirigido explícitamente a él) Una y otra vez el mismo martillo pilón, y "deberíamos aprender de...", "teníamos que hacer como", una y otra vez la misma cantinela desde hace más de dos siglos.... No nos enteramos ni por donde nos da el aire. A la misma Elvira Roca, en la parte de su recetario tras el análisis histórico y elaboración de hipótesis... No puede evitarlo y, algunas veces más directamente que otras, acaba cediendo a la pulsión de imitar a los anglos, que en el fondo es a los que respeta/admira... Ella es de esas personas a las que les gustaría que "fuéramos como". Para los que somos partidarios de retomar la Misión Hispánica es importante saber separar la parte útil en la obra de todo este tipo de obras, lo mismo me da el MF, como la interesante ola desatada con Doña Elvira. La "herramienta" de Gustavo Bueno puede ser tan útil para triturar la leyenda negra antiespañola como... la anticomunista (y el que no lo crea que lo compruebe). La filia imperial de Doña Elvira le lleva a casi poner en el mismo nivel al Imperio Hispánico que al ruso o al conato actual de imperio USano, etc, si le sumamos su admiración por ciertos aspectos esenciales del "sistema anglo" tendríamos que de seguir sus recetas acabaríamos por desfigurar el nuestro. Todo eso ya dejando de lado la principal característica de todos ellos, que es su tara/cobardía/vacuidad de "apartar a Dios" del sistema que pretenden tratar, lo que les limita al papel de meros narradores de la quiniela de los domingos... Ojo, que no es poco, dado el punto del que partimos. Recordemos, la locomotora sigue tirando por la inercia y por el carbón que va quedando de lo que se metió en su día en la caldera... y por ahí tenemos a mucha gente creyendo que se puede continuar sin meter más carbón instalada en el círculo vicioso del: definitivamente el Catolicismo es superior-> se basa en una mentira en la que no creo--> pero necesitamos el Catolicismo--> no creo pero es lo mejor-->tiene que haber Catolicismo o vamos a la destrucción--> no creo--> tenéis que creer aunque yo no lo haga--> vale te entiendo, yo tampoco creo pero me has convencido de que el Catolicismo es necesario--> hey, vosotros, tenéis que creer porque aunque nosotros no creamos, sin Fe no hay Catolicismo, el cual es necesario--> ah, muy bien, nos estáis convenciendo, la verdad.... es que con vuestra charla nos habéis abierto los ojos sobre la necesidad de que haya muchos creyentes, pero también de que no hay Dios y la Iglesia es una farsa--> no preocuparsus, ya encontraremos tontos de esos que creen para que sostengan el chiringo-->bueno tú, resulta que ya tenemos toda una generación de ateos--> pues nada, convénzámoslos para que se conviertan, que se nos hunde el tinglao!!!--> tú, va a ser que no... que nos dan la razón pero que lógicamente ellos, igual que nosotros, también esperan que otros crean y sostengan por todos.... coño, pero si ya somos todos Materialistas Filosóficos, aquí no cree nadie en D. , por qué cojones íbamos a seguir preceptos estúpidos si habemos una élite capaz de imponerse por la fuerza e inteligencia a los demás?--> joder, con lo fácil que es montarse un imperio depredador!!! andar por ahí ayudando al débil y al necesitado? Coño, mira, pues al final los del imperio depredador tenían razón... pero nos llevan dos o tres siglos de ventaja, además viene otro desde Asia aún más potente!!! Uy, pos vaya... qué hacemos? Ah, no se, pero qué cojonuda es la teoría del ateísmo católico!!! https://www.burbuja.info/inmobiliaria/threads/el-afrancesado-reverte-dedica-un-vomitivo-articulo-a-atacar-a-roca-barea.1267678/post-27072779
  8. Diego Álvaro de Moncada

    "La Lágrima Ardiente de María"

    "La Lágrima Ardiente de María". Las llamas, de las que Notre Dame fue víctima, son suficientes. Un intento de investigación de las causas culturales. Por David Engels Publicado originalmente en alemán el 17 de abril de 2019 en el diario Katholische Tagespost 15 de abril de 2019, Francia, París: Las llamas y el humo se elevan desde uno de los hitos más famosos del mundo, la catedral Notre-Dame de París. El alcalde de la capital francesa habla de un "incendio terrible". No es exagerado decir que toda Europa está conmocionada desde el lunes por la noche. Las terribles imágenes de la catedral en llamas, en el corazón de la capital francesa, que durante muchos siglos ha sido el verdadero corazón de la cultura occidental, ya se han grabado a fuego indeleblemente en la conciencia histórica de toda una generación y, al igual que el derrumbe de las torres gemelas, probablemente serán un símbolo del fin de una era: allí termina la hegemonía política de los E.E.U.U., aquí termina la última ilusión de dominio cristiano sobre Europa. ¿Y si el desastre de la Semana Santa el final se convirtiese en un nuevo comienzo? Por supuesto que fue un incendio provocado – si bien, a la postre, no importa si detrás del hecho hay una emoción anticristiana cada vez más extendida que ha estado llevando a ataques contra lugares de culto en Francia día tras día durante meses, o más bien "sólo" una negligencia criminal. Las verdaderas raíces del incendio provocado, del que fue víctima Notre Dame, son mucho más profundas: no sólo, como escribió Benedicto XVI hace sólo unos días, esas raíces llegan hasta las convulsiones del Concilio Vaticano II en torno a los años 1968, sino más atrás, hasta el siglo XIX. Fue en esos días cuando la religión fue degradada gradualmente a un "asunto privado" que ya no tenía que contar en la valoración de las preocupaciones sociales, sino que incluso se interponía en el camino del "progreso". Ya en el siglo XIX, Víctor Hugo escribió con razón: "Notre-Dame está hoy vacía, inmóvil, muerta. Uno se da cuenta de que algo ha desaparecido. Este enorme cuerpo está vacío; es un esqueleto; el espíritu lo ha dejado, sólo se puede ver dónde estuvo una vez, y eso es todo". Nada ha cambiado al respecto, todo lo contrario. Porque lo que ardía ayer era sólo una cáscara vacía; como tantas otras herencias de nuestra cultura, había sido degradada durante mucho tiempo, reducida a objeto de museo y sólo ocasionalmente instrumentalizada para convertirla en el perfil externo de una iglesia destripada y de un gremio político globalizado, cuyo verdadero credo, tal como Emmanuel Macron lo formuló en 2017, a pesar de todas las seguridades posteriores y de las lágrimas de cocodrilo presentes, corresponde a una sentencia de muerte sobre nuestra civilización rural: "No existe una cultura francesa. Hay una cultura en Francia, y es diversa." ¿Y qué lugar puede reclamar un lugar de culto a la Virgen y Madre de Dios en los corazones y en las moradas de los europeos que han mancillado sistemáticamente los ideales de pureza y fidelidad sexual, de estima caballeresca por lo eternamente femenino, de veneración del misterio de la maternidad, de la santidad de la vida del recién nacido y de los arquetipos complementarios del amor paterno y materno, y tal mancilla se ha dado a menudo incluso con el aplauso de un sacerdocio ideológicamente igualitarista? Por lo tanto, probablemente sea aún mejor que las puertas del Santísimo Sacramento se cierren ahora durante muchos años y que su interior descanse finalmente de todas esas multitudes de turistas que, en Notre Dame, sólo miran al imponente cadáver de una civilización menguante de la que ya no poseen ninguna referencia interior, o ante aquellas misas en las que el único objetivo parece ser celebrar la relativización del Absoluto y, por lo tanto, metafóricamente dar la espalda al Santo desde el lugar sobre el que se celebraba el Santísimo Sacramento en el siglo XV. En abril de 2019 la torre del crucero se derrumbó. El ensayista Alexander Pschera, por lo tanto, dio en el clavo cuando escribió en vivo sobre las llamas de París, en Facebook: "La Madre de Dios ya no puede soportar la infidelidad de su pueblo, y dejó caer una lágrima de fuego.... eso es lo único que se puede decir sobre la causa del incendio". Por lo tanto, por terrible que sea el fuego a nivel material, puede incluso ser visto como una especie de purificación, como una llamada a los pocos creyentes que quedan diciéndoles que es hora de romper con una ilusión generalizada y peligrosa: la ilusión de que el cultivo puramente comercial y políticamente justificado de los recuerdos seculares de la cultura cristiana significa algo más que una mera toma de rehenes de la cultura occidental en manos de un Estado, de una élite y de un número creciente de ciudadanos indiferentes interiormente con respecto a esa cultura y que, de hecho, tienen más bien probabilidades de ser hostiles a ella. Si queremos cambiar algo de este hecho, es necesario, por tanto, volver a vivir las propias convicciones sin tener en cuenta la tolerancia condescendiente y cada vez más limitada de una sociedad mayoritaria que se ha vuelto esencialmente atea o musulmana, y ello no sólo en el recinto sosegado del corazón, sino también en toda la vida cotidiana pública y política. Como hace muchos siglos, esta es la hora de una confesión abierta de nuestros valores y de la voluntad orgullosa de no relativizar la búsqueda de lo absoluto a través de la aparente consideración por los demás, detrás de la cual se esconde sólo la propia cobardía, reduciéndola así al absurdo sino, por el contrario, es el momento de hacer todo lo posible para asegurar que Occidente siga siendo fiel a sus raíces espirituales y espirituales, así como apostar por una dura disciplina interna, que incluye la preparación para lo peor, y por una correspondiente actividad política polémica. Porque el peligro en el que se encuentra nuestra civilización es todo menos imaginario, y no sería la primera vez en la historia de la humanidad que una religión desaparece completamente de su patria ancestral: "Tú, romano, expiarás inmerecidamente los delitos de tus mayores, hasta que hayas reconstruido los templos, las moradas ruinosas de los dioses y sus imágenes ensuciadas por el negro humo. Conservas el imperio por conducirte humildemente ante los dioses: de aquí todo principio, hacia aquí debes guiar el fin. Los dioses, por haber sido despreciados, ocasionaron muchas desgracias a la enlutada Hesperia". (Horacio, Carmina 3,6) Asegurar y reconstruir Notre Dame llevará muchos años, quizás incluso décadas, incluso si se prescinde de ingredientes "modernistas" y "contemporáneos" como terrazas en los tejados, bucles interreligiosos, tiendas de museos y cafeterías futuristas en el cielo. Quizás la tediosa resurrección de la Catedral de Notre Dame a partir de sus propias cenizas se convierta así en el símbolo de esos difíciles años de crisis y purificación que sin duda aguardarán a nuestro continente europeo, continente que se encuentra bajo una fuerte presión tanto interna como externa. Y quién sabe: ¿quizás la reapertura de la catedral, si su reconstrucción va acompañada de una verdadera purificación interna de los europeos, coincida con una verdadera renovación política de Occidente, una verdadera "Renovatio Europae"? Hemos tomado la traducción española de los versos a partir de la Antología de la Literatura Latina, de J.C. Fernández Conde y a. Moreno Hernández, Alianza: Madrid, 2012. Traductor V. Cristóbal López.
  9. Ha causado gran escándalo entre la turba identitaria que se reúne en Burbuja que el Papa lave los pies de personas humildes y los bese. En realidad el escándalo es que esta piara idiotizada desconozca las costumbres más elementales de España y del pueblo católico. Porque todos los católicos sabemos que es un rito que siempre se ha realizado el Jueves Santo y que también realizaban los reyes españoles. De hecho, la costumbre fue instaurada en la monarquía española por Fernando III, nuestro rey cruzado y santo, como recoge este Suplemento al diccionario de teología de 1857: Al parecer la costumbre sólo se interrumpió durante el "reinado" de José I (Pepe Botella). Estoy lejos de conocer en profundidad el tema. Pero según mis pesquisas en hemerotecas y bibliotecas digitales, las siguientes proposiciones son falsas: A) Este rito sólo se hacía con sacerdotes, ya que Jesús lo hace con sus discípulos. FALSO.- Siempre se pone el énfasis en que se lava los pies a los pobres. Algunas veces se hace con sacerdotes, pero siempre se remarca que son sacerdotes pobres. El sentido del rito es lavar los pies a los pobres. B) Se lavaban los pies pero no se besaban; ésta es una costumbre que se ha inventado Francisco I. FALSO.- El beso siempre ha sido parte del rito. Es un beso simbólico en el empeine. Sólo mentes destruidas por la pornografía de internet pueden ver en esto algo malicioso. C) De ninguna forma se admitía incluir en el rito a mujeres. FALSO.- Generalmente no se mezclaban sexos. Por ejemplo, el rey solía lavar los pies a pobres de sexo masculino y la reina hacía lo propio con mujeres. Pero hay noticias de que en ocasiones también había mujeres entre las personas a las que les lavaba los pies el obispo. No era lo más frecuente, pero no era raro y nadie imaginaba oscuras perversiones. D) Hay en todo esto alguna irregularidad fruto dela innovación del Papa Francisco o del Concilio Vaticano II. FALSO, por todo lo expuesto anteriormente. Si acaso la innovación es en sentido contrario, centrándose más en sacerdotes y olvidando que el sentido primigenio del rito era lavar los pies a los pobres. Juan XXIII El cardenal preconciliar Pla y Deniel: Resulta deprimente la incultura de estos identitarios, pero hay algo que todavía causa más bochorno. ¿Quién les ha suministrado esta idea tan boba? Porque este rito se lleva practicando todos los Jueves Santos desde tiempos inmemoriales pero sólo han empezado a dar la tabarra en los últimos años, con Francisco I. Sospecho que en esto han jugado un papel fundamental Infocatólica y otros diarios digitales ligados al Yunque: Elucubraciones sabatinas sobre el lavatorio de los pies del papa Francisco - Infocatólica (2018) Cardenal Sarah: los sacerdotes no tienen obligación de lavar los pies a las mujeres el Jueves Santo - Infocatólica (2016) Son ellos los que vienen insistiendo con este tema desde el principio, insinuando que el papa es un pervertido por lavar y besar los pies de mujeres o acusándole de introducir irregularidades en el rito. Tanto dieron la matraca con el tema que hasta me llegué a creer que había algo irregular en todo esto. Es casi seguro que la idea la han tomado la idea de allí y luego la han ido enriqueciendo con su particular obsesión con los negros, proyectando en el Papa sus propias perversiones, como muy bien describió el forero Contrarrevolución en Burbuja: Pido disculpas por el lenguaje soez de esta cita, pero yo creo que retrata a la perfección a estos sujetos embrutecidos por internet. Si encuentro tiempo, intentaré ampliar el hilo con más recortes de prensa y libros.
  10. Con motivo de la Jornada del migrante y del refugiado que hoy domingo 14 de enero celebra la Iglesia, el Papa Francisco ha ofrecido una Eucaristía en la basílica de San Pedro del Vaticano, en cuya homilia ha advertido del pecado que supone no acoger e integrar al otro, y ha invitado a perder el miedo al diferente y abrirse a la riqueza de la diversidad. Dejo el texto íntegro de la homilía por si tenéis el gusto de leerla.
  11. Según un estudio social realizado por el "Latinobarómetro", y presentado esta semana en Santiago de Chile de cara a la próxima visita del Papa Francisco al país, la profesión de la fe católica en hispanoamérica ha sufrido un fuerte descenso en las dos últimas décadas, al mismo tiempo que se detecta un auge del protestantismo, el agnosticismo y el ateísmo. El estudio, que muestra la evolución religiosa de 18 países hispanoaméricanos entre los años 1995 y 2017 y que según sus autores cuenta con un margen de error de entre el 2,8 y el 3%, se sostiene sobre la base de 1.200 entrevistas personales y refleja, a juicio de la directora del centro que lo ha realizado, una fuerte caída del catolicismo, agudizada en países como Chile por las noticias de casos y condenas ocurridos por abusos. Los países donde más personas se declaran católicas son Paraguay, México, Ecuador, Perú, Colombia y Bolivia. Sin embargo el porcentaje de católicos ha ido cayendo paulatinamente durante las dos últimas décadas. En 1995 los católicos representaban el 80% de la población, un porcentaje que ha caído hasta el 59% en 2017, año en que se ha realizado este último estudio. En República Dominicana, Chile, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Uruguay y Honduras, los católicos ya representan menos de la mitad de la población. En Honduras y Guatemala, el auge de los evangélicos ha ido paralelo al descenso del catolicismo, convirtiéndose hoy en la religión mayoritaria, según el estudio. De otro lado en Chile o Uruguay, la pérdida de la fe católica ha ido pareja al auge del agnosticismo. Según Marta Lagos: "A esta velocidad, de aquí a diez años la cantidad de países de América Latina que tendrán la religión católica dominante va a ser una minoría". Según puede verse igualmente en los datos publicados, los hispanoamericanos evalúan la figura del Papa con una nota algo más baja de la que recibió en 2013, cuando fue elegido para suceder a Benedicto XVI. Los que mejor valoran la figura del Pontífice son Paraguay, Brasil, Ecuador y Colombia, mientras que en el otro extremo están Uruguay y Chile, país este último salpicado por casos de corrupción eclesial. Cabe señalar qué, según las valoraciones realizadas por las personas encuestadas, quienes mejor valoran al Papa son los católicos, seguidos por los ateos o agnósticos, siendo los protestantes aquellos que peor valoración hacen. Es curioso este dato porque ateos y agnósticos dan una valoración superior a cinco sobre diez de la figura del Papa. El 65% de los encuestados manifiesta confiar en la Iglesia, siendo Honduras, Paraguay y Guatemala las que mayor confianza les despierta la Institución. De otro lado destaca Chile, donde solo el 36 % de los ciudadanos dice tener confianza en la misma. Según Marta Lagos, la directora del instituto que ha realizado el estudio, "el punto de quiebre en el caso chileno es la condena por abusos sexuales contra el influyente sacerdote Fernando Karadima que el Vaticano dictó en 2011". Antes que se destapara ese escándalo, la confianza de los chilenos en la Iglesia católica bordeaba el 60%, pero en 2011 descendió estrepitósamente hasta el 38%. Los creadores del estudio destacan que el descenso de la fe católica está directamente relacionado con el descenso del nivel de pobreza y la aparición de una clase media más individualista y alejada de las instituciones.
  12. Fuente: La Voz de Avilés, 6 de Mayo de 1969, página 4. Diálogo sin fronteras con BLAS PIÑAR:“La democracia cristiana tiene muy poco que ver con el auténtico catolicismo”Blas Piñar tiene un aire a lo Conde Ciano, “de corte –decía Mateu de Ros– y hasta de físico joseantoniano. La arrogancia de su palabra; un hombre al cual yo admiro y respeto”. Su rostro pálido y fino, con un tinte bajo los párpados caídos, que nos recuerda ese azul de los niños de corta edad que han sufrido mucho. Los labios de Blas Piñar saben tomar todas las posturas. Cuando le escuché iniciar su discurso en el Salón de Actos de la Casa Sindical de Llaranes, con las palabras de esa canción alemana de nombre “Yo tenía un camarada”, sus labios se movían casi con ternura. En el momento de decir con desenfrenado apasionamiento: “Nosotros seguiremos convocando, con el Gobierno, al lado del Gobierno, en la medida de su lealtad, a los hombres y a las mujeres de España, a las juventudes trabajadoras y universitarias, a los profesionales, a los religiosos y a los sacerdotes; iremos convocando a todos aquéllos que sientan todavía la historia porque de esa manera puede proyectarse sobre el futuro; nosotros iremos recordando que la Falange no ha fallecido, que la Falange no está en estado gaseoso, que hay falangistas que siguen teniendo en el alma el sano espíritu nacional y revolucionario de José Antonio”; aquí los labios de Blas Piñar toman un tinte rojo, se descomponen hirientes y hacen por sí mismos que el público se ponga de pie. Ya han finalizado todos los discursos y los actos; quedan en el aire las frases suaves y medidoras de Mateu de Ros; otras del general Bulnes sobre Ifni, de las que se habla en todos los corrillos.“EL FUTURO DE ESPAÑA”Blas Piñar ha sido amable, todo lo amable que es un hombre que arrastra tras de sí a mucha gente. Nuestra primera pregunta es sobre el futuro de España. Anteriormente le había dicho que si alguna de mis interrogantes representaba para él un compromiso, no la contestara; ahora bien, las que me respondiera, que lo hiciera con claridad. No hubo problema; Blas Piñar, Procurador en Cortes nombrado por el Caudillo, consejero nacional, fundador de la revista “Fuerza Nueva” y Notario en Madrid, las ha contestado todas.– No, no; yo contesto a todas –dijo, y responde así a la primera pregunta:– Este futuro de mi país lo veo con inquietud y, al mismo tiempo, con seguridad. Con inquietud, por la confusión reinante; con seguridad, porque tengo confianza en las fuerzas políticas del país, en su patriotismo, y tengo, también, confianza plena en que, en el momento difícil, surgirán los hombres capaces de aglutinarlas y de [de]volverles la unidad perdida.– Su concepto de la familia.– La familia es la célula fundamental de la sociedad; por consiguiente, toda campaña que vaya a destruir su cohesión va, naturalmente, contra la sociedad.– Ahora, señor Piñar, quisiéramos saber ¿qué piensa usted de la propiedad privada?– Es un derecho natural del hombre; un hombre sin propiedad pierde su independencia; quienes atacan la propiedad privada, de una forma radical y absoluta, están atacando la propia naturaleza del hombre. La propiedad privada tiene una función social, nunca puede ser un instrumento para esclavizar a los otros.– ¿Cómo ve a la Iglesia posconciliar?– La Iglesia posconciliar auténtica, es una Iglesia eminentemente pastoral, sale al mundo para evangelizarlo, no ha abierto sus ventanas para secularizarse; cualquier interpretación de la Iglesia posconciliar que no coincida con este punto de vista no coincide con el punto de vista de los Papas.“NO ME CONSIDERO UN HOMBRE DE EXTREMA DERECHA”– ¿Se considera usted, un hombre de extrema derecha?– No me considero un hombre de extrema derecha, ni de extrema izquierda; creo que los términos izquierda y derecha quedaron superados por la doctrina de José Antonio. Si, por ser hombre de izquierda, se entiende una persona que ama a su [in]quietud por los temas sociales, y no solamente inquietud, sino dedicación, sería un hombre de izquierda; si por derechas se entiende un hombre que ama a su patria, sería un hombre de derechas; José Antonio tuvo la inmensa habilidad e inteligencia política de unir el sentimiento de la revolución nacional con la idea de la patria, y todo ello ponerlo bajo un signo religioso.– ¿Por qué ha dicho que vivimos en una época decadente, y que los jóvenes de ahora son menos hombres que los de antes?– Bueno; de mí se han dicho tantas cosas que si tuviese que desmentirlas habría de consumir toneladas de papel. Yo no he dicho jamás que la juventud actual sea una juventud menos viril que la juventud anterior, que la juventud de antes de la guerra; lo que sí he dicho, es que hay ciertos sectores juveniles en el mundo occidental que se encuentran completamente gangrenados por la propaganda marxista, por la pornografía y por el uso de las drogas.– Su definición de la democracia y la libertad.– La democracia es la participación del pueblo en las tareas del gobierno, para lo cual hace falta que el hombre sea libre al objeto de decidir su independencia, su criterio sobre las tareas políticas. La libertad no puede definirse; la libertad es el libre arbitrio para elegir entre el bien y el mal. Pero la libertad de conciencia, si es que ustedme pregunta por esto, realmente no existe, puesto que el hombre no es autónomo frente a la ley moral.EL FASCISMO, MUSSOLINI Y HITLER– ¿Qué opina sobre el fascismo, Mussolini y Hitler?– El fascismo y todos los movimientos de signo nacionalista que aparecen en la Europa de la pos-guerra, después de Versalles, son una consecuencia lógica de una paz impuesta de manera arbitraria por las potencias vencedoras. Mussolini, cuya procedencia socialista es bien conocida, levantó el espíritu nacional en Italia; fue un hombre realmente extraordinario; quizá su única equivocación, equivocación fatal, fue apresurarse a entrar en una guerra, en la que pudo haber sido el mediador más excelente, evitando la catástrofe de Europa. Con lo que respecta a Hitler, austríaco, enamorado de la gran Alemania, el juicio hay que reservarlo todavía a la historia, porque la historiasobre Hitler, y sobre el Nacionalsocialismo, no la han escrito más que los vencedores.– ¿Su postura ante los llamados “universitarios rebeldes”?– La rebeldía es noble cuando busca un noble objetivo; la rebeldía no es más que un estallido de los instintos cuando refleja una pura intranquilidad que precisa desahogo. En la rebeldía contra la injusticia se basó precisamente todo el movimiento político de la Falange. La rebeldía, por consiguiente, es noble; [en] la rebeldía contra instituciones importadas, [que] cavaban el sentimiento y las costumbres nacionales, se inspiró el movimiento tradicionalista; pero en la rebeldía también fruto de los puros instintos, sin buscar esos objetivos nobles, se basa también el anarquismo y el comunismo. Hay una rebeldía santa y hay una rebeldía condenable, exactamente como hay una pasión que se ennoblece al servir causas, como por ejemplo, la de Dios, la de la patria; y hay una pasión desordenada, como es aquélla que se pone al servicio del crimen o del delito.DESDE LA ETA HASTA MAO– Quisiéramos su opinión sobre la ETA, Cirarda, Añoveros, Ché Guevara y Fidel Castro.– La ETA es un movimiento subversivo, separatista, marxista, con unas guerrillas audaces que llaman “de asfalto” y la preparación de las guerrillas de monte, cuyo lema es la guerra contra España; es decir, secesión de las provincias vascas, españolas y francesas, para constituirse con ellas totalmente independiente. Entonces, la lucha de la ETA es contra España y contra los españoles, cualquiera que sea su ideario político; son los últimos flecos de un grupo realmente teocrático que fue el nacionalismo vasco, tal como lo pensó, lo concibió y lo dirigió Sabino Arana. Monseñor Cirarda es un hombre extraordinariamente inteligente, preparado, sobre el cual ha caído una tarea gravísima; se encuentra con una diócesis, la que administra sobre todo, y a quien unas circunstancias que yo no conozco le han llevado a publicar la homilía y a mantener una postura que yo no comparto. Y que no comparto porque empiezo por no aceptar el Fuero Eclesiástico, tal y como está regulado en el artículo 16 de nuestro Concordato, que excede y supera incluso lo establecido en el Canon 120 del Código de Derecho Canónico.Al doctor Añoveros, no lo conozco. Creo que no comparte algunos puntos de vista personales míos sobre el tema de libertad religiosa.“Ché” Guevara es una de las personalidades más destacadas por la propaganda en los últimos tiempos. Su historia personal está llena de crímenes; el día en el que la historia demuestre cómo han sucedido los acontecimientos que motivaron su muerte en Bolivia, se sabrán muchas cosas.Fidel Castro, por su parte, no era más que un agente del partido comunista, y ha transformado a Cuba en un inmenso campo de concentración.– ¿Se mantiene usted en la postura de aquel famoso artículo titulado “Hipócritas” publicado en ABC contra USA?– La publicación de aquel artículo me costó el puesto de director del Instituto de Cultura Hispánica. Pero yo no escribí el artículo contra los Estados Unidos de Norteamérica, sino contra una serie de potencias y contra la Administración concreta de los Estados Unidos en aquel momento, precisamente por la contradicción que existía entre los principios que esa Administración programaba y la política concreta que seguía.– Ahora, ¿nos puede hablar del choque carlistas-Gobierno?– En general, la política que el Gobierno ha seguido con respecto al carlismo me parece equivocada.“NO ASPIRO A SER MINISTRO”– ¿Aspira usted a ser ministro?– No; aspiro simplemente a ser español que cumpla con su deber.– Se habla de que usted es más papista que el Papa y más franquista que Franco.– Bien, puede ser. No puedo juzgarme a mí mismo.– ¿Cómo marcha “Fuerza Nueva”?– Venciendo dificultades, aumenta cada día el número de suscriptores y de lectores, con toda la significación que un lector de “Fuerza Nueva” tiene desde el punto de vista político.– ¿Qué piensa de la democracia cristiana?– Otra profunda equivocación. La democracia cristiana responde a un talante, que creo tiene que ver poquísimo con el cristianismo auténtico y sincero.– ¿Y de Ruiz-Giménez?– Ruiz-Giménez varía de opinión continuamente. Yo no sé cuándo podría juzgarle; si cuando llevaba la camisa azul y presumía de ser hombre de la Vieja Guardia, o ahora, cuando habiendo cambiado ciento ochenta grados, se proclama neoliberal y neosocialista.Así ha hablado Blas Piñar, personalidad discutidísima en el panorama político español.
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